Baetulo se fundó ex novo alrededor del año 100 aC como una de las primeras colonias de la Hispania Tarraconensis. Pero fue sobre todo en época de Augusto que se convirtió en una ciudad próspera en el litoral mediterráneo, famosa por su producción y exportación vitivinícola, como lo demuestran las ánforas de vino de Baetulo encontradas por todo el Imperio. Hoy los restos musealizadas de esta colonia romana, que dio lugar a la actual Badalona, son de los mejor conservadas de Cataluña.
Las primeras excavaciones regulares, en el primer tercio del siglo XX, hicieron aparecer los primeros hallazgos. Aún así, la musealización del patrimonio romano de la ciudad comenzó en 1955, cuando se descubrieron las termas de Baetulo en un magnífico estado de conservación. Encima se construyó el Museo de Badalona, que se inauguró en 1966.
Tras las reformas realizadas en 2010, este equipamiento muestra en un circuito circular de más de 3.000 m2 las termas (conservadas en su totalidad), el decumanus y el cardo maximus, con un conjunto de viviendas (insulae) y tiendas (tabernae), además de los restos de las alcantarillas. En el recorrido se ubica la exposición permanente, donde destacan piezas como la Tabula Hospitalis. La joya del museo, pero, mide sólo 28 cm: es la Venus de Badalona, una de las representaciones femeninas más importantes de Cataluña. Los efectos sonoros, la iluminación y elementos de reconstrucción histórica completan los espacios para sumergirnos en la antigua Baetulo.
Otros elementos que se pueden visitar de la Badalona romana son la Domus de los Delfines (con mosaicos de gran calidad y restos de pinturas murales originales), el Jardín de Quinto Licinio (con los restos de una piscina romana) y un tramo de 38 metros del conducto de aguas con bóveda de cañón, que proveía de agua potable las domus, las fuentes públicas y las termas. Son muestras del esplendor al que llegó la ciudad.
"Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino". Esta inscripción en una lápida del Museo de Historia de Barcelona muestra el nombre completo con el que los romanos fundaron la ciudad que daría lugar a la actual Barcelona los años 15-13 aC, durante la época del emperador Augusto. Durante siglos fue una destacada colonia de la Layetania, que fue ganando un papel más importante en el periodo final de la antigüedad.
Aunque gran parte de ciudad romana continúa escondida, numerosas intervenciones arqueológicas siguen aportando información sobre cómo era Barcino. Actualmente se pueden ver varios restos musealizados.
Una parte significativa de la colonia es visible en el subsuelo arqueológico del Museo de Historia de Barcelona, donde también se conservan testimonios de sus monumentos y de la vida cotidiana de sus habitantes. Se complementa con las Domus de Aviñón y de Honorat, viviendas residenciales que pertenecieron a importantes personajes de Barcino.
En el espacio central del foro todo apunta a que se levantaba un imponente templo dedicado a Augusto, del que se conservan in situ tres columnas en la sede del Centro Excursionista de Cataluña. No mucho más lejos, en el actual Pati Llimona, encontramos los restos monumentales de la Puerta de Mar y de las termas que estaban situadas en el exterior de la entrada marítima.
Son significativas también las necrópolis como la de la plaza de la Villa de Madrid, que muestra 85 elementos funerarios, y la de las Atarazanas Reales, que conserva un mausoleo. Ambas se encuentran alrededor de las vías que salían de Barcino.
Otros vestigios que se pueden ver de la Barcelona romana son los fragmentos de la muralla (tanto la original del siglo I aC como la que se superpuso en el siglo III dC), algunas torres de defensa, restos del foso que se utilizó como a alcantarilla y que rodeaba el perímetro de la muralla y algunos arcos y arcadas de uno de los dos acueductos que suministraban agua a la ciudad.
Fuera de las murallas, Barcino tenía un extenso ager donde se han identificado varias villas.
