La piedra seca es una técnica versátil, resistente y totalmente respetuosa con el medio ambiente. El material se extrae del propio terreno, no se trata y, una vez hecha la construcción, se mimetiza y se integra perfectamente en el paisaje. Además, cualquier estructura que se deje de utilizar, se erosiona o se deteriora, y se acaba reintegrando de nuevo en el entorno natural.
Esto hace que las construcciones de piedra seca sean kilómetro 0 y 100% sostenibles, y que, en función de las calidades de la roca madre, las edificaciones tengan unas características y colores particulares según el territorio.
Así, por ejemplo, encontramos contrastes cromáticos tales como el blanco claro de la piedra calcárea, usada en las zonas del Camp de Tarragona, la Catalunya Central, las comarcas gerundenses y las Terres de l’Ebre; las tonalidades oscuras de la piedra seca de pizarra, usada en L'Alt Pirineu, L’Aran, L’Alt Berguedà; el rojo de la piedra volcánica del parque de Pedra Tosca, en La Garrotxa, el único lugar de Cataluña con construcciones levantadas con este tipo de piedra; o el tipo Bundsandstein, la piedra rojiza típica de muchas construcciones del Baix Llobregat y otros lugares.