El ámbito cultural catalán es el único de la Península Ibérica donde hay una intensa actividad dramática durante la Edad Media. Las grandes representaciones teatrales son la Pasión de Cristo y la Asunción de María.
A partir del siglo XIV las manifestaciones teatrales sobre la Pasión de Cristo se van diferenciando de los dramas eclesiásticos en latín. Las nuevas representaciones (misterios) resaltan la naturaleza humana de Cristo, incorporan la lengua vulgar y aceptan la participación del pueblo.
Actualmente se mantienen tres tipologías de misterios en lo que se denomina "valle de la Pasión", en El Baix Llobregat: la de raíz tradicional, que se realiza en Olesa y Esparreguera; la itinerante de Sant Vicenç dels Horts; y la representación moderna de una obra de autor, en Molins de Rei.
El gran ciclo dramático del teatro medieval catalán se completa con cuatro representaciones de la Asunción de la Virgen: el Drama litúrgico de Santa María de l’Estany, el Misterio de la Selva, el Misterio asuncionista de la Catedral de Valencia, y el Misterio o Fiesta de Elche.
Otras manifestaciones medievales que han llegado hasta la actualidad son el Canto de la Sibila de Mallorca y de Alguer, o la Danza de la Muerte de Verges.
El ciclo festivo de Cataluña incluye una mezcla de celebraciones paganas, religiosas y civiles, tanto de origen ancestral como de reciente aparición. Un calendario de fiestas tradicionales y costumbres en el que la gastronomía tiene un gran protagonismo.
Y es que una buena celebración no se puede entender sin una buena comida una manifestación de la identidad colectiva y de cohesión social. Cada fiesta se asocia a un plato, por ejemplo la crema catalana de San José, la coca de San Juan, las castañas y los panellets de Todos los Santos, la mona de Pascua o los platos navideños (escudella, canelones, turrones, barquillos, etc.).
En Cataluña, prohibiciones de tradición católica como el no comer carne en Cuaresma ha hecho populares la cocina con bacalao o los postres como los buñuelos. También se da el caso de que celebraciones de origen religioso como romerías y peregrinaciones se han convertido en encuentros gastronómicos colectivos (costilladas, sardinadas, etc.).
El calendario festivo también incluye celebraciones familiares más íntimas vinculadas al ciclo vital, como los banquetes de boda, las meriendas de comunión y las comidas para celebrar santos y cumpleaños.
Con el cambio de siglo, la cocina catalana vive una nueva edad de oro. Destacados cocineros del país reciben el reconocimiento mundial por su labor vanguardista. La nueva cocina creativa catalana implica una nueva manera de entender la restauración: satisfacer el intelecto y las emociones.
Uno de los puntos culminantes de esta etapa se produce en 1999, cuando el cocinero francés Joël Robuchon afirma que Ferràn Adrià es el mejor cocinero del mundo. Sus innovaciones, que acabarán en la portada del suplemento del The New York Times i>, se basan en nuevos productos y técnicas, presentaciones inéditas y experiencias sorprendentes.
A pesar del eco mediático de la cocina más vanguardista, la gastronomía actual es mucho más amplia. Así, la cocina catalana tradicional b> vive una relectura por parte de grandes chefs, con nuevas técnicas y presentaciones. Además, la preocupación por lo que comemos provoca la aparición de conceptos como "cocina ecológica" y "de kilómetro cero".
También cabe destacar el efecto de fenómenos como la globalización en la cocina catalana. La entrada de productos y formas de cocinar de otras partes del mundo acaba, inevitablemente, impregnando nuestro recetario y aparecen conceptos como la "cocina de fusión".
Menús opulentos, inspiración en la cocina francesa y desprecio por la tradicional y casera. Durante el siglo XIX la burguesía catalana y los grandes restaurantes optan por una gastronomía lujosa y fastuosa, que no consigue popularizarse.
En cambio, la cocina catalana popular y de calidad sigue muy viva en las "fondes de sisos" (casas de comidas), con menús caseros a precios asequibles. Estos establecimientos popularizan platos como la butifarra o lomo con judías, el bacalao a la "llauna" o los macarrones gratinados al horno. La creatividad y el sentido del humor destacan en los nombres de los platos como la barretina (picadillo de verduras con arenque) o la "samarreta" con alioli (callos al horno). En las "fondes de sisos" también nacen costumbres como la paella de los jueves, una iniciativa comercial que busca atraer más clientes en un día de la semana habitualmente flojo.
Las primeras referencias al pan con tomate también son del siglo XIX. Según el gastrónomo Néstor Luján, el plato catalán por excelencia aparece en el mundo rural en una época de abundancia de tomates, que se aprovechan para ablandar el pan seco.
Durante la época moderna se sientan las bases de la cocina catalana rural. Excepcionalmente refinada y completa, la gastronomía del Renacimiento, el Barroco y la Ilustración es la antesala de la cocina tradicional catalana.
Del siglo XVI al XVIII, se vive una revolución con la llegada de nuevos productos procedentes de América: tomate, pimiento, judías, maíz, cacao, pavo o vainilla. Además, se introducen cambios en los sabores con la distinción entre dulce y salado, y se popularizan las bebidas frías, las ensaladas, el chocolate, el arroz y la pasta. Las clases populares y los conventos son los más receptivos a estos nuevos productos, mientras que los aristócratas y los burgueses son más continuistas con la cocina medieval.
Los testimonios escritos b> más destacados de la cocina catalana de la época moderna son Nuevo arte de cocina (Juan Altimiras), Llibre dels secrets d'agricultura, casa rústica i pastoril (fra Miquel Agustí), Instrucció breu i útil per los cuiners principiants (Francesc del Santíssim Sagrament), Avisos y instrucciones per lo principiant cuyner (Francesc Orri), El llibre de l'art de quynar (fra Sever d'Olot) y Llibre de cuina de Scala Dei (monasterio de Banyoles).
