Patrimonio literario | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Patrimonio literario

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Su legado literario, plenamente vigente, ha convertido a Josep Pla (1897 – 1981) en un referente en la literatura y el periodismo catalanes. Popularizó la literatura costumbrista, clara, aparentemente sencilla, que describe su entorno más cercano. Su original y extensa obra (narraciones, libros de viajes, biografías, crónicas periodísticas...) contribuyó a europeizar la literatura catalana.

Hijo de una familia de pequeños propietarios rurales de Palafrugell, estudió derecho en la Universidad de Barcelona. Comenzó a trabajar de periodista en 1918 en Las Noticias y colaboró en medios como La Publicidad, La Veu de Catalunya, El Sol, Fígaro y la Revista de Catalunya. Su profesión le llevó a hacer largas estancias en Madrid y en diferentes países de Europa (Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, la Unión Soviética...). Fruto de estos viajes nacen sus primeros libros: Coses vistes o Rússia (1925).

En 1939 se instaló definitivamente en Cataluña, sin moverse prácticamente del Empordà. Escribió en castellano algunos libros: Guía de la Costa Brava (1941), Humor honesto y vago (1942) o Un señor de Barcelona (1945). A partir de 1947 ya publicó sus libros en catalán. Comenzaba la etapa más fecunda como escritor con títulos como Cadaqués (1947), El carrer estret (Premi Joanot Martorell 1951), Nocturn de primavera (1953), Les hores (1953), L’Empordanet (1954), Cartes d’Itàlia (1955) o Santiago Rusiñol i el seu temps (1955).

En 1956 Josep Pla hizo un primer intento fallido de recoger sus Obres completes (Editorial Selecta), que incluían reimpresiones y también obras inéditas como Homenots (1958-62). En 1966 Pla firmó con Editorial Destino hacer una nueva compilación de su obra que comenzaría con un primer libro inédito: El quadern gris, una de las obras autobiográficas más importantes de la literatura catalana. La primera edición de la Obra completa comprende 45 volúmenes (cerca de 30.000 páginas). En 1973 el escritor creó la Fundación Josep Pla.

La grandeza de la obra de Pla la encontramos en la mezcla entre un lenguaje popular y una gran riqueza imaginativa verbal. Domina como nadie la descripción minuciosa y sensorial, la crítica social y el retrato psicológico. Sigue siendo uno de los autores más leídos y aún hoy es un testigo privilegiado de la historia del último siglo.
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Joan Miró (1893-1983) es considerado uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Su estilo único y original, marcado por las formas simples, los colores elementales y la experimentación con nuevos materiales, la ha convertido en un referente para muchos creadores.

Con tan sólo 14 años, comenzó los estudios de comercio por indicaciones de su padre, que aceptó que, paralelamente, se matriculara en las clases nocturnas de dibujo en La Llotja de Barcelona "como pasatiempo". Fue en 1911, durante la estancia en Mont-Roig del Camp para recuperarse de una enfermedad, que decidió firmemente ser pintor. Ni la proyección internacional, ni las estancias en París, Nueva York o Japón le alejarían jamás de los paisajes del Baix Camp, claves para su vocación artística y fuente de inspiración, como tampoco de sus raíces catalanas.

Después de una primera etapa artística con influencias fauvistas, expresionistas y cubistas (Retrat de nena, 1919; La masia, 1920) la estancia en París lo pone en contacto con el surrealismo y el dadaísmo, y su pintura evoluciona y se libera del convencionalismo y el academicismo. En su particular visión surrealista, Miró se inspira en lo irracional y transforma los objetos y los personajes en símbolos y formas que mezclan lo geométrico con lo orgánico. El carnaval d’Arlequí (1924) y El gos bordant a la lluna (1926) son títulos muy significativos.

El inicio del reconocimiento internacional de su obra, con la compra de piezas por parte del MoMA de Nueva York en 1928, coincide con su etapa más rebelde, marcada por el deseo de "matar" la idea clásica de pintura. Y es que durante toda su vida experimentará con nuevas técnicas y expresiones como el collage, los grabados, la cerámica, los tapices, la escultura, la escenografía, basculando constantemente entre la figuración y la abstracción. A partir de los años 60 inventa un nuevo lenguaje, donde su mitología característica (mujer, pájaro, estrella, luna y sol) adquiere una significación muy explícita (L’atzur d’or, 1967).

