Espacios para eventos | Page 3 | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

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Se puede descubrir la historia de Tortosa en uno de los edificios más significativos de la ciudad. Se trata del antiguo matadero, una obra modernista del arquitecto Pau Monguió, construida sobre terrenos ganados al Ebro. En 2012 se trasladó el centenario Museo de Tortosa y se aprovechó la estructura de pabellones para mostrar un proyecto museístico totalmente renovado.

El museo tiene un fondo de más de 4.000 piezas entre las que figuran utensilios de sílex prehistóricos, estelas funerarias romanas, cerámica andalusí, capiteles góticos, señales de riada, herramientas de uno de los últimos alfareros de Tortosa y obra pictórica y escultórica de artistas tortosinos, entre otros.

El recorrido por la exposición permanente permite conocer la historia de Tortosa y su territorio, desde la prehistoria hasta la actualidad. Se muestran los vestigios de la Ilercavònia, Dertosa o Turtuxa. Se pueden ver las piezas más representativas de cada período histórico procedentes de la propia colección del museo y de otros museos que las han cedido en depósito, como el Museo del Prado, el MNAC, el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona y el Museo de las Terres de l’Ebre. La obra contemporánea del artista Leonardo Escoda interactúa de manera transversal con el espacio y el contenido del museo.
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En 1927, el coronel zarista exiliado Nicolai Woevodsky y su esposa Dorothy Webster, aristócrata inglesa aficionada a la decoración, buscaban un lugar paradisíaco en el Mediterráneo donde establecerse. Cerca de Calella de Palafrugell, sobre un acantilado de Cap Roig, construyeron un castillo que les ligaría a este sitio el resto de su vida (hasta pidieron ser enterrados allí). El edificio estaba rodeado por un idílico jardín botánico, considerado uno de los más importantes del Mediterráneo.

El propio Nicolai diseñó la mansión, de estilo neomedieval (imitando el monasterio de Poblet), que se empezó a construir en 1931 y se acabó en 1975. Popularmente se conoce como “Cal Rus”, por el origen de su propietario. Aun así, el matrimonio vivió siempre en la finca que da al acceso del jardín botánico. Éste es el principal legado de Dorothy Webster. Ella y un equipo de jardineros de la zona se encargaron de condicionar las 7 hectáreas de terreno para poder plantar diferentes especies. En 1935 eran más de 500 entre flora mediterránea, tropical y subtropical.

Cuando el matrimonio murió, la finca paso a la Fundación Caixa Girona y luego a la Obra Social “la Caixa”, que ha convertido el terreno en un parque de esculturas de artistas contemporáneos con obras de Jorge Oteiza, Jaume Plensa o Xavier Corberó. Cada verano estos jardines acogen un prestigioso ciclo de conciertos: el Festival Jardins de Cap Roig.
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Ideado por el artista e ingeniero Miquel Utrillo entre 1910 y 1918, el Palacio de Maricel se convirtió, desde su misma inauguración, en un clásico del estilo Novecentista. Actualmente, el complejo mantiene intacto su gran valor artístico y arquitectónico y se ha convertido en uno de los edificios más emblemáticos de Sitges.

Este conjunto monumental, inspirado en la belleza del arte popular antiguo y moderno, fue un encargo del magnate, coleccionista y filántropo norteamericano Charles Deering (1852-1927), que quería un edificio residencial donde disponer de su magnífica colección de arte hispánico. Con la reforma del antiguo Hospital de San Juan y la posterior anexión de varias casas de pescadores de la calle Fonollar, Utrillo construyó un conjunto excepcional que mereció los elogios de los artistas e intelectuales del momento. Para Joaquim Folch i Torres, el Palacio de Maricel era "el fruto del momento culminante de la civilización catalana moderna".

De líneas austeras y respetando el color blanco característico del barrio, el exterior del Palacio presenta varias terrazas decoradas con cerámica popular y sobresale la torre de San Miguel. La coronan una serie de almenas y en la fachada se aprecia una escultura gótica del santo procedente del puente de Balaguer. A lo largo de todo el edificio se encuentra el característico escudo del sol naciente en rojo sobre el azul del mar, símbolo del Palacio ideado por el mismo Utrillo.

En el interior, el Salón de Oro, el Salón Azul, la Sala Capilla, la Sala Barcos y el claustro -desde donde hay una espléndida panorámica del Mediterráneo- estructuran el Palacio. De la decoración destacan los elementos escultóricos de Pere Jou y los murales del recibidor de Josep M. Sert, inspirados en la Gran Guerra europea. El conjunto se completa con varios elementos artísticos que combinan estética y funcionalidad, obra de numerosos artesanos locales.

