Comenzamos la escapada en el Serrallo, el barrio marinero de Tarragona, un punto de referencia por su oferta gastronómica y su privilegiada situación. Padres, hijos y nietos de pescadores han seguido la tradición profesional de sus antepasados para conservar el alma marinera en las calles del Serrallo.
Tarragona goza de un emplazamiento estratégico en el Mediterráneo que favoreció el desembarco de los romanos y su desarrollo como capital de la Hispania Citerior. Hace más de 2000 años que los romanos levantaron las primeras construcciones portuarias artificiales. Desde entonces, la costa tarraconense ha sido, con mayor o menor fortuna, vía de entrada y salida de productos, ideas y personas. La tradición portuaria es evidente en el Muelle de Costa del Serrallo, antiguas instalaciones del Puerto de Tarragona reconvertidas en 1986 en un espacio de uso ciudadano y cultural. Allí encontramos el recientemente reformado Museo del Puerto, que nos explica en profundidad su historia, desde los tiempos de la Tarraco romana hasta la actualidad. Además, la vida en los muelles, los tipos de pesca, las actividades deportivas, las embarcaciones y las mercancías vinculadas al Mediterráneo también están representados.
En el mismo Muelle de Costa encontramos el Tinglado 4, que durante los noventa funcionó como estación marítima de pasajeros y que ahora acoge la exposición “TARRACO/MNAT”, que permite conocer la historia de Tarraco a través de la arqueología y de las piezas más emblemáticas de la colección del
MNAT.
No podemos dejar el puerto sin dar un paseo hasta el espectacular faro de la Banya, un testimonio único de los faros metálicos instalados en la desembocadura del Ebro. Estaba situado en la punta de la Banya, y antiguamente fue refugio de embarcaciones durante las tormentas y lugar de intercambio de mercancías y avituallamiento de la zona de la Ràpita.
La Tarragona romana también merece una visita, con impresionantes monumentos conservados de aquella época. Podemos contemplar la Necrópolis de Tarraco, uno de los cementerios tardorromanos más conocidos y mejor conservados del Imperio romano, o el Teatro de Tarraco, una construcción de la época de Augusto que conserva parte de la gradería y del escenario. Pero también el espectacular Anfiteatro, donde se llevaban a cabo las luchas de gladiadores y las cacerías de fieras, y el paseo arqueológico con la muralla romana.
Una propuesta de escapada en colaboración con la revista
Descobrir.