Cruzar las puertas del Palau Moja significa descubrir cómo vivía la alta burguesía de Barcelona en los siglos XVIII y XIX. Los propietarios fueron dos prohombres de la ciudad, que lo convirtieron en punto de encuentro de la alta sociedad de la época.
Josep de Copons, marqués de Moja, y su esposa, Maria Lluïsa Descatllar, encargaron la construcción al arquitecto Josep Mas. En 1784 se inauguró el edificio, que combinaba elementos del barroco con influencias del neoclasicismo francés. De esta primera etapa, son destacables el Gran Salón, con pinturas de Francesc Pla "El Vigatà", y las fachadas. Curiosamente la puerta principal se encuentra en la calle Portaferrissa. Y es que en esos momentos la Rambla aún era un arroyo que apenas se empezaba a urbanizar.
En 1870, el marqués de Comillas, suegro de Eusebi Güell, compró el palacio y lo adecuó al gusto de la época. Una de las reformas más visibles fue la escalera de honor. También datan de esa misma época los salones azul, rosa y verde. Jacint Verdaguer vivió durante 15 años como cura de la familia y limosnero.
Después del incendio de 1971, el palacio quedó abandonado durante once años. Actualmente es la sede de la Dirección General del Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
La Torre Glòries, anteriormente denominada Torre Agbar, es un moderno edificio de oficinas situado en la entrada del 22@ (el distrito tecnológico de Barcelona), modifica desde 2005 el skyline de la ciudad. Es obra del arquitecto francés Jean Nouvel, que se inspira en las imágenes de un géiser, de la arquitectura de Gaudí y de la montaña de Montserrat. Un faro contemporáneo que atrae el interés de los barceloneses y los turistas a partes iguales.
Levantada a partir de dos cilindros de hormigón de planta elíptica, uno en el interior del otro, la Torre Agbar mide 142 metros de altura y está recubierta por dos "pieles". La más interna es una plancha de aluminio lacada con tonos tierra, azules, verdosos y grises. La más externa es un muro transparente y translúcido compuesto por unas 60.000 láminas de vidrio. Gracias a esta doble fachada se crea una cámara de aire que permite que el calor del edificio se reparta facilitando la ventilación. Los cristales utilizados son piezas de brie-soleil, un sistema que controla los rayos de sol en función de la temperatura exterior.
Estas características hacen de la Torre Agbar un edificio original, inteligente y sostenible, los tres pilares en que se sustenta el proyecto de Nouvel. Destaca especialmente las noches del fin de semana, cuando los 4.500 puntos de luz LED (el sistema menos contaminante y más eficiente) encienden la fachada de colores.
Fundado a principios del siglo XII, Santa Maria de Vallbona de les Monges es el monasterio cisterciense femenino más importante de Cataluña. Desde el momento de su construcción, el 1153, ha estado siempre habitado por monjas y actualmente forma parte de la Ruta del Cister (junto con Santes Creus y Poblet).
El conjunto es representativo del arte cisterciense, fiel a Regla de San Benito. Como se puede observar en Vallbona de les Monges, se prescinde de ornamentación, consiguiendo unos espacios funcionales y sobrios.
Durante la visita a la iglesia, vale la pena levantar la vista un momento. En la puerta principal (s. XIII) encontramos uno de los primeros relieves de Santa María que aparecen en un tímpano en Cataluña. Una vez dentro, el templo se caracteriza por la simplicidad y el admirable juego de luces. A la derecha del altar se encuentra el sarcófago sencillo y liso de la reina Violant de Hungría, esposa de Jaume I el Conquistador.
La simplicidad y la austeridad continúa en el claustro, donde se ven claramente las fases de construcción. La nave sur, románica primitiva, no tiene ningún tipo de decoración. La nave de levante, románica del siglo XIII, presenta pequeños rosetones. La nave norte es gótica y, finalmente, la nave de poniente es una construcción renacentista del siglo XVI, pero que sigue el estilo general de las galerías románicas.
El Palacio de la Generalitat, situado en el barrio gótico de Barcelona, es uno de los pocos edificios de origen medieval en Europa que se mantiene como sede del gobierno y de la institución que lo construyó.
La casa original, en la calle Sant Honorat, se adquirió en 1400 y durante todo el siglo XV se amplió y convirtió en un nuevo palacio gótico, obra de Marc Safont. Entre los elementos mejor conservados de esta etapa está la Galería gótica y la Capilla de Sant Jordi.
