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Hasta 10 euros

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La serigrafía textil se conoce como la técnica de estampación a la lionesa y debe su nombre a la fábrica "Lyon Barcelona S.A.", la más importante de España dedicada a la estampación y ubicada en Premià de Mar. Este municipio del Maresme, pionero en esta actividad textil, acoge desde 1983 el Museo de la Estampación, integrado en el Sistema Territorial del mNACTEC.

El objetivo del museo es explicar las diferentes etapas de la estampación en Cataluña, empezando por el siglo XVIII y las indianas. El proceso de producción de estos tejidos de algodón estampados por una sola cara es la antesala de la industrialización textil en Cataluña en el siglo XIX.

Por tanto, como no podía ser de otro modo, la sede del museo (desde 2002) es un símbolo de la actividad fabril en el Maresme. Se trata de la fábrica del gas de Premià de Mar de estilo modernista y neoclásico. Es la única fábrica de gas de hulla que queda en pie en Cataluña y en su interior se puede ver la exposición permanente con la evolución de las técnicas de estampación hasta la fecha. También se exponen algunos tejidos y vestidos de época.

Además, el Museo de la Estampación conserva, estudia y difunde el patrimonio arqueológico del municipio, así como la historia y etnografía locales.
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Cataluña se sobrepuso a la crisis de la filoxera buscando nuevas formas de organizar los intereses económicos y sociales del campo. Así nacía a principios del siglo XX el cooperativismo y el asociacionismo agrarios y, con ellos, la construcción de bodegas modernas y funcionales que respondieran a la estética "de moda" (el modernismo tardío y el novecentismo).

El Sindicato de Cooperación Agraria de Gandesa en 1919 encargó su bodega cooperativa y molino de aceite al arquitecto César Martinell, que ya había proyectado otros "catedrales del vino" como la bodega de Pinell de Brai. Aunque el edificio incorpora todas las novedades técnicas y la división de espacios habitual en la obra de Martinell, esta construcción es una de las más singulares de su obra agraria.

La primera singularidad de la bodega es la no adopción de la planta basilical. Está formado por un cuerpo principal dividido en tres naves paralelas de diferente altura, y dos naves más colocadas de forma transversal.

Tampoco apuesta por solapadas de madera para el techo ya que este material se había encarecido a raíz de la Primera Guerra Mundial. Como alternativa Martinell diseña una cubierta con bóveda catalana de cuatro puntos que permite crear pequeñas aberturas triangulares, muy parecida a la estructura ondulante de la fábrica Aymerich de Terrassa.

En el exterior no hay una fachada principal, sino que se tratan todas de manera unitaria. Están presididas por dos depósitos de agua, que se alzan como pequeñas y estilizadas torres. Como elemento decorativo encontramos azulejo de color verde, que contrasta con el blanco mediterráneo de la pared.
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Desde su ubicación privilegiada en un monte de la Serra Grossa y el margen izquierdo del río Sénia, el castillo de Ulldecona es el ejemplo claro de castillo de frontera. Durante la ocupación árabe, del siglo VIII al XI, era una fortificación andalusí. Con la conquista de las tierras al sur del Ebro por los cristianos pasó a la familia Montcada de Tortosa en 1148, que lo cedió a la orden militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, y se transformó en un castillo cristiano. A su alrededor se fue agrupando la población, que se protegía así de los ataques musulmanes.

Actualmente el conjunto fortificado consta de tres edificaciones -dos torres y la antigua iglesia-, y restos de otras derribadas, rodeado todo de una muralla perimetral. Una de las estructuras más emblemáticas es la torre circular, del siglo XII, que servía de atalaya. Y es que desde la terraza superior, que conserva las almenas y aspilleras, se tiene una vista privilegiada de la zona. Se complementa con la torre del homenaje del siglo XIII, cuadrada, que alojaba las estancias señoriales.

La iglesia es el edificio más moderno del recinto, ya que data del siglo XVI. Podría haber sustituido una primitiva capilla situada dentro de la torre principal del castillo.

Aunque las estructuras más visibles se corresponden a la fortificación militar cristiana, se conservan todavía los vestigios del primer castillo árabe como los restos de la muralla, culminada por dos torres de control. En el recinto también se han encontrado muros de habitáculos medievales e incluso los restos de un antiguo asentamiento ibérico.
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El Castillo Monasterio de Escornalbou de Riudecanyes es una peculiar mansión señorial de principios del siglo XX. Está formado por los restos de dos edificios medievales: el monasterio de Sant Miquel, fundado en 1153, y un castillo, construido encima de los restos de una fortaleza romana. Su propietario, el diplomático, egiptólogo y filántropo Eduard Toda, siguió la moda de la época de convertir edificios históricos en residencias burguesas.

