Durante la transformación de la Catedral de Barcelona en el siglo XIV, los parroquianos del barrio de La Ribera decidieron levantar otra iglesia que acabaría siendo uno de los grandes referentes del gótico catalán.
El rey Alfons el Benigno puso la primera piedra del templo en marzo de 1329 para coronar la conquista de Cerdeña y la expansión del dominio catalán por el Mediterráneo. La catedral del mar se construyó en un tiempo récord: tan sólo 54 años. Todo el barrio de La Ribera participó con dinero y bajando una a una las piedras de La Foixarda, la cantera de Montjuïc.
Observada desde el exterior, Santa Maria del Mar es una construcción compacta, lisa, sin grandes aberturas ni ornamentos. En cambio por dentro, la ordenación se aleja de la típica configuración de la época para dar lugar a un único espacio diáfano. Y es que las naves están construidas de tal forma que parecen una sola.
Hay que prestar especial atención a la luz. Su estructura de bloque compacto hace que entre nítida por los cuatro costados de la iglesia, sin crear las sombras y los juegos de luz típicos de los templos góticos. Es especialmente destacable el rosetón, de estilo flamígero.
Con poco más de 30 años, la reina Elisenda de Montcada se retiró del mundo al quedar viuda. Y lo hizo en el Monasterio de Pedralbes, que ella misma había fundado en 1326 en la montaña de Sant Pere Mártir (Barcelona). Allí residió 37 años aislada, con la única compañía de las monjas clarisas y la arquitectura gótica.
El Monasterio de Santa Maria de Pedralbes se levantó en sólo 13 meses y destaca por su gran homogeneidad arquitectónica de estilo gótico. Las piedras blancas (petras albas), utilizadas para construir el conjunto, acabaron dando nombre a la zona: Pedralbes.
Entre las joyas del monasterio está la pequeña capilla de Sant Miquel, que destaca por las pinturas al fresco y al aceite (s. XIV), un testimonio excepcional de la pintura gótica catalana; los vitrales góticos del interior del templo (considerados los más importantes de Cataluña por su antigüedad y buen estado de conservación) y el claustro. Este es uno de los más grandes e imponentes del mundo.
Destacar también la tumba de la reina Elisenda. Ubicada entre la iglesia y el claustro, es un sepulcro bifrontal que representa sus dos caras: desde la iglesia se la ve vestida y coronada como reina y, desde el claustro, aparece como viuda y monja, con el sencillo hábito franciscano.
Ubicada en el corazón del barrio gótico barcelonés, el edificio de la catedral se construyó a lo largo de 150 años, entre los siglos XIII y XV. El lugar escogido fue el mismo donde había existido previamente una catedral románica y, antes, un templo paleocristiano. El templo está dedicado a la Santa Creu y a Santa Eulàlia, patrona de la ciudad.
La catedral de Barcelona es un bello ejemplo del gótico catalán, alejado de la verticalidad del francés. Una curiosidad de esta construcción es que tiene el cimborrio a pie de la nave, casi al lado de la fachada principal. De esta manera la tribuna real queda igual de iluminada que el altar mayor.
Este cimborrio y la fachada son de finales del siglo XIX y principios del XX. La fachada se levantó con motivo de la Exposición Universal de 1888 siguiendo el estilo neogótico.
Es uno de los elementos más significativos del templo junto con el claustro gótico (es imprescindible ver "l’ou com balla" (el huevo bailando) el día de Corpus, que consiste en hacer bailar un huevo vacío sobre el rayo del surtidor de la fuente) y la cripta de Santa Eulàlia con el sarcófago de alabastro ricamente esculpido
Igualmente destacable es la colección de retablos, que ocupan las capillas interiores, entre los que está el Retablo de la Transfiguración, de Bernat Martorell.
Asimismo, el coro constituye uno de los conjuntos escultóricos más notables del gótico internacional en Cataluña. Iniciado en el siglo XIV, en el XVI se complementa con mamparas con escenas en relieve del Antiguo Testamento y la Pasión y las pinturas heráldicas de los sillerías.
A los pies de la Catedral de Girona, una pequeña cúpula asoma por encima de un edificio de piedra. Es la linterna de los Baños Árabes de la ciudad, que identifica la silueta de esta pequeña joya medieval.
El edificio es cautivador por la simplicidad de sus formas y, una vez dentro, por la belleza del juego entre luz y penumbra. La construcción es de estilo románico pero sigue el modelo de las termas romanas, los baños musulmanes y de las mikva judías a partir de una tradición que se recupera durante el siglo XI, con el desarrollo de los núcleos urbanos y la necesidad de mejorar la higiene.
