Probablemente nos encontramos ante una de las obras más bellas del arquitecto
Cèsar Martinell. La Bodega del
Sindicato Agrícola de Sant Isidre de Nulles, en las afueras del núcleo urbano, fue el
tercer encargo en tan solo
un año del más célebre de los arquitectos agrarios catalanes. Con unas líneas que nos recuerdan al
arte gótico,
la bodega de Nulles presenta una arquitectura depurada,
monumental y
elegante.
La estructura del edificio es ligeramente diferente de las obras anteriores de Martinell; en Nulles encontramos una construcción de dos naves de 21 por 18 metros sin muro de separación entre ellas. Un esqueleto esbelto, resistente y ligero que da sensación de amplitud y permite crear un espacio diáfano y ordenado. La cubierta de las naves está hecha a base de vigas, latas de madera, solera de baldosa y teja. La bodega dispone aún de otro espacio, una nave transversal con una estructura más sencilla, a base de armadura de cubierta metálica y cubierta de chapa.
La
monumentalidad de la fachada justifica plenamente el apelativo de “
catedral del vino”. Se observa claramente la doble nave basilical gracias a
dos frontales simétricos e idénticos. Arranca de un sólido
basamento de piedra que la recorre longitudinalmente, roto tan solo por las dos puertas de cada nave. Las portaladas describen un arco parabólico y sobresalen ligeramente para soportar los grandes ventanales situados encima (también parabólicos y de ladrillo visto). La fachada luce pilastras verticales de ladrillo visto, desde el paramento hasta la cubierta donde los acabados escalonados forman un pendiente simétrico a ambos lados; también son destacables las
arcuaciones ciegas y las originales esquinas de la fachada hechas a base de pilares de ladrillo formando relieves degradados.