En la cima de una colina que domina la Conca de Tremp, encontramos un conjunto monumental que podría sintetizar buena parte de la vida medieval: el Castillo de Mur y, a un centenar escaso de metros, la Colegiata de Santa Maria de Mur. Estos dos edificios son símbolos del dominio militar y espiritual de un territorio de frontera conquistado a los musulmanes. Unas tierras que se encontraban bajo la jurisdicción de uno de los nombres propios del Pallars medieval: Arnal Mir de Tost.
La estructura arquitectónica del castillo es simple pero muy singular y consta de un perímetro amurallado, de planta en forma de barco, que dispone de una única puerta de acceso al sur. Se trata de una obra ejemplar de la arquitectura civil militar del siglo XI, que conserva excepcionalmente enteros los muros perimetrales.
Toda la obra está construida con sillares pequeños y regulares, característicos del primer románico y se conserva, dentro del recinto, la torre maestra de planta circular y unos 16 m de altura, dividida en cuatro pisos y con ventanas aspilleradas.
A 600 metros sobre un cerro del Montseny, el Castillo de Montsoriu es una fusión entre la fortificación románica exterior y el palacio gótico interior. Una fortaleza medieval de gran belleza que ha resistido el paso del tiempo y el embate de varias batallas.
Su construcción se extiende desde el siglo X al XV. Son 500 años durante los cuales el conjunto arquitectónico se transforma para adaptarse a los diferentes usos. La fortaleza se estructura en 3 recintos amurallados concéntricos y escalonados: el recinto Sobirà, el Patio de Armas y el recinto Jussà.
El recinto Sobirà (s. X-XII ) es el más elevado y destaca en él la Torre del Homenaje, que dibuja la fisonomía del castillo. También encontramos aquí la capilla prerrománica de Sant Pere, que conserva pinturas románicas y la sala gótica.
A un nivel inferior está el Patio de armas, espacio central del castillo. Construido entre los siglos XII y XIV, estaba cubierto parcialmente por una galería porticada. A partir del siglo XIV el castillo se transforma en palacio residencial y se construyen diversas dependencias como la sala comedor y la cocina.
Por último, el recinto Jussà es un espacio uniforme con 4 torres rectangulares destinadas a proteger la pequeña puerta de acceso al castillo.
Actualmente en la cima de la colina se conservan gran parte de los muros defensivos románicos, sus torres y el interior gótico que fue la lujosa residencia de los vizcondes de Cabrera.
Fundado a principios del siglo XII, Santa Maria de Vallbona de les Monges es el monasterio cisterciense femenino más importante de Cataluña. Desde el momento de su construcción, el 1153, ha estado siempre habitado por monjas y actualmente forma parte de la Ruta del Cister (junto con Santes Creus y Poblet).
El conjunto es representativo del arte cisterciense, fiel a Regla de San Benito. Como se puede observar en Vallbona de les Monges, se prescinde de ornamentación, consiguiendo unos espacios funcionales y sobrios.
Durante la visita a la iglesia, vale la pena levantar la vista un momento. En la puerta principal (s. XIII) encontramos uno de los primeros relieves de Santa María que aparecen en un tímpano en Cataluña. Una vez dentro, el templo se caracteriza por la simplicidad y el admirable juego de luces. A la derecha del altar se encuentra el sarcófago sencillo y liso de la reina Violant de Hungría, esposa de Jaume I el Conquistador.
La simplicidad y la austeridad continúa en el claustro, donde se ven claramente las fases de construcción. La nave sur, románica primitiva, no tiene ningún tipo de decoración. La nave de levante, románica del siglo XIII, presenta pequeños rosetones. La nave norte es gótica y, finalmente, la nave de poniente es una construcción renacentista del siglo XVI, pero que sigue el estilo general de las galerías románicas.
La catedral de Santa Maria fue construida entre el siglo XII y XIV en el punto más alto de la ciudad, en un emplazamiento lleno de historia. Anteriormente había allí una mezquita del siglo X, una basílica cristiana de época visigótica y, antes, un templo romano. Y es que en Tarragona la catedral esconde en sus cimientos un antiguo templo dedicado a Augusto.
La existencia de este edificio se conocía por referencias escritas y numismáticas, aunque que no se citaba la ubicación. Lo lógico era que se encontrara en el foro de la antigua Tarraco, donde siglos más tarde se levantaron los templos cristianos. En 2010, un equipo de arqueólogos excavó la nave central de la catedral y puso al descubierto los restos del templo romano.
