Pensar en el patrimonio de Tarragona nos lleva inevitablemente hacia la
herencia romana. Pero la riqueza monumental tarraconense va mucho más lejos. ¿El mejor ejemplo? La personalidad del
estilo cisterciense, construido en base al arte románico.
EL FRENTE DE BATALLATe proponemos empezar por un escenario que ha sido testigo de muchas luchas: la Terra Alta ha sobrevivido a las
Guerras Carlistas y a la
Batalla del Ebro. Gracias a ello, en Gandesa todavía podemos ver la
iglesia de l'Assumpció y su portada románica con la “signatura” inconfundible de la
escuela leridana.
Encima de una colina sobre el Ebro se alza el antiguo hogar de los templarios. El imponente
Castillo de Miravet fusiona detalles musulmanes y bizantinos con el románico de transición hacia el gótico. Tu próximo destino es
Siurana, donde encontrarás el
castillo que fue el
último reducto musulmán en Cataluña. Muy cerca, sin embargo, se han encontrado evidencias de pobladores aún más antiguos: ¡
Piedras de sílex bien afiladas por los hombres prehistóricos!
LA VIEJA TÁRRACOLa muralla, el anfiteatro y el arco de Berà son testimonios de siglos de vida romana en el entorno de
Tárraco. El envidiable patrimonio de la antigua Roma fue testigo de la conquista de la ciudad por
Ramon Berenguer III en el siglo XII, y de la construcción de la futura
Catedral. Este templo dedicado a Santa María es la joya de la parte alta de Tarragona. Desde el exterior podrás ver el
sarcófago de Bethesda, un vestigio paleocristiano del siglo IV integrado en su muro.
LA TIERRA DEL CÍSTEREs hora de sumergirte en el mundo cisterciense, el de una
orden religiosa a la que pertenecen dos de los monasterios más destacables de nuestro país.
Poblet es un libro de historia abierto: panteón de los reyes de Aragón en el pasado, actualmente es el único monasterio catalán declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Muy cerca,
Santes Creus representa el cisterciense más auténtico de la zona. Y es el único monasterio de la denominada
Ruta del Císter que ya no alberga vida monacal. Aquí descansan los restos mortales de
Pere el Gran y
Roger de Llúria, dos de los artífices de la supremacía de la Corona de Aragón en la Mediterránea a finales del siglo XIII.
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