Huía del protagonismo público, refugiándose menudo en su estudio de Palma de Mallorca. Esto no es impedimento para que Miró exprese la rabia y sensibilidad por los grandes acontecimientos de su época (la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial) a través de su obra: Natura morta del sabatot (1937) o la serie Constel·lacions (1939 -1941). E incluso en los años de consagración internacional, con retrospectivas en los museos más prestigiosos, no se detiene su espíritu combativo. Son un ejemplo las telas que quemó y taladró en 1973 en protesta contra la represión franquista.

Una de las mejores colecciones de la obra del artista se encuentra recogida en la Fundación Joan Miró de Barcelona, ​​que abrió sus puertas en 1975. También hay importantes fondos de obra suya en la Fundación Pilar y Joan Miró de Palma de Mallorca, el Centro Georges Pompidou de París, el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, en la Tate Modern de Londres y el Moderna Museet de Estocolmo, entre otros.
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No dejó indiferente a nadie cuando, con sólo 20 años, Jacint Verdaguer (1845 -1902) ganó sus primeros Juegos Florales y fue a recoger el premio vestido de campesino. Y es que su origen rural el marcaría toda la vida. Poeta romántico, adscrito a la generación de la Restauración de 1874, estableció unos patrones de lengua mitad cultos mitad populares de gran riqueza. Verdaguer es una de las grandes figuras de la Cataluña moderna, que vuelve a situar la lengua catalana en la categoría de lengua literaria.

Hijo de un maestro y agricultor modesto de Folgueroles (Barcelona), ingresó en el seminario de Vic en 1855. Fue destinado de vicario en una pequeña parroquia rural de Osona, pero la dejó cuando enfermó para instalarse en Barcelona. Allí entró en contacto con los marqueses de Comillas, que lo convirtieron en el cura de la familia y más tarde en limosnero. En este periodo (1877-93), en la que residió en el Palau Moja y frecuentó los ambientes sociales más elevados, fue cuando escribió dos de sus poemas más importantes: L’Atlàntida (1877) y Canigó (1886), la expresión más genuina de su producción.

Finalmente, una crisis espiritual, diagnosticada como locura, lo alejó de la familia Comillas y de Barcelona. Supuso un enfrentamiento directo con el marqués y las autoridades eclesiásticas, que lo destinaron a La Gleva (Barcelona) donde se dedicó dos años a escribir. En la obra Flors del Calvari (1896), dotada de gran dramatismo, alterna la justificación personal con los ataques más punzantes contra sus enemigos. Pasa sus últimos años de beneficiado de la iglesia de Belén, de Barcelona.

Su obra nace de dos fuentes, la añoranza y el sueño, pero la realiza a través de unas tramas argumentales más o menos articuladas y de materiales sacados directamente de la vida del campo (Pàtria, 1888). Una buena parte de los poemas religiosos son leyendas o alegorías populares (Montserrat, 1880). Otros poemas son más personales (Els Idil·lis i cants místics, 1879, Aires del Montseny, 1901). También publicó algunos libros en prosa: Excursions i viatges (1887) o Rondalles (1905).

La producción verdagueriana ha sido musicada por varios compositores (L’emigrant, 1894) y traducida a buena parte de las lenguas cultas.
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Poeta, dramaturgo y novelista, Salvador Espriu (1913-1985) está considerado como uno de los renovadores, junto con Josep Pla y Josep Maria de Sagarra, de la prosa catalana de las fórmulas novecentistas. Él mismo describía su obra como una "meditación de la muerte". Como miembro de la generación del 36, no se centra sólo en una muerte y espiritualidad individual sino también colectiva. Canta como nadie la derrota y la esperanza de una Cataluña sometida a tensiones sociales y políticas.

Hijo de notario, vivió la infancia entre Barcelona y Arenys de Mar. Este pueblo del Maresme fue su "pequeña patria" y aparece mitificado en su obra como Sinera (Arenys al revés). Cursó estudios de derecho e historia antigua mientras hacía sus primeras incursiones en la literatura (El doctor Rip o Laia). Antes de estallar la Guerra Civil, publicó los libros de narraciones Aspectes (1934) y Ariadna al laberint grotesc y Miratge a Citerea (1935), obras que el acreditaron como el narrador más original de su generación. Le siguieron Letizia i altres proses (1937) y la obra de teatro Antígona (1939), sobre la guerra fratricida y la compasión para los vencidos.