El conjunto conformó durante más de seis siglos la Baronía de Escornalbou. Tras la Desamortización de Mendizábal (1835) quedó prácticamente en ruinas, hasta que fue adquirido por Toda en 1911. Lo reformó siguiendo una interpretación muy personal. Incluso decidió obviar las recomendaciones e indicaciones de Puig i Cadafalch. Así, se derribaron construcciones, se levantaron torres de un exótico estilo medieval y se reconvirtieron espacios para adaptarlos a las necesidades y gustos del propietario.

El resultado es aún visible hoy: del antiguo monasterio sólo se conserva la iglesia románica, algunos restos de la sala capitular y la estructura del claustro, que se convirtió en un mirador-jardín con vistas al Campo de Tarragona. Del castillo, convertido en casa señorial y escenario de encuentros de las principales figuras de la Renaixença catalana, destaca la biblioteca y la rica colección de grabados, cerámica, muebles y piezas de la colección que Toda había reunido en sus viajes.
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¿Te imaginas poder tocar una chimenea de la Pedrera y, unos pasos más allá, admirar la cúpula estrellada del Palacio Güell? ¿Y poder entrar en el espacio de trabajo que tenía Gaudí en la Sagrada Familia? El Gaudí Centre de Reus es mucho más que un homenaje del municipio tarraconense a uno de sus hijos más ilustres y universales. Es un museo moderno e interactivo que desde 2007 explica de manera didáctica la vida y obra del arquitecto.

El espacio expositivo, de 1.200 metros cuadrados, está distribuido en tres plantas que plantean un viaje desde la persona de Gaudí y su Reus natal hasta las claves de su lenguaje, pasando por un espacio de descubrimiento de su obra.

La tecnología es clave en este proyecto museográfico. Y es que consigue crear una experiencia sensorial integral mediante una combinación de maquetas táctiles, proyecciones audiovisuales inmersivas y efectos especiales como mappings. El visitante puede experimentar en primera persona como Gaudí jugó con el espacio, la luz, el aire y el agua en sus edificios. Y a la vez puede conocer los enigmas y los aspectos inéditos y misteriosos de su arquitectura.

El museo también exhibe algunos objetos originales como el único cuaderno manuscrito existente de Gaudí.
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Este edificio medieval es el regalo de Dalí a Gala, su esposa y musa. La casa-museo Castillo Gala Dalí de Púbol, abierta al público desde 1996, resume muy bien la relación establecida entre los dos amantes y, a la vez, permite descubrir el talento creativo del artista en todo tipo de detalles decorativos.

En 1969 Salvador Dalí adquiere el castillo de la baronía de Púbol, una fortificación del siglo XIV-XV muy deteriorada, pero con un aspecto misterioso y romántico que le cautivó. El propio artista se encargó personalmente de la decoración interior, creando representaciones pictóricas en los muros y techos y falsas arquitecturas. Dotó las estancias de antigüedades, barroquismo textil y simbología romántica, generando un ambiente sobrio y delicado, pensado para el refugio de su esposa.

Todo el edificio rinde culto a Gala, casi como si se tratara de una señora feudal. Incluso la pareja acordó que Dalí no la visitaría si no era con una invitación de ella por escrito.

En los años ochenta, el castillo se transformó en el último taller de Salvador Dalí. Actualmente se pueden ver las pinturas y dibujos que Dalí regaló a Gala, esculturas de elefantes de patas largas en el jardín y una colección de vestidos de alta costura. Sin duda, uno de los elementos más significativos es el mausoleo del sótano, diseñado por el pintor, donde fue enterrada Gala, la dama del castillo.

El Castillo Gala Dalí de Púbol forma, junto con la Casa Salvador Dalí de Portlligat y el Teatro-Museo Dalí de Figueres, el triángulo daliniano ampurdanés.
 
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El antiguo depósito de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú acoge desde 1990 una de las colecciones ferroviarias más importantes de Europa. Más de 60 vehículos de todas las épocas, tecnologías y países, incluidas 28 locomotoras de vapor de finales del siglo XIX, conforman la parte principal de la exposición del Museo del Ferrocarril de Cataluña.

A través de su colección se puede seguir como ha sido la historia del ferrocarril en España, empezando por una réplica del primer tren que circuló en la Península, la Mataró. Se puede ver también la locomotora original más antigua conservada en el Estado, el último vehículo de vapor o el primer Talgo. Complementan el recorrido objetos ferroviarios que explican cómo eran las estaciones o como se controlaba el tráfico ferroviario. Entre otros elementos, encontramos una mesa de enclaves y un puente de señales originarios de la Estación de Francia de Barcelona.

Además del aspecto técnico e histórico, el museo invita a conocer la vertiente social y emocional del mundo del tren. Por eso está concebido como un espacio de experiencias. Y es que los visitantes pueden entrar en las locomotoras, recorrer los trenes de viajeros e incluso ver proyecciones audiovisuales dentro de un vagón de mercancías.

