Impulsados por el espíritu de la Renaixença y conscientes de que gran parte del patrimonio tradicional catalán estaba a punto de desaparecer, un grupo de intelectuales encabezado por el folklorista Rossend Serra inició a finales del siglo XIX un meticuloso trabajo de recopilación de historias, leyendas y canciones del Ripollès. Fruto de esta labor, en 1929 crearon el Archivo Museo Folclórico de San Pedro, que ha dado lugar al Museo Etnográfico de Ripoll.
Abierto en 2001 en la antigua casa señorial de Can Budallés, después de estar 10 años cerrado, el actual museo trabaja en la investigación, conservación, interpretación y difusión del patrimonio etnológico material e inmaterial, principalmente de Ripoll y de los Pirineos gerundenses. La nueva museografía muestra de manera didáctica y modernizada -incorporando audiovisuales, audios y pantallas interactivas- más de 5.000 objetos.
El recorrido es por 12 colecciones que explican entre otras cosas cómo era la agricultura, los oficios, los pastores, la vida en el hogar o la religiosidad popular. Destaca la colección dedicada a la fragua y el hierro, elementos fundamentales en la economía de la comarca desde la Edad Media. Y en especial la colección de armas de fuego portátiles ripollesas, un producto que alcanzó fama internacional.
Desde 2002, el "Tinglado", un antiguo almacén portuario de Palamós, es la sede de un museo único dedicado a la conservación, estudio y difusión del patrimonio natural, social y cultural de la pesca del litoral catalán.
El Museo de la Pesca ofrece un didáctico recorrido por la historia, el presente y el futuro de esta actividad económica en la Costa Brava. Muestra desde la diversidad biológica del Mediterráneo hasta quién es quién en el mundo pesquero. Todo ello dentro de un edificio reconocido en 2001 con el Premio Nacional de Diseño, donde encontramos recreado el ambiente marinero, con una barca de pesca incluida.
Pero la experiencia no se acaba en el ámbito expositivo: su situación en el puerto permite completar el recorrido con la visita a las Barcas de pescado, una extensión flotante del museo, y la participación en el Taller del pescado, que incluye talleres gastronómicos con productos del mar.
El Museo de la Pesca realiza también una intensa labor de investigación y documentación en el ámbito marítimo y pesquero a través del servicio Documare y la Cátedra de Estudios Marítimos de la Universidad de Girona.
La antigua casa Pedrós, en el centro de Castellterçol, es donde nació y murió una de las figuras capitales del siglo XX en Cataluña: Enric Prat de la Riba. Actualmente convertida en museo, nos acerca la figura del fundador de la Lliga Regionalista, el primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña y uno de los principales teóricos del nacionalismo catalán.
Acompañados por un audiovisual, podremos repasar su trayectoria profesional y el ideario del político y escritor. Al mismo tiempo, nos adentraremos en su esfera más personal ya que la arquitectura y el mobiliario son los originales de la vivienda. Así podemos conocer cómo era la vida en una casa rural acomodada de principios del siglo XX.
A excepción del despacho, que contiene el mobiliario que Prat de la Riba tenía en Barcelona, el resto de espacios de la casa se conservan intactos. Destacan la cocina, centro de la vida familiar, y el comedor, reservado exclusivamente para las ocasiones especiales. La religiosidad de la familia se refleja en la presencia de imágenes religiosas en la mayoría de cámaras, especialmente las habitaciones.
El político y escritor Víctor Balaguer, como hombre del Renacimiento, estaba convencido de que la cultura era la base de progreso de un pueblo. Por eso en 1884 encargó construir en Vilanova y la Geltrú el primer edificio público del país destinado a la vez a funciones de biblioteca y museo, donde pondría al alcance de la ciudadanía sus colecciones de arte, libros y etnografía.
Actualmente, el museo cuenta con un fondo propio de más de 8.000 piezas que incluyen una colección de arqueología y una de etnografía provenientes de donaciones de amigos ilustrados de Víctor Balaguer. Destaca la momia de un niño del antiguo Egipto, conocida popularmente como Nesi.
Sobre el fondo de arte, parte de la colección fundacional se puede ver en la sala de la Pinacoteca que recrea el ambiente original de los salones de Bellas Artes del siglo XIX. Cuadros de Mariano Fortuny, Ramón Martí Alsina, Joaquín Vayreda o Joaquín Sorolla muestran los gustos burgueses de la época. Complementan esta sala las obras de El Greco, Ribera o Rubens, cedidas desde los inicios por el Museo del Prado.
El recorrido continúa por el Modernismo, Postmodernismo y Novecentismo con obras de pequeño formato de Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Anglada Camarasa, Francesc Domingo o Xavier Nogués. También cuenta con la colección de arte informalista más completa de Cataluña que procede del primer Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.
