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El Monasterio de Sant Pere de Rodes se levanta en una de las cimas de la sierra de Rodes, una cadena en primera línea de mar al norte del Alt Empordà. Es uno de los numerosos testigos de la arquitectura románica catalana, pero quizás es uno de los más sofisticados arquitectónicamente.

Desde el siglo XI al XIV fue el principal centro espiritual del condado de Empúries y su esplendor se muestra en las grandes dimensiones del conjunto monacal. Este está formado por la iglesia, el campanario, el claustro, las sacristías, las dependencias convencionales para vivir y el palacio del Abad.

El monasterio está construido en terrazas para adaptarse el terreno y los diversos edificios se organizan en torno al claustro y la iglesia, levantada entre los siglos X y XI. En estos dos edificios se puede apreciar una muestra excepcional de la escultura románica: las columnas (originales de la antigüedad) y los capiteles que las coronan nos hablan de la marcada influencia clásica que tiene esta singular iglesia.

En el exterior, la portalada, a cargo del Maestro de Cabestany, mostraba diferentes escenas de la vida de Cristo esculpidas en mármol blanco. Los escasos fragmentos que han llegado hasta nosotros nos dan muestra de su extraordinaria calidad, probablemente una de las mejores de su época.

Desde el monasterio se puede disfrutar de una de las mejores vistas del Cap de Creus. Poco antes de llegar, se encuentran los restos del pueblo medieval de Santa Creu de Rodes, entre los que destaca la iglesia de Santa Helena de Rodes.

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En 1900, el empresario Eusebi Güell encargó a Antoni Gaudí la construcción en las afueras de Barcelona de una urbanización para familias acomodadas con sesenta viviendas unifamiliares. A pesar de la modernidad del proyecto, fue un fracaso comercial que obligó a sus promotores a paralizarlo en 1914. En la actualidad es uno de los parques públicos más importantes de Barcelona.

Gaudí experimentó con formas arquitectónicas estrechamente relacionadas con el paisaje y la naturaleza. La parcela escogida, casi sin vegetación, era pedregosa y con acusadas irregularidades en el terreno. Gaudí potenció estas particularidades con la creación de caminos sinuosos o el uso de materiales del lugar, como las propias piedras, para construir espacios cubiertos y porches soportados por columnas inclinadas.

Quizás la parte más espectacular del parque es la doble escalinata con una monumental fuente central en forma de dragón, toda ella cubierta de trencadís de colores (obra de Jujol). La doble escalera conduce a una amplia superficie cubierta que, proyectada como un gran mercado, se sustenta en 86 majestuosas columnas de estilo dórico. El techo está ornamentado por coloristas medallones. Por encima de este espacio se ubica una gran plaza, delimitada por un largo banco que dibuja una original trayectoria serpenteante.

En la casa que se construyó como muestra de las viviendas de la futura urbanización, denominada Torre Rosa en referencia a la Virgen del Rosario, Antoni Gaudí vivió desde 1906 hasta 1925.

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Símbolo de la ciudad, la Catedral de Girona es un edificio imponente, situado en el punto más elevado de la población y con una característica singular: su única nave es la segunda más grande del mundo (sólo superada por San Pedro del Vaticano). Pero el templo esconde muchas joyas más allá de sus dimensiones. En lo alto de una espectacular escalinata con 90 escalones hay un compendio de 5 siglos de historia.

Pies románicos, cuerpo gótico y cara barroca. Esta es la apariencia actual de la Catedral de Girona. La torre de Carlomagno, el claustro y la sacristía son lo único que queda de la primera construcción románica, de mediados del siglo XI. El claustro es uno de los más importantes de Cataluña gracias a su riqueza escultórica.

Entre los siglos XIV y XVIII se construye la iglesia, de grandes dimensiones, dedicada a Santa María. La primera piedra de la fachada de la catedral se coloca en 1606, pero no se acaba hasta entrado el siglo XX. La dilatación en el tiempo determina una estructura entre barroca y clasicista.

Adosado a la iglesia encontramos el Tesoro de la Catedral donde destacan dos piezas de gran valor artístico: el Tapiz de la Creación (uno de los escasos testimonios textiles románicos) y el Beato de Girona (una copia del siglo X del Comentario del Apocalipsis realizado por Beato de Liébana, con más de 100 miniaturas a página entera).

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Con más de 300 obras, la Fundación Antoni Tàpies (Barcelona) cuenta con la colección más completa del artista catalán, que refleja todos los periodos creativos del pintor. Impulsada por el propio Antoni Tàpies, la Fundación es un museo y centro cultural que también trabaja para el estudio y la promoción del arte contemporáneo.