La importante labor de conservación y divulgación del museo se pone de manifiesto en su centro de documentación, con más de 10.000 fotografías, 5.000 registros bibliográficos y 400 vídeos.
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Hablar de vino en el Penedés es hablar de la identidad de toda una comarca. Esta simbiosis entre historia, cultura y territorio la refleja el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (VINSEUM) de Vilafranca del Penedés, el primer museo del vino de España.

VINSEUM nació en 2007 como un espacio para que los visitantes experimenten la cultura del vino. Es la evolución conceptual del Museo de Vilafranca - Museo del Vino, que se fundó en 1935 para ubicar diferentes colecciones relacionadas con el Penedés. Actualmente este fondo supera ya las 17.000 piezas que abarcan materias como la arqueología, el arte (con una importante colección de cerámica), la etnología o la historia natural.

Pero lo que ha convertido el museo en referente es el fondo relacionado con la viticultura: herramientas del campo, ánforas, botijos de cerámica, copas de estaño y de plata, ejemplares de cristalería de Bohemia, etc. Destacan los dioramas del vino que narran la historia de la viticultura. Así, se pueden ver escenas de bodegas de Egipto y Roma o del Monasterio de Poblet. Además de los objetos, VINSEUM también cuenta con un importante fondo documental sobre la viña y el vino.

El recorrido por la exposición permanente se inicia en la tercera planta del edificio principal, un antiguo palacio de los Reyes de la Corona de Aragón (siglo XII-XIII). Una cuidada y moderna museografía adentra al visitante en un recorrido inmersivo por las diversas colecciones. Incluso cuenta con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil". La visita termina en el espacio de la Taberna del Museo, donde se puede degustar vino o cava.
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Naturaleza y Modernismo. Éste es el tándem que define la Colonia Güell. Entre pinares se levanta un conjunto arquitectónico que conserva la esencia fabril de finales del siglo XIX y principios del XX con un nombre estrella: Antoni Gaudí.

La colonia se construyó en 1890 en el terreno propiedad de Eusebi Güell en Santa Coloma de Cervelló. El empresario quería trasladar las industrias textiles que tenía en el Vapor Vell de Sants lejos de los conflictos obreros que imperaban en ese momento en Barcelona.

El conjunto se estructuraba en torno a la fábrica, dotada de la tecnología más avanzada de la época. Además de las casas de los obreros, encontramos equipamientos educativos, culturales y religiosos que la convirtieron en una "pequeña ciudad".

Además, Eusebi Güell, mecenas del Modernismo en Barcelona, ​​le dio una singularidad especial contratando algunos de los mejores arquitectos de la época. Su amigo Antoni Gaudí encabezó el proyecto encargándose de la planimetría del conjunto y de la iglesia, de la que sólo se construyó la Cripta (declarada Patrimonio de la Humanidad en 2005). El resto de los edificios (la escuela, la cooperativa, la casa parroquial y el centro cultural, entre otros) fueron obra de Joan Rubió, Francesc Berenguer i Mestres y su hijo Francesc Berenguer i Bellvehí.

El conjunto hace gala de las novedades constructivas del momento como el uso del mosaico de cerámica, el hierro y el ladrillo. Hay que poner especial atención en las fachadas de la casa del maestro, Ca l’Espinal y Ca l’Ordal, que muestran que, a pesar de ser una arquitectura funcional, no se olvida de los detalles.
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En el antiguo barrio de San Juan de Sitges se levanta el conjunto arquitectónico y artístico de Maricel, uno de los exponentes más monumentales del Novecentismo en Cataluña. Lo construyó Miquel Utrillo entre 1910 y 1918 por encargo del magnate norteamericano Charles Deering, que estableció allí su residencia y alojó su particular colección de arte hispánico.

Después de diferentes usos, en 1970 el arte volvió al edificio. En su fachada marítima se abrió el Museo Maricel para exhibir la colección de arte del doctor Jesús Pérez-Rosales: más de 3.000 piezas del Románico, el Gótico, el Renacimiento y el Barroco, y también arqueología precolombina, arte oriental, instrumentos musicales, tejidos o artesanía popular.

Hoy esta colección se muestra junto a la Colección de Arte de la Villa de Sitges y otras adquisiciones creando un recorrido completo y heterogéneo por la historia del arte, desde el siglo X hasta la primera mitad del siglo XX.

Destacan las salas dedicadas al Romanticismo (Mariano Fortuny), al Novecentismo (Joaquim Sunyer, Pere Jou, Lola Anglada, Enric Casanovas, Ismael Smith, Pablo Gargallo) y sobre todo al Modernismo (Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Josep Llimona), tan estrechamente relacionado con Sitges. Incluso hay una sala con las pinturas que decoraron la Cervecería del Cau Ferrat.

No se puede abandonar el Museo sin pasar por la Sala Sert, con unas grandes pinturas murales de 1915 dedicadas a la Primera Guerra Mundial.