En cuanto al fondo bibliográfico, es uno de los más ricos del siglo XIX en Cataluña, con más de 50.000 libros y un total de 100.000 documentos. Entre ellos, los epistolarios de Víctor Balaguer.
Naturaleza y Modernismo. Éste es el tándem que define la Colonia Güell. Entre pinares se levanta un conjunto arquitectónico que conserva la esencia fabril de finales del siglo XIX y principios del XX con un nombre estrella:
Antoni Gaudí.
La colonia se construyó en 1890 en el terreno propiedad de Eusebi Güell en Santa Coloma de Cervelló. El empresario quería trasladar las industrias textiles que tenía en el Vapor Vell de Sants lejos de los conflictos obreros que imperaban en ese momento en Barcelona.
El conjunto se estructuraba en torno a la fábrica, dotada de la tecnología más avanzada de la época. Además de las casas de los obreros, encontramos
equipamientos educativos, culturales y religiosos que la convirtieron en una "pequeña ciudad".
Además, Eusebi Güell, mecenas del Modernismo en Barcelona, le dio una singularidad especial contratando algunos de los
mejores arquitectos de la época. Su amigo
Antoni Gaudí encabezó el proyecto encargándose de la planimetría del conjunto y de la iglesia, de la que sólo se construyó la
Cripta (declarada Patrimonio de la Humanidad en 2005). El resto de los edificios (la escuela, la cooperativa, la casa parroquial y el centro cultural, entre otros) fueron obra de
Joan Rubió,
Francesc Berenguer i Mestres y su hijo
Francesc Berenguer i Bellvehí.
El conjunto hace gala de las novedades constructivas del momento como el uso del mosaico de cerámica, el hierro y el ladrillo. Hay que poner especial atención en las fachadas de la
casa del maestro, Ca l’Espinal y Ca l’Ordal, que muestran que, a pesar de ser una arquitectura funcional, no se olvida de los detalles.
En el antiguo barrio de San Juan de Sitges se levanta el conjunto arquitectónico y artístico de Maricel, uno de los exponentes más monumentales del Novecentismo en Cataluña. Lo construyó Miquel Utrillo entre 1910 y 1918 por encargo del magnate norteamericano Charles Deering, que estableció allí su residencia y alojó su particular colección de arte hispánico.
Después de diferentes usos, en 1970 el arte volvió al edificio. En su fachada marítima se abrió el Museo Maricel para exhibir la colección de arte del doctor Jesús Pérez-Rosales: más de 3.000 piezas del Románico, el Gótico, el Renacimiento y el Barroco, y también arqueología precolombina, arte oriental, instrumentos musicales, tejidos o artesanía popular.
Hoy esta colección se muestra junto a la Colección de Arte de la Villa de Sitges y otras adquisiciones creando un recorrido completo y heterogéneo por la historia del arte, desde el siglo X hasta la primera mitad del siglo XX.
Destacan las salas dedicadas al Romanticismo (Mariano Fortuny), al Novecentismo (Joaquim Sunyer, Pere Jou, Lola Anglada, Enric Casanovas, Ismael Smith, Pablo Gargallo) y sobre todo al Modernismo (Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Josep Llimona), tan estrechamente relacionado con Sitges. Incluso hay una sala con las pinturas que decoraron la Cervecería del Cau Ferrat.
No se puede abandonar el Museo sin pasar por la Sala Sert, con unas grandes pinturas murales de 1915 dedicadas a la Primera Guerra Mundial.
El convento de Sant Bartomeu de Bellpuig es un gran ejemplo del paso del gótico tardío al Renacimiento. Y es a la vez una muestra de cómo el individuo buscaba la trascendencia de su poder y su honor más allá de la muerte.
Ramon Folc de Cardona-Anglesola, barón de Bellpuig y virrey en Nápoles y Sicilia, quería un escenario solemne donde ubicar su mausoleo. Con este objetivo promovió en 1507 la construcción de un convento de franciscanos encima de la antigua capilla de Sant Bartomeu. Es por ello que en la decoración destaca el contraste entre la austeridad franciscana y el esplendor noble que le dio la familia mecenas.
El edificio, de planta rectangular, se organiza en torno a dos claustros. En el menor encontramos un elemento de gran valor artístico: la segunda galería, formada por diez columnas entorchadas. Cabe destacar también la escalera de caracol del campanario, la escalera principal, la sala capitular y el Mirador del Duque.
