Con pavor de silencio | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Historias

Con pavor de silencio

Romper los silencios, recordar los olvidos, dar voz a las artistas invisibilizadas

La nit ha cobert la terra
amb son mantell de foscor
amb feresa de silenci
i amb feresa de remors
[...]
 
(La noche ha cubierto la tierra
con su manto de oscuridad
con pavor de silencio
y con pavor de murmullos)
 
Estos versos del poema «L’estrella» de Dolors Monserdà han inspirado el título de la exposición que el Museo de Arte de Girona ha dedicado a unas artistas, cuyas obras solo tuvieron resonancia durante diez años (entre 1907 y 1917), gracias a la revista Feminal, aunque este silencio impuesto tan solo ahora empieza a romperse.


 

«La nit ha cobert la terra amb son mantell de foscor» (La noche ha cubierto la tierra con su manto de oscuridad)

Tal como versa el poema, un manto de oscuridad ha ido también cubriendo el trabajo de muchas mujeres que un día aspiraron a ser profesionales del arte en un contexto social que era absolutamente contrario a su anhelo, porque aquella sociedad en la que vivían no les facilitaba el acceso a los estudios ni el contacto con otros referentes.

Ante tantos obstáculos, ¿cómo era posible ver la luz? ¿Cómo se podía superar el miedo al silencio? El Museo de Arte de Girona ofrece una chispa de luz con la exposición «Feresa de silenci. Las artistas en la revista Feminal (1907-1917)».

Portada del número 1 de la revista Feminal digitalizada por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Feminal: una chispa de luz en medio de la oscuridad

Recuperar la memoria de todas las artistas olvidadas y silenciadas, aunque solo sea en el marco geográfico de Cataluña, es una labor solo alcanzable palmo a palmo. La pequeña contribución del museo gerundense se basa en la revista Feminal, la primera revista catalana escrita y dirigida por mujeres que se publicó mensualmente entre 1907 y 1917, como separata de la revista La Ilustració Catalana. Dirigida por Carme Karr, la revista, de orientación católica y dirigida a la mujer acomodada, defendía también el derecho a la educación de todas las mujeres y ofrecía referentes dentro de los ámbitos de las letras y de las artes. Era un espejo de su tiempo que reflejaba la realidad social catalana pero también la europea, y que contaba con diversas colaboradoras, escritoras e ilustradoras, algunas suficientemente conocidas, como Caterina Albert (Víctor Català), Dolors Monserdà o la pintora Lluïsa Vidal.

Prácticamente en todos los números de la revista aparecían las artes plásticas, ya fuera con artículos dedicados a exposiciones de artistas del momento, o con reportajes monográficos sobre alguna de ellas. Durante sus diez años de vida, más de setenta artistas, tanto catalanas como europeas, fueron mencionadas en Feminal. Es cierto que la mayoría eran pintoras, pero también había escultoras, cartelistas e ilustradoras; y, aunque en menor medida, incluso llegaron a aparecer exlibristas, esmaltadoras y fotógrafas. Todas estas mujeres son las que el Museo de Arte de Girona se proponía rescatar del silencio. ¿Habrá sido posible?


1. Imagen de Caterina Albert / 2. Al costat del Paravent, Pilar Montaner

Que el silencio hable: una iniciativa compleja y necesaria

Tres años antes de inaugurar la muestra, el Museo se propuso el reto de recuperar a las artistas que habían ido apareciendo en las páginas de la primera revista femenina y feminista de Cataluña. De la mayoría de ellas no se sabía nada, casi ni el nombre, y de muy pocas había un listado o inventario de sus obras. El silencio era ensordecedor.

Así, se confió la labor, que se preveía larga y dificultosa, a la historiadora del arte Elina Norandi, que ya llevaba años trabajando en la investigación y la recuperación de las artistas, especialmente de aquellas que vivieron a finales del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX. Defensora de una historia del arte feminista, su investigación parte del convencimiento de que en el arduo proceso de recuperación de las artistas, los criterios tienen que ir adaptándose a las circunstancias que marcaron sus carreras. Para Norandi, no se puede ignorar el hecho de que sus trayectorias se desarrollaran en un entorno diametralmente opuesto al contexto del que disfrutaron los artistas masculinos, ni que las obras de todas aquellas mujeres estuvieran rodeadas de incomprensión, de menosprecio y, en definitiva, de ocultaciones. Ella quería que el silencio hablara, pero despertarlas de aquella pesadilla implicó una labor casi detectivesca, una búsqueda subrepticia. Finalmente, de la setentena de nombres, tan solo de una treintena de ellas se pudo conocer su vida y algunas de sus obras, aunque estas no fueran las mejores ni tampoco las más elaboradas.

La metodología de trabajo de Norandi fue rigurosa: compiló los estudios precedentes desarrollados en otras investigaciones innovadoras y, paralelamente, fue ampliando la escasa información que había de las artistas hasta que, al final, se pudo recuperar una multiplicidad de obras, diversas y variadas. Después, se procedió a la criba de toda la documentación para poder escribir una narrativa lúcida para la exposición. Así pues, el reto era imponente: ¿cómo se iba a trabar toda aquella diversidad en el relato visual coherente que requiere una buena exposición?


1. C. H. Dufau / 2. Visitació Ubach / 3. Emilia Coranty

La multitud de silencios o cómo vestir un discurso desde la nada

El mutismo impuesto por la historia y la crítica del arte tradicional sobre las obras y las trayectorias de la mayoría de mujeres artistas es desigual, así como el conocimiento de sus biografías. El legado que hemos heredado de ellas, por lo tanto, es inconcluso e incompleto.

