Considerado uno de los principales monumentos históricos de
Tortosa junto con la
catedral y los
Reales Colegios, el castillo de San Juan, conocido como el castillo de la Suda, es un testigo clave del
pasado andalusí de la ciudad. Además, conserva la única
necrópolis islámica a cielo abierto de Cataluña.
Fue construido en el siglo X bajo el
califato de Abderramán III, encima de una antigua acrópolis romana. A pesar de la altura, un enorme pozo excavado dentro del recinto bajaba a buscar el nivel del Ebro para abastecer la fortaleza de agua.
Tras la conquista de Tortosa en manos de
Ramón Berenguer IV en 1148, el castillo se convirtió en prisión. Fue propiedad de los
Montcada y de los
Templarios y fue la residencia preferida del
rey Jaime I de Aragón. Además de palacio real, ha sido también el tribunal de justicia. Actualmente alberga un parador de turismo.
De la época islámica, además del cementerio musulmán de gran importancia, se conservan el trazado y los basamentos de las
murallas y también el
pozo. Éste está formado por galerías subterráneas que acogían un molino y dos hornos.
El legado medieval se puede ver en algunos ventanales góticos, la nave del polvorín y el patio de armas. Aún así, pasa desapercibido ya que en los siglos XV y XVII el castillo sufrió muchas modificaciones por motivos defensivos.