Entre Cambrils y Montbrió del Camp encontramos una de las mejores muestras de jardinería romántica del Mediterráneo. El Parque Samà es una mezcla de jardín botánico y zoológico y bosque autóctono, que hoy en día sigue seduciendo a sus visitantes gracias a la belleza y la armonía del conjunto y a su delicado exotismo.
El promotor del parque fue Salvador Samà i Torrents, marqués de Marianao, perteneciente a una familia de indianos que se había establecido en Cuba y que quiso trasladar a la comarca de El Baix Camp el ambiente de la antigua colonia. El proyecto lo ejecutó Josep Fontserè i Mestre, autor de la gran cascada del parque de la Ciutadella de Barcelona.
En 1881 se inició la plantación del parque con largas hileras de plátanos, mandarinos, tilos , castaños de indias, nenúfares, palmeras y yuca, entre otras especies vegetales. Posteriormente, el parque acogió los animales del zoo privado del marqués, que se exhibían en varios habitáculos y jaulas. Igualmente importantes en la composición del parque son los elementos arquitectónicos: el palacio, el estanque y la cascada, el Pabellón de los Loros y la Torre del Ángulo son los que más destacan.
Estudiar, conservar y divulgar la historia de la ciudad; el Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) articula un discurso explicativo sobre la ciudad a través de un extenso fondo y de varios espacios patrimoniales extraordinarios. El museo recopila la cultura material que explica el pasado y el presente y esto se traduce en una colección rica y heterogénea que sigue creciendo. El MUHBA es un espejo de las múltiples caras de la ciudad: un importante núcleo histórico, una ciudad nueva modernista y un conjunto diverso de antiguas poblaciones y barrios de nueva creación.
El conjunto monumental de la plaza del Rei es el núcleo fundacional del Museo de Historia de Barcelona desde que se creó en el año 1943. En el subsuelo de la Casa Padellàs se puede ver una parte importante de la antigua Barcino; la visita permite pasear por las calles de la Barcelona romana, acercarse a la muralla de la época, entrar en una tintorería del siglo II d. C., ver los vestigios de la primera comunidad cristiana de la ciudad, etc. El conjunto se completa con importantes edificios medievales como el Palacio Real y el Salón del Tinell. Pero además de estos espacios emblemáticos, la sede central del MUHBA contiene la exposición permanente, con piezas sobre el antiguo régimen municipal, los gremios y cofradías barcelonesas, la industria de las indianas, la imaginería popular y festiva de la ciudad, la Barcelona decimonónica y la reforma urbana.
Con los años, este núcleo histórico se ha ampliado considerablemente y actualmente recoge hasta 15 espacios patrimoniales distribuidos por la ciudad. Destacan el Templo de Augusto, la Vía Sepulcral Romana, el Call (la Judería), el Park Güell, Santa Caterina, el Turó de la Rovira o la Fabra i Coats, entre otros.
Las Reales Atarazanas de Barcelona fueron la gran fábrica de galeras que necesitaba la Corona de Aragón en plena expansión por el Mediterráneo. Situadas enfrente del mar y a los pies de Montjuïc, durante muchos años se pensó que eran los astilleros medievales más grandes y completos que se conservaban en el mundo. Pero las excavaciones del año 2012 evidenciaron que, a finales del siglo XVI, sobre el antiguo edificio medieval, se levantaron unos nuevas astilleros que se corresponden en el edificio actual.
El rey Jaume I impulsó la creación de las Atarazanas, aunque fue Pere III que, en colaboración con la ciudad y la Generalitat, les dio el empujón definitivo a finales del siglo XIV. El primer edificio de esta infraestructura fue una gran construcción amurallada con una torre en cada ángulo; posteriormente se empezó a cubrir y ampliar. La gran sala gótica de ocho naves que vemos actualmente data del siglo XVI, aunque mantiene el estilo gótico original. Es un espacio amplio y muy luminoso gracias a los grandes ventanales y cubierto por un techo de madera.
Actualmente el edificio es la sede del Museo Marítimo de Barcelona. La colección se inició en 1929 y se ha ido enriqueciendo a lo largo de los años. Destacan los modelos de barcos, de instrumentos náuticos, de exvotos, de pintura marítima, de mascarones o de cartografía. También son muy populares la réplica de la Galera Real de Juan de Austria y el pailebote de Santa Eulàlia.