El edificio está estructurado en diversas estancias que permiten pasar de la zona de agua más fría a la más caliente. El visitante entra a través de un pequeño vestíbulo que conduce hasta el apodyterium (el 'vestuario'); es sin duda el espacio más emblemático de los baños, con una piscina central de piedra de 8 lados y 8 columnas coronadas con preciosos capiteles decorados.
Hasta el siglo XIV el edificio mantiene su actividad como baños públicos. Ya en el siglo XX, los baños árabes se restauran para devolverlos a su aspecto original.
A la sombra de los Pirineos leridanos, la Catedral de Santa Maria de La Seu d’Urgell es la única catedral románica que ha llegado hasta hoy en día y el mejor ejemplo del poder del Obispado de Urgell. Sus dimensiones y el estilo italianizante de la construcción también la convierten en un testimonio singular de la Cataluña románica.
El actual edificio de la catedral de Santa Maria de La Seu d’Urgell es el cuarto levantado en el mismo emplazamiento. Se trata de la reconstrucción que el año 1090 encargó el obispo Ot y que termina a finales del siglo XII. De todas formas, durante tres siglos quedó escondida bajo capas de yeso impuestas durante el Barroco y fue Josep Puig i Cadafalch quien inició la recuperación de su apariencia original, a partir de 1918.
El resultado es una construcción de piedra desnuda de ornamentación. Una talla policromada de la Virgen de Urgell, patrona de la ciudad, rompe la austeridad interior y concentra las miradas. Se trata de una figura de madera del siglo XIII y se esconde dentro de un pequeño absidiolo. En la parte de arriba, un rosetón del siglo XV ilumina el altar mayor.
El claustro, majestuoso, tiene más de 50 capiteles ornamentados con elementos vegetales, hombres y bestiario popular.
Aparte de la arquitectura, el conjunto catedralicio de La Seu d’Urgell destaca por custodiar una de las mejores copias del famoso Beatus de Liébana y un ejemplar del Beatus de Urgell, expuestos en el Museo Diocesano.
La abadía benedictina de Sant Quirze se erige en el antiguo condado de Empúries. Aislada de la población, la edificación pervive dentro del Paraje Natural de Interés Nacional de la Albera. Después de un largo proceso de recuperación, Sant Quirze todavía transmite aquello que sus constructores le imprimieron en el siglo X, con una sólida arquitectura de piedra de estilo románico con influencias del Rosellón y decoración lombarda.
La iglesia del monasterio es la parte mejor conservada del conjunto arquitectónico. Su construcción es muy austera y la ornamentación, escasa. Sólo el ábside principal está decorado: un alto podio sostiene 5 pequeños arcos soportados por semicolumnas con capiteles lisos. Pero donde se ha de centrar la vista es en el ábside sur de la iglesia. Y es que durante la restauración de 2006, se descubrieron en él restos de pinturas murales. Aunque se encuentran en un estado alto de degradación, se distingue una mandorla, dos ángeles, el sol y la luna.
Del claustro se conserva poco, pero es de un gran valor ya que es una construcción muy primitiva (siglo X). Desde aquí se accede a una gran cámara que podía ser el refectorio o el dormitorio y el palacio del abad. El monasterio, fortificado en el siglo XIV, conserva una torre de defensa y restos de muralla.
Fuera del recinto del monasterio, está la iglesia parroquial de Santa Maria, del siglo XII, abierta a los pobladores de la zona.
Cuna de Cataluña. Así es como se conoce al Monasterio de Santa Maria de Ripoll y no es extraño. Fundado por el conde Guifré el Velloso el año 879, bajo la dirección del abad Oliba se convierte en un centro religioso y cultural de primer orden, con un templo románico amplio y majestuoso y un scriptorium con una gran producción literaria, a la altura de la de otras abadías europeas de este periodo.
La portalada del monasterio, del siglo XII, es la gran protagonista del conjunto. Da la bienvenida a fieles y curiosos y es una de las grandes piezas escultóricas del románico europeo. Está totalmente esculpida con escenas del Antiguo Testamento y alegorías. De ahí que se la conozca como "la Biblia de piedra". Su monumentalidad da testimonio de la grandeza que vivió Ripoll. No en vano, durante muchos años el monasterio fue también el panteón de los condes de Besalú y de Girona.