La catedral, por su parte, es una obra de transición entre el románico y el gótico; el primero todavía estaba vigente avanzado el siglo XII en muchos lugares de la Cataluña Nueva. En Tarragona convive con estilos posteriores como el gótico, el arte renacentista y el barroco.
Destacan las tres puertas del templo, que corresponden a sus tres naves: la principal es gótica y las otras dos, románicas. Al levantar la vista, sin embargo, se puede comprobar que la catedral está inacabada, debido a los estragos causados por la peste negra.
Elclaustro gótico, que conduce al Museo diocesano, brilla por una decoración escultórica extensa. Los visitantes más curiosos pueden encontrar una inscripción árabe con fecha del año 960 de la antigua mezquita y la representación de la leyenda popular del entierro del gato por las ratas.
En el interior, el presbiterio y el ábside central tienen un elemento íntegramente románico que puede pasar desapercibido: el pavimento. Está hecho de piedra y mármol, de colores blanco, negro, naranja y amarillo y con dibujos geométricos entrelazados.
Lo que no pasa desapercibido es el órgano, de grandes dimensiones. Fue construido en el siglo XVI, aunque en 1929 se sustituyeron el mecanismo y los tubos por los del órgano romántico del Palacio Maricel de Sitges.
En las capillas, construidas a partir del siglo XIV, es donde se manifiesta más el cambio hacia el estilo gótico y posteriores. La pieza más destacada es el retablo mayor, de alabastro policromado, con las esculturas de Santa Tecla, Santa María y San Pablo.
El Palacio de la Generalitat, situado en el barrio gótico de Barcelona, es uno de los pocos edificios de origen medieval en Europa que se mantiene como sede del gobierno y de la institución que lo construyó.
La casa original, en la calle Sant Honorat, se adquirió en 1400 y durante todo el siglo XV se amplió y convirtió en un nuevo palacio gótico, obra de Marc Safont. Entre los elementos mejor conservados de esta etapa está la Galería gótica y la Capilla de Sant Jordi.
Durante el siglo XVI el Palacio de la Generalitat incorpora nuevos elementos respetuosos con el estilo gótico previo como la Cambra Daurada (Cuarto Dorado) y el primer Pati dels Tarongers (Patio de los Naranjos). Los cambios más radicales son a raíz de la ampliación hacia la plaza Sant Jaume (1597-1619): la actual fachada principal se inspira en el Renacimiento italiano, destacando cuatro columnas dóricas de origen romano del siglo II.
Los últimos cambios importantes en el edificio son de la etapa de la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925): se añadieron elementos como la escalera de honor y la estatua ecuestre de Sant Jordi. A partir de los años 70 también destaca la adquisición de más de un centenar de piezas de arte moderno, vanguardista y contemporáneo de autores como Montserrat Gudiol, Josep Maria Subirachs, Antoni Clavé, Joan Hernández Pijuán o Antoni Tàpies.
Construido en 1847 en la Rambla de Barcelona, el
Gran Teatro del Liceo se convirtió desde sus inicios en
símbolo de la emergente burguesía barcelonesa y catalana.
El
origen del Liceo hay que situarlo en el "Liceo Filarmónico Dramático
Barcelona de SM la Reina Isabel II", una organización creada para cubrir
la necesidad de un conservatorio de música en la ciudad. El éxito de la iniciativa
desembocó en la construcción de un nuevo teatro, que se financió mediante
acciones mercantiles: los palcos y las butacas eran de
propiedad.
En sus más de 150 años de historia ha vivido tres
trágicos accidentes: el incendio de 1861, la bomba
anarquista del 1893, o el devastador incendio de 1994. La última
reconstrucción, que duró cinco años, ha modernizado el edificio manteniendo al
máximo su esencia original. Destacan el Salón de los Espejos y la decoración
con molduras de yeso doradas y policromadas.
Con 2.292
localidades, actualmente es uno de los teatros de ópera más grandes
del mundo, y cada año se representan más de cuarenta espectáculos de
ópera, danza, recitales, conciertos y espectáculos infantiles.
Una iglesia barroca, un residencia-convento de
estilo neoclásico... y una cueva. Estos tres elementos conforman la
Cova de San Ignasi de Manresa, un conjunto arquitectónico
convertido en centro de espiritualidad y estampa icónica de la capital
del Bages.
Situado en el Puig de Sant Bartomeu en
una de las cuevas formadas por la erosión de las aguas de El Cardener, este
conjunto se levantó en el lugar donde la tradición cuenta que San
Ignacio de Loyola vivió 11 meses meditando y escribiendo parte de sus
Ejercicios Espirituales, entre el 1522 y el 1523.
