Ha costado muchos años de lucha conseguir que los crímenes contra las mujeres tuvieran visibilidad y fueran juzgados con severidad. Siglos atrás, los casos debían ser muy flagrantes para llegar a las autoridades judiciales. Eso es lo que pasó en el siglo XVIII en un pequeño pueblo junto a Castelló d’Empúries.
En 1726, Teresa Vidal tenía quince años y, como tantas chicas de su época, ya tenía edad para casarse. Poco se pensaba que su matrimonio sería un infierno que acabaría registrado para siempre en los archivos. Su marido se llamaba Josep Bach y era jornalero de una localidad ampurdanesa llamada Palau de Santa Eulàlia.
Como mínimo desde 1733, el hombre comenzó a tener un comportamiento violento. Estaba obsesionado con practicar sexo anal con su mujer. Por entonces la sodomía era uno de los pecados más graves que se podían cometer y, como su esposa no consentía aquel tipo de relaciones, él la violaba sin compasión. Lo hacía con tanta agresividad que le causó hemorragias. Teresa, desesperada, pidió ayuda a su madre. La mujer, de nombre Margarida, recurrió al rector de la parroquia. La sentencia del sacerdote fue clara: antes que pecar de sodomía, su hija debía dejarse matar.
1. Vista general de Santa Eulàlia. 2. Campanario de la iglesia de Santa Eulàlia.
En 1736, cuando Josep Bach y Teresa Vidal hacía diez años que estaban casados, se presentó denuncia contra el marido ante el alcalde de Siurana d’Empordà, que era quien tenía jurisdicción sobre Palau de Santa Eulàlia. Entonces salió lo que todo el mundo hacía tiempo que sabía. Los abusos de Bach no se limitaban a su esposa. Había mucho más. Tenía a las mujeres del pueblo aterrorizadas, sobre todo a las que todavía eran niñas. Eran sus víctimas predilectas.
Dos ménsulas de madera que se encontraron en el edificio de la Curia. La de la izquierda corresponde a la imagen del conde y la condesa de Empúries, responsables de la construcción del edificio; y la de la derecha presenta las figuras de un juez y de un notario-escribano de la Curia Condal, el Tribunal de Justicia del condado de Empúries durante la Edad Media.
El proceso penal comenzó el último día de marzo y durante el juicio prestaron declaración dieciocho testigos. La primera fue Teresa, que explicó que su marido la obligaba a tener sexo “por el vaso exterior” y que aquello le provocaba “mucha efusión de sangre”. Para corroborarlo, la víctima fue examinada por la comadrona Maria Candi Garrigàs, que se estremeció con aquella carnicería cuando vio las lesiones que la muchacha tenía en el recto. Margarida también expuso su versión de los hechos y dio detalles del encuentro con el capellán.
Detalles del documento original.
Pero aquello solo era la punta del iceberg, porque salieron a la luz la gran cantidad de intentos de violación que había perpetrado el acusado. El jornalero Joan Ferrer explicó, por ejemplo, que, en 1733, Bach había asaltado a dos niñas de siete y ocho años respectivamente, que por suerte habían conseguido escapar de sus garras. Ese mismo testigo aseguró que sus propias hijas habían sufrido agresiones del acusado. En 1734, abusó de la menor, que tenía siete años, y, en 1735, fue víctima la mayor, de trece, que fue salvada in extremis por unos pastores.
Lo mismo pasó a las hijas de Josep Berenguer, que afirmó que el procesado primero había querido abusar de su hija de seis años haciéndola entrar en su domicilio con engaños, y después de la de siete, cuando la encontró en un olivar que había cerca de la rectoría.
Camino desde Santa Eulàlia a Sant Miquel de Fluvià (donde Bach asaltó a algunas de sus víctimas).
Llorenç Darder ofreció una historia similar señalando que Bach había intentado violar a su hija de trece años y a su esposa de cuarenta. La chica había conseguido escapar, pero la madre no había tenido tanta suerte. Como tampoco la tuvo la pastora Marianna Palau, que fue asaltada en un paraje llamado El Racó, dentro del término de Santa Eulàlia, según declararon Maria Ferrer y Jerònima Gasch, que fueron las primeras en socorrer a la víctima.
Pese a este grupo de testigos, Josep Bach lo negó todo y aseguró que era inocente. Las autoridades, sin embargo, lo declararon culpable y lo condenaron a cinco años a galeras.
Prisión medieval que se conserva en Castelló d’Empúries (capital del condado de Empúries hasta el siglo XIX).
El Archivo Municipal de Castelló d'Empúries
El proceso judicial fue transcrito con todo detalle por el notario y escribano de la Curia Real de Siurana, que con su pulcra letra lo anotó todo para que ahora, tres siglos después, y gracias al trabajo del Archivo Municipal de Castelló d’Empúries, que custodia este extenso documento, podamos ser conscientes de que las mujeres entonces también sufrían violencia de género.
Vista del Archivo Municipal de Castelló d’Empúries. Autor: Lorena Ruiz Pellicero
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Y, si quieres consultarlo presencialmente en el Archivo Municipal de Castelló d'Empúries, pregunta por el documento “Procés de la cort del batlle de Siurana contra el jornaler Josep Bach de Santa Eulàlia (Palau de Santa Eulàlia)”, con el código de referencia AMCE560-3-T2-338.
La importancia del documento
Y, si aún quieres profundizar más, mira este vídeo en el que la directora del Archivo Municipal de Castelló d’Empúries, Marisa Roig, nos explica la elección del documento escogido y su relevancia para explicar esta historia.