JOSE LUÍS DE VICENTE
Investigador cultural y comisario de exposiciones especializado en cultura, arte y tecnología
José Luis de Vicente desarrolla proyectos en el espacio entre la tecnología, la innovación social, el arte y el diseño. Desde 2012 es comisario de Sónar+D, el congreso de cultura digital y tecnologías creativas del festival Sónar de Barcelona. Es también miembro del equipo curatorial de FutureEverything (Manchester). Entre sus proyectos más recientes se encuentra la codirección de Tentacular, un nuevo festival de Tecnologías Críticas y Aventuras Digitales en el Matadero (Madrid), y el comisariado de Llum BCN, el festival de luz de Barcelona.
Desde hace más de 10 años, es colaborador del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Recientemente, ha trabajado en el desarrollo de la serie de exposiciones BETA, comisariando las muestras «Big Bang Data» (2014, de gira mundial hasta 2018) y «Después del Fin del Mundo» (2017, en el CCCB).
La lógica cultural de la inmersión
Durante los últimos cinco años, el adjetivo «inmersivo» se ha hecho omnipresente en los textos divulgativos de propuestas culturales de todo tipo. Tanto en nuevos formatos expositivos o en experiencias audiovisuales o interactivas como en nuevas formas de escenificar propuestas teatrales o musicales, la inmersión se ha convertido en sinónimo de una supuesta innovación y en un valor añadido que quiere inyectar sangre nueva a formatos y lenguajes establecidos. Pero nos falta un uso estandarizado del término. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de inmersión, y cuáles son las oportunidades y los peligros de este código?
Investigador cultural y comisario de exposiciones especializado en cultura, arte y tecnología
José Luis de Vicente desarrolla proyectos en el espacio entre la tecnología, la innovación social, el arte y el diseño. Desde 2012 es comisario de Sónar+D, el congreso de cultura digital y tecnologías creativas del festival Sónar de Barcelona. Es también miembro del equipo curatorial de FutureEverything (Manchester). Entre sus proyectos más recientes se encuentra la codirección de Tentacular, un nuevo festival de Tecnologías Críticas y Aventuras Digitales en el Matadero (Madrid), y el comisariado de Llum BCN, el festival de luz de Barcelona.
Desde hace más de 10 años, es colaborador del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Recientemente, ha trabajado en el desarrollo de la serie de exposiciones BETA, comisariando las muestras «Big Bang Data» (2014, de gira mundial hasta 2018) y «Después del Fin del Mundo» (2017, en el CCCB).
La lógica cultural de la inmersión
Durante los últimos cinco años, el adjetivo «inmersivo» se ha hecho omnipresente en los textos divulgativos de propuestas culturales de todo tipo. Tanto en nuevos formatos expositivos o en experiencias audiovisuales o interactivas como en nuevas formas de escenificar propuestas teatrales o musicales, la inmersión se ha convertido en sinónimo de una supuesta innovación y en un valor añadido que quiere inyectar sangre nueva a formatos y lenguajes establecidos. Pero nos falta un uso estandarizado del término. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de inmersión, y cuáles son las oportunidades y los peligros de este código?