Carles Riba El poeta humanista
“Hombre de letras” es un atributo que encaja perfectamente con Carles Riba i Bracons (1893-1959). Y es que fue poeta, crítico, narrador y traductor, además de académico.
Formado bajo la influencia del Glosari de Eugeni d’Ors, como todos los de su generación, pasó por una primera etapa novecentista. El Primer llibre d’Estances (1919) es un ejemplo desde el punto de vista formal, aunque desde el punto de vista conceptual estos primeros poemas tienen una voluntad introspectiva que ya adivina la personalidad literaria de Riba.
Lo que sí compartía con los novecentistas era la convicción firme que, como intelectual, tenía el “deber” de contribuir a la construcción de país. Así, parte de su trayectoria profesional (en la que se incluyen trabajos de traductor, crítico y profesor universitario) iba encaminada a educar culturalmente la ciudadanía.
Riba tradujo autores modernos como Gottfrien Keller y Hölderlin y clásicos como Virgilio, Jenofonte, Plutarco, Homero y Sófocles. En 1922 inició su colaboración con la Fundació Bernat Metge, creada entonces por Francesc Cambó, hecho que aumentó su vocación humanista de estudio de los clásicos griegos y latinos. También fue miembro del Institut d’Estudis Catalans y presidente de la Institució de les Lletres Catalanes.
Mientras su prestigio como traductor y profesor crecía, a principios de los años veinte, Riba entró en una época de crisis poética. En aquel momento su obra, minoritaria, se consideraba oscura. Es a partir del contacto con el filólogo Karl Vossler (1922) y sobre todo con el poeta Paul Valéry (1924) que inició su camino hacia el postsimbolismo. De este momento es el Segon llibre d’Estances (1929-1930) y Tres suites (1930-1935). Aun así, la poesía de Riba continuaba teniendo un profundo valor personal que difería de la mayoría de referentes del momento.
Su actividad no se truncó durante la Guerra Civil, en la que dio apoyo explícito a la causa republicana. De aquella época son las dos primeras secciones la obra Del joc i del foc. Con la entrada de las tropas nacionales en 1939 Riba y su familia (su esposa Clementina Arderiu y sus tres hijos) se exiliaron en Francia, donde escribió una de sus obras más conocidas, Elegies de Bierville.
Durante la posguerra, Riba continuó trabajando como escritor y traductor y, además, se convirió en representante de la cultura catalana en varios congresos nacionales e internacionales.