El actual "boom" de la cocina catalana tiene muchas cosas en común con la primera edad de oro de la gastronomía de nuestro país, pues ya en los siglos XIV y XV es considerada la primera del mundo cristiano, especialmente en las cortes de Nápoles y de Roma. Así lo reflejan documentos como el Llibre de Coch (Mestre Robert) o Com usar bé de beure e menjar (Francesc Eiximenis).
Lejos de imaginarnos a reyes y nobles comiendo con los dedos, la cocina medieval catalana destaca por su refinamiento y riqueza de un recetario tan simple como exquisito. Convertida en símbolo de estatus social, también cuenta con gourmets y cocineros famosos, y destaca por las buenas maneras en la mesa.
A pesar de no disponer aún de productos de América, la lista de alimentos es rica: cereales, verduras, especias, fruta fresca, frutos secos y carne de cerdo. Los ricos añaden arroz, fideos, carne de aves de corral y de caza, y pescado fresco o secado a su dieta habitual.
La cocina catalana de esta época también es innovadora porque, por primera vez, las mujeres pueden participar en los convites: grandes comidas concebidas como un espectáculo teatralizado. También destaca por la gran variedad de técnicas, recipientes y utensilios.
No importa que no sea un día festivo. Cada 23 de abril las calles, ramblas y plazas de todo el país se llenan de libros, rosas y banderas para celebrar la Diada de Sant Jordi, una jornada participativa en la que la palabra escrita y recitada toma protagonismo.
Pero la Fiesta del Libro no ha estado siempre ligada al patrón de Cataluña. Impulsada por el editor Vicent Clavel para promover el libro en Cataluña, la primera Diada fue el 7 de octubre de 1927. Dos años después los libreros salieron un 23 de abril, y el éxito propició el cambio de fecha, que además coincidía con la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare.
Declarada Fiesta Nacional de Cataluña, la Diada de Sant Jordi ha contribuido desde sus inicios a impulsar la producción y comercialización del libro en catalán. Además, los lectores pueden interactuar con sus escritores predilectos. El paseo entre paradas de libros y la tradición de regalar una rosa complementan la jornada.
La consolidación del día de San Jorge como la Fiesta del Libro, también internacionalmente, llega con la proclamación por la Unesco del 23 de abril como el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor.
Como fenómeno popular y social, la fiesta sardanista destaca por su capacidad de captar público y danzantes. Es necesario solamente un entarimado en una plaza y una docena de sillas para los músicos de la copla.
En la popular danza catalana, caracterizada por un corro que forman los danzantes cogidos de la mano, la música y la melodía tienen tanta importancia como la coreografía, y han alcanzado un valor sinfónico propio.
La mayoría de teorías coinciden en que la sardana tiene su origen en danzas griegas o prerromanas, y en que el baile actual es la interpretación de la contradanza, una danza litúrgica del siglo XIX.
El gran responsable de su modernización y popularización fue el músico Pep Ventura, que durante el siglo XIX modificó la estructura de la sardana e introdujo la tenora en el conjunto instrumental. Su carga de identidad hay que atribuirla al líder de la Lliga Regionalista, Francesc Cambó, que a principios del siglo XX convirtió la sardana en "danza nacional de Cataluña".
Actualmente se organizan hasta 5.000 actividades sardanistas en todo el país entre romerías, bailes, audiciones, conciertos, concursos de composición y concursos de "colles".
La tradición cristiana de la Pasión se convierte en una representación teatral de calle en esta población de El Baix Empordà. La Procesión de Verges tiene más de 300 años de historia y se celebra cada Jueves Santo.
El misterio que se representa se basa en un libro en verso de fray Antoni de Sant Jeroni de 1773 que adapta el drama de las últimas horas de Jesucristo. La teatralización de la procesión permitía romper la barrera del latín eclesiástico y facilitaba el adoctrinamiento con un lenguaje más cercano.
La procesión arranca desde la iglesia a las 12 de la noche. Durante el recorrido por las calles del pueblo, y bajo la única luz de las antorchas encendidas, se representan las escenas de la Pasión. Todo el mundo espera el momento en que se interpreta la Danza de la Muerte. En esta representación macabra y ancestral de origen medieval cinco esqueletos colocados en forma de cruz saltan y bailan al son de un tambor.
Verges es la única población catalana que conserva esta escenificación, y por esta razón la Procesión de Verges fue declarada Fiesta tradicional de interés nacional en 1983.
La Pasión de Olesa de Montserrat, una de las más conocidas y grandes de Cataluña junto con la de Esparraguera, tiene un origen eminentemente religioso: el Archivo Parroquial de Olesa conserva el documento más antiguo del que se tiene referencia, un inventario del 1530.
Pero desde sus inicios este espectáculo teatral siempre ha tenido un carácter urbano, cívico y popular. Es por ello que en diferentes etapas la Iglesia intentó controlarlo, primero trasladando la representación al templo, y posteriormente prohibiéndolo.
Finalmente, a partir de 1847 el espectáculo se representó en diferentes escenarios (el Teatro Principal, el Teatro del Círcol, el Teatro Olesa y el Gran Teatro de la Pasión), con la única pausa que supuso la Guerra Civil. Actualmente, y desde 1987, el moderno Teatro de la Pasión de Olesa, de grandes dimensiones, es el escenario de las representaciones.
Cientos de vecinos de Olesa, incluidos cerca de 500 figurantes, participan desinteresadamente cada año en la representación teatral de la Pasión, que suele tener lugar los fines de semana de marzo y abril. En 1996 se alcanzó un récord mundial al reunir simultáneamente a 729 actores en escena .