¿Te imaginas poder tocar una chimenea de la
Pedrera y, unos pasos más allá, admirar la cúpula estrellada del Palacio Güell? ¿Y poder entrar en el espacio de trabajo que tenía Gaudí en la
Sagrada Familia? El Gaudí Centre de Reus es mucho más que un homenaje del municipio tarraconense a uno de sus hijos más ilustres y universales. Es un
museo moderno e interactivo que desde 2007 explica de manera didáctica la vida y obra del arquitecto.
El espacio expositivo, de
1.200 metros cuadrados, está distribuido en tres plantas que plantean un viaje desde la persona de Gaudí y su Reus natal hasta las claves de su lenguaje, pasando por un espacio de descubrimiento de su obra.
La tecnología es clave en este proyecto museográfico. Y es que consigue crear una experiencia sensorial integral mediante una combinación de maquetas táctiles, proyecciones audiovisuales inmersivas y efectos especiales como
mappings. El visitante puede experimentar en primera persona como Gaudí jugó con el espacio, la luz, el aire y el agua en sus edificios. Y a la vez puede conocer los enigmas y los aspectos inéditos y misteriosos de su arquitectura.
El museo también exhibe algunos objetos originales como el único cuaderno manuscrito existente de Gaudí.
Este edificio medieval es el regalo de Dalí a Gala, su esposa y musa. La casa-museo Castillo Gala Dalí de Púbol, abierta al público desde 1996, resume muy bien la relación establecida entre los dos amantes y, a la vez, permite descubrir el
talento creativo del artista en todo tipo de detalles decorativos.
En 1969 Salvador Dalí adquiere el
castillo de la baronía de Púbol, una fortificación del siglo XIV-XV muy deteriorada, pero con un aspecto misterioso y romántico que le cautivó. El propio artista se encargó personalmente de la decoración interior, creando representaciones pictóricas en los muros y techos y falsas arquitecturas. Dotó las estancias de antigüedades, barroquismo textil y simbología romántica, generando un ambiente sobrio y delicado, pensado para el refugio de su esposa.
Todo el edificio rinde culto a Gala, casi como si se tratara de una señora feudal. Incluso la pareja acordó que Dalí no la visitaría si no era con una invitación de ella por escrito.
En los años ochenta, el castillo se transformó en el último taller de Salvador Dalí. Actualmente se pueden ver las pinturas y dibujos que Dalí regaló a Gala, esculturas de elefantes de patas largas en el jardín y una colección de vestidos de alta costura. Sin duda, uno de los elementos más significativos es el
mausoleo del sótano, diseñado por el pintor, donde fue enterrada Gala, la dama del castillo.
El Castillo Gala Dalí de Púbol forma, junto con la
Casa Salvador Dalí de Portlligat y el
Teatro-Museo Dalí de Figueres, el triángulo daliniano ampurdanés.
"Todo lo que sé lo he aprendido en Horta", afirmó un ya consolidado Pablo Picasso sobre su vinculación con el municipio de la Terra Alta. Unos lazos afectivos y artísticos que se ponen de manifiesto en el Centro Picasso desde 1992.
Con sede en el Antiguo Hospital de Horta de Sant Joan, un edificio renacentista del siglo XVI, esta entidad privada expone de forma permanente reproducciones facsímiles de todas las obras realizadas por el pintor malagueño en sus dos estancias en el pueblo, en 1989 (invitado por su amigo Manuel Pallarès para reponerse de una enfermedad) y el verano de 1909 (acompañado de su pareja Fernande Olivier). También se muestran obras evocadoras de Horta realizadas en Barcelona o París. De esta manera, el Centro permite ver juntas creaciones de dos etapas (los inicios y el cubismo) que actualmente están repartidas en museos y colecciones de todo el mundo.
La muestra se complementa con objetos, fotografías y testimonios que ilustran el paso de Picasso por el pueblo, como la mesita y las sillas del bar donde Picasso y Fernande jugaban al dominó, conversaban y bebían Anís del Mono, o el caballete de pintura que el artista utilizaba desde su paso por la Lonja de Barcelona.
