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La catedral de Santa Maria fue construida entre el siglo XII y XIV en el punto más alto de la ciudad, en un emplazamiento lleno de historia. Anteriormente había allí una mezquita del siglo X, una basílica cristiana de época visigótica y, antes, un templo romano. Y es que en Tarragona la catedral esconde en sus cimientos un antiguo templo dedicado a Augusto.

La existencia de este edificio se conocía por referencias escritas y numismáticas, aunque que no se citaba la ubicación. Lo lógico era que se encontrara en el foro de la antigua Tarraco, donde siglos más tarde se levantaron los templos cristianos. En 2010, un equipo de arqueólogos excavó la nave central de la catedral y puso al descubierto los restos del templo romano.

La catedral, por su parte, es una obra de transición entre el románico y el gótico; el primero todavía estaba vigente avanzado el siglo XII en muchos lugares de la Cataluña Nueva. En Tarragona convive con estilos posteriores como el gótico, el arte renacentista y el barroco.

Destacan las tres puertas del templo, que corresponden a sus tres naves: la principal es gótica y las otras dos, románicas. Al levantar la vista, sin embargo, se puede comprobar que la catedral está inacabada, debido a los estragos causados por la peste negra.

Elclaustro gótico, que conduce al Museo diocesano, brilla por una decoración escultórica extensa. Los visitantes más curiosos pueden encontrar una inscripción árabe con fecha del año 960 de la antigua mezquita y la representación de la leyenda popular del entierro del gato por las ratas.

En el interior, el presbiterio y el ábside central tienen un elemento íntegramente románico que puede pasar desapercibido: el pavimento. Está hecho de piedra y mármol, de colores blanco, negro, naranja y amarillo y con dibujos geométricos entrelazados.

Lo que no pasa desapercibido es el órgano, de grandes dimensiones. Fue construido en el siglo XVI, aunque en 1929 se sustituyeron el mecanismo y los tubos por los del órgano romántico del Palacio Maricel de Sitges.

En las capillas, construidas a partir del siglo XIV, es donde se manifiesta más el cambio hacia el estilo gótico y posteriores. La pieza más destacada es el retablo mayor, de alabastro policromado, con las esculturas de Santa Tecla, Santa María y San Pablo.

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El Museo de Arte de Girona, fundado en 1976, no podía haber escogido mejor escenario que el Palacio Episcopal, de los siglos XII y XVI, para acoger su fondo. Y es que este museo tiene la tercera colección de arte románico y gótico más importante de Cataluña. La joya de la corona es el ara portátil del Monasterio de Sant Pere de Rodes, de piedra y madera cubierta de plata.

También destaca en la colección medieval la viga románica policromada procedente del Monasterio de Sant Miquel de Cruïlles, una de las pocas que se conservan en Europa. O la Virgen de Besalú, considerada uno de los mejores ejemplos góticos de su género. Nombres como Bernat Martorell y Lluís Borrassà también tienen presencia en la colección.

Pero el fondo artístico del Museo de Arte de Girona va más allá de la Edad Media. Está formado por 8.500 objetos que engloban desde las colonias griegas hasta el siglo XX. Precisamente este último período tiene también una presencia destacada en el museo con obras de Joaquim Vayreda, Santiago Rusiñol o Ramon Martí Alsina.

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El Palacio de la Generalitat, situado en el barrio gótico de Barcelona, es uno de los pocos edificios de origen medieval en Europa que se mantiene como sede del gobierno y de la institución que lo construyó.

La casa original, en la calle Sant Honorat, se adquirió en 1400 y durante todo el siglo XV se amplió y convirtió en un nuevo palacio gótico, obra de Marc Safont. Entre los elementos mejor conservados de esta etapa está la Galería gótica y la Capilla de Sant Jordi.

