Los Jardines de Santa Clotilde, situados sobre un acantilado de gran belleza con vistas al mar, están considerados el ejemplo de jardín novecentista. Fueron realizados por el arquitecto Nicolau Rubió i Tudurí, gran seguidor de Jean-Claude Nicolas Forestier, que proyectó, entre otros, los jardines de Montjuïc y del Parque de la Ciutadella.
En un intento de recuperar las formas clásicas, los Jardines fueron diseñados a la manera de los antiguos jardines del Renacimiento italiano. Estructurados a partir de un escalonamiento en terrazas, donde la diversidad de especies de plantas mediterráneas se alterna con pequeños estanques y conjuntos escultóricos.
Cerca de la entrada principal de los jardines se encuentra la casa original que destaca por las arcadas de medio punto de la planta baja, una gran terraza y una torre de tres pisos. En la fachada sur de la torre hay un panel de baldosa pintada dedicado a Santa Clotilde de 1930.
Los jardines se organizan alrededor de la escalinata principal, conocida como la Escalera de las Sirenas, que sale desde la explanada de la casa. Al descender por ella se mezclan los olores de resinas, laureles y plantas aromáticas con el del mar de fondo.
Ubicado en el centro de la ciudad de Barcelona, el Parque de la Ciutadella no sólo es un referente como espacio verde: su gran diversidad de elementos (museos, lago, cascada, vegetación centenaria, esculturas...) hacen que sea especialmente valorado por los vecinos y visitantes de la ciudad. Construido en la segunda mitad del siglo XIX con motivo de la Exposición Universal de 1888, el actual parque ocupa los terrenos de la ciudadela que ordenó construir Felipe V tras la Guerra de Sucesión.
De los pabellones levantados durante la Exposición Universal se conservan el Castillo de los Tres Dragones (sede del Museo de Zoología de Barcelona), el Umbráculo y el Invernadero. Pero donde se centran todas las miradas es en el lago y la cascada monumental. Un joven Antoni Gaudí participó en la construcción de la fuente, coronada por una escultura de hierro forjado.
En la antigua plaza de armas de la fortaleza encontramos la sede del Parlamento de Cataluña y, muy cerca, se puede ver una copia de El desconsuelo, de Josep Llimona. Esta réplica es la más destacada del centenar de esculturas que el visitante puede contemplar en el parque.
El acceso principal a La Ciutadella es por el paseo de Lluís Companys, que encabeza el imponente Arco de Triunfo modernista y que perfila una de las postales urbanas más bellas de la ciudad.
Durante muchos años, La Ciutadella fue el único parque de la ciudad, y el primero de los actuales que se diseñó específicamente como espacio público. Su versatilidad convierte el pulmón verde de Barcelona en escenario de actividades lúdicas y culturales.