T1xC3 - El espía disfrazado | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Historias

T1xC3 - El espía disfrazado

A veces los depósitos de los archivos conservan documentos que parecen sacados de una novela y enseguida hacen volar la imaginación de quien los consulta. No es necesario que sea algo muy complicado. Con una sola fotografía es suficiente para empezar a hacerse preguntas y tratar de entender quiénes fueron sus protagonistas.

A pesar del calor del verano, se puso unas medias negras y gruesas. Era la única manera de disimular el vello de las piernas. Después eligió una falda ancha para que el volumen de la entrepierna no lo delatase. Y, para terminar de asegurar su protección, se colocó encima un delantal. Se contempló en el espejo con atención. Le faltaba un toque femenino para que el personaje fuese del todo convincente. Se puso un pañuelo en el cuello, unos discretos pendientes de botón y un toque de maquillaje. Por primera vez, aquel rostro redondeado, flácido y lampiño jugaba a su favor.

Era la hora de comprobar si el disfraz funcionaba. Salió a la calle. No estaba del todo seguro. Se jugaba mucho. En seguida, sin embargo, se dio cuenta de que nadie le prestaba demasiada atención. Si acaso, incluso le pareció que algún hombre de cierta edad le ponía buena cara.


Fotografía de Luigi Morini Boveri, acompañado por un motorista, Barcelona [1936-1938]. En el reverso: “Luis Morini Boveri su Barcelona”.

En la ciudad se respiraba una especie de euforia enrarecida. En Barcelona, habían conseguido detener a los militares rebeldes y había moral de victoria, pero también muchos recelos para identificar a los sospechosos de simpatizar con el general Franco. Sabía perfectamente que si lo identificaban era hombre muerto.

Había llegado a la ciudad en 1930 como jefe del Servicio de Información del consulado italiano, una manera muy elegante de decir que era el encargado del espionaje en tierras catalanas. Su principal misión era informar de los movimientos de sus compatriotas residentes en Barcelona para detectar posibles grupúsculos contrarios a Mussolini. El trabajo no le había dado demasiados quebraderos de cabeza hasta aquel julio, cuando el Duce apoyó a los golpistas españoles y los antifascistas catalanes habían puesto a los diplomáticos del consulado en el punto de mira. Muchos escaparon y regresaron a su país, pero, en cambio, Luigi Morini Boveri había preferido quedarse para continuar con su misión. Disfrazado de mujer.

Nota de un amigo de Morini: “Gigi, el recuerdo de la amistad de las noches tristes y lejanas de los vivacs no se extinguirá en el tiempo ni la distancia. El vuelo no conoce confines, ni lejanías ni límites. Enzo”.

Al menos eso es lo que declaró ante la Audiencia Provincial de Barcelona en octubre de 1944. En julio del año anterior lo habían detenido acusado de estafa y, para ganarse la simpatía del tribunal (y ser absuelto), recurrió a su adhesión al régimen franquista. Para demostrar que era un fascista convencido, aportó como prueba una foto donde salía con ropa de mujer junto a un personaje que no se ha podido identificar. Aseguró que el disfraz había sido un recurso para salvar su vida y para seguir sirviendo a la causa de Franco y Mussolini. No se sabe si fue por el impacto que tuvo el juez al verlo disfrazado, por afinidad ideológica o por falta de pruebas, pero la cuestión es que Morini fue declarado inocente.

Lo más rocambolesco de esta historia, sin embargo, es que el expediente del espía italiano fue localizado en el Archivo Municipal de Roses, sin que nadie haya sido capaz de aclarar cómo llegó allí. No olvidemos que, por su proximidad con la frontera francesa, la villa ampurdanesa fue un enclave relevante durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.

Nota de amistad de un ciudadano italiano que dice: “Sempre Pini in alto! Es mi augurio sincero de una sincera y continua amistad”.

También queda por responder por qué un espía que intentaba pasar desapercibido dejó hacerse una foto luciendo el disfraz que, en teoría, era su tapadera. ¿Quién disparó la cámara? ¿Quién es el misterioso acompañante que aparece a su lado? ¿Realmente se vestía de esa manera para pasar desapercibido? ¿O es que había alguna otra razón para ponerse medias, falda, delantal y pendientes en julio de 1936? Tampoco se ha podido aclarar aún si la estafa del juicio era real o simplemente era una acusación falsa de los nuevos responsables del consulado para deshacerse de un fascista en el momento en que el régimen de Mussolini había caído.

Muchos de estos interrogantes solo se podrán responder cuando alguien empiece a tirar del hilo de la documentación. Mientras esperamos la llegada de algún intrépido investigador que se decida a encontrar la explicación al enigma del espía disfrazado, su expediente continuará custodiado por el Archivo de Roses, fotografía de Morini incluida.

Fotografía del Archivo Municipal de Roses. Imagen de "Pmesbell" - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0.

¿Quieres saber más detalles de esta historia?

Conoce más detalles de esta historia en el documento  "El espia que me amó. Las vicisitudes italianas de un espía virtuoso" del Archivo Municipal de Roses.

Y, si quieres consultar presencialmente el documento original a partir del cual se basa esta historia en el Archivo, pregunta por el expediente CAT AMR 1.1, Fondo Ayuntamiento de Roses, "Expedient de sol·licitud d’anul·lació de l’ordre d’expulsió d’Espanya de Luigi Morini Boveri, 24 d'octubre de 1944".
 

Imagen: CAT AMR 1.1 Fondo Ayuntamiento de Roses. Expediente de solicitud de anulación de la orden de expulsión de España de Luigi Morini Boveri, 24 de octubre de 1944.