La participación de los principales artistas,
músicos y escritores del siglo XIX en las actividades que el artista Santiago
Rusiñol organizaba en su casa-taller de Sitges desde el 1893 la
convirtieron en un verdadero templo del modernismo.
Precisamente la llamó cau porque quería que fuera
un refugio para los amantes de la poesía y ferrat porque tenía
la colección de hierros forjados que él mismo había recogido en sus viajes por
Cataluña. El edificio es hoy el Museo del Cau Ferrat, uno de
los principales museos de la población de El Garraf.
Reúne
las colecciones de arte antiguo y arte moderno reunidas por
el artista y escritor catalán. Pintura, dibujo, escultura, forja, cerámica, vidrio
y muebles configuran un conjunto artístico único, que
incluye parte de la obra plástica del propio Rusiñol y de artistas como Casas,
Picasso, El Greco, R. Pichot, Mas i Fondevila, Zuloaga, Regoyos y Degouwe de Nucques,
Enric Clarasó, Manolo Hugué y Pau Gargallo, entre otros.
El
edificio del Museo del Cau Ferrat fue reformado entre 2010 y 2014 para reforzar
su estructura y restaurar los elementos patrimoniales originales.
Cruzar las puertas del Palau Moja significa descubrir cómo vivía la alta burguesía de Barcelona en los siglos XVIII y XIX. Los propietarios fueron dos prohombres de la ciudad, que lo convirtieron en punto de encuentro de la alta sociedad de la época.
Josep de Copons, marqués de Moja, y su esposa, Maria Lluïsa Descatllar, encargaron la construcción al arquitecto Josep Mas. En 1784 se inauguró el edificio, que combinaba elementos del barroco con influencias del neoclasicismo francés. De esta primera etapa, son destacables el Gran Salón, con pinturas de Francesc Pla "El Vigatà", y las fachadas. Curiosamente la puerta principal se encuentra en la calle Portaferrissa. Y es que en esos momentos la Rambla aún era un arroyo que apenas se empezaba a urbanizar.
En 1870, el marqués de Comillas, suegro de Eusebi Güell, compró el palacio y lo adecuó al gusto de la época. Una de las reformas más visibles fue la escalera de honor. También datan de esa misma época los salones azul, rosa y verde. Jacint Verdaguer vivió durante 15 años como cura de la familia y limosnero.
Después del incendio de 1971, el palacio quedó abandonado durante once años. Actualmente es la sede de la Dirección General del Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
La casa del industrial chocolatero Antoni Amatller es uno de los máximos exponentes de la arquitectura modernista catalana y uno de los pocos de Barcelona que aún conservan la riqueza ornamental propia de este estilo impulsado por la burguesía. Ubicada en el Paseo de Gràcia de Barcelona, es obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch que recibió el encargo de remodelar de arriba a abajo el edificio adquirido por el industrial.
La Casa Amatller destaca por la composición de la fachada y por la reestructuración y redecoración de la planta baja y el piso principal, un reflejo de la originalidad de la arquitectura y las artes decorativas modernistas. La fachada es una composición colorista que incorpora esgrafiados a base de blanco, ocre y almagre, baldosas vidriadas, carpintería verde, forja negra y piedra gris de Montjuïc. Además, se aprecia una singular decoración escultórica, donde destaca el relieve de San Jorge y el dragón, obra de Eusebi Arnau. La cabecera escalonada en la parte superior de la fachada recuerda la forma de una clásica tableta de chocolate y es uno de los rasgos más característicos del edificio. En el interior, hay que admirar el mobiliario, las columnas, el suelo, los techos y las lámparas, decoración original de la residencia.
Actualmente, la Casa Amatller es la sede la Fundación Instituto Amatller de Arte Hispánico. Cuenta con unos 400 objetos de la época romana, medieval, barroca y modernista. Pero sobre todo destacan sus recursos documentales. Mantiene una gran fototeca especializada en arte hispánico, con cerca de 350.000 unidades que ilustran e inventarían las obras de arte. Su consulta es imprescindible para el investigador en historia del arte.
Ubicada en el barrio barcelonés de Gracia, la Casa Vicens fue el primer trabajo importante del arquitecto Antoni Gaudí. La vivienda es uno de los siete edificios del genial arquitecto declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005.
Construida entre los años 1883 y 1888, la casa presenta diferentes volúmenes separados por ángulos escalonados, en un concepto opuesto al de La Pedrera en la que predominan las líneas onduladas. La construcción desprende un toque oriental y mudéjar, de moda en la época, con la fachada cubierta de azulejos verdes y blancos. Una clara alusión a Manuel Vicens i Montaner, corredor de cambio y bolsa y el hombre que confió en Gaudí para diseñar su futura vivienda. Para la decoración, Gaudí se inspiró en las plantas que crecían en el jardín de la finca, utilizando la naturaleza por primera como inspiración para la arquitectura.
En el interior sigue predominando el estilo mudéjar, que se manifiesta especialmente en la habitación llamada "fumador". Los techos, ornamentaciones en forma de plantas y flores multicolores completan un conjunto exótico y sorprendente que hizo furor entre la élite barcelonesa de la época.
Esta casa del centro de Moià es un edificio señorial del siglo XVII con un notable valor arquitectónico y artístico. Pero si hay algo que la hace especial es que alrededor del 1660 nació Rafael Casanova, protagonista de la defensa de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.
Casanova era hijo de una familia acomodada de Moià dedicada al comercio del grano y la lana. Su situación acomodada se puede ver en las características de la casa, sobre todo en su interior, ricamente decorado. Formada por una planta baja, un piso y una buhardilla, con jardín posterior y sótano, destaca la fachada principal, esgrafiada.
