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Patrimonio literario

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El escritor Josep Pla es uno de los prosistas más importante de la literatura catalana del siglo XX. A pesar de sus viajes, no se olvidó de su Palafrugell natal. Por ello, en 1973 dio su biblioteca a una entidad de nueva creación, la Fundación Privada Biblioteca Josep Pla, ligada al municipio. Desde 1995 este patrimonio literario se encuentra en la casa natal del escritor, actual sede de la Fundación Josep Pla.

En el número 49 de la calle Nou de Palafrugell, donde el periodista pasó su primera infancia, se puede hacer una inmersión en la vida y obra del autor de la Calle Estrecha. Además de custodiar su biblioteca personal, la Fundación dispone de un fondo bibliográfico especializado en Josep Pla que se va actualizando. Se complementa con el material del Centro de Documentación, que incluye manuscritos y documentación personal del autor, artículos de la hemeroteca, fondo de imágenes y vídeos y fondos de arte.

Desde el año 2000 en la casa natal se puede ver la exposición permanente Josep Pla (1897-1981), un itinerario vital y profesional del escritor enmarcado dentro del contexto histórico del siglo XX. Termina en una sala que ilustra el proceso de elaboración del Cuaderno Gris, la obra maestra de Pla, desde las primeras anotaciones en el manuscrito primigenio hasta la primera edición del texto.
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Bernat Metge (1346-1413) es el primer representante del humanismo en las letras catalanas e introduce el estilo renacentista. Inteligente y ácido, es el autor de una de las obras capitales de la literatura catalana antigua, El Sueño (1399).

De su padre, el especiero Guillem Metge, recibió una primera formación en filosofía natural. Cuando éste murió, su madre se casó con Ferrer Saiol, funcionario de la Cancillería Real. El padre putativo lo introdujo en el arte de la escritura y en una fulgurante carrera en el estado que le llevó a ser secretario real de Juan I y más tarde de su hermano, Martín el Humano.

Entre sus primeras obras están Libro de Fortuna y Prudencia (1381) o la traducción del Valter e Griselda de la versión latina que había hecho Petrarca de esta historia del Decamerón. También las obras satíricas El Sermón y la Medicina apropiada a todo mal.

El Sueño llegó precedido por el escándalo. Tras la turbia muerte del monarca Juan I en un accidente de caza en 1396, un complot inculpó los consejeros y cortesanos, entre ellos Metge. Fue acusado de corrupción, traición y afrenta al rey. Aunque fue absuelto por Martín I en llegar al trono, este episodio marcó su vida y obra.

Precisamente El Sueño es un diálogo entre Bernat, el rey Juan I y las figuras mitológicas Orfeo y Tiresias. El monarca se encuentra en el purgatorio, en vía de salvación y se aparece a Bernat, que es el alter ego del autor. El objetivo que perseguía Metge en escribirla era la exculpación de sus cargos, aunque el resultado es una obra poliédrica que rompe con todo lo anterior.
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Rafael d'Amat i de Cortada (1746 - 1819), barón de Maldà, es una de las figuras más significativas de la cultura catalana del siglo XVIII y el máximo representante de la prosa memorialística y autobiográfica de la época. Y es que escribió durante 50 años un dietario en el que describía minuciosamente todo lo que sucedía a su alrededor, el Cajón de sastre, que se ha convertido en un testimonio histórico de primer nivel.

El barón de Maldà pertenecía a la pequeña nobleza barcelonesa y, como tal, era un hombre conservador y profundamente religioso, además de declaradamente antifrancés. No era un gran aficionado a la lectura ni nunca hizo gala de una gran formación cultural. Aún así, tenía vocación de cronista. Desde el 10 de julio de 1796 hasta pocos días antes de morir, llenó más de setenta volúmenes de temas diversos, desde hechos personales y de la vida cotidiana hasta eventos sociales, políticos y culturales.

Utilizaba un lenguaje popular y coloquial, incluso poco cuidadoso. Es significativo que estuviera redactado en catalán, ya que en el siglo XVIII el castellano era la lengua de prestigio. La razón es que el Cajón de sastre nunca fue publicado en la época, sino que su finalidad era leerla en tertulias con círculos de amigos y conocidos.

Este dietario extenso es una aproximación sin precedentes a un periodismo incipiente y permite conocer de primera mano cómo se vivía en la Cataluña y especialmente en la Barcelona del siglo XVIII. Asimismo, se ha considerado el Cajón de sastre una de las muestras más importantes del rococó catalán. Aparte del dietario, se han conservado otros manuscritos del varón, como La explicación de la ciudad de Barcelona o Sucesos de Barcelona desde el año 1750 hasta el de 1769.
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No importa que no sea un día festivo. Cada 23 de abril las calles, ramblas y plazas de todo el país se llenan de libros, rosas y banderas para celebrar la Diada de Sant Jordi, una jornada participativa en la que la palabra escrita y recitada toma protagonismo.

Pero la Fiesta del Libro no ha estado siempre ligada al patrón de Cataluña. Impulsada por el editor Vicent Clavel para promover el libro en Cataluña, la primera Diada fue el 7 de octubre de 1927. Dos años después los libreros salieron un 23 de abril, y el éxito propició el cambio de fecha, que además coincidía con la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare.

Declarada Fiesta Nacional de Cataluña, la Diada de Sant Jordi ha contribuido desde sus inicios a impulsar la producción y comercialización del libro en catalán. Además, los lectores pueden interactuar con sus escritores predilectos. El paseo entre paradas de libros y la tradición de regalar una rosa complementan la jornada.

La consolidación del día de San Jorge como la Fiesta del Libro, también internacionalmente, llega con la proclamación por la Unesco del 23 de abril como el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor.