Su primer volumen de poemas, Cementiri de Sinera, no se publicó hasta el 1946. Junto con la obra teatral Primera història d’Esther (1948), supuso el inicio de su popularidad durante la posguerra. La consagración llegó con La pell de Brau (1960), una alegoría crítica con la España de la posguerra y su intransigencia con los diferentes pueblos de la Península Ibérica. Utiliza el mito de Sepharad y se convirtió en un símbolo de la lucha antifranquista.

A partir de 1968, con motivo de la edición de sus obras completas, Espriu revisó toda su producción literaria y reescribió muchas de sus obras, sobre todo las de los primeros años. Sus últimas creaciones fueron la obra de teatro Una altra Fedra si us plau... (1978), el volumen de prosa Les roques i el mar, el blau (1981), el poema poema D’una vella i encerclada terra ( 1979) y la recopilación de poesía Per a la bona gent (1984). Traducida a varias lenguas, la obra de Espriu ha obtenido un reconocimiento internacional.
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Joan Maragall (1860-1911) representa la entrada de la literatura catalana en la modernidad. Heredó la retórica de la Renaixença y poco a poco la despojó de florituras. La simplicidad y la espontaneidad del lenguaje marcaron su obra sobre todo poética, aunque también es importante su producción en prosa, los artículos periodísticos y las traducciones, principalmente de autores alemanes como Goethe, Nietzsche y Novalis.
 
A los 14 años comenzó de aprendiz en la industria familiar. Tras una fuerte discusión con su padre, en 1879 dejó la fábrica para ingresar a la facultad de derecho. Se rebelaba así contra una burguesía que consideraba mediocre, conservadora y poco refinada. Sin embargo, su condición de heredero burgués le permitió dedicarse a una vida bohemia y relajada. En 1886, una crisis económica familiar volteó su mundo y lo impulsó a encarrilar profesional y personalmente su vida. Así, en 1890 entraba a trabajar en el Diario de Barcelona y un año después se casaba con Clara Noble.
 
A partir de 1892 Maragall se convirtió en el símbolo de los nuevos aires de modernidad que circulaban por Barcelona y el guía de su burguesía, que intentó agitar en varias ocasiones. Su poesía pasó por varias etapas, pero siempre influida por dos corrientes: el vitalismo, de raíz nietzscheana, y el decadentismo. Asimismo reforzó ese lirismo directo y primario, expresivo y sincero, con el que cantaba al paisaje, las costumbres y las fiestas, los mitos y héroes de Cataluña, y el amor a la mujer y a los amigos. Poesies (1895) fue su primer libro, donde se encuentra el popular poema La vaca cega.
 
Contribuyó a la recuperación del catalanismo a través de géneros populares (el segundo libro Visions i Cants (1900) lo muestra claramente) y también a través de sus incisivos artículos periodísticos. Asimismo hizo un ejercicio de dinamizar la lengua. Poco a poco rechazó las posibilidades estéticas del modernismo y reflexionó sobre la propia experiencia creadora a través de la simplificación de los temas, de la métrica, los recursos lingüísticos y de la retórica. Es lo que se conoce como la "teoría" de la palabra viva (esbozada en 1903 en el Elogi de la paraula y elaborada en 1909 en el Elogi de la poesia). Los poemas de Enllà (1906) fueron el mejor ejemplo.
 
La última etapa de Maragall es la más íntima y serena. A Seqüències (1911) se cerraron ciclos temáticos como el del conde Arnau y se inició uno, el del "Cant espiritual", donde expresaba su reflexión sobre el hombre y la religión. Nausica es su obra póstuma. Su obra manuscrita se conserva en el Archivo Joan Maragall.
 
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“Hombre de letras” es un atributo que encaja perfectamente con Carles Riba i Bracons (1893-1959). Y es que fue poeta, crítico, narrador y traductor, además de académico.

Formado bajo la influencia del Glosari de Eugeni d’Ors, como todos los de su generación, pasó por una primera etapa novecentista. El Primer llibre d’Estances (1919) es un ejemplo desde el punto de vista formal, aunque desde el punto de vista conceptual estos primeros poemas tienen una voluntad introspectiva que ya adivina la personalidad literaria de Riba.

Lo que sí compartía con los novecentistas era la convicción firme que, como intelectual, tenía el “deber” de contribuir a la construcción de país. Así, parte de su trayectoria profesional (en la que se incluyen trabajos de traductor, crítico y profesor universitario) iba encaminada a educar culturalmente la ciudadanía.