Actualmente, la casa acoge una exposición que muestra las claves del conflicto de 1714: desde el estallido de una guerra internacional para determinar el sucesor a la corona española tras la muerte de Carlos II sin descendencia, hasta la caída de la ciudad de Barcelona a manos de las tropas borbónicas, mientras Rafael Casanova era responsable de la defensa de la ciudad como consejero y comandante de la Coronela.
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Con un estilo original, fantástico y lleno de imaginación, la Casa Batlló es una de las obras más representativas del arquitecto Antoni Gaudí. Situada en el Paseo de Gràcia de Barcelona e inspirada en la naturaleza, es un prodigio de diseño ornamental y una obra maestra de forma, color y luz. Por todo ello, fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.
Sin duda, la fachada es el elemento arquitectónico más singular de la Casa Batlló; la combinación de piedra, hierro forjado, trencadís de vidrio y cerámica policromada la convierten en una de las más creativas y originales diseñadas por el arquitecto.
En la parte superior, el tejado tiene forma de lomo de animal con unas grandes escamas tornasoladas. Coronan el conjunto piezas esféricas de grandes dimensiones que parecen crestas y hacen pensar en la figura de un dragón o un animal fantástico similar. Otro elemento destacado de la fachada es la torre coronada por una cruz de cuatro brazos, así como el diseño de temas acuáticos que decora los muros. Los balcones en forma de antifaz y la galería del piso principal simulando huesos son dos atractivos más del edificio.
En el interior destacan, entre otros elementos, el techo del salón principal, los conjuntos de chimeneas de la azotea, la escalera principal y los arcos parabólicos de la buhardilla, que crean espacios diáfanos y ventilados adelantados a su época.
La Casa Masó es la casa natal del arquitecto Rafael Masó, un símbolo del desarrollo del novecentismo en Girona. Perfectamente integrada en el entorno urbano, el edificio consta de planta baja, tres pisos y azotea.
La casa actual es la unión de cuatro casas de tipo menestral adquiridas por la familia Masó. La fachada de la calle Ballesteries combina el estilo secesionista con elementos de inspiración barroca. En la parte trasera, galerías de vidrio y cerámica enmarcan al río Onyar.
Rafael Masó hizo dos grandes reformas en la casa. La primera, a partir de 1911 cuando su padre le encargó adecuar la vivienda a las necesidades de una familia numerosa y que había ascendido socialmente. La segunda intervención fue en 1918, cuando su hermano heredó la casa. Además de unificar las fachadas, diseñó la escalera, los vitrales y buena parte de los muebles del interior.
Para las reformas, el arquitecto recurrió al estilo modernista imperante en la época, aunque cada vez fue introduciendo más elementos del incipiente movimiento novecentista.
Desde 2006 esta vivienda acomodada es la sede de la Fundación Rafael Masó y actualmente es la única de las casas del río Onyar que está abierta al público.
El Museo Pau Casals es uno de los testimonios más significativos del legado de Pau Casals, uno de los músicos catalanes más universales, que revolucionó el mundo de la música por la innovación en la interpretación con violonchelo.
El edificio que ocupa es la Vil·la Casals, que en 1910 el músico hizo construir en el paseo marítimo de Sant Salvador, El Vendrell. Concebida inicialmente como una casa de veraneo, fue reformada siguiendo el estilo novecentista, con la Sala de la Música, el jardín y el mirador. Casals residió allí hasta 1939, cuando tuvo que exiliarse, y nunca más volvió.
En 1972, el músico y su esposa, Marta Montañez, crearon la Fundación Pau Casalspara preservar el patrimonio que tenían en la casa de Sant Salvador. Tras su muerte, se abrió al público la Sala del Sentimiento, la Sala de Conciertos y la del Vigatà y en 1976 se inauguró la casa como museo.
En el actual museo, inaugurado en 2001, el visitante puede admirar varias esculturas, pinturas, instrumentos musicales, fotografías, autógrafos, muebles y otros objetos personales del músico, además de participar en diversas actividades destinadas el impulso y la divulgación de la música.
Antigua barraca de pescadores en Portlligat, donde en 1930 Salvador Dalí se instaló y vivió y trabajó hasta 1982. A partir de la construcción inicial, el pintor fue adquiriendo otras barracas similares y, a lo largo de cuarenta años, definió la que sería la casa actual, de la que hablaba como "una verdadera estructura biológica".
La construcción, ideada por Dalí y Gala, es una estructura laberíntica organizada alrededor del Salón de la Osa. A partir de este eje central se dispersa en una sucesión de pequeñas salas conectadas por pasillos, pequeños cambios de nivel y callejones sin salida. Las salas tienen ventanas de diferentes formas y dimensiones pero con un denominador común: enmarcan a la bahía de Portlligat, un paraje que es un tema constante en la obra de Dalí.
La casa, que el escritor Josep Pla califica como "sorprendente, extraordinaria y nunca vista" fue el refugio donde Dalí llevó "una vida de ascetismo y aislamiento" después de los años vividos en París.
En el año 1982, tras la muerte de Gala, Dalí no volvió a Portlligat. Con la muerte del pintor (1989), la casa se convirtió, a partir de 1994, en un pequeño recinto museístico adaptado por los arquitectos Oriol Clos i Costa y José Ramos Illán. Forma, junto con el Castillo Gala Dalí de Púbol y el Teatro-Museo Dalí de Figueres, el triángulo daliniano ampurdanés.