Patrimoni cultural | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Patrimoni cultural

La Vall de Boí, la máxima expresión del románico

Durante los siglos XI y XII, se construyeron en la Vall de Boí un conjunto de iglesias que seguían un modelo proveniente del norte de Italia: el románico lombardo. Esbeltos campanarios de torre, trabajo esmerado en piedra, decoraciones exteriores con arcadas ciegas y bandas lombardas... Esta unidad de estilo arquitectónico ha caracterizado estos templos, que este año celebran veinticinco años desde que fueron reconocidos Patrimonio Mundial por la Unesco.
 
El conjunto románico de la Vall de Boí está formado por las iglesias de Sant Climent y Santa Maria de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia d’Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, la Nativitat de Durro, Santa Maria de Cardet, Assumpció de Cóll y la ermita de Sant Quirc de Durro.
 
La iglesia de Sant Climent de Taüll es quizás una de las más conocidas, ya que ha tenido en el Cristo en majestad de Taüll la imagen que la ha dado a conocer y que más se ha utilizado para representar el románico catalán. Aunque el original se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), en el templo se puede ver una muestra de la capa profunda del original, junto con otros fragmentos de pintura original, entre los que destaca la escena de Caín y Abel, además de contemplar una recreación en imágenes de cómo era el ábside originariamente en el siglo xii.
 
De estas iglesias, la de Santa Maria de Cardet es la que tiene uno de los ábsides más espectaculares del conjunto. Además, es la única con espadaña, fruto de las transformaciones barrocas que tuvo con el paso del tiempo.
 
Para vivir una experiencia inmersiva y viajar en el tiempo, es imprescindible visitar el Centro del Románico de la Vall de Boí, en Erill la Vall. Gracias a la experiencia de realidad virtual Els Ulls de la Història podéis adentraros en el arte y la historia de estos templos, así como descubrir la naturaleza, la religión y la sociedad medieval que dieron forma a este legado único.
 
Podéis completar la visita con rutas senderistas que enmarcan el arte en la naturaleza que lo acoge. Hay itinerarios que recorren caminos históricos y que unen los pueblos del valle, incluso algunos abandonados, que permiten disfrutar del esplendor paisajístico todo el año. Y después de las caminatas, nada mejor que relajarse en el balneario de Caldes. Situado a 1470 metros de altitud, tiene 37 fuentes de aguas termales.

Una propuesta de escapada en colaboración con la revista Descobrir.

Figueres, una ciudad que mira más allá de Dalí

La capital del Alt Empordà es conocida por todas partes por haber visto nacer y morir a Salvador Dalí. El genio ampurdanés tiene allí su casa natal, un espacio que da a conocer la trayectoria vital del artista, pero también el Teatro-Museo Dalí, una creación propia que, mediante sus obras, permite captar su trayectoria artística.
 
Más allá de Dalí, Figueres destaca por ser el principal núcleo económico, cultural y comercial del Empordà, y por eso vale la pena ir para dar un paseo. En el caso de la Rambla, su origen se remonta a 1828, cuando se cubrió el Galligants. Años más tarde, muchas familias de la burguesía local construyeron allí sus casas, de distintos estilos arquitectónicos, como la Casa Puig Soler, la Casa Cusí o la Casa Caselles.
 
Esta arteria también acoge diferentes esculturas que recuerdan personalidades figuerenses destacadas. El primer monumento que tuvo la ciudad rinde homenaje a Narcís Monturiol, inventor del submarino, que se inauguró en 1918 y se encuentra en la parte baja de la Rambla. Frederic Marès es el autor de los monumentos al rey Jaime I —quien convirtió Figueres en ciudad real y le concedió la carta puebla— y a su cronista, Ramon Muntaner, también ubicados en la Rambla. En cambio, el monumento a Pep Ventura, promovido por la entidad Foment de la Sardana, se ubicó en la plaza del Presidente Tarradellas.
 
También vale la pena visitar el Teatro Municipal El Jardí, que se encuentra en el edificio que a principios del siglo xx se conoce como el Cine Teatro Jardí y que fue la sala de espectáculos más importante de Figueres hasta los años sesenta, o la antigua prisión, un edificio de estilo ecléctico inaugurado en 1917 y que funcionó como centro penitenciario hasta 2014. Ahora es un espacio de promoción económica y social. Para continuar el viaje en el tiempo de la ciudad, no hay que perder de vista el Casino Menestral Figuerenc. Ocupa casi una manzana de casas y destaca por su juego de volúmenes asimétricos.
 
El castillo de San Ferran es el monumento más extenso de Cataluña y la fortaleza abaluartada más grande de Europa. Juntamente con el acueducto de los Arcos, es uno de los elementos patrimoniales más destacados de la ciudad. Para terminar la ruta, vale la pena visitar el Museo del Empordà, motor cultural de la comarca, y el Museo del Juguete de Cataluña, que exhibe más de 4.000 piezas de todas partes relacionadas con el mundo del juego de todas las épocas.
 

Una propuesta de escapada en colaboración con la revista Descobrir.
 