Durante el siglo XVI el Palacio de la Generalitat incorpora nuevos elementos respetuosos con el estilo gótico previo como la Cambra Daurada (Cuarto Dorado) y el primer Pati dels Tarongers (Patio de los Naranjos). Los cambios más radicales son a raíz de la ampliación hacia la plaza Sant Jaume (1597-1619): la actual fachada principal se inspira en el Renacimiento italiano, destacando cuatro columnas dóricas de origen romano del siglo II.

Los últimos cambios importantes en el edificio son de la etapa de la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925): se añadieron elementos como la escalera de honor y la estatua ecuestre de Sant Jordi. A partir de los años 70 también destaca la adquisición de más de un centenar de piezas de arte moderno, vanguardista y contemporáneo de autores como Montserrat Gudiol, Josep Maria Subirachs, Antoni Clavé, Joan Hernández Pijuán o Antoni Tàpies.

El Monasterio de Sant Pere de Galligants, del siglo XII, es uno de los monumentos románicos más significativos de Girona. Se encuentra ubicado en la trama urbana de la ciudad, un hecho poco habitual si tenemos en cuenta que la mayoría de monasterios están en lugares aislados. Pero esta abadía benedictina también es singular por su cabecera y el campanario.

Y es que la cabecera de Sant Pere presenta una complicada forma asimétrica: está formada por un ábside principal con dos absidiolos a un lado y uno en el otro, mientras que en el extremo del brazo del crucero hay un ábside lateral más, esto hace pensar en el reaprovechamiento de elementos de un templo anterior. En este espacio encontramos también el campanario de ocho caras, perfectamente simétrico y con decoración lombarda.

Lo más destacado es la escultura que encontramos en los capiteles de la nave principal y, sobre todo, los de la cabecera. Estos son los que han dado fama a Sant Pere de Galligants; y los que más controversias han generado... Y es que algunos historiadores apuestan decididamente por la mano del maestro de Cabestany y de su taller; otros, sin embargo, creen que son influencia de la Escuela de Tolosa.

Desde 1857, Sant Pere de Galligants actúa como museo de arqueología y bellas artes, uno de los más antiguos de Cataluña. Actualmente es la sede de Girona del Museo de Arqueología de Cataluña y reúne los materiales arqueológicos hallados en las excavaciones de diversos yacimientos de las comarcas de Girona, desde la prehistoria hasta la edad media.

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Ocupadas por el hombre desde los inicios del Paleolítico Medio hasta la Edad de los Metales, el Parque de las Cuevas Prehistóricas de Serinyà lo forman varios abrigos o cuevas (la de la Arbreda, la de Mollet y el Reclau Viver).

Los estudios que se han hecho revelan que nos encontramos en uno de los mejores yacimientos de la Europa occidental para conocer el paso del hombre de Neandertal al hombre moderno. Hace unos 200.000 años (Paleolítico medio) los huéspedes fueron los preneandertales (Homo heidelbergensis); más tarde (entre 90.000 y 39.000 años) vivieron en ellas los neandertales y finalmente, durante el Paleolítico Superior, las cuevas fueron refugio para el hombre moderno (Homo sapiens). Todos ellos habitaron este lugar durante los últimos episodios glaciares, cuando el paisaje era muy diferente al actual.

Entre los hallazgos más importantes, destaca el cráneo localizado en 1973, que es el resto de humano moderno más antiguo de Cataluña (tiene 22.300 años de antigüedad).

Las primeras excavaciones arqueológicas las inició Pere Alsius i Torrent en la segunda mitad del siglo XIX. Ya en el siglo XX las continuó el doctor Josep Maria Corominas (1943) y actualmente trabajan en ellas investigadores de la Universidad de Girona y del Museo de Arqueología de Cataluña-Girona. En 1996 el Consejo Comarcal de El Pla de l'Estany inició las obras del actual parque.

Empúries es el único yacimiento arqueológico de la Península Ibérica donde conviven los restos de una ciudad griega Emporion con las de una ciudad romana, Emporiae. Es también la puerta de entrada de la cultura clásica: 10 siglos de historia que transformaron para siempre los antiguos pueblos íberos que habitaban allí.

