En los archivos hay documentación de todo tipo, también la que deja en evidencia la vileza de ciertos individuos, capaces de los crímenes más horribles solo por un puñado de monedas, tal y como pasó en Barcelona.
En 1646, hacía seis años que había empezado la Revuelta de los Segadores y en Cataluña las cosas no eran fáciles desde que había estallado la guerra. La gente se las apañaba como podía para salir adelante en el día a día. En la calle de Els Assaonadors, por ejemplo, había dos familias que se habían visto forzadas a compartir vivienda.
A mediados de enero, uno de los dos hombres tuvo que marcharse de la ciudad de Barcelona por trabajo y al otro le pareció que era la ocasión propicia para robarle los doblones que tenía ahorrados. Todo hace pensar que la esposa del ausente lo intentó impedir y entonces el ladrón se convirtió en asesino porque la degolló sin miramientos. No solo eso, sino que además se quiso deshacer del cadáver lanzándolo al fondo de un pozo que había cerca de la casa.
Detalle del plano del sitio de Barcelona del año 1697.
El otro hombre regresó a casa el 22 de enero. Extrañado de que su esposa no lo recibiera, el criminal le hizo creer que la mujer estaba en las habitaciones del piso superior y que por eso no lo había oído llegar. Solo era una excusa. Justo cuando iba hacia arriba, lo atacó por la espalda y le dio un hachazo en la cabeza. Pero no fue suficiente. El agredido respondió con un cuchillo y apuñaló al asesino de su mujer en la frente. Entonces empezaron a pelearse mientras caían escaleras abajo y dejando un rastro de sangre por todas partes.
A pesar del golpe de hacha recibido, la víctima se defendió como un león y el agresor, al ver que tenía las de perder, se escapó. Intentó refugiarse en la iglesia de Sant Cugat del Rec, que estaba cerca de allí donde vivían, pero antes de entrar en el templo fue detenido y puesto a disposición de las autoridades.
Acuarela del monasterio de la plaza de L’Àngel, donde se ve la cárcel de El Veguer. “Colección de 60 vistas de diferentes lugares de la ciudad: murallas, portales, monasterios, fachadas”.
El Archivo Histórico de Barcelona
El proceso judicial duró poco, y el 3 de febrero se ejecutó la sentencia, que constaba de dos partes. Primero, el reo fue trasladado frente a la casa donde se habían producido los luctuosos hechos. Allí, delante de todos, el verdugo le cortó la mano. A continuación, lo llevaron a otro punto de la ciudad donde tenía que terminar de recibir el castigo: morir degollado y ser descuartizado en cuatro trozos. Ejecutada la sentencia, cada fragmento de su cuerpo fue colgado ante una de las puertas de entrada que entonces tenía Barcelona. De esta manera se quería avisar a los posibles malhechores de cuál era el castigo que les esperaba si se atrevían a cometer algún delito. No sabemos si era muy efectivo porque, desgraciadamente, en todas las épocas siempre ha habido gente dispuesta a perpetrar los crímenes más terribles por las razones más anodinas.
Es una buena prueba de ello este episodio de 1646 que consta en el dietario del Antic Consell de Cent, donde se anotaban los hechos más destacados que se producían en la ciudad, y que ahora custodia el Archivo Histórico de Barcelona.
Imágenes del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona. Autor: Lorena Ruiz Pellicero
¿Quieres saber más detalles de esta historia?
Consulta el documento original en el que se basa esta historia en el Catálogo digital del Archivo Municipal de Barcelona.
Y, si quieres consultarlo presencialmente en el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, pregunta por el documento “Dietari de l’antic Consell Barceloní o Manual de Novells Ardits”, con el código de referencia 08/1B.XXV.
La importancia del documento
Y, si aún quieres profundizar más, mira este vídeo en el que Laura Fortuny, técnica del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, nos explica la importancia del documento escogido para explicar esta historia.