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En los siglos XVIII y XIX una nueva clase social, la burguesía, persigue un arte más personal, emocional, original y sobre todo rebelde, y reclama la identificación con una patria y raíces comunes.

En Cataluña el romanticismo tiene una clara connotación política: los literatos catalanes reivindican la recuperación de la lengua, la literatura y la cultura popular.

El primer poema romántico en lengua catalana es Oda a la Pàtria, de Bonaventura Carles Aribau (1833), pero el arraigo no llega hasta Lo Gaiter del Llobregat, de Joaquim Rubió i Ors. En novela, las primeras obras románticas en catalán son de autores como Antoni de Bofarull y Martí Genís i Aguilar. En cuanto al teatro, los exponentes son dramaturgos como Víctor Balaguer, Eduard Vidal y Frederic Soler, "Pitarra".

La Renaixença comparte con el romanticismo la voluntad de reavivar la conciencia nacional después de una etapa de decadencia y, de hecho, los dos movimientos conviven a lo largo del siglo XIX.

En Cataluña conviven dos facciones: la conservadora (Bofarull), y la reivindicativa (Balaguer). Comparten la voluntad de recuperar los Juegos Florales como instrumento para proyectar socialmente el catalán y estimular la producción editorial. El empujón definitivo de este acontecimiento literario llega en 1877, cuando son premiados Jacint Verdaguer y Àngel Guimerà.

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Nuevo en contraposición a viejo. Moderno lugar de modernismo. El novecentismo, el movimiento cultural y político de principios del siglo XX (1906-1923) nace con la voluntad de superar el panorama artístico catalán dominante hasta entonces. Según los postulados definidos por Eugeni d'Ors, había que recuperar las raíces del mundo clásico y crear un nuevo universo lingüístico e iconográfico.

El ensayo y la poesía son los principales géneros literarios del novecentismo catalán, y nombres como Josep Carner, Enric Prat de la Riba o Pompeu Fabra marcan los inicios del movimiento.

Si el novecentismo rompe con el modernismo, las vanguardias rompen con el novecentismo. Surgen en Europa entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial como reacción contra el poder y los gustos estéticos de la burguesía. Incluyen movimientos artísticos como el cubismo, que reinterpreta el espacio y utiliza formas geométricas, el futurismo, que desafía la belleza clásica, el dadaísmo, caracterizado por la negación y la confusión; y el surrealismo, que apuesta por la ausencia de la razón en la creación.

En Cataluña los principales nombres del movimiento literario vanguardista son poetas como Joan Salvat-Papasseit, Carles Sindreu, Joan Josep M. Junoy o J.V. Foix.

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Romper con los valores sociales y artísticos establecidos y transformarlos en una cultura moderna y nacional con nuevas ideas. Estos son los objetivos del modernismo de finales del siglo XIX hasta la primera década del siglo XX aplicados a todas las artes, incluida la literatura.

Los primeros pasos de este movimiento en Cataluña van ligados a la aparición de L’Avens (L’Avenç), la revista cultural de Valentí Almirall, que contará con la colaboración de Àngel Guimerà, Narcís Oller, Jaume Brossa, Joaquim Casas-Carbó y Jaume Massó. Las discrepancias en la publicación propiciarán la aparición de dos tendencias diferenciadas: el sector regeneracionista, preocupado por cambiar la sociedad y encabezado por Jaume Brossa, y el sector esteticista, impulsado por Santiago Rusiñol y Raimon Casellas, defensores del arte por el arte.

Al cambiar de siglo, las diferencias se superarán con la aparición de nuevos órganos de expresión modernista (la revista Catalonia y el semanario Joventut), que facilitarán un discurso más moderado y participativo.

Esta etapa es la que da frutos literarios de mayor diversidad y calidad: Els sots feréstecs (Raimon Casellas), Solitud (Víctor Català), L'auca del senyor Esteve (Santiago Rusiñol) y Josafat (Prudenci Bertrana). Entre los poetas, la figura capital del modernismo catalán es Joan Maragall, responsable de renovar el género, haciéndolo más coloquial y menos grandilocuente.

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Las cuatro grandes crónicas fueron escritas a finales del siglo XIII y durante el XIV y forman el mejor conjunto historiográfico de la Europa medieval. Sus autores, Jaime I, Bernat Desclot, Ramon Muntaner y Pedro el Ceremonioso, pretendían dejar constancia de unos hechos que querían tener valor didáctico. Las obras de Jaime I y Pedro el Ceremonioso se consideran las únicas autobiografías de monarcas medievales.

En la primera de las crónicas, el Llibre dels feits, el rey Jaime I dicta los hechos de su vida, obviando lo que le puede perjudicar, para transmitir la imagen de un monarca heroico y caballero.

En el Llibre del rei En Pere, Bernat Desclot, no es testigo directo de lo que cuenta. Aunque destaca por su cuidadoso trabajo de documentación, su relato ofrece una visión claramente interpretativa de Pedro III de Aragón.

A pesar de ser testigo directo de muchos de los hechos que relata, el Llibre de Ramon Muntaner el autor manipula la historia. Tampoco esconde su entusiasmo por los monarcas catalanes, que los considera seres sobrenaturales protegidos por la gracia divina.

La cuarta de las crónicas, el Llibre del Rei Pere III (Pedro IV de Aragón), destaca por su calidad literaria. Sin embargo, siempre ha sido menos considerada porque se aleja del espíritu épico y caballeresco y presenta un rey obsesionado por imitar y superar sus antecesores.

En la Biblioteca de Cataluña se conservan códices de las cuatro grandes crónicas.