El primer establecimiento de los griegos fue en el siglo VI a.C. en una pequeña isla frente a la costa del golfo de Roses (Palaia Polis, ciudad antigua), aunque luego se desplazaron a tierra firme para fundar lo que se conoce como la Neápolis, ciudad nueva. En el año 218 a.C., el puerto emporitano sirvió de punto de entrada a la Península para las tropas romanas en su lucha contra el ejército cartaginés. Entre los siglos VI a.C. y V d.C., Empúries ha sido puerto, enclave comercial, colonia occidental de Grecia, primer campamento romano de la Península, próspera ciudad romana...

Las ruinas griegas actuales pertenecen a la ciudad de época helenística. Durante la visita encontraremos los recintos de Asclepio y Serapis, la pequeña industria donde se elaboraban conservas y salsas de pescado, el Ágora o plaza pública y los restos de pavimento de una sala de banquetes con una inscripción en griego.

De época romana destaca la Domus 1 con los mosaicos que decoraban el suelo, la Insula 30 (zona ocupada por las termas públicas de la ciudad), el Foro, los restos de la Basílica y la Curia y las tabernae o tiendas.

A medio camino del itinerario se puede visitar el museo monográfico de las excavaciones de Empúries que custodia la excepcional escultura original de Asclepio hallada en el yacimiento.

Se trata pues de un espacio privilegiado para entender la evolución del urbanismo griego y romano y un punto de inflexión en la historia de la Península Ibérica. Actualmente es una de las sedes del Museo de Arqueología de Cataluña.

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Tarragona y su entorno conservan vestigios de primer orden de la huella romana en la península ibérica. El conjunto arqueológico de Tarraco fue declarado Patrimonio Mundial el año 2000: el desarrollo urbanístico de la ciudad, así como la densidad y la calidad de los restos, lo convierten en un bien universal e incomparable.

El conjunto arqueológico incluye varios monumentos del siglo III a. C. hasta el VI d. C., que se encuentran en muy buen estado de conservación. Todos ellos son característicos de una capital de provincia como fue la antigua Tarraco. Destacan las murallas como construcción más antigua de la ciudad y ejemplo de ingeniería militar. Del foro, la gran plaza donde se concentraba buena parte de la vida pública, se conserva un tramo del porticado de la basílica y parte de una calle; el resto del conjunto estaría aún bajo la trama de edificaciones modernas existentes.

Elteatro se levantó en un área fuera de la muralla muy cercana al foro aprovechando la pendiente del terreno, como era habitual. Se conservan de forma parcial los tres elementos estructurales que definen un teatro romano: cavea (o grada), orchestra y scaena. En el circo, el espacio donde se disputaban las carreras de carros, se puede apreciar actualmente gran parte de las bóvedas y algunos tramos de gradería, restos de la fachada exterior y del podium, así como algunas de las monumentales puertas de acceso al edificio.

Pero sin duda, el anfiteatro es la construcción más icónica de la huella romana en la ciudad, y completa la trilogía de edificios de espectáculos. Presenta la característica arena -donde se desarrollaban los espectáculos, rodeada por la cavea para acomodar el público; los restos visibles actualmente en la arena corresponden a una basílica y a la iglesia románica de Santa Maria del Miracle (s. XII), construidas en el mismo lugar en que sufrieron martirio los santos tarraconenses Fructuoso, Augurio y Eulogio.

En las afueras de la ciudad, cerca del río Francolí, la necrópolis paleocristiana conforma una de las áreas de enterramiento más extensas de Tarraco: cementerio excepcional, está considerado de los más grandes e importantes de todo el occidente del Imperio romano, con más de 2.000 inhumaciones.

En las proximidades de Tarraco encontramos otras construcciones de gran relevancia como por ejemplo el acueducto de Les Ferreres (Puente del Diablo), el arco honorífico de Barà, el mausoleo de Centcelles, la cantera de El Mèdol o lavilla de Els Munts, entre otros.