Durante el siglo XVI el Palacio de la Generalitat incorpora nuevos elementos respetuosos con el estilo gótico previo como la Cambra Daurada (Cuarto Dorado) y el primer Pati dels Tarongers (Patio de los Naranjos). Los cambios más radicales son a raíz de la ampliación hacia la plaza Sant Jaume (1597-1619): la actual fachada principal se inspira en el Renacimiento italiano, destacando cuatro columnas dóricas de origen romano del siglo II.
Los últimos cambios importantes en el edificio son de la etapa de la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925): se añadieron elementos como la escalera de honor y la estatua ecuestre de Sant Jordi. A partir de los años 70 también destaca la adquisición de más de un centenar de piezas de arte moderno, vanguardista y contemporáneo de autores como Montserrat Gudiol, Josep Maria Subirachs, Antoni Clavé, Joan Hernández Pijuán o Antoni Tàpies.
Una iglesia barroca, un residencia-convento de
estilo neoclásico... y una cueva. Estos tres elementos conforman la
Cova de San Ignasi de Manresa, un conjunto arquitectónico
convertido en centro de espiritualidad y estampa icónica de la capital
del Bages.
Situado en el Puig de Sant Bartomeu en
una de las cuevas formadas por la erosión de las aguas de El Cardener, este
conjunto se levantó en el lugar donde la tradición cuenta que San
Ignacio de Loyola vivió 11 meses meditando y escribiendo parte de sus
Ejercicios Espirituales, entre el 1522 y el 1523.
En la cueva destaca el Relleu del rapte de
Sant Ignasi, un retablo de alabastro de mediados del siglo XVII,
esculpido por los manresanos Joan Grau, su hijo Francesc y Josep Sunyer.
La iglesia, construida en el siglo XVIII con el diseño
de Josep Moretó, combina un interior discreto donde destaca un altar de la
Santísima, con una fachada barroca rica en elementos y proporcionada en sus
medidas.
Completan el conjunto la residencia-convento
de los jesuitas, de inspiración neoclásica, y el vestíbulo o
pasillo que une la iglesia y la cueva, de estilo modernista y
decorado con mármoles, mosaicos, estucos, vidrieras y metales.
La Devesa de Girona es el parque urbano más grande del Principado. Con más de 2.500 árboles centenarios, el principal pulmón de la ciudad es un recinto dedicado al recreo donde la naturaleza se manifiesta en todo su esplendor.
Largas hileras de plátanos llenan las 40 hectáreas del parque. Su distribución origina verdaderas avenidas y paseos vegetales en la confluencia de los ríos Ter, Güell y Onyar, al oeste del casco histórico de la ciudad. Los árboles de este oasis verde son híbridos de las especies americana y oriental, la mayoría plantados en 1850. La poca distancia entre ellos los ha hecho crecer en vertical, alcanzando los 55-60 metros de altura.
Varias avenidas organizan el conjunto, en el que con el paso de los años se han ido levantando construcciones de todo tipo. La entrada, de 1898, conserva una de las dos casetas gemelas que daban la bienvenida al visitante y en el Campo de Marte encontramos las instalaciones deportivas construidas en 1942. En el Parque de La Devesa también se ubican campos de tiro y de aeromodelismo, el campo municipal de fútbol Fèlix Farró, las instalaciones de la Sociedad Hípica de Girona, el recinto de Fira de Girona, el Auditorio y el Palacio de congresos.
Ubicado en el centro de la ciudad de Barcelona, el Parque de la Ciutadella no sólo es un referente como espacio verde: su gran diversidad de elementos (museos, lago, cascada, vegetación centenaria, esculturas...) hacen que sea especialmente valorado por los vecinos y visitantes de la ciudad. Construido en la segunda mitad del siglo XIX con motivo de la Exposición Universal de 1888, el actual parque ocupa los terrenos de la ciudadela que ordenó construir Felipe V tras la Guerra de Sucesión.
De los pabellones levantados durante la Exposición Universal se conservan el Castillo de los Tres Dragones (sede del Museo de Zoología de Barcelona), el Umbráculo y el Invernadero. Pero donde se centran todas las miradas es en el lago y la cascada monumental. Un joven Antoni Gaudí participó en la construcción de la fuente, coronada por una escultura de hierro forjado.
En la antigua plaza de armas de la fortaleza encontramos la sede del Parlamento de Cataluña y, muy cerca, se puede ver una copia de El desconsuelo, de Josep Llimona. Esta réplica es la más destacada del centenar de esculturas que el visitante puede contemplar en el parque.