El edificio pasó por varias ampliaciones y reconstrucciones motivadas por la falta de espacio, incendios, un terremoto y pillajes. En 1886, el obispo de Vic, Josep Morgades, encarga la reconstrucción del monasterio al arquitecto Elies Rogent. Ripoll recupera la iglesia y el claustro del monasterio del siglo XI con una interpretación neorrománica.
Actualmente Santa Maria de Ripoll se puede visitar y se ha habilitado un centro de interpretación y una exposición permanente sobre el scriptorium, en la que se explica su importancia.
La historia de Sant Feliu de Guíxols se puede resumir a partir del monasterio benedictino, en el que se combinan estilos arquitectónicos que van des del siglo V al XVIII. Sobre estructuras de época romana, se erigió el primer monasterio que se remonta al siglo X y del que se conserva la Porta Ferrada, que se integró como pórtico de entrada. Más tarde, se fueron incorporando elementos y construcciones, entre ellos la iglesia gótica o el nuevo convento del siglo XVIII.
Actualmente se puede visitar parte del edificio junto con las torres del Fum y del Corn, ubicadas a cada lado de la iglesia. En su momento actuaban de torres de vigilancia. En la primera de ellas, se emitían señales de humo hechas con paja húmeda. Desde la segunda, se hacía sonar un cuerno marino en caso de peligro.
El municipio de Sant Feliu de Guíxols nació y creció alrededor del conjunto monacal. Por ello, se escogió este edificio tan significativo para acoger el Museo de Historia de la Ciudad y el Espacio del Médico y de la Salud Rural.
Pero la historia del monasterio continúa escribiéndose. Y es que en las dependencias del antiguo Palacio del Abad se puede encontrar el Espai Carmen Thyssen dedicado a exposiciones temporales.
¿Es posible sentirse como un burgués de principios del siglo XX visitando un monasterio románico? Sant Benet de Bages demuestra cómo el patrimonio se adapta a nuevos usos con el tiempo. En este caso, pasa de monasterio medieval a residencia de verano de la familia de Ramon Casas y actualmente es un complejo turístico y cultural.
La primera iglesia (prerrománica) se consagraba el año 972 con una comunidad de doce monjes. Sin embargo, es a partir del siglo XII que la abadía vive su época de esplendor, con la construcción de una nueva iglesia y el claustro. Este último es la estrella románica del conjunto. Entre los pilares se abren arcos de medio punto que descansan sobre columnas dobles con capiteles esculpidos, todos ellos originales.
Fruto de la desamortización de Mendizábal, el monasterio se abandonó. Fue en 1907, que Elisa Carbó i Ferrer, madre del pintor Ramon Casas, compró los terrenos de Sant Benet y aprovechó las estancias de la comunidad monástica para habilitarlas como residencia. La rehabilitación fue a cargo de otro nombre ilustre: Josep Puig i Cadafalch. Destaca la terraza de mediodía de estilo modernista que ocupa parte de las antiguas celdas de los monjes.
Actualmente, gracias a las nuevas tecnologías, se puede realizar una inmersión en la historia monástica y el pasado modernista del edificio. Pero no sólo eso. El año 2007 se inauguró en torno al monasterio el complejo Món Sant Benet que, además de difundir el patrimonio, también trabaja para la gastronomía y el paisaje.
Los templos de Sant Pere, Sant Miquel y Santa Maria, que originariamente configuraban la "catedral" paleocristiana de Ègara, responden a múltiples etapas constructivas que han dejado su huella en forma de variedad de estilos -desde el tardo-romano hasta el gótico- y disciplinas artísticas. Se trata, pues, de un conjunto monumental único en Cataluña.
La primera construcción es un conjunto paleocristiano que ejerce como sede del obispado de Ègara y del que aún hay vestigios en los templos de Santa Maria y Sant Miquel. El hecho de que haya tres iglesias se había interpretado históricamente como una "copia" del modelo bizantino de la antigüedad -dos iglesias y un baptisterio- pero después de las últimas excavaciones (2000-2007) los estudiosos creen que la iglesia de Sant Miquel no funcionaba como baptisterio, sino que tenía un uso funerario. Por tanto, nos encontramos ante una catedral paleocristiana, organizada como una ciudad en miniatura con varios templos y dependencias.
La segunda etapa constructiva debemos situarla en los siglos IX y X, tras la conquista cristiana del territorio dominado por los musulmanes. Por lo tanto, el estilo es prerrománico; de esta época quedan muchas muestras en las iglesias que, finalmente, se dieron por terminadas en una tercera y definitiva etapa, ya románica (s. XI-XII).