T2xC7 - Sacerdote a la fuga | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Historias

T2xC7 - Sacerdote a la fuga

En julio de 1909, España intentaba conquistar sin éxito nuevas posiciones coloniales en el norte de África. Ante la falta de efectivos, movilizó a los reservistas, hombres que en su mayoría ya eran padres de familia. Aquello indignó a las clases populares, sobre todo en Barcelona, donde estalló la Semana Trágica. En medio de aquella espiral de violencia urbana, un sacerdote protagonizó un episodio que ilustra perfectamente el estado de ánimo de la Barcelona de 1909.

Los obreros de Barcelona y de las localidades de El Pla dijeron basta. El lunes 26 de julio, fueron a la huelga, pero muy pronto se vio que aquello era mucho más que una protesta contra la movilización de los reservistas. El malestar albergado durante décadas supuraba por las calles de Gràcia, Les Corts, Poble Nou, Sant Andreu, Sants...

Mientras tanto, convencidas de que con mano dura lo arreglarían, las autoridades declararon el estado de guerra y sacaron al ejército a la calle. Para cortarles el paso, los obreros construyeron barricadas y comenzó el intercambio de disparos. Los disturbios se alargaron durante todo el día, pero aquello solo fue el prólogo. Al día siguiente, los rebeldes comenzaron las acciones anticlericales. La primera iglesia quemada fue la de Sant Pau del Camp. Poco a poco, las columnas de humo fueron apareciendo por todas partes. Barcelona empezaba a ganarse su sobrenombre: la Rosa de Fuego. 
 


Miquel Roura i Jover con sus hermanos y sobrinos. A su lado, Damià Vives i Roura. (1909). Archivo Pere Sauleda
 

En Sant Martí de Provençals, el rector Miquel Roura sabía que su templo también sería asaltado. Dispuesto a morir en martirio para defenderlo, pidió al resto de sacerdotes de la parroquia que se marcharan, pero ellos se negaron si no huía con ellos. Finalmente, el sacerdote accedió al ruego de sus compañeros, pero ya era demasiado tarde. Alrededor de la iglesia, estaban llegando manifestantes. El grupo de religiosos se dispersó como pudo. Mosén Roura, con dos capellanes y un vicario, pasaron a la rectoría y se escondieron en el huerto, resguardados entre una parra y una higuera. Rodeados y convencidos de que les esperaba una muerte segura, fueron salvados in extremis por unos vecinos que los escondieron en su casa saltando por una azotea. 

Allí intentaron reponerse del susto y, cuando se hizo de noche, decidieron ir hacia Barcelona para buscar refugio en casa de la hermana de uno de los capellanes del grupo. Caminaron siguiendo el borde de la acequia condal, mientras por toda la ciudad el rojo de las llamas resplandecía en la noche y la gente lo contemplaba impasible desde los balcones. “Parece una noche de fiesta”, pensó mosén Roura. 
 




Vista exterior del templo y casa rectoral de Sant Martí de Provençals, después del incendio. Fuente: M. Roura. Incendio, destrucción y rehabilitación del templo parroquial de S. Martín de Provensals. Barcelona. (1910)

 

Consiguieron llegar sanos y salvos. Allí pasaron dos días y dos noches aterrorizados por si alguien los localizaba y los iba a buscar. Mientras tanto, fuera, los tiroteos eran constantes a todas horas y, al ver que la situación no mejoraba, los religiosos pensaron que escapar de Barcelona por vía marítima podía ser una opción, pero cuando intentaron recorrer el camino hasta el puerto se encontraron el trayecto lleno de barricadas y de sublevados. Era imposible. 

Aterrorizados por la idea de tener que quedarse en aquella ciudad incendiada, buscaron otra alternativa: ir a Montgat a pie siguiendo la vía del tren. Y así lo hicieron. Poco a poco, paso a paso, se alejaron de Barcelona. Pero todavía no podían cantar victoria. En Badalona, se dieron cuenta de que todavía corrían peligro cuando un grupo de carabineros los interceptó. Por suerte, un hombre llamado Joan Font que pasaba por allí intercedió por ellos y pudieron continuar el trayecto. Pero entre los obreros de Badalona, que también estaban en pie de guerra, enseguida corrió la voz de que había tres capellanes de Barcelona rondando por el pueblo y los empezaron a perseguir armados con piedras. Para evitar que hubiera una desgracia, Font los llevó a su casa y allí se quedaron hasta que los perseguidores los dejaron tranquilos. Después, los religiosos se trasladaron a la parroquia, donde el párroco encargado de la rectoría los acogió. Mientras tanto, en Badalona, los obreros de la fábrica del vidrio comenzaron a provocar disturbios en diferentes puntos de la ciudad. Había que marcharse lo antes posible. Pero, ¿a dónde? 
 

