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El Castillo Monasterio de Escornalbou de Riudecanyes es una peculiar mansión señorial de principios del siglo XX. Está formado por los restos de dos edificios medievales: el monasterio de Sant Miquel, fundado en 1153, y un castillo, construido encima de los restos de una fortaleza romana. Su propietario, el diplomático, egiptólogo y filántropo Eduard Toda, siguió la moda de la época de convertir edificios históricos en residencias burguesas.

El conjunto conformó durante más de seis siglos la Baronía de Escornalbou. Tras la Desamortización de Mendizábal (1835) quedó prácticamente en ruinas, hasta que fue adquirido por Toda en 1911. Lo reformó siguiendo una interpretación muy personal. Incluso decidió obviar las recomendaciones e indicaciones de Puig i Cadafalch. Así, se derribaron construcciones, se levantaron torres de un exótico estilo medieval y se reconvirtieron espacios para adaptarlos a las necesidades y gustos del propietario.

El resultado es aún visible hoy: del antiguo monasterio sólo se conserva la iglesia románica, algunos restos de la sala capitular y la estructura del claustro, que se convirtió en un mirador-jardín con vistas al Campo de Tarragona. Del castillo, convertido en casa señorial y escenario de encuentros de las principales figuras de la Renaixença catalana, destaca la biblioteca y la rica colección de grabados, cerámica, muebles y piezas de la colección que Toda había reunido en sus viajes.
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¿Te imaginas poder tocar una chimenea de la Pedrera y, unos pasos más allá, admirar la cúpula estrellada del Palacio Güell? ¿Y poder entrar en el espacio de trabajo que tenía Gaudí en la Sagrada Familia? El Gaudí Centre de Reus es mucho más que un homenaje del municipio tarraconense a uno de sus hijos más ilustres y universales. Es un museo moderno e interactivo que desde 2007 explica de manera didáctica la vida y obra del arquitecto.

El espacio expositivo, de 1.200 metros cuadrados, está distribuido en tres plantas que plantean un viaje desde la persona de Gaudí y su Reus natal hasta las claves de su lenguaje, pasando por un espacio de descubrimiento de su obra.

La tecnología es clave en este proyecto museográfico. Y es que consigue crear una experiencia sensorial integral mediante una combinación de maquetas táctiles, proyecciones audiovisuales inmersivas y efectos especiales como mappings. El visitante puede experimentar en primera persona como Gaudí jugó con el espacio, la luz, el aire y el agua en sus edificios. Y a la vez puede conocer los enigmas y los aspectos inéditos y misteriosos de su arquitectura.

El museo también exhibe algunos objetos originales como el único cuaderno manuscrito existente de Gaudí.
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Este edificio medieval es el regalo de Dalí a Gala, su esposa y musa. La casa-museo Castillo Gala Dalí de Púbol, abierta al público desde 1996, resume muy bien la relación establecida entre los dos amantes y, a la vez, permite descubrir el talento creativo del artista en todo tipo de detalles decorativos.

En 1969 Salvador Dalí adquiere el castillo de la baronía de Púbol, una fortificación del siglo XIV-XV muy deteriorada, pero con un aspecto misterioso y romántico que le cautivó. El propio artista se encargó personalmente de la decoración interior, creando representaciones pictóricas en los muros y techos y falsas arquitecturas. Dotó las estancias de antigüedades, barroquismo textil y simbología romántica, generando un ambiente sobrio y delicado, pensado para el refugio de su esposa.

Todo el edificio rinde culto a Gala, casi como si se tratara de una señora feudal. Incluso la pareja acordó que Dalí no la visitaría si no era con una invitación de ella por escrito.

En los años ochenta, el castillo se transformó en el último taller de Salvador Dalí. Actualmente se pueden ver las pinturas y dibujos que Dalí regaló a Gala, esculturas de elefantes de patas largas en el jardín y una colección de vestidos de alta costura. Sin duda, uno de los elementos más significativos es el mausoleo del sótano, diseñado por el pintor, donde fue enterrada Gala, la dama del castillo.

El Castillo Gala Dalí de Púbol forma, junto con la Casa Salvador Dalí de Portlligat y el Teatro-Museo Dalí de Figueres, el triángulo daliniano ampurdanés.
 
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El antiguo depósito de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú acoge desde 1990 una de las colecciones ferroviarias más importantes de Europa. Más de 60 vehículos de todas las épocas, tecnologías y países, incluidas 28 locomotoras de vapor de finales del siglo XIX, conforman la parte principal de la exposición del Museo del Ferrocarril de Cataluña.

A través de su colección se puede seguir como ha sido la historia del ferrocarril en España, empezando por una réplica del primer tren que circuló en la Península, la Mataró. Se puede ver también la locomotora original más antigua conservada en el Estado, el último vehículo de vapor o el primer Talgo. Complementan el recorrido objetos ferroviarios que explican cómo eran las estaciones o como se controlaba el tráfico ferroviario. Entre otros elementos, encontramos una mesa de enclaves y un puente de señales originarios de la Estación de Francia de Barcelona.