Las desavenencias entre Deering y Utrillo significaron el fin del proyecto inicial del Palacio de Maricel. Sin embargo, con la reciente recuperación de la unidad arquitectónica y conceptual y la reordenación museográfica a cargo del Museo de Maricel, este conjunto extraordinario ha recuperado su vocación como espacio dedicado a las artes, el patrimonio y la cultura.
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Joan Maragall es una de las figuras capitales de la poesía modernista, aunque también cultivó la prosa. Escribió más de 450 textos, entre artículos, ensayos, discursos, semblanzas biográficas y prólogos. Todo su legado documental se encuentra en el Archivo Joan Maragall, un centro de documentación ubicado en su última residencia, en el barrio de Sant Gervasi de Barcelona. Actualmente este edificio está habilitado también como casa-museo, para acercar la parte más íntima de uno de los grandes nombres de la Renaixença.

El Archivo Joan Maragall reúne un importante fondo documental sobre la figura y la obra del poeta y el conjunto del Modernismo. Se constituyó en 1911, después de la muerte de Maragall, por iniciativa de su viuda. En 1993, el centro se adscribió a la Biblioteca de Cataluña.

Los estudiosos de la obra de Maragall encontrarán una completa colección de obra manuscrita, entre la que se cuenta un extenso epistolario. El archivo también custodia la biblioteca personal del poeta con un millar de ejemplares y dispone de todas las ediciones de sus obras. Al fondo documental propio se le suma la biblioteca crítica sobre la obra del escritor, partituras originales sobre sus poemas, la colección iconográfica y unos 10.000 recortes de prensa.

Aunque el edificio sufrió modificaciones tras la reforma de 1957, se conservan varios objetos del poeta y de su familia. El visitante puede recorrer el recibidor, el salón noble, el comedor, el despacho y dos dormitorios, donde encontrará el mobiliario original, así como fotografías y obras de arte de artistas modernistas como Rusiñol o Casas.
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El nacimiento de la canónica de Santa María de Vilabertran es un símbolo del movimiento de reforma de finales del siglo XI que luchaba contra las imposiciones nobiliarias en los nombramientos eclesiásticos.

Con este posicionamiento, el clérigo Pere Rigau consiguió reunir una comunidad de sacerdotes que vivían en la casa anexa a la iglesia de Santa Maria de Vilabertran. En 1080 fundaron un monasterio que seguiría la regla de San Agustín en unas tierras donadas por familias de la zona. Hoy ésta se considera una de las primeras comunidades de clérigos agustinos de Cataluña que, además, ha dejado como legado uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura canónica medieval.

El conjunto arquitectónico, construido entre los siglos XII y XIII, estaba formado inicialmente por un claustro central que comunicaba con las dependencias monacales y la iglesia. Esta es el elemento más destacado, especialmente la cruz procesional de su interior, considerada la pieza de orfebrería gótica más grande de Cataluña.

Posteriormente se amplió la canónica con la capilla funeraria de los Rocabertí (siglo XIV), el palacio abacial (siglo XV) y el patio amurallado (siglo XVIII) que recogía las dependencias externas del recinto de clausura.
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Desde las primeras excavaciones en el siglo XIX, se ha puesto de manifiesto el importante patrimonio arqueológico del Pla de l'Estany. Y es que aquí se concentran algunos de los yacimientos de referencia de Cataluña. Los resultados de estas intervenciones realizadas en la comarca se encuentran recogidos en el Museo Arqueológico Comarcal de Banyoles. No es de extrañar, por tanto, que este equipamiento cuente con una de las colecciones de paleontología y arqueología más importantes de Cataluña.

El museo se inaugura oficialmente en 1943 y ocupa desde entonces el palacio gótico de la Pia Almoina. De 2000 a 2009 se ha reformado la museografía adaptándola a criterios modernos. Actualmente el Museo Arqueológico Comarcal de Banyoles dispone de tres salas para la exposición permanente (la sala de Paleontología, la de Prehistoria y la de Historia) que permiten hacer un recorrido desde el Terciario superior hasta el siglo XVIII dC.

En la sala de Paleontología destacan restos fósiles de grandes animales del Terciario y el Cuaternario, como el cráneo de un tigre con dientes de sable del yacimiento de Incarcal. La sala de Prehistoria dedica una atención especial a la mandíbula neandertaliana de Banyoles encontrada en 1887 en el Pla de la Formiga y muestra también varias piezas del poblado neolítico de La Draga y de las Cuevas de Serinyà.

Por su parte, la sala de Historia explica cómo era el Pla del Llac a través de los hallazgos hechos principalmente en el poblado ibérico de Mas Castell de Porqueres y la villa romana de Vilauba. Para la etapa medieval-moderna se centra, sobre todo, en el barrio viejo de Banyoles.
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El antiguo depósito de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú acoge desde 1990 una de las colecciones ferroviarias más importantes de Europa. Más de 60 vehículos de todas las épocas, tecnologías y países, incluidas 28 locomotoras de vapor de finales del siglo XIX, conforman la parte principal de la exposición del Museo del Ferrocarril de Cataluña.

A través de su colección se puede seguir como ha sido la historia del ferrocarril en España, empezando por una réplica del primer tren que circuló en la Península, la Mataró. Se puede ver también la locomotora original más antigua conservada en el Estado, el último vehículo de vapor o el primer Talgo. Complementan el recorrido objetos ferroviarios que explican cómo eran las estaciones o como se controlaba el tráfico ferroviario. Entre otros elementos, encontramos una mesa de enclaves y un puente de señales originarios de la Estación de Francia de Barcelona.