Entre pinturas, esculturas, dibujos, libros y grabados, la Fundación muestra todas las vertientes de la actividad artística de Tàpies. La colección incluye una selección de los dibujos y retratos de los años cuarenta (Cruz de papel de periódico), una muestra importante de las obras matéricas de los años cincuenta y sesenta (Forma negra sobre cuadrado gris) y una representación significativa de las obras objetuales de finales de los sesenta y principios de los setenta (Paja y madera).

El visitante descubrirá también las diferentes tipologías, técnicas y materiales empleados por Tàpies: obras realizadas con goma-espuma y spray, barnices y esculturas de tierra chamoteada y objetos y esculturas realizados con planchas metálicas o bronce.

La Fundación Antoni Tàpies se encuentra en un edificio modernista obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Esta construcción es singular ya que fue la primera del Eixample al combinar la utilización del ladrillo visto con hierro en el tejido urbano. Actualmente el edificio está coronado por la escultura Nube y silla del mismo Tàpies, obra que se ha convertido en todo un símbolo de la Fundación.

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El Museo de Ciencias Naturales de Barcelona se encuentra en el Parc del Fòrum. El edificio, construido por Herzog y De Meuron en 2004, ocupa 9.000 metros cuadrados y es considerado, a nivel arquitectónico, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.

En el vestíbulo encontramos la pieza más emblemática del museo, el esqueleto de una ballena que se encontró en 1862 en la playa de Llançà y que, por votación popular, se ha llamado Brava.

El discurso de la exposición permanente es la interpretación de la Tierra actual como resultado de la interacción entre el ambiente químico y físico del planeta y los seres vivos. Todo esto se muestra de forma didáctica y a a través de pantallas táctiles y vitrinas con los fondos de colecciones del museo -fósiles, animales naturalizados, plantas, algas, minerales y rocas- al que se incorporan también ámbitos dedicados a los hongos y al mundo microscópico (con reproducciones de virus y microbios). Se exponen 4.500 de las más de 4 millones de piezas del museo.

El Museo de Ciencias Naturales de Barcelona es una institución con más de 140 años de historia y parte del legado de las colecciones del naturalista Francesc Martorell i Peña. Además del edificio del Fòrum, dispone de otros espacios en la ciudad: el Jardín Botánico de Barcelona y el Jardín Botánico Histórico, situados en Montjuïc, y el Centro Martorell de Exposiciones y el Castell dels Tres Dragons, en el parque de la Ciutadella.

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En este pequeño valle del Pirineo encontramos un conjunto de iglesias y ermitas excepcionales que se erige como la cuna y la máxima expresión del arte románico catalán. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000, el conjunto del Valle de Boí lo conforman Sant Climent y Santa María de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia de Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, la Nativitat y Sant Quirc de Durro, Santa María de Cardet y la Assumpció de Cóll. Todas las iglesias son visitables excepto Sant Quirc de Durro y la Assumpció de Cóll.

De estilo románico lombardo, las iglesias del Valle de Boí son templos funcionales y sencillos de una o tres naves, erigidos con pequeños sillares de granito. Las cubiertas son vigas de madera o bóvedas de cañón. Y es que estas iglesias son el reflejo artístico de una sociedad austera, ligada al entorno natural y fuertemente jerarquizada.

El interior de las iglesias estaba decorado con pinturas murales y tallas. Las figuras hieráticas (con las imágenes de la virgen y los santos y la figura dominante del Pantocrátor) y el juego de colores caracterizan unas pinturas simbólicas y de gran creatividad, que configuran uno de los hitos más altos el arte románico a nivel internacional.

Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto románico fascinó a los intelectuales de la Renaixença. Josep Puig i Cadafalch, entre otros, e instituciones como el Instituto de Estudios Catalanes contribuyen a la revalorización y conservación del arte del Pirineo.

Actualmente una buena parte de las pinturas, tallas y mobiliario se conserva en diferentes museos catalanes, especialmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Sin embargo, muchas de las iglesias cuentan con importantes fragmentos de pintura mural y esculturas románicas originales, además de reproducciones de las que se conservan en los museos. En el caso de Sant Climent de Taüll, un moderno mapping recrea los frescos originales del ábside y ofrece una experiencia inmersiva de lo que fue el momento de su creación. Asimismo, la visita al conjunto de iglesias se puede complementar con el Centro del Románico del Valle de Boí.

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Bajo la protección de reyes y nobles, el monasterio de Poblet se convierte en centro neurálgico de la Cataluña medieval. Panteón real durante la edad media, el conjunto se ha convertido en un símbolo histórico y cultural donde vuelven a vivir los monjes cistercienses.