Además del aspecto técnico e histórico, el museo invita a conocer la vertiente social y emocional del mundo del tren. Por eso está concebido como un espacio de experiencias. Y es que los visitantes pueden entrar en las locomotoras, recorrer los trenes de viajeros e incluso ver proyecciones audiovisuales dentro de un vagón de mercancías.

La importante labor de conservación y divulgación del museo se pone de manifiesto en su centro de documentación, con más de 10.000 fotografías, 5.000 registros bibliográficos y 400 vídeos.
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Hablar de vino en el Penedés es hablar de la identidad de toda una comarca. Esta simbiosis entre historia, cultura y territorio la refleja el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (VINSEUM) de Vilafranca del Penedés, el primer museo del vino de España.

VINSEUM nació en 2007 como un espacio para que los visitantes experimenten la cultura del vino. Es la evolución conceptual del Museo de Vilafranca - Museo del Vino, que se fundó en 1935 para ubicar diferentes colecciones relacionadas con el Penedés. Actualmente este fondo supera ya las 17.000 piezas que abarcan materias como la arqueología, el arte (con una importante colección de cerámica), la etnología o la historia natural.

Pero lo que ha convertido el museo en referente es el fondo relacionado con la viticultura: herramientas del campo, ánforas, botijos de cerámica, copas de estaño y de plata, ejemplares de cristalería de Bohemia, etc. Destacan los dioramas del vino que narran la historia de la viticultura. Así, se pueden ver escenas de bodegas de Egipto y Roma o del Monasterio de Poblet. Además de los objetos, VINSEUM también cuenta con un importante fondo documental sobre la viña y el vino.

El recorrido por la exposición permanente se inicia en la tercera planta del edificio principal, un antiguo palacio de los Reyes de la Corona de Aragón (siglo XII-XIII). Una cuidada y moderna museografía adentra al visitante en un recorrido inmersivo por las diversas colecciones. Incluso cuenta con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil". La visita termina en el espacio de la Taberna del Museo, donde se puede degustar vino o cava.
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Naturaleza y Modernismo. Éste es el tándem que define la Colonia Güell. Entre pinares se levanta un conjunto arquitectónico que conserva la esencia fabril de finales del siglo XIX y principios del XX con un nombre estrella: Antoni Gaudí.

La colonia se construyó en 1890 en el terreno propiedad de Eusebi Güell en Santa Coloma de Cervelló. El empresario quería trasladar las industrias textiles que tenía en el Vapor Vell de Sants lejos de los conflictos obreros que imperaban en ese momento en Barcelona.

El conjunto se estructuraba en torno a la fábrica, dotada de la tecnología más avanzada de la época. Además de las casas de los obreros, encontramos equipamientos educativos, culturales y religiosos que la convirtieron en una "pequeña ciudad".

Además, Eusebi Güell, mecenas del Modernismo en Barcelona, ​​le dio una singularidad especial contratando algunos de los mejores arquitectos de la época. Su amigo Antoni Gaudí encabezó el proyecto encargándose de la planimetría del conjunto y de la iglesia, de la que sólo se construyó la Cripta (declarada Patrimonio de la Humanidad en 2005). El resto de los edificios (la escuela, la cooperativa, la casa parroquial y el centro cultural, entre otros) fueron obra de Joan Rubió, Francesc Berenguer i Mestres y su hijo Francesc Berenguer i Bellvehí.

El conjunto hace gala de las novedades constructivas del momento como el uso del mosaico de cerámica, el hierro y el ladrillo. Hay que poner especial atención en las fachadas de la casa del maestro, Ca l’Espinal y Ca l’Ordal, que muestran que, a pesar de ser una arquitectura funcional, no se olvida de los detalles.
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En el antiguo barrio de San Juan de Sitges se levanta el conjunto arquitectónico y artístico de Maricel, uno de los exponentes más monumentales del Novecentismo en Cataluña. Lo construyó Miquel Utrillo entre 1910 y 1918 por encargo del magnate norteamericano Charles Deering, que estableció allí su residencia y alojó su particular colección de arte hispánico.

Después de diferentes usos, en 1970 el arte volvió al edificio. En su fachada marítima se abrió el Museo Maricel para exhibir la colección de arte del doctor Jesús Pérez-Rosales: más de 3.000 piezas del Románico, el Gótico, el Renacimiento y el Barroco, y también arqueología precolombina, arte oriental, instrumentos musicales, tejidos o artesanía popular.

Hoy esta colección se muestra junto a la Colección de Arte de la Villa de Sitges y otras adquisiciones creando un recorrido completo y heterogéneo por la historia del arte, desde el siglo X hasta la primera mitad del siglo XX.