Interior de la rectoría de Sant Martí de Provençals tras el incendio. Fuente: M. Roura. Incendio, destrucción y rehabilitación del templo parroquial de S. Martín de Provensals. Barcelona. (1910)

La única opción que tenía mosén Roura era ir a Sant Pol de Mar, su villa natal. El hijo de Joan Font, que era pescador, se ofreció a llevarlos hasta allí. Mientras el chico y sus compañeros preparaban la barca, los sacerdotes se repartieron en casas particulares hasta que les avisaran de que podían marcharse. A las cuatro de la madrugada recibieron la señal. Ya estaba todo a punto.

Guiados por los pescadores, el objetivo era llegar a la playa de Montgat, pero para conseguirlo sin despertar sospechas tenían que esquivar a los serenos que hacían la ronda por las calles. Los fueron sorteando sigilosamente hasta que, caminando junto a la vía, pudieron salir de Badalona y llegar a su destino. Allí les esperaban el rector, el alcalde y el médico, que les ofrecieron comida y bebida para poder reponer fuerzas mientras los pescadores aparejaban la nave con rapidez para poner rumbo a Sant Pol. 
 

Lo que no sabía mosén Roura es que su pueblo estaba de luto porque había llegado el rumor de que lo habían asesinado. Su sobrino, que también era sacerdote en Sant Martí de Provençals, el día del ataque había huido con el otro grupo y había podido llegar a Sant Pol antes. Por el camino le habían comunicado que su tío había muerto y él dio crédito a la noticia porque, cuando escapó, su tío estaba acorralado en la rectoría. 

Cuando los capellanes se hicieron a la mar, casi no había movimiento, porque los pescadores de Calella se habían sumado a la huelga y no habían salido a faenar. Por eso, cuando, desde la playa de Sant Pol, alguien avistó una vela e identificó a mosén Roura en cubierta, se avisó a todo el mundo. Un gentío corrió a recibir a la embarcación. Los sacerdotes fugitivos, que observaban aquel hormiguero desde el mar, se asustaron. ¿Y si la revuelta había llegado hasta allí y los estaban esperando para lincharlos? Solo cuando vieron los pañuelos agitándose en el aire y oyeron los gritos de alegría respiraron aliviados.
 


Vista de Sant Pol (Finales s. XIX). Archivo Pere Sauleda.

Apenas la barca tuvo tiempo de tocar la playa que la gente cogió a los capellanes para cargárselos a los hombros como si fueran héroes. Mosén Roura, conmovido por el recibimiento y agotado por el pánico de aquellos días, comenzó a llorar desconsoladamente.

Mientras tanto, en Barcelona, el ejército reprimía la revuelta, que dejó un balance de un centenar de muertos en las calles, decenas de templos calcinados y saqueados, varios consejos de guerra y cinco condenas a muerte. Entre ellas, la del pedagogo Francesc Ferrer Guàrdia, que, pese a no estar en Barcelona durante los disturbios, fue fusilado al considerarlo instigador de la violencia anticlerical. 

En cuanto a mosén Miguel Roura, una vez recuperado, pudo volver a Sant Martí de Provençals. Para agradecer la ayuda de todo el mundo que lo socorrió durante su periplo, escribió la narración del episodio e hizo imprimir unos cuantos ejemplares que fueron repartidos entre los vecinos de Sant Pol en agosto de 1909. 
 



El Archivo Municipal de Sant Pol de Mar

Toda esta historia fue explicada por la archivera Cristina Bosch en Bocins d’història, el programa de divulgación del Archivo Municipal de Sant Pol de Mar que se emite en la radio municipal. Durante el programa lamentó que en los fondos municipales no se conservara ninguna copia del texto de mosén Roura. Lo que no sabía es que una de las oyentes del programa, Teresa Xumetra, guardaba una en su casa y, consciente de la importancia de aquel documento y su utilidad para la historia no solo del pueblo, sino también para conocer mejor los hechos de la Semana Trágica, la donó al Archivo Municipal. 

Así pues, gracias a la labor de divulgación desde el Archivo Municipal y a la generosidad de Teresa Xumetra, ahora podemos leer de primera mano la fuga de mosén Roura clicando en este enlace.  


Imágenes del Archivo Municipal de Sant Pol de Mar. Autor: Lorena Ruiz Pellicero

¿Quieres saber más detalles de esta historia?

Consulta el documento original en el que se basa esta historia en el Archivo Digital de Sant Pol de Mar.

https://www.santpol.cat/ARXIUS/2023/CULTURA/M.Roura.SetmanaTragica.pdf

Y, si quieres consultarlo presencialmente en el Archivo Municipal de Sant Pol de Mar, pregunta por el documento “”.
 

La importancia del documento

Y, si aún quieres profundizar más, mira este vídeo en el que Cristina Bosch, archivera municipal de Sant Pol de Mar, nos explica la relevancia del documento escogido para explicar esta historia.