Famoso sobre todo por su impresionante claustro románico, el Monasterio de Sant Cugat, regido por la orden benedictina, contiene elementos prerrománicos, góticos y renacentistas.
Construido entre los siglos IX y XIV, en la iglesia encontramos la clásica planta basilical de tres naves y tres ábsides, que se asientan sobre los restos de un castrum romano. El templo se caracteriza por la sobriedad del románico en la falta de decoración y la poca luz, y la grandiosidad del gótico gracias al cimborrio del siglo XIII: una construcción de ocho caras con grandes ventanas.
La prosperidad del siglo XII propició la construcción del primer piso del claustro, formado por largas galerías con arcos de medio punto que descansan sobre parejas de columnas y varios pilares. Pero lo que seguro atrapa la mirada del visitante son los 144 capiteles románicos.
Esculpidos en piedra procedente de Montjuïc entre finales del siglo XII y XIII, encontramos en ellos un hecho totalmente insólito: la firma de su autor. Así, sabemos que el escultor Arnau Cadell se autorretrató en un capitel corintio y escribió en latín: "Esta es la figura del escultor Arnau Cadell, que tal claustro construyó en perpetuidad".
Cruzar las puertas del Palau Moja significa descubrir cómo vivía la alta burguesía de Barcelona en los siglos XVIII y XIX. Los propietarios fueron dos prohombres de la ciudad, que lo convirtieron en punto de encuentro de la alta sociedad de la época.
Josep de Copons, marqués de Moja, y su esposa, Maria Lluïsa Descatllar, encargaron la construcción al arquitecto Josep Mas. En 1784 se inauguró el edificio, que combinaba elementos del barroco con influencias del neoclasicismo francés. De esta primera etapa, son destacables el Gran Salón, con pinturas de Francesc Pla "El Vigatà", y las fachadas. Curiosamente la puerta principal se encuentra en la calle Portaferrissa. Y es que en esos momentos la Rambla aún era un arroyo que apenas se empezaba a urbanizar.
En 1870, el marqués de Comillas, suegro de Eusebi Güell, compró el palacio y lo adecuó al gusto de la época. Una de las reformas más visibles fue la escalera de honor. También datan de esa misma época los salones azul, rosa y verde. Jacint Verdaguer vivió durante 15 años como cura de la familia y limosnero.
Después del incendio de 1971, el palacio quedó abandonado durante once años. Actualmente es la sede de la Dirección General del Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya.