Paisaje cultural | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Paisaje cultural

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Ya las domus romanas se decoraban con flores y hierbas cuando llegaba la primavera. Las fiestas de las Enramadas continúan esta tradición, cubriendo las calles con alfombras de flores para celebrar el Corpus. Una de las fiestas de las Enramadas más destacadas es la de Arbúcies, que aparece documentada en el siglo XVI y fue declarada Fiesta Tradicional de Interés Nacional en 1999. Se celebra durante la octava de Corpus.

En un inicio, se ponían ramas ante las casas, que permitían cubrir toda la calle de guirnaldas hechas con hojas y flores. De ahí el nombre de "enramadas". Hoy en día, las ramas y guirnaldas han sido sustituidas por banderitas de papel y de plástico. Lo que sí ha perdurado son las alfombras de flores que servían para ornamentar las calles por donde pasaba la solemne procesión de Corpus. Durante la vigilia mujeres y niños cosechaban flores del bosque y se esparcían el día de Corpus. En la posguerra (1947) se empiezan a hacer dibujos y filigranas con los pétalos de las flores.

Hasta el siglo pasado, las Enramadas de Arbúcies tuvieron un marcado acento religioso. La procesión, encabezada por el paso del Santísimo Sacramento, era el elemento básico de la celebración tradicional. A partir de 1977 se sustituye por un pasacalles con gigantes, grallers, carrozas y otros elementos festivos. El acto principal de la celebración laica es la danza que cada barrio hace en el enclave más representativo.
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El Ecomuseo de los Valles de Àneu es un museo vivo. No se enmarca en un solo edificio sino que está formado por varios elementos monumentales, naturales y etnográficos repartidos por los municipios de Àneu que, en conjunto, explican cómo han vivido los habitantes de estos valles pirenaicos desde finales del siglo XIX. Un proyecto innovador que nace en 1994 y que trabaja en la investigación, conservación, difusión y restitución de la realidad del territorio donde se inscribe.

El centro neurálgico es la Casa Gassia, una típica casa aneuense del siglo XVIII. Mantiene su estructura original y el actual espacio expositivo muestra cómo era la vida doméstica durante la primera mitad del siglo XX. A partir de aquí, el Ecomuseo se extiende por 10 centros patrimoniales más.

Encontramos iglesias - Sant Joan d’Isil, Sant Julià d’Unarre, Sant Pere de Sorpe, Sant Pere del Burgal, Santa Maria d’Àneu y el Conjunto Monumental de Son - que explican cómo era la religiosidad popular, las creencias y los rituales. Y también edificios defensivos tan distantes en el tiempo como el castillo medieval de València d'Àneu y los bunkers de posguerra de la Guingueta d'Àneu. Asimismo, los equipamientos industriales como la serrería hidráulica de Alós y la quesería la Roseta de Gavàs son un testimonio de las actividades económicas de la zona.

Así, a través de los objetos y elementos situados en sus lugares de origen, el Ecomuseo acerca las transformaciones que ha sufrido este territorio en las últimas décadas, y permite relacionar los elementos naturales y monumentales con las tradiciones sociales, culturales y etnográficas.
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En este pequeño valle del Pirineo encontramos un conjunto de iglesias y ermitas excepcionales que se erige como la cuna y la máxima expresión del arte románico catalán. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000, el conjunto del Valle de Boí lo conforman Sant Climent y Santa María de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia de Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, la Nativitat y Sant Quirc de Durro, Santa María de Cardet y la Assumpció de Cóll. Todas las iglesias son visitables excepto Sant Quirc de Durro y la Assumpció de Cóll.

De estilo románico lombardo, las iglesias del Valle de Boí son templos funcionales y sencillos de una o tres naves, erigidos con pequeños sillares de granito. Las cubiertas son vigas de madera o bóvedas de cañón. Y es que estas iglesias son el reflejo artístico de una sociedad austera, ligada al entorno natural y fuertemente jerarquizada.

El interior de las iglesias estaba decorado con pinturas murales y tallas. Las figuras hieráticas (con las imágenes de la virgen y los santos y la figura dominante del Pantocrátor) y el juego de colores caracterizan unas pinturas simbólicas y de gran creatividad, que configuran uno de los hitos más altos el arte románico a nivel internacional.

Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto románico fascinó a los intelectuales de la Renaixença. Josep Puig i Cadafalch, entre otros, e instituciones como el Instituto de Estudios Catalanes contribuyen a la revalorización y conservación del arte del Pirineo.

Actualmente una buena parte de las pinturas, tallas y mobiliario se conserva en diferentes museos catalanes, especialmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Sin embargo, muchas de las iglesias cuentan con importantes fragmentos de pintura mural y esculturas románicas originales, además de reproducciones de las que se conservan en los museos. En el caso de Sant Climent de Taüll, un moderno mapping recrea los frescos originales del ábside y ofrece una experiencia inmersiva de lo que fue el momento de su creación. Asimismo, la visita al conjunto de iglesias se puede complementar con el Centro del Románico del Valle de Boí.

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En la vertiente norte de El Pallars Sobirà se ubica Gerri de la Sal, una pequeña villa medieval que aún conserva el recinto cerrado y que destaca por su patrimonio industrial y arquitectónico: el alfolí de la sal y el Monasterio de Santa María.

La explotación de la fuente de sal, que hasta hace poco tiempo fue el principal motor económico de esta ciudad, explica la coletilla en su topónimo. Como testimonio de este pasado industrial, se conserva la Casa de la sal o Real Alfolí de Gerri, el gran almacén donde se extraía, se trataba y se almacenaba la sal desde la Edad Media. Considerado el edificio civil más grande en planta de todo el Pallars, acoge el Museo de Gerri de la Sal.

El interés patrimonial de este conjunto se completa con los restos de una muestra del románico catalán en estado puro: el Monasterio de Santa María, que se encuentra justo delante del pueblo.

Consagrado a la orden benedictina en 1149, en poco tiempo se convirtió en un importante centro evangelizador del Obispado de Urgel y también en uno de los más ricos. Pero a finales del siglo XII los condes retiraron el apoyo al monasterio y tomaron tierras y propiedades. Los problemas económicos y las disputas desembocaron en la despoblación de sus dominios y finalmente se exclaustró en 1835. Del monasterio, ahora solo queda la iglesia con el atrio o pórtico de entrada. En el interior se pueden ver hasta 30 capiteles decorados.

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"Una gran montaña de sal pura que crece a medida que se va extrayendo". Así es como, según Aulus Gel·li, describía Catón en el siglo II una de las minas de sal potásica más importantes del mundo, que se encuentra en Cardona. Se trata de una depresión del terreno en forma de elipse alargada y una superficie de 100 hectáreas con unas características geológicas y naturales únicas. Ha sido explotada a cielo abierto desde el Neolítico, y de 1900 a 1990 a través de la extracción, tras el descubrimiento de sales potásicas a cargo del ingeniero Emili Viader i Solé.

La Montaña de Sal de Cardona es hoy un equipamiento cultural y turístico dedicado a la divulgación de la importancia del yacimiento geológico y del aprovechamiento que el hombre ha hecho de él durante siglos.

El área museográfica es un espacio abierto en el que se explican la geología, mineralogía y botánica del Valle Salino de Cardona, incluido desde 1992 en el Plan de Espacios de Interés Natural.

También se puede profundizar en la historia de la explotación de las sales durante siglos. Entrando en el antiguo pozo minero se puede contemplar una pieza única de la arqueología industrial, la maquinaria de extracción de sal diseñada y construida en los años 20.