Riba tradujo autores modernos como Gottfrien Keller y Hölderlin y clásicos como Virgilio, Jenofonte, Plutarco, Homero y Sófocles. En 1922 inició su colaboración con la Fundació Bernat Metge, creada entonces por Francesc Cambó, hecho que aumentó su vocación humanista de estudio de los clásicos griegos y latinos. También fue miembro del Institut d’Estudis Catalans y presidente de la Institució de les Lletres Catalanes.

Mientras su prestigio como traductor y profesor crecía, a principios de los años veinte, Riba entró en una época de crisis poética. En aquel momento su obra, minoritaria, se consideraba oscura. Es a partir del contacto con el filólogo Karl Vossler (1922) y sobre todo con el poeta Paul Valéry (1924) que inició su camino hacia el postsimbolismo. De este momento es el Segon llibre d’Estances (1929-1930) y Tres suites (1930-1935). Aun así, la poesía de Riba continuaba teniendo un profundo valor personal que difería de la mayoría de referentes del momento.

Su actividad no se truncó durante la Guerra Civil, en la que dio apoyo explícito a la causa republicana. De aquella época son las dos primeras secciones la obra Del joc i del foc. Con la entrada de las tropas nacionales en 1939 Riba y su familia (su esposa Clementina Arderiu y sus tres hijos) se exiliaron en Francia, donde escribió una de sus obras más conocidas, Elegies de Bierville.
Durante la posguerra, Riba continuó trabajando como escritor y traductor y, además, se convirió en representante de la cultura catalana en varios congresos nacionales e internacionales. 
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Jacint Verdaguer, autor de la Atlántida y Canigó y uno de los grandes artífices de la recuperación del catalán como lengua literaria, vivió parte de su infancia en la actual Casa-Museo Verdaguer de Folgueroles. Inaugurado en 1967, se trata de uno de los museos literarios más antiguos de Cataluña.

La casa es del siglo XVII y se estructura en planta baja (originalmente destinada a las labores agrícolas), primer piso, buhardilla y salida detrás. Está ubicada en el número 7 de la calle Mayor de Folgueroles, junto a Cal Doctor (núm. 9). Cuando vivió el joven Verdaguer las dos casas formaban un solo edificio.

El proyecto se remonta a los inicios del siglo XX, cuando surge la idea de crear un museo a la memoria de Verdaguer en Folgueroles. La colección -creada por la Asociación Amigos de Verdaguer con el asesoramiento de Eduard Junyent y Josep M. Garrut (conservadores del MEV y del MHCB, respectivamente) - recoge un fondo de tres tipologías: la biográfica, con elementos que pertenecieron al poeta; la etnográfica, con múltiples objetos de vida cotidiana (en el primer piso se conservan los espacios domésticos de una casa de mediados del siglo XIX) y la artística, con piezas de artistas como Duran Camps, Pahissa y Perejaume. En la biblioteca, se custodian unos 800 registros entre libros, hemeroteca, material gráfico, sonoro y audiovisual.
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Joan Maragall es una de las figuras capitales de la poesía modernista, aunque también cultivó la prosa. Escribió más de 450 textos, entre artículos, ensayos, discursos, semblanzas biográficas y prólogos. Todo su legado documental se encuentra en el Archivo Joan Maragall, un centro de documentación ubicado en su última residencia, en el barrio de Sant Gervasi de Barcelona. Actualmente este edificio está habilitado también como casa-museo, para acercar la parte más íntima de uno de los grandes nombres de la Renaixença.

El Archivo Joan Maragall reúne un importante fondo documental sobre la figura y la obra del poeta y el conjunto del Modernismo. Se constituyó en 1911, después de la muerte de Maragall, por iniciativa de su viuda. En 1993, el centro se adscribió a la Biblioteca de Cataluña.

Los estudiosos de la obra de Maragall encontrarán una completa colección de obra manuscrita, entre la que se cuenta un extenso epistolario. El archivo también custodia la biblioteca personal del poeta con un millar de ejemplares y dispone de todas las ediciones de sus obras. Al fondo documental propio se le suma la biblioteca crítica sobre la obra del escritor, partituras originales sobre sus poemas, la colección iconográfica y unos 10.000 recortes de prensa.