Tortosa fue durante los siglos XIV y XV un enclave mercantil de primer orden. Este esplendor se refleja en edificios como la catedral, los palacios nobiliarios, el palacio episcopal, el recinto de las murallas o la lonja. En el siglo XVI Tortosa era una de las ciudades con más peso político, demográfico y económico de Cataluña. De esta época son los Reales Colegios, el conjunto renacentista más importante de Cataluña.
El conjunto monumental está formado por tres edificios. El más importante es el Colegio de Sant Jaume y de Sant Maties, de 1564, donde en un inicio se educaba a jóvenes musulmanes conversos. Es un gran edificio de dos pisos organizados en torno a un patio central -el único patio del Renacimiento en Cataluña-, donde destaca la rica ornamentación escultórica con alta influencia italiana.
El otro edificio es el Colegio de Sant Jordi y de Sant Domènec, de 1578. Era en origen un convento dominicano, pero los bombardeos franquistas (1937-1939) sólo dejaron en pie la sencilla portalada renacentista de dos cuerpos.
Completa el conjunto la Iglesia de Sant Domènec, de 1585. Es una iglesia de una sola nave, de estilo gótico, con capillas laterales. En la actualidad preside la nave central un armario-archivo procedente de la desaparecida casa de la ciudad. Desde 2008, acoge el Centro de Interpretación del Renacimiento.
La Central de Capdella, ubicada en el municipio de La Torre de Capdella, fue la primera central hidroeléctrica de Cataluña. Su gestación fue a finales del siglo XIX cuando Emili Riu, periodista y político de Sort, encontró una vía de aprovechamiento de la gran reserva de agua de la Vall Fosca, que supera los 50 millones de m3.
En 1914 la compañía Energía Eléctrica de Cataluña ponía en funcionamiento la central hidroeléctrica. Fue una obra faraónica que aprovechaba las aguas del sistema del Estany Gento a través de un canal de 5 kilómetros con un desnivel de 836 metros. Además, se tuvieron que habilitar nuevas infraestructuras: un funicular, carreteras de acceso, ferrocarriles, viviendas para trabajadores, etc. Sin embargo, el proyecto estuvo listo en sólo dos años.
Al cabo de un tiempo, la Central fue traspasada a la Canadenca (ahora Fecsa-Endesa). Actualmente, en una parte de las instalaciones se encuentra el Museo Hidroeléctrico de Capdella, que pertenece a la red del Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña, y que pone en valor lo que supuso la Central para la industria y también para el territorio.
Definida por el dramaturgo Àngel Guimerà como una de las catedrales del vino, la bodega modernista de Pinell de Brai es la expresión arquitectónica del cooperativismo agrario en Cataluña de finales de siglo XIX. Su construcción se encarga a Cèsar Martinell el 1919 que utiliza todos los elementos de la arquitectura tradicional catalana, la estética modernista, y lo enriquece con las innovaciones técnicas de su maestro Antoni Gaudí.
La luz que se filtra entre los ventanales, la planta que recuerda a la de una iglesia y la sensación de amplitud recrea el interior de una catedral gótica. Pero más allá de la belleza arquitectónica del edificio, Martinell crea un espacio funcional destinado a la producción de vino. Por ello, incorpora importantes innovaciones técnicas: la estructura de naves basada en arcos parabólicos, el sistema de ventilación a través de grandes ventanales o el aislamiento en cámaras de los recipientes para la elaboración del vino.
El elemento más característico de la bodega es sin duda el friso de cerámica vidriada de la fachada diseñado por el pintor Francesc Xavier Nogués, en el que se suceden escenas de la vendimia y de la elaboración del vino y el aceite. A pesar de su espectacularidad, por falta de presupuesto se eliminó del proyecto inicial y no se incorporó hasta 1949.
Montserrat es un símbolo para Cataluña y un punto de peregrinaje para creyentes. La gran protagonista es su Virgen, patrona de Cataluña. Esta virgen románica es popularmente conocida como La Moreneta, debido al color de la cara y las manos, oscurecidas por el humo de los cirios.
El monasterio se fundó en 1025 por orden del Abad Oliba, sobre una pequeña ermita que Wifredo el Velloso había dado al Monasterio de Ripoll.
La visita a Montserrat empieza en la basílica del siglo XVI, con restos románicos y estructura gótica. A partir de aquí, desde la plaza de Santa María, punto neurálgico, se puede recorrer todo el conjunto, fruto de la gran reforma del siglo XIX liderada por Josep Puig i Cadafalch.
Imperdible es el Museo de Montserrat. Su colección se inició con los materiales del Oriente bíblico aportados por el padre Bonaventura Ubach de sus viajes. Pero el fondo se ha ido engrosando con obras muy destacables de pintores como Caravaggio, Rusiñol, Casas, Nonell, Picasso, Monet, Sisley, Degas, Pissarro o Dalí.
