Barcelona, ciutat de dracs | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Historias

Barcelona, ciutat de dracs

La leyenda explicada desde la óptica del santo, pero sobre todo de la bestia. Cada 23 de abril Cataluña se llena de rosas y de libros para celebrar la «diada de Sant Jordi» (día de San Jorge), una tradición cargada de un gran simbolismo para todas las catalanas y los catalanes.

Los orígenes del patrón

La imagen que todos tenemos de san Jorge es fruto de la leyenda. La tradición narra que, antes de convertirse en santo, Jorge fue un soldado romano nacido en Palestina a principios del siglo III dC, hijo de Geroncio y de Policromía.
 
Formaba parte de la guardia del emperador Diocleciano y, a pesar de la persecución contra los cristianos promulgada por el Imperio, se mantuvo firme en sus creencias: se negó a obedecer las órdenes, se convirtió al cristianismo y, como consecuencia, fue encarcelado.
 
Durante siete años fue torturado y se le dio por muerto en tres ocasiones. Finalmente, a pesar de que revivió después de ser quemado, atado a una rueda y envenenado, finalmente, fue decapitado. A raíz de su muerte, la mujer del emperador se convirtió al cristianismo y, desde entonces, se le venera como a uno de los primeros mártires.  

 
Estatua ecuestre de San Jorge de Andreu Aleu Teixidor, fachada del palacio de la Generalitat.

Los trovadores y los autores de la época medieval hicieron el resto al ensalzar su figura de una forma un tanto exagerada y, poco a poco, su figura se fue convirtiendo en una de las más reverenciadas, más por todo aquello que no hizo que por lo que hizo en realidad. 
 
Joan Amades habla mucho de san Jorge en su Costumari Català, entre otras cosas, sobre cómo llegó a ser el patrón de Cataluña. La crónica explica que en 1096 Pedro I de Aragón invocó al santo durante la reconquista de Huesca contra los sarracenos y, para agradecer la gesta, el rey lo hizo patrón de la Corona de Aragón, porque, además, también ayudó al conde Borrell, a Jaime I y a Pedro el Ceremonioso.
 
A partir de entonces, el santo ganó mucha popularidad y su onomástica se generalizó, hasta que en 1456 se decretó el 23 de abril como la fecha para la «diada»  de Cataluña.
Escultura de San Jorge, de Frederic Galcerà Alabart, patio de los Naranjos del palacio de la Generalitat.




Los orígenes de la tradición

La realidad es que si san Jorge es conocido por algún motivo, es por haber matado al dragón. Si nos referimos nuevamente a nuestro cronista de cabecera, Joan Amades, de entre todas las versiones que existen del mito, opta por situar la «auténtica» en Cataluña. Su leyenda a grandes rasgos dice así:
 
«San Jorge, caballero y mártir, es el héroe de una gran gesta caballeresca, que la voz popular universal sitúa en las tierras lejanas y legendarias de la Capadocia, pero que la tradición catalana sitúa en los alrededores de la villa de Montblanc. […] Allí un dragón terrorífico hacía estragos en el territorio devorando todo lo que encontraba a su paso. La única manera de calmar su hambre insaciable era entregándole un vecino cada día. Eso sí, elegido por sorteo. Durante mucho tiempo el sistema funcionó pero hete aquí que un día la suerte quiso que fuera la hija del rey la destinada a convertirse en pan del monstruo […]»
Modelo 3D de la clave de bóveda central de la capilla de Sant Jordi del palacio de la Generalitat (Modelo elaborado por la Dirección General del Patrimonio Cultural).