El acceso principal a La Ciutadella es por el paseo de Lluís Companys, que encabeza el imponente Arco de Triunfo modernista y que perfila una de las postales urbanas más bellas de la ciudad.
Durante muchos años, La Ciutadella fue el único parque de la ciudad, y el primero de los actuales que se diseñó específicamente como espacio público. Su versatilidad convierte el pulmón verde de Barcelona en escenario de actividades lúdicas y culturales.
Santa Caterina, inaugurado en 1848, fue el primer mercado cubierto de Barcelona. Desde 2005, la cubierta vuelve a ser su elemento diferenciador. Y es que la última reforma ha convertido al mercado en un referente de la arquitectura contemporánea y un punto de interés turístico. El tejado ondulante y lleno de colores es ya un nuevo símbolo de Barcelona.
En 1997 los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue reformaron el mercado originario obra de Josep Mas i Vila. El proyecto sólo mantiene 3 de las 4 fachadas originales y levanta un esqueleto de hierro, acero y hormigón que, en el interior del edificio, sobresale entre la estructura de arcos de madera que forman el techo.
Pero sin duda el protagonismo del nuevo mercado se lo lleva el tejado: una enorme estructura ondulada cubierta por 200.000 hexágonos de cerámica de 67 colores diferentes. Obra del ceramista Toni Cumella, representa las frutas y verduras que se venden en las puestos del mercado y llena la zona de luz y color.
La puesta en marcha del mercado ha contribuido a dinamizar el barrio. Ahora se reúnen bajo el mismo techo las paradas de producto fresco, un supermercado, restaurantes y la exhibición de los restos del antiguo convento dominico.
Durante la transformación de la Catedral de Barcelona en el siglo XIV, los parroquianos del barrio de La Ribera decidieron levantar otra iglesia que acabaría siendo uno de los grandes referentes del gótico catalán.
El rey Alfons el Benigno puso la primera piedra del templo en marzo de 1329 para coronar la conquista de Cerdeña y la expansión del dominio catalán por el Mediterráneo. La catedral del mar se construyó en un tiempo récord: tan sólo 54 años. Todo el barrio de La Ribera participó con dinero y bajando una a una las piedras de La Foixarda, la cantera de Montjuïc.
Observada desde el exterior, Santa Maria del Mar es una construcción compacta, lisa, sin grandes aberturas ni ornamentos. En cambio por dentro, la ordenación se aleja de la típica configuración de la época para dar lugar a un único espacio diáfano. Y es que las naves están construidas de tal forma que parecen una sola.
Hay que prestar especial atención a la luz. Su estructura de bloque compacto hace que entre nítida por los cuatro costados de la iglesia, sin crear las sombras y los juegos de luz típicos de los templos góticos. Es especialmente destacable el rosetón, de estilo flamígero.
Ubicada en el corazón del barrio gótico barcelonés, el edificio de la catedral se construyó a lo largo de 150 años, entre los siglos XIII y XV. El lugar escogido fue el mismo donde había existido previamente una catedral románica y, antes, un templo paleocristiano. El templo está dedicado a la Santa Creu y a Santa Eulàlia, patrona de la ciudad.
La catedral de Barcelona es un bello ejemplo del gótico catalán, alejado de la verticalidad del francés. Una curiosidad de esta construcción es que tiene el cimborrio a pie de la nave, casi al lado de la fachada principal. De esta manera la tribuna real queda igual de iluminada que el altar mayor.
Este cimborrio y la fachada son de finales del siglo XIX y principios del XX. La fachada se levantó con motivo de la Exposición Universal de 1888 siguiendo el estilo neogótico.
Es uno de los elementos más significativos del templo junto con el claustro gótico (es imprescindible ver "l’ou com balla" (el huevo bailando) el día de Corpus, que consiste en hacer bailar un huevo vacío sobre el rayo del surtidor de la fuente) y la cripta de Santa Eulàlia con el sarcófago de alabastro ricamente esculpido
Igualmente destacable es la colección de retablos, que ocupan las capillas interiores, entre los que está el Retablo de la Transfiguración, de Bernat Martorell.
Asimismo, el coro constituye uno de los conjuntos escultóricos más notables del gótico internacional en Cataluña. Iniciado en el siglo XIV, en el XVI se complementa con mamparas con escenas en relieve del Antiguo Testamento y la Pasión y las pinturas heráldicas de los sillerías.