Ante todas estas diversidades y a pesar de todas ellas, había que estructurar un relato que cohesionara la heterogeneidad y apaciguara los juicios de valor individualizados. Un hilo argumental que se pudiera recorrer cómodamente en el itinerario, de sala en sala, de artista en artista, de obra en obra... Pero ¿cuál podía ser ese hilo? ¿Qué unió a toda aquella generación de artistas? La respuesta la ha encontrado la comisaria en los silencios, en la variedad de silencios y en cómo se han ido rompiendo, poco a poco, casi sin ruido. La propuesta, por lo tanto, ha pretendido ordenar y agrupar la multiplicidad de casos, vidas y obras en tres tipos de silencios:


1. Esperant els nuvis, Pilar Montaner / 2. Pomera en flor, Juliette Wytsman / 3. Esport terrestre (bicicleta), Lola Anglada

Los silencios rotos es un bloque dedicado a aquellas artistas que actualmente empiezan a conocerse, gracias a la labor de investigación de la historiografía moderna. Son nombres como el de Lluïsa Vidal, una pintora actualmente reconocida en el mundo del arte a raíz de la labor de la coleccionista Consol Oltra y de las exposiciones que recientemente se le han dedicado. Enmarcadas dentro de este primer bloque, también se encuentran las ilustradoras Lola Anglada y Laura Albèniz, ambas estudiadas por Núria Rius Vernet, una pionera en el estudio de las artistas catalanas del periodo anterior a la Guerra Civil. El arte de las encajeras Aurora Gutiérrez Larraya y Adelaida Ferré ha sido analizado por Joan Miquel Llodrà, y de la acuarelista Pepita Teixidor se ha ocupado M. Isabel Gascón. Finalmente, las investigadoras Gloria Bosch y Susanna Portell han estudiado la obra pictórica de la polonesa Mela Muter, a quien recientemente se le dedicó una exposición en el Museo de Arte de Girona.Estas son las artistas que tuvieron la fortuna de poder ser profesionales, porque sus familias las apoyaron o simplemente porque ellas decidieron ser mujeres que no necesitaban casarse ni tener hijos. De jóvenes viajaron a París, donde disfrutaron de la oportunidad de formarse y de experimentar vivencias alejadas de su tierra. Por otra parte, es evidente que el número considerable de obras conservadas ha facilitado su estudio y su posterior difusión.

Los murmullos del silencio es un bloque que incluye un número considerable de artistas, tanto catalanas como extranjeras, de las cuales se empieza a hablar actualmente, porque se ha iniciado un proceso de estudio y recuperación de sus obras. La lista es amplia: Juliette Wystman, Suzanne Leloir, Antònia Ferreras, Visitació Ubach, Maria Azcué, Elvira Malagarriga, Rafaela Sánchez-Aroca, Emília Coranty, Frederica Bonay, Flora Geraldy, Maria Oller, Maria Rusiñol, Maria Lluïsa Güell, etc. Esta última era la hija del conde Güell y por su estatus social tan solo podía pintar recluida en casa. Es cierto que muchas eran hijas o mujeres de artistas que tuvieron que renunciar a sus carreras en pro de las de sus padres o maridos y, por lo tanto, con esta decisión, se convirtieron en ángeles, los ángeles del hogar que la sociedad esperaba que fueran. 

Los silencios íntimos es el último bloque, en el que se habla de aquellos silencios engendrados dentro del núcleo familiar, que se encargó de conservar las obras de sus antepasadas. En la exposición se presentan tres casos: el de la mallorquina Pilar Montaner, el de la barcelonesa Francisca Rius Sanuy y el de la catalana Aurora Folquer, a quien las Galeries Dalmau dedicaron una exposición en 1913, aunque recientemente su obra fue literalmente recogida de un contenedor, porque la pintora no tenía ningún descendiente directo que pudiera atesorar sus pinturas.

«Tot un món ple de misteri s’aixeca d’un món que dorm» (Todo un mundo de misterio se levanta de un mundo que duerme)

Estos versos son la continuación del poema de Dolors Monserdà y reflejan el propósito de la exposición del Museo de Arte de Girona: desvelar aquello que ha estado demasiado tiempo dormido, desvelar al mundo el arte de unas artistas silenciadas. ¿Cómo puede explicarse que ellas no pasaran a formar parte de la historia del arte?

La respuesta debe razonarse, porque en ella intervienen muchos factores, aunque el principal impedimento fue, sin duda, la perenne subordinación de la mujer; una sumisión que lamentablemente ha imperado a lo largo de la historia. En consecuencia, esta supremacía masculina limitaba la vida de las artistas, porque a ellas les quedaba reservada la intimidad del ámbito familiar. Se limitaba su presencia en las exposiciones y, por lo tanto, no proliferaban las críticas favorables ni los estudios que profundizaran en sus obras. Una obras que tampoco acababan teniendo una buena cotización en el mercado, de forma que daba igual si se conservaban como si no.

Silencios sobre silencios. Pero son unos silencios que ahora tienen que romperse, y esta es precisamente la idea que queremos dejar impresa en los visitantes que vayan a ver la muestra, porque bien pueden preguntarse: ¿Qué hubiera ocurrido si todas estas artistas hubieran disfrutado de la misma suerte que la de sus compañeros masculinos? ¿Cómo habría sido una historia del arte igualitaria? ¿No os pica la curiosidad?


Exposición en el Museu d'Art de Girona