«Ciudadanos hubo que se ofrecieron a sustituirla, pero el rey fue severo e inexorable, su hija era como cualquiera de sus súbditos y se avino a que fuera sacrificada. […] Aceptando su destino se acercó lentamente a la cueva, pero poco antes de llegar apareció de la nada un caballero para enfrentarse con el monstruo. […] La fiera se presentó, ante el gran horror de la doncella y el gran júbilo del caballero que la acometió y le clavó una lanza que la dejó malherida. El caballero, que era san Jorge, ató a la bestia por el cuello y la entregó a la doncella para que ella misma la llevara a la ciudad, y el monstruo siguió, manso y amedrentado, a la princesa. Todo el pueblo de Montblanc, que había presenciado la pelea desde las murallas, ya esperaba con los brazos abiertos a la doncella y el caballero, y en el centro de la plaza desató su odio contra la fiera, de la cual muy pronto no quedó ni rastro.» (Joan Amades, Costumari Català, 1904).
  • Escultura de San Jorge, de Frederic Galcerà Alabart, patio de los Naranjos del palacio de la Generalitat.
  • Dalmática del terno de San Jorge, de Antoni Sadurní, capilla de Sant Jordi del palacio de la Generalitat.

Aquella parte de la leyenda que afirma que «de la sangre de la bestia brotará un rosal esplendoroso del que san Jorge cortará una rosa roja para la princesa» forma parte de la imaginación que las voces populares fueron añadiendo a la leyenda original. La historia canónica sobre la tradición de la rosa tiene sus orígenes en la Barcelona del siglo XV, en una feria de flores que se celebraba ante el palacio de la Generalitat con motivo de la «diada» del patrón del país. La feria comportó una fiesta, la fiesta comportó cortejos y los cortejos, que los hombres regalaran una rosa a las mujeres amadas. Unos años más tarde, ante la acogida popular, las Cortes catalanas decretaron que la «diada de Sant Jordi» sería considerada como el día de los enamorados.
 
Más tarde, a principios de siglo XX, el libro se incorporó a la celebración a raíz de una fiesta que se organizó en Barcelona para promover el libro. La primera fecha fue el 7 de octubre de 1927, pero dos años más tarde, en sintonía con la Exposición Universal, los libreros salieron a la calle coincidiendo con la «diada» de Cataluña. Un día muy señalado, porque comparte fecha con la muerte de William Shakespeare y el día del entierro de Miguel de Cervantes. Tal vez este fue uno de los motivos por los que en 1995 la UNESCO declaró el 23 de abril como el «día internacional del libro» a nivel mundial. 
  • Puesto de libros en la Rambla de Barcelona (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).
  • Puesto de rosas en la Rambla de Barcelona (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).

Un protagonista inesperado

Se ha escrito mucho sobre los orígenes del caballero, sobre la rosa y el libro, pero especialmente sobre la catalanidad que todo ello representa. Sin embargo, no tenemos que olvidar que esta historia tiene otro gran protagonista que en el último siglo ha pasado a ocupar un primer plano: el dragón. 
 
Cabe decir que en Occidente tenemos una imagen tergiversada de los dragones. En la cultura asiática es sinónimo de poder, de sabiduría i de respeto. En cambio, para nosotros, representa el mal, la lucha entre la luz y la oscuridad, y, por lo tanto, es la antítesis del héroe en la leyenda. 
 
Cartel de entrada al restaurante Els Quatre Gats, realizado por Josep Puig i Cadafalch (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).

Afortunadamente, en Cataluña, a pesar del mito, los dragones han tenido un arraigo diferente. Los primeros llegaron con los fenicios en torno al 600 aC y durante siglos tanto griegos como romanos y sarracenos perpetuaron una asociación positiva con ellos. Pero hablamos de un dragón diferente al de la imagen que hoy todos conocemos. Era más bien una mezcla de serpiente gigante con garras de león y cabeza de mamífero.
 
Durante la Edad Media esta imagen cambió debido a las interpretaciones de la Apocalipsis (el último libro del Nuevo Testamento) y se extendió una visión del dragón como representación del demonio en la Tierra. De hecho, en los bestiarios medievales quedaron recogidas algunas descripciones que lo asocian con un animal serpentiforme, alado y tenebroso.
 
La implantación de la imprenta y la reproducción de ilustraciones en los libros no ayudó a diluir esta imagen negativa pero, a pesar de esta visión medievalista, el dragón siempre ha estado muy arraigado a la identidad catalana: está presente en la corona de Jaime I, en muchos símbolos heráldicos, en bestiarios, en grupos, en agrupaciones y en fiestas populares, y adquirió especial significación en el ámbito cultural con la llegada de la Renaixença y en el ámbito artístico con el éxito del Modernismo.
Figura de un dragón de forja de la puerta de los pabellones Güell de Antoni Gaudí (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).

