Situada en un terreno con cierto
desnivel, topografía que gustaba a Martinell para
aprovechar mejor
el espacio, la de Falset se construyó en 1919.
En este edifico, que evoca a las formas de un castillo, encontramos una de las características que definen la arquitectura modernista y que continúan utilizando los discípulos de
Gaudí y
Domènech i Montaner: la recuperación y la libre interpretación de las
formas arquitectónicas medievales catalanas.
La bodega está formada por
dos edificios perpendiculares, respondiendo a la
división de espacios de trabajo: el
muelle de descarga y la
sala de máquinas en el más pequeño, y la
sala de tinas y lagares en el más grande.
Pero la novedad en Falset es la ausencia del
arco parabólicos. La cubierta de teja de dos vertientes se sustenta gracias a las clásicas
armaduras de cubierta de madera que, al mismo tiempo, descansan sobre
pilares de ladrillo unidos con
arcos formeros. En el cuerpo central de la bodega de Falset podemos observar
9 ventanas verticales muy estilizadas y coronadas por un gran
arco de descarga. De las tres puertas de entrada a la bodega, la principal forma un arco de medio punto
adovelado al estilo medieval.
A ambos lados se levantan dos
torres de planta cuadrada, con grandes aperturas verticales y
esquinas acabadas con
ladrillo visto, que contrasta con el blanco del resto del muro y crea un bello
equilibrio de líneas y colores. El último elemento a destacar es el
depósito del agua. Funcional y artístico, el de la bodega de Falset es
circular y está sostenido por dos
arcos parabólicos cruzados y con cuatro pilastras que lo ciñen, todo hecho con ladrillo visto.