El Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona (AHCB) es la institución que se encarga de la custodia, conservación, tratamiento y difusión de la documentación histórica que ha generado el gobierno de la ciudad desde el siglo XIII, cuando se creó el régimen municipal de Barcelona, y hasta la revolución liberal de mediados del siglo XIX.
Con el tiempo se han incorporado una gran diversidad de materiales archivísticos, bibliográficos o hemerográficos de interés histórico que la han convertido en uno de los centros archivísticos más importantes de Cataluña y lugar de consulta imprescindible para historiadores.
Desde 1920 la sede del archivo es la Casa de L’Ardiaca, un edificio fruto de la fusión de diferentes inmuebles construidos sobre un segmento de la antigua muralla romana. De estilo gótico-renacentista, también incorpora elementos de carácter modernista. En la década de los noventa fue objeto de una profunda remodelación que modernizó las instalaciones y las adecuó a la conservación y consulta.
Actualmente los fondos y las colecciones del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona se estructuran en tres secciones principales: fondos documentales, la bibliotecay la hemeroteca.
La Red de Archivos Comarcales (XAC) está
integrada por archivos de ámbito comarcal que trabajan para asegurar los
principios de procedencia y territorialidad en el tratamiento y acceso a los
documentos.
Cada uno de los 41 archivos de la red es
responsable de organizar, preservar, difundir y facilitar el acceso al
patrimonio documental de su comarca, y a su vez colabora con las
administraciones públicas.
También son los encargados de
custodiar la documentación de los ayuntamientos de menos de 10.000 habitantes,
los protocolos notariales de más de 100 años, la documentación de la
administración de justicia, los registros públicos del estado y cualquier otra
documentación de interés histórico o cultural de ámbito comarcal.
Desde 1981 los tres archivos provinciales (Girona, Lleida, Tarragona)
también forman parte de la Red de Archivos Comarcales de la Generalitat de
Catalunya.
Con el objetivo de catalogar, preservar y difundir el patrimonio bibliográfico de Cataluña en 1983 la Generalitat creó el Colectivo del Patrimonio Bibliográfico de Cataluña (CCPBC).
Gestionado por la Biblioteca de Cataluña, el CCPBC es un proyecto de catalogación cooperativa abierto a todo tipo de instituciones que dispongan de fondos bibliográficos de carácter patrimonial. Contiene la descripción bibliográfica de documentos impresos que van desde los inicios de la imprenta hasta principios del siglo XX, y también de manuscritos y otras tipologías de fuentes documentales de interés patrimonial conservadas en las bibliotecas de Cataluña.
Algunas de las principales bibliotecas con bibliografía de interés patrimonial son, aparte de la propia Biblioteca de Cataluña, instituciones como el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, la Abadía de Santa Maria de Poblet, el Ateneu Barcelonès, la Biblioteca de Montserrat, la Biblioteca Episcopal de Vic, Casa Àsia, el Centro Excursionista de Cataluña, la Fundación Josep Pla, el Instituto de Estudios Catalanes, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Museo de Arqueología de Cataluña, entre otros.
El CCPBC colabora en la elaboración del patrimonio bibliográfico de España desde 1992, y desde 2007 también forma parte del Catálogo Colectivo de las Universidades Catalanas (CCUC).
Para conocer la memoria histórica del país es necesaria la conservación del patrimonio documental. En Cataluña, 330 archivos son los encargados de preservar y difundir este valioso testimonio personal, legal e institucional.
Ya sean de titularidad pública (local, comarcal, provincial o nacional), o pertenezcan a entidades oficiales (universidades, colegios profesionales...) o a entidades privadas (asociaciones, fundaciones...), en todos estos archivos se puede encontrar documentación muy diversa: textual, audiovisual, cartográfica y electrónica.
El Sistema de Archivos de Cataluña (SAC) es el órgano que vela por unas normas y procedimientos comunes en la gestión y protección del patrimonio documental de Cataluña. Forman parte del SAC, los archivos de la Generalitat, el de la Corona de Aragón, los archivos de municipios de más de 10.000 habitantes, los de las diputaciones provinciales, los archivos de las universidades y los diocesanos y eclesiásticos, entre otros.