La Barcelona de los dragones

Dicen que la Ciudad Condal es «la ciudad del mundo con más dragones por metro cuadrado». Se mire por donde se mire, es posible encontrarlos, tanto en los monumentos más representativos como en los rincones más escondidos. El dragón en Barcelona adquiere la magnitud que merece como símbolo cultural de la catalanidad, y podemos buscarlo mientras paseamos o podemos dejar que él nos encuentre a nosotros.
Aprovechemos esta historia de patrimonio para hacer un recorrido por algunas de las calles y espacios más singulares de Barcelona a la búsqueda de dragones.
 
EL PALACIO DE LA GENERALITAT
Desde que se construyó la primera sede, san Jorge parece representado por todo el edificio: en la capilla, en un retablo, en la cruz de la puerta, en el salón... De hecho, de esta primera etapa es la representación más antigua: la escena del caballero que lucha contra el dragón de la fachada de la calle del Bisbe, realizada por Pere Joan en 1418. Desde esta fecha, el palacio siguió engrosando el número de representaciones, y también las encontramos en la fachada de la plaza Sant Jaume y en la fuente de bronce del patio de los Naranjos. Un auténtico museo monográfico.
 
Este 3D de la capilla de Sant Jordi muestra todos los detalles tanto de la arquitectura como de los elementos decorativos y artísticos que se encuentran en su interior.

LA HUELLA DE GAUDÍ
Antoni Gaudí llevó la iconografía del dragón a otro nivel en muchos de sus edificios. De hecho, el trencadís (técnica de cerámica quebrada) y la baldosa de cerámica tan característicos del estilo modernista hacen que los de Gaudí sean de los más espectaculares. 
 
La Casa Batlló es en sí misma un claro ejemplo de ello, un proyecto donde la propia estructura está basada en el mito de San Jorge matando al dragón. Incluso, las piezas onduladas del tejado representan las escamas del lomo. Y no hay que olvidar el dragón de trencadís de la fuente de la entrada del Park Güell que, sin embargo, algunos consideran una salamandra o serpiente muerta por el dios griego Apolo. 
 
  • Tejado de la Casa Batlló (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).
  • El dragón de trencadís de la fuente de la entrada del Park Güell de 'Antoni Gaudí (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).

EL PUIG I CADAFALCH MÁS REIVINDICATIVO
En dos de las joyas más sublimes de Puig i Cadafalch el arquitecto utilizó la representación de san Jorge como símbolo de la reafirmación cultural y política de la Renaixença catalana.
 
Por un lado, la puerta de acceso a la finca de la Casa Ametller, situada en el paseo de Gràcia de Barcelona, está decorada con una imponente escultura de San Jorge matando al dragón, obra de Eusebi Arnau.
 
Por otro, los merletes que rematan el edificio de la Casa Terrades, o Casa de les Punxes, incluyen uno colorido mosaico de cerámica vidriada con un San Jorge pisando al dragón, obra de Enric Monserdà i Vidal. Un plafón decorativo impresionante, famoso por la leyenda que lleva escrita a los pies: «Sant Patró de Catalunya, torneu-nos la llibertat» (Santo Patrón de Cataluña, devuélvenos la libertad).
Mosaico de cerámica vidriada con un San Jorge pisando al dragón de Enric Monserdà i Vidal, de la Casa de les Punxes (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural)

CASA DELS ENTREMESOS
En la plaza de las Beatas, en el barrio de Sant Pere i Santa Caterina, se puede disfrutar durante todo el año del bestiario completo de la ciudad donde, entre otros, se encuentra el dragón de Ciutat Vella. Una imagen clásica que data de 1424 (aunque la actual es de 1987) y que históricamente ha representado al maligno en las fiestas de Barcelona. A pesar de ello, y desde el siglo XVII, la representación se entendió en clave dual entre el fuego y la paz, porque, aunque lanza chispas por la boca, las alas y la cola, también acompaña al séquito popular llevando un ramo de claveles en la boca. Durante las fiestas dispone de un baile propio que hace que se estremezca el suelo con sus 2,80 metros de altura y los más de 3 metros de largo. 
 