Desde las primeras excavaciones en el siglo XIX, se ha puesto de manifiesto el importante patrimonio arqueológico del Pla de l'Estany. Y es que aquí se concentran algunos de los yacimientos de referencia de Cataluña. Los resultados de estas intervenciones realizadas en la comarca se encuentran recogidos en el Museo Arqueológico Comarcal de Banyoles. No es de extrañar, por tanto, que este equipamiento cuente con una de las colecciones de paleontología y arqueología más importantes de Cataluña.
El museo se inaugura oficialmente en 1943 y ocupa desde entonces el palacio gótico de la Pia Almoina. De 2000 a 2009 se ha reformado la museografía adaptándola a criterios modernos. Actualmente el Museo Arqueológico Comarcal de Banyoles dispone de tres salas para la exposición permanente (la sala de Paleontología, la de Prehistoria y la de Historia) que permiten hacer un recorrido desde el Terciario superior hasta el siglo XVIII dC.
En la sala de Paleontología destacan restos fósiles de grandes animales del Terciario y el Cuaternario, como el cráneo de un tigre con dientes de sable del yacimiento de Incarcal. La sala de Prehistoria dedica una atención especial a la mandíbula neandertaliana de Banyoles encontrada en 1887 en el Pla de la Formiga y muestra también varias piezas del poblado neolítico de La Draga y de las Cuevas de Serinyà.
Por su parte, la sala de Historia explica cómo era el Pla del Llac a través de los hallazgos hechos principalmente en el poblado ibérico de Mas Castell de Porqueres y la villa romana de Vilauba. Para la etapa medieval-moderna se centra, sobre todo, en el barrio viejo de Banyoles.
El antiguo depósito de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú acoge desde 1990 una de las colecciones ferroviarias más importantes de Europa. Más de 60 vehículos de todas las épocas, tecnologías y países, incluidas 28 locomotoras de vapor de finales del siglo XIX, conforman la parte principal de la exposición del Museo del Ferrocarril de Cataluña.
A través de su colección se puede seguir como ha sido la historia del ferrocarril en España, empezando por una réplica del primer tren que circuló en la Península, la Mataró. Se puede ver también la locomotora original más antigua conservada en el Estado, el último vehículo de vapor o el primer Talgo. Complementan el recorrido objetos ferroviarios que explican cómo eran las estaciones o como se controlaba el tráfico ferroviario. Entre otros elementos, encontramos una mesa de enclaves y un puente de señales originarios de la Estación de Francia de Barcelona.
Además del aspecto técnico e histórico, el museo invita a conocer la vertiente social y emocional del mundo del tren. Por eso está concebido como un espacio de experiencias. Y es que los visitantes pueden entrar en las locomotoras, recorrer los trenes de viajeros e incluso ver proyecciones audiovisuales dentro de un vagón de mercancías.
La importante labor de conservación y divulgación del museo se pone de manifiesto en su centro de documentación, con más de 10.000 fotografías, 5.000 registros bibliográficos y 400 vídeos.
Hablar de vino en el Penedés es hablar de la identidad de toda una comarca. Esta simbiosis entre historia, cultura y territorio la refleja el
Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (VINSEUM) de Vilafranca del Penedés, el
primer museo del vino de España.
VINSEUM nació en 2007 como un espacio para que los visitantes experimenten la cultura del vino. Es la evolución conceptual del
Museo de Vilafranca - Museo del Vino, que se fundó en 1935 para ubicar diferentes colecciones relacionadas con el Penedés. Actualmente este fondo supera ya las 17.000 piezas que abarcan materias como la arqueología, el arte (con una importante colección de cerámica), la etnología o la historia natural.