La construcción del monasterio comenzó en el siglo XII y se aprecian estilos arquitectónicos variados como el románico, el gótico, el renacentista y el barroco. Sin embargo, el conjunto goza de una armonía absoluta tanto entre sus elementos arquitectónicos (que contienen todo el esplendor riguroso de la orden del Cister) como en la relación con el entorno de las montañas de Prades.

Algunos de los elementos más destacados del monasterio son la iglesia, que sigue el estilo de los templos cistercienses y donde hay que admirar el retablo del altar mayor, un conjunto renacentista de alabastro blanco de Damià Forment; la bella capilla gótica de San Jorge, edificada en la época de Alfons el Magnánimo (s. XV), y la puerta real, una grandiosa construcción gótica flanqueada por dos torres octogonales.

Fue el rey Pere IV el Ceremonioso (1319-1387) quien vinculó el monasterio con la Corona de Aragón haciendo construir el panteón real, que hasta entonces había estado en Santes Creus. Fijaron su sepultura en el panteón de Poblet Alfons I, Jaume I el Conquistador, Pere III y muchos de sus sucesores. En las obras de los sepulcros, hechas de alabastro blanco, trabajaron algunos de los mejores escultores del momento.

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Por su gran número de plantas y su considerable extensión, el Jardín Botánico Marimurtra es la colección de planta viva más importante de Cataluña y una de las más destacadas de Europa. Cada año atrae a un buen número de visitantes, seducidos por un espacio de ocio y contemplación único a los pies del Mediterráneo

Ubicado en Blanes, este jardín histórico destaca por la abundancia de cactus y vegetación mediterránea, aunque también se puede ver una gran variedad de plantas provenientes de todo el mundo (cuenta con más de tres mil especies). Durante el recorrido, el visitante disfrutará de la gran riqueza botánica así como los bellos rincones de descanso, las fuentes de agua potable, el legado arquitectónico (la casa biblioteca Carl Faust y el templete de Linné) y los miradores con espectaculares vistas sobre el Mediterráneo.

El jardín fue creado por el industrial alemán Carl Faust en 1924. Completó su afición naturalista con la puesta en marcha de la Estación Internacional de Biología Mediterránea, pionera en el Estado.

Más allá de su gran interés paisajístico, actualmente la institución sigue el camino marcado por su fundador, haciendo una tarea activa en la conservación, la investigación y la divulgación en el campo de la botánica.

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El Born Centro Cultural de Barcelona es un equipamiento de referencia en Europa: es a la vez un espacio histórico, el núcleo de la memoria colectiva catalana y un moderno centro cultural.

< p>Como espacio histórico, el antiguo mercado de El Born (1876) es el primer gran edificio de la arquitectura del hierro en la ciudad y muestra su destacado papel como metrópoli europea durante el siglo XIX.

 

En cuanto a la memoria histórica, en el subsuelo del mercado se conserva un yacimiento arqueológico excepcional, tanto por su estado de conservación como por sus dimensiones. Contemplando los restos de las 42 calles y las 60 viviendas que formaban parte del barrio de la Ribera se puede recorrer la historia de Barcelona y Cataluña, desde la época romana hasta principios del XVIII.

Las piedras nos hablan del desenlace de la Guerra de Sucesión para la ciudad, que resistió al asedio de las tropas de Felipe V hasta la capitulación del 11 de septiembre de 1714. Como consecuencia, el centro de El Born fue destruido para construir la fortaleza militar de la Ciutadella.

Después de años de tareas de excavación, restauración y musealización, actualmente este emplazamiento se ha convertido en un centro cultural. Inaugurado en 2014, actúa como centro de interpretación de la Guerra de Sucesión y también cuenta con una programación que incluye actividades literarias, teatrales y musicales.

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En la cima de una colina que domina la Conca de Tremp, encontramos un conjunto monumental que podría sintetizar buena parte de la vida medieval: el Castillo de Mur y, a un centenar escaso de metros, la Colegiata de Santa Maria de Mur. Estos dos edificios son símbolos del dominio militar y espiritual de un territorio de frontera conquistado a los musulmanes. Unas tierras que se encontraban bajo la jurisdicción de uno de los nombres propios del Pallars medieval: Arnal Mir de Tost.

La estructura arquitectónica del castillo es simple pero muy singular y consta de un perímetro amurallado, de planta en forma de barco, que dispone de una única puerta de acceso al sur. Se trata de una obra ejemplar de la arquitectura civil militar del siglo XI, que conserva excepcionalmente enteros los muros perimetrales.

Toda la obra está construida con sillares pequeños y regulares, característicos del primer románico y se conserva, dentro del recinto, la torre maestra de planta circular y unos 16 m de altura, dividida en cuatro pisos y con ventanas aspilleradas.