Varias instituciones y archivos conservan el patrimonio fotográfico de Cataluña. Uno de los fondos más importantes es el del Centro Excursionista de Cataluña, con 750.000 imágenes de excursionismo y montaña, pero también del patrimonio artístico y arquitectónico y la vida cotidiana del país. Por volumen y variedad, también destaca la colección del Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña con cerca de 800.000 fotografías.
En la Biblioteca de Cataluña están archivados 250.000 documentos fotográficos que van desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Destaca la colección Josep Salvany, con 10.000 imágenes de paisajes y cultura popular de Cataluña.
La historia de la fotografía, desde los inicios hasta la producción más contemporánea, es lo que contempla el fondo de 40.000 ejemplares del Museo Nacional de Arte de Cataluña, con nombres destacados como Pere Casas Abarca, Agustí Centelles, Pere Català Pic, Francesc Català Roca, Colita, Joan Fontcuberta, Pere Formiguera, Oriol Maspons, Kim Manresa, Josep Masana o Joan Colom. El MACBA también custodia, por ejemplo, el legado de Xavier Miserachs.
Por su parte, en los fondos personales del Archivo Nacional de Cataluña se pueden encontrar obras de fotógrafos como Josep Gaspar, los Brangulí, Gabriel Casas y Bert i Claret o Frederic Cuyàs.
En la Europa de finales del siglo XIX las imágenes, hasta entonces estáticas, tomaban vida gracias al cinematógrafo. Y Cataluña no se quedó atrás. En el 1897, Fructuós Gelabert filmó Pelea en un café, considerada la primera película de ficción de la historia del cine catalán y español.
A partir de aquí, muchos otros filmes han marcado un antes y un después en la evolución del séptimo arte en Cataluña. Así, una de las películas clave del surrealismo cinematográfico, Un perro andaluz (1928), es fruto de una intensa semana de Luis Buñuel en Cadaqués con Salvador Dalí. Por otra parte, Montserrat es el principal escenario del rodaje de la superproducción Parisfal (Daniel Mangrané, 1951).
Durante la Guerra Civil, Espoir/Sierra de Teruel (André Malraux, 1938) se convierte en un valioso documento sobre la actuación del bando republicano, aunque no se podrá estrenar hasta 1978. Ya en pleno franquismo, Los Tarantos (Rovira Beleta, 1963) es un crudo testimonio sobre las periferias urbanas. Y la Transición española no se puede entender sin La ciutat cremada (Antoni Ribas, 1976).
Además de la producción también hay que tener en cuenta la custodia del patrimonio cinematográfico. Una de las principales instituciones catalanas dedicadas a su conservación y difusión es la Filmoteca de Cataluña, con un fondo que incluye más de 8.000 películas y una intensa programación regular de proyecciones. En cuanto al cine alternativo y experimental, la referencia es el Archivo Xcèntric del CCCB. El Museo del Cine de Girona muestra los cerca de 8.000 aparatos y objetos precinematográficos de la Colección Tomás Mallol.
En la orilla este del Lago de Banyoles, entre el paraje de Els Desmais y La Caseta de Fusta y siguiendo el paseo ajardinado, destacan unas construcciones singulares: las pesquerías.
La construcción de estas plataformas de pesca se inició en el siglo XIX y duró hasta 1931, cuando el Ayuntamiento prohibió edificar más. Originalmente eran sencillas y fueron sofisticándose con el paso del tiempo. De la forma funcional se pasó a grandes estructuras más anchas con capacidad para más barcas, símbolo de prestigio social y económico.
Como consecuencia del auge de la burguesía catalana y la práctica de deportes acuáticos, las pesqueras fueron objeto de reformas a lo largo de todo el siglo XX, tanto para aumentar la capacidad de almacenamiento, como para alojarse en ellas.