Aún así, la pieza más monumental era el mausoleo del barón de Bellpuig, ubicado inicialmente en la iglesia y que ahora se puede ver en la iglesia parroquial. Fue construido en 1524 con mármol de Carrara por el escultor napolitano Giovanni da Nola. Tiene la estructura de un arco de triunfo y está acompañado de motivos alegóricos que hacen referencia a la personalidad del difunto. Por su calidad es una de las mejores obras renacentistas de Cataluña.
Wifredo el Velloso fundó en 887 el monasterio de Sant Joan de Ripoll que acabó llamándose San Joan de les Abadesses (San Juan de las Abadesas). Y es que durante casi 60 años, entre los siglos IX y X, fue el único monasterio femenino de Cataluña.
La primera abadesa fue la hija de Wifredo el Velloso, Emma de Barcelona. Esta comunidad de monjas benedictinas se mantuvo hasta 1017 cuando las religiosas, acusadas de llevar una vida poco ejemplar, fueron expulsadas. Entonces el monasterio fue ocupado por una comunidad masculina de canónigos agustinos hasta el siglo XVI y luego pasó a ser regido por arciprestes hasta el siglo XIX.
El recinto monástico que podemos ver actualmente ha sufrido modificaciones a lo largo del tiempo. La iglesia románica original se renovó en el siglo XII siguiendo los modelos arquitectónicos monumentales del suroeste de Francia y se repuso en parte después del terremoto de 1428. En su interior no se puede pasar por alto el Santísimo Misterio, el único descendimiento románico conservado in situ en Cataluña.
Adosados a la iglesia se encuentran el claustro gótico (siglo XV) y la capilla de los Dolores (siglo XVIII), con la cúpula barroca del escultor Jacint Morató. Se conserva también el antiguo palacio abadicial, del siglo XIV-XV, donde actualmente se ubica el Centro de Interpretación del Mito del Conde Arnau, ya que este personaje de leyenda se relaciona con la primera comunidad de monjas de la abadía.
El museo del monasterio, abierto desde 1975 en la antigua rectoría, muestra una colección de pinturas, esculturas, tejidos y orfebrería del siglo VIII hasta el XX, la mayoría destinados al culto litúrgico.
A 461 metres d'altura, a l'altura de la serra de la Guàrdia, és fàcil imaginar el castell imponent de Claramunt vigilant i protegint la conca d'Òdena .
És un soroll que té nombroses destruccions i reconstruccions, aquesta fortalesa del segle X és un dels principals exponents de la vermella de Castells de Frontera , que marca la línia entre el condat de Barcelona i l'Al-Andalus.
Encomendat en els seus inicis en el llenguatge de Claramunt, el castell es convirtia al centre administratiu del domini senyorial dels Cardona-Medinaceli entre els segles XIV i XIX. No hi ha cap necessitat, sense embargament, fins al segle XX que es recupera el seu explorador a partir de la compra i restauració dels seus nous propietaris, lafamilia Miquel .
La seva estructura és la clàssica dels castells del segle XII , amb dos recintes amurallats que ocupen més de 5.000 m2: el recinte superior , amb l’àmbit residencial, la sala gòtica i quatre torres, entre les que destaca la torre d’homenatge; l’altre, el recinte inferior , acogia els serveis del castell i actualment queda un gran pati rodat de muralles.
També es conservaran els restes de la que va ser l’ església romànica de Santa Maria , la primera parròquia de la Pobla de Claramunt.
Hace entre 75.000 y 40.000 años, el barranco del Capelló fue refugio de los neandertales, una especie extinguida de homínidos que se organizaba en pequeñas comunidades de cazadores-recolectores. Miles de años más tarde, el Abric Romaní desvela a los arqueólogos cómo fue la vida de una especie que comparte líneas evolutivas comunes con el hombre actual.
Por el número y la importancia de los hallazgos, el Abric Romaní se ha convertido en uno de los principales yacimientos del paleolítico medio de la Península Ibérica. Gracias a estos descubrimientos es posible reconstruir el modus vivendi de estas comunidades y su interacción con el medio natural en el que vivieron.
Así, el Abric Romaní, que sigue en proceso de excavación, ha permitido por primera vez determinar (en grupos neandertales) las estrategias de empleo, la estructuración del hábitat, las estrategias de subsistencia, la tecnología del fuego y los instrumentos... Entre los vestigios recuperados destacan una veintena de objetos de madera (la colección más grande del mundo con estas cronologías tan antiguas), cerca de 200 chimeneas y numerosos utensilios realizados en piedra y hueso que evidencian unos sistemas de producción técnica realmente avanzados.
El Abric Romaní forma parte del NEAN-Parque Prehistórico de Capellades, que recoge una veintena de yacimientos en total, y actúa como centro de divulgación de la prehistoria y potenciación del turismo cultural.