No es casualidad este museo. Desde el siglo XVII Montserrat ha sido un centro cultural de primer orden y lo demuestra la excepcional biblioteca con más de 250.000 volúmenes del monasterio. Entre las actividades que promueven destaca la Escolanía, que es uno de los coros de niños más antiguos de Europa, documentado desde el siglo XIV.
Cerca de la abadía, se conserva aún el vecino Monasterio de Santa Cecilia, que actualmente se ha convertito en el Espacio de Arte Sean Scully. Destaca la iglesia románica, también reformada en los años 30 por Puig i Cadafalch. Pocos saben que este monasterio fue la primera opción del Abad Oliba para extender sus dominios en Montserrat, pero se encontró con la negativa de la comunidad.
Los Jardines de Santa Clotilde, situados sobre un acantilado de gran belleza con vistas al mar, están considerados el ejemplo de jardín novecentista. Fueron realizados por el arquitecto Nicolau Rubió i Tudurí, gran seguidor de Jean-Claude Nicolas Forestier, que proyectó, entre otros, los jardines de Montjuïc y del Parque de la Ciutadella.
En un intento de recuperar las formas clásicas, los Jardines fueron diseñados a la manera de los antiguos jardines del Renacimiento italiano. Estructurados a partir de un escalonamiento en terrazas, donde la diversidad de especies de plantas mediterráneas se alterna con pequeños estanques y conjuntos escultóricos.
Cerca de la entrada principal de los jardines se encuentra la casa original que destaca por las arcadas de medio punto de la planta baja, una gran terraza y una torre de tres pisos. En la fachada sur de la torre hay un panel de baldosa pintada dedicado a Santa Clotilde de 1930.
Los jardines se organizan alrededor de la escalinata principal, conocida como la Escalera de las Sirenas, que sale desde la explanada de la casa. Al descender por ella se mezclan los olores de resinas, laureles y plantas aromáticas con el del mar de fondo.
La Casa Masó es la casa natal del arquitecto Rafael Masó, un símbolo del desarrollo del novecentismo en Girona. Perfectamente integrada en el entorno urbano, el edificio consta de planta baja, tres pisos y azotea.
La casa actual es la unión de cuatro casas de tipo menestral adquiridas por la familia Masó. La fachada de la calle Ballesteries combina el estilo secesionista con elementos de inspiración barroca. En la parte trasera, galerías de vidrio y cerámica enmarcan al río Onyar.
Rafael Masó hizo dos grandes reformas en la casa. La primera, a partir de 1911 cuando su padre le encargó adecuar la vivienda a las necesidades de una familia numerosa y que había ascendido socialmente. La segunda intervención fue en 1918, cuando su hermano heredó la casa. Además de unificar las fachadas, diseñó la escalera, los vitrales y buena parte de los muebles del interior.
Para las reformas, el arquitecto recurrió al estilo modernista imperante en la época, aunque cada vez fue introduciendo más elementos del incipiente movimiento novecentista.
Desde 2006 esta vivienda acomodada es la sede de la Fundación Rafael Masó y actualmente es la única de las casas del río Onyar que está abierta al público.
Los músicos Lluís Millet y Amadeu Vives, fundadores del Orfeó Català, en 1891 encargaron a Lluís Domènech i Montaner un edificio para la sede de la entidad. Pero no querían una construcción cualquiera, sino un edificio único que recogiera el sentimiento catalanista de la burguesía de finales de siglo XIX. El 23 de abril de 1905 se inició la construcción y la alta sociedad barcelonesa no se perdió la inauguración, el 9 de febrero de 1908.
En la fachada destaca el conjunto escultórico de la alegoría de la música popular. Una vez dentro, el vestíbulo principal, un espacio barroco lleno de color, es el aperitivo de la auténtica joya del edificio: la sala de conciertos. Domènech i Montaner recurrió a una estructura de acero que soporta el peso de la construcción para poder obtener un gran espacio diáfano, claro y limpio. Y en el techo, toda la platea está cubierta con una gran claraboya en forma de esfera invertida que representa un sol rodeado de rostros femeninos. El escenario es el otro gran atractivo de la sala, con los conjuntos escultóricos más relevantes del edificio.
Domènech i Montaner diseñó un Palau donde la arquitectura se combina con la escultura, el ebanistería, la marquetería, la vidriería, el mosaico o la cerámica. Es lo que conocemos como la obra de arte total.