Español translation unavailable for Activitats especials a museus i jaciments per la Setmana de la Ciència.
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La memoria de las colonias industriales a lo largo del Ter

A lo largo del siglo XIX, en la ribera de los cursos del Ter y del Llobregat se instalaron diferentes fábricas que aprovechaban la fuerza del agua para hacer funcionar la maquinaria. En algunos casos, estas fábricas contaban con viviendas para los trabajadores y varios servicios, como escuelas y economatos, que formaban parte de las llamadas colonias industriales.
 
Os proponemos una ruta por algunas de las colonias más emblemáticas que se encuentran en el paso del Ter por Osona. Empezamos en el Museo del Ter, en Manlleu. Inaugurado en 2004, explica el patrimonio industrial y natural de la cuenca media del río. Da a conocer aspectos históricos del proceso de industrialización y la vertiente más social de la vida industrial. Además, la exposición de dos turbinas permite entender el sistema mecánico de la fábrica. El Museo del Ter forma parte del sistema territorial del Museo Nacional de la Ciencia y la Técnica de Cataluña (MNACTEC).
 
También en Manlleu, los orígenes de la Colonia Rusiñol, antigua Can Remisa y residencia del pintor y escritor Santiago Rusiñol, se remontan al 1845, cuando Josep Dulcet compra los terrenos para edificarla. Produjo hilo de algodón hasta 2009, y fue la última del Ter medio que cerró. El Museo del Ter organiza visitas guiadas cada primer domingo de mes por los jardines y el interior de las naves.
 
La Colonia Imbern o El pelut, en Orís, es una de las más singulares del tramo medio del Ter. Datada del 1859, destacan los jardines, diseñados por Rubió y Tudurí, y los edificios de estilo modernista, que fueron construidos con piedra de río careada.
 
En Sant Vicenç de Torelló rememoramos el pasado de dos colonias destacadas. Inaugurada en 1882, la Colonia Vila-seca fue la primera del municipio. Está formada por la fábrica, las viviendas de los obreros, la iglesia, una posada, la escuela y los jardines. Las viviendas históricas ahora son particulares. La otra es la conocida Colonia Borgonyà, que pusieron en funcionamiento en 1895 los escoceses J&P Coats. En 1903 se fusionaron con los industriales barceloneses Fabra. Actualmente, las casas están habitadas por extrabajadores, las naves de la fábrica están ocupadas por varias empresas y las instalaciones de los servicios son propiedad del Ayuntamiento de Sant Vicenç de Torelló. Podéis visitar la colonia el tercer domingo de cada mes a cargo del Museo del Ter.

Propuesta de escapada en colaboración con al revista Descobrir.
Español translation unavailable for Portes obertes als museus, monuments i jaciments per la Diada Nacional de Catalunya.

Escaladei y Escornalbou, un viaje en el tiempo

Al abrigo de la sierra de Montsant y rodeada de silencio y de naturaleza, la cartuja de Escaladei, en el Priorat, es el monasterio cartujano más antiguo de la Península y, actualmente, el único accesible al público en Cataluña. Su fundación se remonta al 1194, tras una concesión de Alfonso el Casto para fijar un poblamiento en tierras recién conquistadas.
 
El año pasado finalizaron los trabajos de restauración y de cubierta de la antigua iglesia del monasterio, que estaba en ruinas tras el abandono, el espolio y la destrucción que sufrió a raíz de la desamortización eclesiástica de 1835. El proyecto de rehabilitación arquitectónica se ha completado este año con la nueva museografía que ha estrenado el recinto, totalmente integrada, y con la experiencia inmersiva de realidad virtual Los ojos de la historia, que transporta al visitante a la cartuja del siglo XVII, a través de la voz y la experiencia vital del artífice de la decoración de la iglesia, Joaquim Juncosa. La experiencia también permite adentrarse en la cotidianeidad de los monjes gracias a la instalación audiovisual El silencio eterno, en la Sala del Capítulo de los Padres.
 
A poca distancia, el castillo monasterio de Escornalbou, en el Baix Camp, es otro elemento patrimonial que el territorio ha recibido como herencia de su pasado. Se trata de un monasterio construido, supuestamente, sobre una fortaleza sarracena, que más tarde se reconstruyó como residencia privada de Eduard Toda. El diplomático y egiptólogo compró el monasterio de Sant Miquel de Escornalbou en 1907 al volver de sus viajes por China, Egipto, Cerdeña y el norte de Europa, y lo convirtió en su hogar, punto de reunión de las principales figuras del Renacimiento.
 
Actualmente, se están terminando las obras de adecuación del castillo monasterio, convertido en casa museo y que expone el legado de Toda, como su extensa biblioteca y las muestras de las colecciones que reunió durante sus viajes. La visita incluye un paseo por la iglesia, la sala capitular y el claustro, que reformó para convertirlo en un jardín que regala una de las mejores vistas de las comarcas de Tarragona.
 
Si optáis por ir a estos espacios en familia, merece la pena preparar la visita con Si les parets parlessin (Si las paredes hablaran), el pódcast que cuenta las curiosas historias de varios monumentos distribuidos por el territorio –entre ellos, Escaladei y Escornalbou– y que pone voz a personajes del pasado.