Además del aspecto técnico e histórico, el museo invita a conocer la vertiente social y emocional del mundo del tren. Por eso está concebido como un espacio de experiencias. Y es que los visitantes pueden entrar en las locomotoras, recorrer los trenes de viajeros e incluso ver proyecciones audiovisuales dentro de un vagón de mercancías.

La importante labor de conservación y divulgación del museo se pone de manifiesto en su centro de documentación, con más de 10.000 fotografías, 5.000 registros bibliográficos y 400 vídeos.
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Hablar de vino en el Penedés es hablar de la identidad de toda una comarca. Esta simbiosis entre historia, cultura y territorio la refleja el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (VINSEUM) de Vilafranca del Penedés, el primer museo del vino de España.

VINSEUM nació en 2007 como un espacio para que los visitantes experimenten la cultura del vino. Es la evolución conceptual del Museo de Vilafranca - Museo del Vino, que se fundó en 1935 para ubicar diferentes colecciones relacionadas con el Penedés. Actualmente este fondo supera ya las 17.000 piezas que abarcan materias como la arqueología, el arte (con una importante colección de cerámica), la etnología o la historia natural.

Pero lo que ha convertido el museo en referente es el fondo relacionado con la viticultura: herramientas del campo, ánforas, botijos de cerámica, copas de estaño y de plata, ejemplares de cristalería de Bohemia, etc. Destacan los dioramas del vino que narran la historia de la viticultura. Así, se pueden ver escenas de bodegas de Egipto y Roma o del Monasterio de Poblet. Además de los objetos, VINSEUM también cuenta con un importante fondo documental sobre la viña y el vino.

El recorrido por la exposición permanente se inicia en la tercera planta del edificio principal, un antiguo palacio de los Reyes de la Corona de Aragón (siglo XII-XIII). Una cuidada y moderna museografía adentra al visitante en un recorrido inmersivo por las diversas colecciones. Incluso cuenta con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil". La visita termina en el espacio de la Taberna del Museo, donde se puede degustar vino o cava.
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Impulsados ​​por el espíritu de la Renaixença y conscientes de que gran parte del patrimonio tradicional catalán estaba a punto de desaparecer, un grupo de intelectuales encabezado por el folklorista Rossend Serra inició a finales del siglo XIX un meticuloso trabajo de recopilación de historias, leyendas y canciones del Ripollès. Fruto de esta labor, en 1929 crearon el Archivo Museo Folclórico de San Pedro, que ha dado lugar al Museo Etnográfico de Ripoll.

Abierto en 2001 en la antigua casa señorial de Can Budallés, después de estar 10 años cerrado, el actual museo trabaja en la investigación, conservación, interpretación y difusión del patrimonio etnológico material e inmaterial, principalmente de Ripoll y de los Pirineos gerundenses. La nueva museografía muestra de manera didáctica y modernizada -incorporando audiovisuales, audios y pantallas interactivas- más de 5.000 objetos.

El recorrido es por 12 colecciones que explican entre otras cosas cómo era la agricultura, los oficios, los pastores, la vida en el hogar o la religiosidad popular. Destaca la colección dedicada a la fragua y el hierro, elementos fundamentales en la economía de la comarca desde la Edad Media. Y en especial la colección de armas de fuego portátiles ripollesas, un producto que alcanzó fama internacional.
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El político y escritor Víctor Balaguer, como hombre del Renacimiento, estaba convencido de que la cultura era la base de progreso de un pueblo. Por eso en 1884 encargó construir en Vilanova y la Geltrú el primer edificio público del país destinado a la vez a funciones de biblioteca y museo, donde pondría al alcance de la ciudadanía sus colecciones de arte, libros y etnografía.

Actualmente, el museo cuenta con un fondo propio de más de 8.000 piezas que incluyen una colección de arqueología y una de etnografía provenientes de donaciones de amigos ilustrados de Víctor Balaguer. Destaca la momia de un niño del antiguo Egipto, conocida popularmente como Nesi.

Sobre el fondo de arte, parte de la colección fundacional se puede ver en la sala de la Pinacoteca que recrea el ambiente original de los salones de Bellas Artes del siglo XIX. Cuadros de Mariano Fortuny, Ramón Martí Alsina, Joaquín Vayreda o Joaquín Sorolla muestran los gustos burgueses de la época. Complementan esta sala las obras de El Greco, Ribera o Rubens, cedidas desde los inicios por el Museo del Prado.

El recorrido continúa por el Modernismo, Postmodernismo y Novecentismo con obras de pequeño formato de Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Anglada Camarasa, Francesc Domingo o Xavier Nogués. También cuenta con la colección de arte informalista más completa de Cataluña que procede del primer Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.

En cuanto al fondo bibliográfico, es uno de los más ricos del siglo XIX en Cataluña, con más de 50.000 libros y un total de 100.000 documentos. Entre ellos, los epistolarios de Víctor Balaguer.