Actualmente sólo pueden verse desde el exterior ya que son de titularidad privada.
La información que nos proporcionan los yacimientos paleontológicos catalanes nos permite reconstruir antiguos paisajes y estudiar la historia de la vida.
Los yacimientos de conservación excepcional, con fosilizaciones que permiten observar detalles únicos, son auténticas ventanas al pasado. Es el caso de La Pedrera d’Alcover, Les Pedreres de Rúbies y La Cabrua.
La presencia de restos fosilizados de dinosaurios en yacimientos como los de La Cañada, Mas d’Arsis, Blasi y Sant Romà d'Abella ha permitido la descripción de nuevas especies de saurópodos y hadrosaurios. También destacan los huevos de dinosaurio encontrados en Coll de Nargó, uno de los conjuntos más importantes del mundo.
En Els Països Catalans también se han encontrado gran cantidad de restos fósiles que han permitido describir nuevas especies de mamíferos. Este es el caso de yacimientos como El Bunyol, Els Casots, la Trinchera del Ferrocarril, el Castillo de Barberá, Can Ponsic, El Firal y Venta del Moro.
Un punto y aparte son los yacimientos de Can Mata (Hostalets de Pierola) y el de Can Llobateres (Sabadell), reconocidos internacionalmente por su excepcionalidad científica y patrimonial. En la descripción de nuevos mamíferos, ambos suman el descubrimiento de nuevos primates antropomorfos Pierolapithecus catalaunicus, Anoiapithecus brevirostris y Hispanopithecus laietanus.
Profesionales, comerciantes, artesanos y ciudadanos se reúnen en ferias y mercados de Cataluña cada semana. Son encuentros que facilitan el intercambio comercial, pero a lo largo de la historia también han servido para hacer nuevos contactos, cerrar pactos e incluso para celebraciones religiosas.
La mayoría de los mercados nacen en los cruces de antiguos caminos. Recibir la autorización real para organizar una feria es sinónimo del crecimiento económico de ciudades y villas.
En ferias como El Mercat del Ram de Vic o en la feria de la Candelera de Molins de Rei se venden todo tipo de productos. En cambio, ferias como la de Santa Llúcia (Navidad) o la de Sant Ponç (hierbas medicinales) son temáticas.
De hecho, la especialización en productos concretos se convierte en una eficaz herramienta de promoción económica, turística y cultural. Son ejemplos la feria del abeto de Espinelves o la Fira del Càntir de Argentona.
Las ferias modernas, así como las ferias culturales y artísticas (como El Mercat de Música Viva de Vic, La Mostra de Teatre Infantil i Juvenil d'Igualada o la Fira de la Mediterrània de Manresa), adoptan una nueva imagen, pero la función se mantiene: la relación comercial, humana y cultural.
En plena Edad Media, el pueblo compagina las prácticas cristianas con rituales de origen pagano. Como reacción, nace la festividad del Corpus Christi, una nueva celebración en honor al Santísimo Sacramento que con el tiempo perderá parte del carácter religioso y se convertirá en un acontecimiento social y festivo.
Las primeras celebraciones del Corpus en Cataluña son las de Barcelona (1320), Manresa (1322), Vic (1.330), Tortosa (1330), Solsona (1331) y Bagà (1333). La fiesta se centra en la procesión, con el desfile triunfal del Santísimo Sacramento por las calles y plazas de pueblos y ciudades.
La jerarquía y el protocolo, vitales en la organización del Corpus institucional, conviven con los entremeses. La cristianización de elementos paganos busca moralizar y educar a los que observan el cortejo, pero el carácter lúdico se acaba imponiendo al aleccionador. Esto facilita la aparición de los "bullicios" del Santísimo Sacramento, origen de La Patum de Berga.
Otros elementos característicos del Corpus son L’ou como Balla, un huevo vacío que se eleva como por arte de magia en el manantial de agua de una fuente, y las alfombras de flores, obras de arte efímeras pisadas por la procesión que perviven todavía en municipios como Sitges, Arbúcies o La Garriga.