La tecnología ha avanzado a tanta velocidad que cuesta imaginar que la gran novedad de hace un siglo fuera que los pueblos de Cataluña consiguieran tener un teléfono. Literalmente, uno. Y, a su alrededor, siempre sucedían cosas.
Con toda solemnidad, el pleno de 1921 del consistorio de Lliçà de Vall acordó que se instalaría una centralita telefónica en el municipio. Desde que en 1914 en Cataluña se había puesto en marcha la Mancomunidad, la institución se había propuesto modernizar el país. Como decía su presidente Enric Prat de la Riba, cada pueblo tenía que tener una biblioteca, una carretera y un teléfono, que entonces era la herramienta más avanzada que existía para comunicarse.
Antes de la Mancomunidad, la red telefónica del país era un despropósito. Estaba fragmentada en manos de pequeñas compañías que solo daban servicio a sus abonados. O sea, que no se podía llamar al pueblo de al lado si no era de la misma empresa. Además, como priorizaban el negocio y los beneficios, no tenían ninguna intención de gastar dinero en extender el cableado a los municipios pequeños porque, económicamente, no les salía a cuenta.
1. Foto de junio de 1966, de Ramona en la casa nueva de la av. Montserrat, donde se trasladaron en 1962. Autor: Desconocido 2. Can Mariano, donde al lado de la puerta de entrada se ve (con mucha dificultad) el cartel de la Central Telefónica de España. Autor: Desconocido 3. Teléfono con número de encargada. Autor: Silvia Jordan (El 9 Nou)
En cambio, cuando la Mancomunidad tuvo permiso del gobierno central para implementar su propia red, no se fijó en las ganancias monetarias, sino en la visión de país. Fue por ello que Lliçà de Vall pudo poner en marcha su propia centralita. Era un funcionamiento muy rudimentario y sencillo. Había un solo aparato manipulado por una operadora, que era la encargada de avisar a los vecinos cuando tenían una llamada.
En el caso de Lliçà, se eligió instalarlo en el barrio de Les Casetes, concretamente en Can Mariano, y la encargada del servicio era Ramona Nadal Grau, hija de Mariano Nadal Vidal. Seguramente fue una de las primeras habitantes de la localidad que consiguió un trabajo remunerado con salario y que, además, no tenía relación con la agricultura. Eran los años veinte, y las nuevas generaciones de mujeres buscaban hacerse un lugar en el mundo. En la ciudad lo tenían más fácil, porque había más oportunidades laborales, pero, en un municipio de poco más de medio millar de habitantes, apenas había lugar para el trabajo de telefonista.
1. Familia Nadal Grau (año 1950 o 1951). Ramona Nadal es la tercera de la primera fila. 2. Foto de Marià, hijo de Ramona, en la entrada de la sala donde se encuentra la Central Telefónica, con el cartel que colgaba de la pared. 21 de agosto de 1976. 3. Personas delante de la puerta de la centralita en Can Mariano del barrio de Les Casetes (años 50). Imagen cedida por el Archivo Municipal de Lliçà de Vall.
Al lado de la centralita, había una taberna y la tienda de alimentación de Can Fèlix. Todo ello hacía que aquel fuera el punto con más vida social del pueblo, sobre todo los domingos al salir de misa, porque era cuando la gente aprovechaba para llamar a algún pariente que vivía fuera o las chicas intentaban hablar con su novio, que estaba haciendo el servicio militar vete tú a saber dónde. Y, mientras esperaba su turno, para pasar el rato, la gente iba a comprar, se tomaba algo o parloteaba con los vecinos hasta que podía hacer la llamada.
Y, mientras tanto, Ramona estaba siempre al pie del cañón. Su trabajo le obligaba a tener que estar pendiente de todas las llamadas y, aunque no lo quisiera, se acaba enterando de lo que se decían los interlocutores. Las buenas y las malas noticias familiares, que si un nacimiento, que si una defunción, que si cómo estáis... Y las conversaciones entre enamorados, que acababan con una despedida larga y, al colgar, solían dejar dibujada una sonrisa llena de tristeza y añoranza en el rostro de las chicas. Nadie sabía más cosas de los vecinos que la telefonista.
1. Diario El 9 Nou de 5 de septiembre de 2005, especial El 9 Estiu, “La Contra: Recuerdos de un rincón, ‘Una casa ligada a la central telefónica’”. Autor: 2. Doña Ramona Nadal en la actualidad. Autor:
El Archivo Municipal de Lliçà de Vall
Su trabajo se acabó cuando se empezaron a instalar las centralitas automatizadas y los domicilios particulares pudieron tener su propia línea de teléfono. A partir de entonces ya no había que ir a Can Mariano para llamar. Poco a poco, el tiempo fue pasando y aquello quedó como una parte más de la historia, pero en el Archivo Municipal se conservan unas fotografías que, aunque sea por un instante, permiten imaginar cómo debió de ser la época en que Ramona hacía de telefonista en Lliçà de Vall.
Imágenes del Archivo Municipal de Lliçà de Vall. Autor: Lorena Ruiz Pellicero
¿Quieres saber más detalles de esta historia?
Consulta el documento original en el que se basa esta historia en Archivos en Línea.
Y, si quieres consultarlo presencialmente en el Archivo Municipal de Lliçà de Vall, pregunta por el documento “Acta del Ple municipal del 13 de novembre de 1921” en los Llibres d’actes del Ple de la corporació local, serie documental 1028, con el código de referencia 1921-11-13_08185_101.
La importancia del documento
Y, si aún quieres profundizar más, mira este vídeo en el que Anna Busto Veiga, directora del Archivo Municipal de Lliçà de Vall, nos explica la relevancia de los documentos escogidos para explicar esta historia.