CASA BRUNO CUADROS
En plena Rambla, en la esquina con la calle de la Boqueria, se levanta uno de los edificios más curiosos de Ciutat Vella, la conocida Casa dels Paraigües. Una obra ecléctica proyectada por Josep Vilaseca, cuya fachada está decorada en estilo japonés con dragones, paraguas y abanicos.
  • Dragón del bestiario de la ciudad de Barcelona (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).
  • Dragón de estilo japonés, de Josep Vilaseca, de la fachada de la Casa dels Paraigües (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).

DRAGÓN DE LA ESPANYA INDUSTRIAL
Al lado de la estación de Sants, entre los barrios de Sants y Hostafrancs, se encuentra uno de los espacios más singulares de la ciudad, el parque de la Espanya Industrial. Lo que en su día fue una de las fábricas textiles más importantes de Barcelona, hoy aloja un gran estanque recorrido por escalones para sentarse, jardines, un polideportivo y un tobogán gigante con forma de dragón con la boca abierta. La abstracta figura es obra del artista vasco Andrés Nagel y fue inaugurada en 1987. De 32 metros de altura y 150 toneladas de peso, en su momento fue un concurrido mirador del parque y también un divertido tobogán para los niños, pero ahora es inaccesible por dentro y solo se puede disfrutar de ella externamente.
 
FAROLAS, CARTELES Y PUERTAS
Barcelona está llena de pequeños detalles en forja y artesanía que esconden dragones. La lista sería interminable, pero destacaremos algunos curiosos, como son las farolas de la plaza Reial, diseñadas por Antoni Gaudí y rematadas por serpientes enroscadas en un báculo y coronadas por el casco alado de Hermes; la puerta de los pabellones Güell, también del genio de Reus, donde está representado un impresionante dragón de forja con ojos de cristal y el cartel de entrada al restaurante Els Quatre Gats, situado en la Casa Martí, obra de Josep Puig i Cadafalch. Y si paseamos por el barrio de Gràcia, especialmente por la zona cercana a la plaza de la Virreina, podemos encontrar muchas aldabas con dragones representados.
  • Escultura del dragón, de Andrés Nagel, de la plaza de la Espanya Industrial (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).
  • Figura de un dragón de forja de la puerta de los pabellones Güell de Antoni Gaudí (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).
  • Detalle de las serpientes enroscadas de las farolas de la plaza Reial de Antoni Gaudí (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).
  • Detalle de un dragón de una aldaba del barrio de Gràcia de Barcelona (Agencia Catalana del Patrimonio Cultural).

​Dragones de toda Cataluña

Estos son solo algunos dragones, pero hay muchos más. Y no solo en Barcelona, sino en toda Cataluña, donde podemos encontrar ejemplos fascinantes de la estrecha relación que existió con estas bestias mitológicas que, con el tiempo, dejaron de ser diabólicas y se convirtieron en parte de nuestra familia.
 
Os invitamos a todos a buscar otros dragones por el país, en edificios, monumentos, mobiliario urbano o en cualquier otro lugar, y a que los compartáis con nosotros a través de las redes sociales en @patrimonigencat.
 
¡Feliz «diada de Sant Jordi»!
 

  • Mosaico de Perseo y Andrómeda, Museo Nacional Arqueológico de Tarragona 
  • Estatua de San Jorge matando al dragón, Museo de Arqueología de Cataluña-Girona
  • Estatua de San Jorge matando al dragón, Fundación Apel·les Fenosa
  • San Jorge, Museo de la Garrotxa
  • Diable Rouge à cheval, Museo del Cine-Colección Tomàs Mallol
  • San Jorge, patrón de Catalunya, Museo del Corxo de Palafrugell.
  • El dragón de Torroella, Museo de la Mediterránea.
  • Milagro de San Francisco de Asís, Museo de la Conca de Barberà.
  • Imagen de San Jorge, Museo Deu.
  • Detalle del San Jorge del Retablo de San Pedro de Púbol, Museu de Arte de Girona.
  • Detalle del San Jorge del Retablo de San Feliu, Museo de Arte de Girona.