Aunque el edificio sufrió modificaciones tras la reforma de 1957, se conservan varios objetos del poeta y de su familia. El visitante puede recorrer el recibidor, el salón noble, el comedor, el despacho y dos dormitorios, donde encontrará el mobiliario original, así como fotografías y obras de arte de artistas modernistas como Rusiñol o Casas.
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Joan Brossa (1919-1998) fue un artista inquieto, que se interesó por diferentes disciplinas artísticas. Si bien es cierto que fue poeta, no se limitó a las formas clásicas y trabajó los poemas visuales, los objetos poemas o los poemas urbanos. Además, este artista vanguardista, difícil de catalogar, trabajó con multitud de disciplinas: la música, el teatro, el cine e, incluso, la magia. A pesar de todo, fue prácticamente un desconocido hasta 1970, en que publicó Poesía rasa.

El pistoletazo de salida de su carrera es en 1948, cuando participó en la fundación de la mítica revista Dau al Set, una publicación que suponía la adopción plena del surrealismo en el terreno artístico y literario. Es de esta época el libro Romances del Dragolí (1948), que destila ironía y mucho humor. También comienza a escribir teatro de línea dadaísta, dos guiones cinematográficos e, incluso, una pieza de ballet.

En los años cincuenta, la poesía de Brossa cada vez más reflejaba las cuestiones sociales, la denuncia política y las teorías marxistas. Fruto de este giro son las publicaciones Me hizo Joan Brossa (1950), Cataluña y selva (1953) y los diez libros de odas sáficas. Su teatro también fue comprometido, con formas populares como el cuadro de costumbres: Cortina de murallas o Oro y sal son algunos ejemplos.

A partir de los sesenta, la plasticidad tomó cada vez más fuerza en la obra de Brossa. El poeta manipulaba los objetos para representar el concepto (poemas visuales). La colaboración con artistas plásticos fue, pues, inevitable. Trabajó con Antoni Tàpies y Joan Miró. Con todo, Brossa no abandonó nunca el poema escrito. Son de este momento Els entra-i-surts del poeta. Roda de llibres (1969-75), poemas cortos y lúdicos.

Fue después de la muerte de Franco que la popularidad del artista creció sin cesar: premios y distinciones, una exposición antológica en la Fundación Joan Miró y una gran proyección internacional. Su obra comenzó a tener presencia física en Barcelona, ​​a través de algunos poemas visuales corpóreos, como Barcino (1991-1994), delante de la Catedral de Barcelona, ​​y también con la inauguración del espacio de creación Brossa Espacio Escénico.

El artista intentó siempre que la potencia lírica no le impidiera tener los pies en el suelo. La franqueza, la ironía e incluso el sarcasmo fueron algunas de las herramientas para conseguirlo. Después de su muerte su legado pasó a la Fundación Joan Brossa, que lo ha cedido en depósito en el MACBA.
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Joan Brossa, poeta, dramaturgo y artista plástico, fue por encima de todo un amante del arte en todas sus expresiones. Experimentó en diferentes géneros y a lo largo de su vida guardó mucha documentación relacionada. Eran tales las montañas de papeles y materiales diversos acumuladas en su primer estudio en la calle Balmes que tuvo que alquilar un segundo estudio para continuar almacenando "pequeños tesoros".

Un año después de la muerte del artista y siguiendo su voluntad, en 1999 nació la Fundación Joan Brossa para salvaguardar su legado documental y difundirlo de manera rigurosa, haciendo hincapié en su carácter interdisciplinario. La Fundación promueve la investigación, la edición, la reedición, la traducción, la representación y la exhibición de la obra de Brossa.

Entre el patrimonio de la Fundación se encuentra la biblioteca de Joan Brossa, formada por unos 6.000 libros, numerosas revistas y catálogos de exposición. Se le suma el archivo personal del poeta formado por unos 52.000 documentos tan variados como manuscritos de su obra artística y literaria, facsímiles, galeradas, correspondencia, carteles, recortes de prensa, fotografías, etc. La colección de arte de Joan Brossa, entre la que hay obras suyas, pero también obras de artistas como Joan Miró o Antoni Tàpies, también pertenece a la Fundación.

En 2012 se cedió en depósito la colección, el archivo y la biblioteca al MACBA para asegurar su conservación y permitir una mayor difusión. Tres años más tarde, se trasladó la sede de la Fundación -que estaba en La Seca Espai Brossa- a la primera planta del Centro de Estudios y Documentación del MACBA.