Destacan las salas dedicadas al Romanticismo (Mariano Fortuny), al Novecentismo (Joaquim Sunyer, Pere Jou, Lola Anglada, Enric Casanovas, Ismael Smith, Pablo Gargallo) y sobre todo al Modernismo (Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Josep Llimona), tan estrechamente relacionado con Sitges. Incluso hay una sala con las pinturas que decoraron la Cervecería del Cau Ferrat.

No se puede abandonar el Museo sin pasar por la Sala Sert, con unas grandes pinturas murales de 1915 dedicadas a la Primera Guerra Mundial.
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El Monasterio de Sant Pere de Rodes se levanta en una de las cimas de la sierra de Rodes, una cadena en primera línea de mar al norte del Alt Empordà. Es uno de los numerosos testigos de la arquitectura románica catalana, pero quizás es uno de los más sofisticados arquitectónicamente.

Desde el siglo XI al XIV fue el principal centro espiritual del condado de Empúries y su esplendor se muestra en las grandes dimensiones del conjunto monacal. Este está formado por la iglesia, el campanario, el claustro, las sacristías, las dependencias convencionales para vivir y el palacio del Abad.

El monasterio está construido en terrazas para adaptarse el terreno y los diversos edificios se organizan en torno al claustro y la iglesia, levantada entre los siglos X y XI. En estos dos edificios se puede apreciar una muestra excepcional de la escultura románica: las columnas (originales de la antigüedad) y los capiteles que las coronan nos hablan de la marcada influencia clásica que tiene esta singular iglesia.

En el exterior, la portalada, a cargo del Maestro de Cabestany, mostraba diferentes escenas de la vida de Cristo esculpidas en mármol blanco. Los escasos fragmentos que han llegado hasta nosotros nos dan muestra de su extraordinaria calidad, probablemente una de las mejores de su época.

Desde el monasterio se puede disfrutar de una de las mejores vistas del Cap de Creus. Poco antes de llegar, se encuentran los restos del pueblo medieval de Santa Creu de Rodes, entre los que destaca la iglesia de Santa Helena de Rodes.

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En 1900, el empresario Eusebi Güell encargó a Antoni Gaudí la construcción en las afueras de Barcelona de una urbanización para familias acomodadas con sesenta viviendas unifamiliares. A pesar de la modernidad del proyecto, fue un fracaso comercial que obligó a sus promotores a paralizarlo en 1914. En la actualidad es uno de los parques públicos más importantes de Barcelona.

Gaudí experimentó con formas arquitectónicas estrechamente relacionadas con el paisaje y la naturaleza. La parcela escogida, casi sin vegetación, era pedregosa y con acusadas irregularidades en el terreno. Gaudí potenció estas particularidades con la creación de caminos sinuosos o el uso de materiales del lugar, como las propias piedras, para construir espacios cubiertos y porches soportados por columnas inclinadas.

Quizás la parte más espectacular del parque es la doble escalinata con una monumental fuente central en forma de dragón, toda ella cubierta de trencadís de colores (obra de Jujol). La doble escalera conduce a una amplia superficie cubierta que, proyectada como un gran mercado, se sustenta en 86 majestuosas columnas de estilo dórico. El techo está ornamentado por coloristas medallones. Por encima de este espacio se ubica una gran plaza, delimitada por un largo banco que dibuja una original trayectoria serpenteante.

En la casa que se construyó como muestra de las viviendas de la futura urbanización, denominada Torre Rosa en referencia a la Virgen del Rosario, Antoni Gaudí vivió desde 1906 hasta 1925.

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Símbolo de la ciudad, la Catedral de Girona es un edificio imponente, situado en el punto más elevado de la población y con una característica singular: su única nave es la segunda más grande del mundo (sólo superada por San Pedro del Vaticano). Pero el templo esconde muchas joyas más allá de sus dimensiones. En lo alto de una espectacular escalinata con 90 escalones hay un compendio de 5 siglos de historia.

Pies románicos, cuerpo gótico y cara barroca. Esta es la apariencia actual de la Catedral de Girona. La torre de Carlomagno, el claustro y la sacristía son lo único que queda de la primera construcción románica, de mediados del siglo XI. El claustro es uno de los más importantes de Cataluña gracias a su riqueza escultórica.

Entre los siglos XIV y XVIII se construye la iglesia, de grandes dimensiones, dedicada a Santa María. La primera piedra de la fachada de la catedral se coloca en 1606, pero no se acaba hasta entrado el siglo XX. La dilatación en el tiempo determina una estructura entre barroca y clasicista.

Adosado a la iglesia encontramos el Tesoro de la Catedral donde destacan dos piezas de gran valor artístico: el Tapiz de la Creación (uno de los escasos testimonios textiles románicos) y el Beato de Girona (una copia del siglo X del Comentario del Apocalipsis realizado por Beato de Liébana, con más de 100 miniaturas a página entera).