Cuna de Cataluña. Así es como se conoce al Monasterio de Santa Maria de Ripoll y no es extraño. Fundado por el conde Guifré el Velloso el año 879, bajo la dirección del abad Oliba se convierte en un centro religioso y cultural de primer orden, con un templo románico amplio y majestuoso y un scriptorium con una gran producción literaria, a la altura de la de otras abadías europeas de este periodo.
La portalada del monasterio, del siglo XII, es la gran protagonista del conjunto. Da la bienvenida a fieles y curiosos y es una de las grandes piezas escultóricas del románico europeo. Está totalmente esculpida con escenas del Antiguo Testamento y alegorías. De ahí que se la conozca como "la Biblia de piedra". Su monumentalidad da testimonio de la grandeza que vivió Ripoll. No en vano, durante muchos años el monasterio fue también el panteón de los condes de Besalú y de Girona.
El edificio pasó por varias ampliaciones y reconstrucciones motivadas por la falta de espacio, incendios, un terremoto y pillajes. En 1886, el obispo de Vic, Josep Morgades, encarga la reconstrucción del monasterio al arquitecto Elies Rogent. Ripoll recupera la iglesia y el claustro del monasterio del siglo XI con una interpretación neorrománica.
Actualmente Santa Maria de Ripoll se puede visitar y se ha habilitado un centro de interpretación y una exposición permanente sobre el scriptorium, en la que se explica su importancia.
¿Es posible sentirse como un burgués de principios del siglo XX visitando un monasterio románico? Sant Benet de Bages demuestra cómo el patrimonio se adapta a nuevos usos con el tiempo. En este caso, pasa de monasterio medieval a residencia de verano de la familia de Ramon Casas y actualmente es un complejo turístico y cultural.
La primera iglesia (prerrománica) se consagraba el año 972 con una comunidad de doce monjes. Sin embargo, es a partir del siglo XII que la abadía vive su época de esplendor, con la construcción de una nueva iglesia y el claustro. Este último es la estrella románica del conjunto. Entre los pilares se abren arcos de medio punto que descansan sobre columnas dobles con capiteles esculpidos, todos ellos originales.
Fruto de la desamortización de Mendizábal, el monasterio se abandonó. Fue en 1907, que Elisa Carbó i Ferrer, madre del pintor Ramon Casas, compró los terrenos de Sant Benet y aprovechó las estancias de la comunidad monástica para habilitarlas como residencia. La rehabilitación fue a cargo de otro nombre ilustre: Josep Puig i Cadafalch. Destaca la terraza de mediodía de estilo modernista que ocupa parte de las antiguas celdas de los monjes.
Actualmente, gracias a las nuevas tecnologías, se puede realizar una inmersión en la historia monástica y el pasado modernista del edificio. Pero no sólo eso. El año 2007 se inauguró en torno al monasterio el complejo Món Sant Benet que, además de difundir el patrimonio, también trabaja para la gastronomía y el paisaje.
El Museo Pau Casals es uno de los testimonios más significativos del legado de Pau Casals, uno de los músicos catalanes más universales, que revolucionó el mundo de la música por la innovación en la interpretación con violonchelo.
El edificio que ocupa es la Vil·la Casals, que en 1910 el músico hizo construir en el paseo marítimo de Sant Salvador, El Vendrell. Concebida inicialmente como una casa de veraneo, fue reformada siguiendo el estilo novecentista, con la Sala de la Música, el jardín y el mirador. Casals residió allí hasta 1939, cuando tuvo que exiliarse, y nunca más volvió.
En 1972, el músico y su esposa, Marta Montañez, crearon la Fundación Pau Casalspara preservar el patrimonio que tenían en la casa de Sant Salvador. Tras su muerte, se abrió al público la Sala del Sentimiento, la Sala de Conciertos y la del Vigatà y en 1976 se inauguró la casa como museo.
En el actual museo, inaugurado en 2001, el visitante puede admirar varias esculturas, pinturas, instrumentos musicales, fotografías, autógrafos, muebles y otros objetos personales del músico, además de participar en diversas actividades destinadas el impulso y la divulgación de la música.
Con 6.000 años de antigüedad, las Minas Prehistóricas de Gavà son el conjunto minero con galerías más antiguo de Europa. Estaban dedicadas a la extracción de variscita, un mineral semiprecioso que se utilizaba para hacer piezas de joyería .
Además de la compleja red minera que lo forma, el yacimiento destaca por los restos arqueológicos que se han encontrado, que reflejan el contexto socioeconómico y cultural del Neolítico en la Península Ibérica. Herramientas de piedra, hueso y madera (aún se desconocían los metales), fragmentos de cerámica y restos de materiales constructivos son algunos ejemplos de estos vestigios neolíticos.
Uno de los objetos más destacados es la Venus de Gavà, una figura antropomorfa de cerámica negra; se trata de una pieza incompleta y rota en diferentes fragmentos, de los que se puede deducir una forma femenina, de estructura simétrica y desproporcionada, con ojos en forma de soles y con las extremidades superiores apoyadas sobre un vientre prominente. La Venus de Gavà podría ser la imagen de una diosa de la fertilidad y constituye una de las pocas representaciones religiosas del Neolítico existentes en la Península.
Las manifestaciones artísticas (la Venus y las joyas) y la complejidad de las minas ponen de manifiesto que los habitantes de la zona formaban una sociedad avanzada y con sólidas creencias religiosas.
Els Vilars (o Vilasos), un pequeño abrigo al oeste de Os de Balaguer, ha sido durante siglos un refugio de pastores, cosa que se puede ver en las paredes y techos ennegrecidos. No fue hasta los años 70 que debajo de las marcas de humo se descubrieron unas pinturas rupestres con más de 4.000 años de historia. Actualmente forman parte del conjunto de Arte rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998.
A pesar de no tener más de 60m2, la cueva está ricamente decorada: se han identificado hasta 28 figuras o trazos. En todo el conjunto, se conservan tres grupos de figuras especialmente significativas por su contenido. En primer lugar, una escena de danza, en la que un hombre coge por la cintura a dos mujeres vestidas con faldas típicas de la pintura levantina. Las tres figuras están pintadas en rojo intenso.
Otro de los grupos está formado por cuatro círculos concéntricos y se cree que es una representación "heliolítica", de tributo al sol. Por último, en el fondo de la cueva, se aprecia una escena de caza, en la que se representan cabras, lobos, zorros e incluso una cierva.
La ubicación de la cueva es privilegiada. Por su orientación recibe los primeros rayos de sol y, al mismo tiempo, tiene una amplia visibilidad del valle del río Farfanya.