Mientras que la
Casa Batlló muestra la imaginación desbordante de Gaudí y la
Casa Amatller es una genial reinterpretación del gótico de Puig i Cadafalch, el tercer elemento de la
Manzana de la Discordia de Barcelona, la Casa Lleó i Morera, representa la elegancia de los detalles. En ella trabajaron una cuarentena de los
mejores artesanos de la época, siguiendo las órdenes de
Lluis Domènech i Montaner.
En 1902, Francesca Morera encargó al arquitecto modernista reformar la finca que había heredado en el Eixample. Cuando la dueña murió, continuó las obras su hijo Albert Lleó i Morera, que es quien da nombre al edificio. De hecho, se repiten en la decoración de todo el conjunto imágenes que hacen alusión a los apellidos familiares.
Domènech i Montaner añadió un piso y un templete en lo alto. Esta torre, alineada con la terraza del piso principal, simula una simetría inexistente en el edificio. Destaca en toda la fachada la rica decoración, sobre todo las
figuras femeninas de Eusebi Arnau. En los balcones del primer piso cuatro damas que llevan en las manos instrumentos alegóricos de la modernidad -fotografía, electricidad, fonógrafo y teléfono- son el ejemplo más significativo.
Una vez dentro del edificio, tanto el vestíbulo como el recibidor del piso principal están pensados para impresionar al visitante. En este último, los arcos y pasos de puerta tienen esculpidos espectaculares relieves. Uno de ellos es el relato de la nana
La nodriza del niño rey, un homenaje al hijo de los propietarios que murió de bebé.
Los
dos grandes salones concentran buena parte del trabajo artesanal del equipo de Domènech i Montaner. Destacan las vidrieras: ocho paneles de mosaico y relieves de porcelana que describen escenas campestres con personajes de la familia. Los muebles y barandillas que había en estas salas se conservan en el
MNAC.
La Casa Lleó i Morera, como otras fincas burguesas, era una "casa de renta" (la familia propietaria vivía en el piso principal y el resto eran viviendas de alquiler). Aún así, se quiso que todos los pisos mantuvieran el
mismo rigor constructivo y calidad estética.