Pero lo que ha convertido el museo en referente es el
fondo relacionado con la viticultura: herramientas del campo, ánforas, botijos de cerámica, copas de estaño y de plata, ejemplares de cristalería de Bohemia, etc. Destacan los
dioramas del vino que narran la historia de la viticultura. Así, se pueden ver escenas de bodegas de Egipto y Roma o del
Monasterio de Poblet. Además de los objetos, VINSEUM también cuenta con un importante fondo documental sobre la viña y el vino.
El recorrido por la exposición permanente se inicia en la tercera planta del edificio principal, un antiguo palacio de los Reyes de la Corona de Aragón (siglo XII-XIII). Una cuidada y moderna museografía adentra al visitante en un recorrido inmersivo por las diversas colecciones. Incluso cuenta con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil". La visita termina en el espacio de la
Taberna del Museo, donde se puede degustar vino o cava.
En el piso superior del edificio de la Llotja de Mar de Barcelona, encontramos una de las instituciones clave en la vida cultural de Cataluña en el siglo XIX y principios del XX. Es la
Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona, creada en 1850 para velar por el patrimonio catalán y fomentar la enseñanza de las bellas artes a través de la Escuela de la Llotja. Ahora, desligada de su tarea educativa, está centrada en la difusión de su
fondo artístico, bibliográfico y archivístico.
Su colección de arte está formada por más de 700 pinturas, 250 esculturas y varios dibujos y grabados de artistas desde el siglo XVI hasta el siglo XX: desde Annibale Carracci o Juan Ribalta hasta Modest Cuixart o Josep Maria Subirachs. Son destacables las colecciones de dibujos de Pablo Milá i Fontanals y de Lluís Rigalt. Aún así, el Museo de la Academia es un referente, sobre todo, en
arte catalán de los siglos XVIII-XIX, con pinturas de Mariano Fortuny y Ramón Martí Alsina, entre otros.
Muchas de las obras proceden de la Escuela de la Llotja. Otras de conventos e iglesias, de donaciones o de compras. La parte principal de la colección se puede ver en el edificio de la Llotja de Mar, ocupando las diferentes salas de la Academia, que mantienen su apariencia original. Sin embargo, algunas de sus piezas más destacadas se encuentran en depósito en el
MNAC y otros museos.
La Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge también tiene una importante biblioteca y un archivo que reúne diversos fondos documentales relacionados con las bellas artes y también la fotografía.
El Ecomuseo de los Valles de Àneu es un museo vivo. No se enmarca en un solo edificio sino que está formado por varios elementos monumentales, naturales y etnográficos repartidos por los municipios de Àneu que, en conjunto, explican cómo han vivido los habitantes de estos valles pirenaicos desde finales del siglo XIX. Un proyecto innovador que nace en 1994 y que trabaja en la investigación, conservación, difusión y restitución de la realidad del territorio donde se inscribe.
El centro neurálgico es la Casa Gassia, una típica casa aneuense del siglo XVIII. Mantiene su estructura original y el actual espacio expositivo muestra cómo era la vida doméstica durante la primera mitad del siglo XX. A partir de aquí, el Ecomuseo se extiende por 10 centros patrimoniales más.
Encontramos iglesias - Sant Joan d’Isil, Sant Julià d’Unarre, Sant Pere de Sorpe, Sant Pere del Burgal, Santa Maria d’Àneu y el Conjunto Monumental de Son - que explican cómo era la religiosidad popular, las creencias y los rituales. Y también edificios defensivos tan distantes en el tiempo como el castillo medieval de València d'Àneu y los bunkers de posguerra de la Guingueta d'Àneu. Asimismo, los equipamientos industriales como la serrería hidráulica de Alós y la quesería la Roseta de Gavàs son un testimonio de las actividades económicas de la zona.
Así, a través de los objetos y elementos situados en sus lugares de origen, el Ecomuseo acerca las transformaciones que ha sufrido este territorio en las últimas décadas, y permite relacionar los elementos naturales y monumentales con las tradiciones sociales, culturales y etnográficas.