En la cueva destaca el Relleu del rapte de
Sant Ignasi, un retablo de alabastro de mediados del siglo XVII,
esculpido por los manresanos Joan Grau, su hijo Francesc y Josep Sunyer.
La iglesia, construida en el siglo XVIII con el diseño
de Josep Moretó, combina un interior discreto donde destaca un altar de la
Santísima, con una fachada barroca rica en elementos y proporcionada en sus
medidas.
Completan el conjunto la residencia-convento
de los jesuitas, de inspiración neoclásica, y el vestíbulo o
pasillo que une la iglesia y la cueva, de estilo modernista y
decorado con mármoles, mosaicos, estucos, vidrieras y metales.
En la vertiente norte de El Pallars Sobirà se ubica Gerri de la Sal, una pequeña villa medieval que aún conserva el recinto cerrado y que destaca por su patrimonio industrial y arquitectónico: el alfolí de la sal y el Monasterio de Santa María.
La explotación de la fuente de sal, que hasta hace poco tiempo fue el principal motor económico de esta ciudad, explica la coletilla en su topónimo. Como testimonio de este pasado industrial, se conserva la Casa de la sal o Real Alfolí de Gerri, el gran almacén donde se extraía, se trataba y se almacenaba la sal desde la Edad Media. Considerado el edificio civil más grande en planta de todo el Pallars, acoge el Museo de Gerri de la Sal.
El interés patrimonial de este conjunto se completa con los restos de una muestra del románico catalán en estado puro: el Monasterio de Santa María, que se encuentra justo delante del pueblo.
Consagrado a la orden benedictina en 1149, en poco tiempo se convirtió en un importante centro evangelizador del Obispado de Urgel y también en uno de los más ricos. Pero a finales del siglo XII los condes retiraron el apoyo al monasterio y tomaron tierras y propiedades. Los problemas económicos y las disputas desembocaron en la despoblación de sus dominios y finalmente se exclaustró en 1835. Del monasterio, ahora solo queda la iglesia con el atrio o pórtico de entrada. En el interior se pueden ver hasta 30 capiteles decorados.
Cervera acoge una de las construcciones barrocas más bellas de Cataluña. La imponente sobriedad del edificio de la Universidad es la huella que queda de la institución que lo levantó.
Las circunstancias políticas son las que hacen posible la creación de esta institución de educación superior. La funda el rey Felipe V en 1717 como compensación por los daños sufridos durante la Guerra de Sucesión, y se convierte en centro intelectual de Cataluña.
La arquitectura majestuosa del edificio sigue un esquema propio de la arquitectura militar, con una planta rectangular con torres en los ángulos. La fachada principal es de estilo barroco moderado y se adapta al carácter local, mientras que la segunda fachada, la interior, representa nuevas tendencias neoclásicas.
El espacio más significativo de este majestuoso edificio es el paraninfo o salón de actos, que incluye también la capilla. En el altar hay un retablo barroco realizado por el maestro Jaume Padró y un pequeño ábside con esculturas de alabastro de Sarral rodeadas de mármoles de colores. Preside el conjunto la Inmaculada Concepción, patrona de la Universidad y representante de la Sabiduría.
El mayor monumento de Cataluña es también la fortaleza abaluartada más grande de Europa. El Castillo de Sant Ferran ocupa 550.000 m² en lo alto de una colina de Figueres. Como buen castillo fronterizo, su situación es inmejorable: tiene buenas panorámicas de la sierra de la Albera, que hace frontera con Francia, y del golfo de Roses.
Precisamente se levantó ante la necesidad de reforzar la frontera después de la Paz de los Pirineos de 1659 y debe su nombre al rey Fernando VI. La fortificación, inaugurada en 1766, pero terminada de construir en 1892, está formada por dos recintos.
El interior, de más de 325.000 m2, consta de seis baluartes unidos por paños de muralla. No pasa desapercibida la magnitud del edificio: caballerizas con capacidad para 500 caballos, almacenes para guardar víveres para 10.000 personas durante un año, una gran plaza de armas, nueve pabellones para el alojamiento de las autoridades y sus familias, y cuatro grandes cisternas con una capacidad total de nueve millones de litros de agua.
El recinto exterior, con un perímetro de 3.120 metros, lo integran tres hornabeques, siete revellines y dos contraguardias. Está separado del exterior por un gran foso de 10 hectáreas, que actualmente se puede visitar, incluidas las galerías subterráneas.
Sus monumentales dimensiones han hecho siempre difícil y muy costosa su actividad militar que frecuentemente ha estado por debajo de sus posibilidades. Desde 1997 se organizan visitas guiadas regulares al Castillo de Sant Ferran.