Fundada como campamento militar por Cneo Cornelio Escipión, Tarraco prosperó tanto gracias a su situación costera como por su emplazamiento en relación a las vías terrestres hacia el interior peninsular. Así pues, la ciudad se convirtió en colonia romana, cabeza de un conventus -demarcación judicial- y capital de la provincia de la Hispania Citerior o Tarraconense.

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Con un estilo original, fantástico y lleno de imaginación, la Casa Batlló es una de las obras más representativas del arquitecto Antoni Gaudí. Situada en el Paseo de Gràcia de Barcelona e inspirada en la naturaleza, es un prodigio de diseño ornamental y una obra maestra de forma, color y luz. Por todo ello, fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.

Sin duda, la fachada es el elemento arquitectónico más singular de la Casa Batlló; la combinación de piedra, hierro forjado, trencadís de vidrio y cerámica policromada la convierten en una de las más creativas y originales diseñadas por el arquitecto.

En la parte superior, el tejado tiene forma de lomo de animal con unas grandes escamas tornasoladas. Coronan el conjunto piezas esféricas de grandes dimensiones que parecen crestas y hacen pensar en la figura de un dragón o un animal fantástico similar. Otro elemento destacado de la fachada es la torre coronada por una cruz de cuatro brazos, así como el diseño de temas acuáticos que decora los muros. Los balcones en forma de antifaz y la galería del piso principal simulando huesos son dos atractivos más del edificio.

En el interior destacan, entre otros elementos, el techo del salón principal, los conjuntos de chimeneas de la azotea, la escalera principal y los arcos parabólicos de la buhardilla, que crean espacios diáfanos y ventilados adelantados a su época.

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Consagrado a la cultura del objeto, el Museo del Diseño de Barcelona ofrece al visitante unas colecciones únicas y de eco internacional formadas por más de 70.000 piezas que abarcan, cronológicamente, desde el siglo IV a.C. hasta la actualidad. El objeto y lo que significa para la sociedad es el denominador común de todas las colecciones: desde su concepción, creación y producción hasta su uso según la época.

Contemplar muchas de las piezas del museo es volver al entorno cotidiano: la motocicleta Impala de Montesa, el cartel de la inauguración del Camp Nou o el Cobi olímpico, entre muchos otros, son objetos que apelan directamente a la memoria sentimental del espectador.

El vasto patrimonio de este museo está formado por la integración de las colecciones del Museo de las Artes Decorativas, el Museo de Cerámica, el Museo Textil y de Indumentaria y el Gabinete de las Artes Gráficas.

Pero si el contenido es excepcional, el continente del Museo del Diseño no se queda atrás: el edificio, diseñado por el equipo MBM arquitectos y conocido popularmente como la grapadora, es ya un nuevo icono de la arquitectura contemporánea de la ciudad.

 

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Desde 1992, se ha creado una nueva Barcelona ​​que atrae arquitectos reconocidos y se postula como referente del diseño. En ella destacan la Torre de Collserola, de Norman Foster; L’Auditori, de Rafael Moneo; el TNC, de Ricardo Bofill; o el Puente de Bac de Roda , de Santiago Calatrava.

La Villa Olímpica y el Anillo Olímpico con el flamante Palau Sant Jordi, obra del arquitecto japonés Arata Isozaki, han dado paso a otros símbolos de la Barcelona contemporánea.

Y es que barrios enteros de la ciudad se vinculan a una arquitectura posmoderna, como el 22 @, un distrito de Barcelona dentro del barrio industrial de Poblenou que está creando un nuevo modelo urbanístico basado en la tecnología, la eficiencia y la sostenibilidad. Presiden la zona la Torre Agbar, de Jean Nouvel, y el nuevo Museo del Diseño de Barcelona, ubicado en un singular edificio en la Plaza de las Glorias.

Otro núcleo de modernidad es el corazón de El Raval, en la confluencia del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Los dos centros recogen la esencia del arte y la cultura del siglo XX y XXI.