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Etnología y manifestaciones populares

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Desde 2002, el "Tinglado", un antiguo almacén portuario de Palamós, es la sede de un museo único dedicado a la conservación, estudio y difusión del patrimonio natural, social y cultural de la pesca del litoral catalán.

El Museo de la Pesca ofrece un didáctico recorrido por la historia, el presente y el futuro de esta actividad económica en la Costa Brava. Muestra desde la diversidad biológica del Mediterráneo hasta quién es quién en el mundo pesquero. Todo ello dentro de un edificio reconocido en 2001 con el Premio Nacional de Diseño, donde encontramos recreado el ambiente marinero, con una barca de pesca incluida.

Pero la experiencia no se acaba en el ámbito expositivo: su situación en el puerto permite completar el recorrido con la visita a las Barcas de pescado, una extensión flotante del museo, y la participación en el Taller del pescado, que incluye talleres gastronómicos con productos del mar.

El Museo de la Pesca realiza también una intensa labor de investigación y documentación en el ámbito marítimo y pesquero a través del servicio Documare y la Cátedra de Estudios Marítimos de la Universidad de Girona.
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La antigua casa Pedrós, en el centro de Castellterçol, es donde nació y murió una de las figuras capitales del siglo XX en Cataluña: Enric Prat de la Riba. Actualmente convertida en museo, nos acerca la figura del fundador de la Lliga Regionalista, el primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña y uno de los principales teóricos del nacionalismo catalán.

Acompañados por un audiovisual, podremos repasar su trayectoria profesional y el ideario del político y escritor. Al mismo tiempo, nos adentraremos en su esfera más personal ya que la arquitectura y el mobiliario son los originales de la vivienda. Así podemos conocer cómo era la vida en una casa rural acomodada de principios del siglo XX.

A excepción del despacho, que contiene el mobiliario que Prat de la Riba tenía en Barcelona, ​​el resto de espacios de la casa se conservan intactos. Destacan la cocina, centro de la vida familiar, y el comedor, reservado exclusivamente para las ocasiones especiales. La religiosidad de la familia se refleja en la presencia de imágenes religiosas en la mayoría de cámaras, especialmente las habitaciones.
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Trabajo en equipo, esfuerzo y espíritu de superación. Estos son los valores que encarnan los Castells, una práctica cultural con más de 200 años de historia y declarada en 2010 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Los datos más antiguos de estas torres humanas se remontan al siglo XVIII: las torres formadas por dos o tres personas eran la culminación del Baile de Valencianos, propio de las fiestas mayores de las comarcas de Tarragona. Cuando estas construcciones se independizaron del resto del baile nacieron los Castells como exhibición con carácter propio.

Su popularidad ha vivido diferentes etapas. Tras consolidarse en el siglo XIX, con castillos de hasta nueve pisos de altura, su práctica decayó a inicios del siglo XX, y resurgió durante la década de los 60.

La época dorada de los Castells se produjo a partir de los años 90 y hasta la actualidad. Han contribuido a ello la creación de nuevas "colles" de perfil joven y multicultural, el logro de nuevas y espectaculares construcciones, y la retransmisión de las exhibiciones de Castells por televisión.

Actualmente se contabilizan cerca de 100 "colles" y más de 12.000 "castellers", superando los 16.000 castillos levantados cada año.

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Durante la Semana de Corpus la capital de El Berguedà se transforma con la celebración de La Patum, una fiesta popular única en Cataluña que se ha mantenido prácticamente sin interrupción desde el siglo XV.

El origen de esta tradición, que en 2005 fue inscrita por la UNESCO en la Lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se remonta a los entremeses, representaciones parateatrales que formaban parte de las procesiones medievales del Corpus.

Los días centrales de la celebración son el jueves y el domingo. Durante el mediodía La Patum es más reposada y solemne, mientras que por la noche es más festiva y participativa. Los principales personajes y momentos de la fiesta son el tambor, los turcos y caballitos, las mazas, la guita, el águila, los enanos viejos, los gigantes, los enanos nuevos, los plens (diablos) y el tirabol (comparsa final).

El momento culminante de La Patum son los plens, que convierten la plaza Mayor de Berga en un infierno de fuego. Los principales protagonistas de la fiesta bailan siguiendo el ritmo del tambor y de la música que Joaquim Serra compuso a finales del siglo XIX.

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Esta casa del centro de Moià es un edificio señorial del siglo XVII con un notable valor arquitectónico y artístico. Pero si hay algo que la hace especial es que alrededor del 1660 nació Rafael Casanova, protagonista de la defensa de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.

Casanova era hijo de una familia acomodada de Moià dedicada al comercio del grano y la lana. Su situación acomodada se puede ver en las características de la casa, sobre todo en su interior, ricamente decorado. Formada por una planta baja, un piso y una buhardilla, con jardín posterior y sótano, destaca la fachada principal, esgrafiada.

Actualmente, la casa acoge una exposición que muestra las claves del conflicto de 1714: desde el estallido de una guerra internacional para determinar el sucesor a la corona española tras la muerte de Carlos II sin descendencia, hasta la caída de la ciudad de Barcelona a manos de las tropas borbónicas, mientras Rafael Casanova era responsable de la defensa de la ciudad como consejero y comandante de la Coronela.

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Profesionales, comerciantes, artesanos y ciudadanos se reúnen en ferias y mercados de Cataluña cada semana. Son encuentros que facilitan el intercambio comercial, pero a lo largo de la historia también han servido para hacer nuevos contactos, cerrar pactos e incluso para celebraciones religiosas.

La mayoría de los mercados nacen en los cruces de antiguos caminos. Recibir la autorización real para organizar una feria es sinónimo del crecimiento económico de ciudades y villas.

En ferias como El Mercat del Ram de Vic o en la feria de la Candelera de Molins de Rei se venden todo tipo de productos. En cambio, ferias como la de Santa Llúcia (Navidad) o la de Sant Ponç (hierbas medicinales) son temáticas.

De hecho, la especialización en productos concretos se convierte en una eficaz herramienta de promoción económica, turística y cultural. Son ejemplos la feria del abeto de Espinelves o la Fira del Càntir de Argentona.

Las ferias modernas, así como las ferias culturales y artísticas (como El Mercat de Música Viva de Vic, La Mostra de Teatre Infantil i Juvenil d'Igualada o la Fira de la Mediterrània de Manresa), adoptan una nueva imagen, pero la función se mantiene: la relación comercial, humana y cultural.

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En plena Edad Media, el pueblo compagina las prácticas cristianas con rituales de origen pagano. Como reacción, nace la festividad del Corpus Christi, una nueva celebración en honor al Santísimo Sacramento que con el tiempo perderá parte del carácter religioso y se convertirá en un acontecimiento social y festivo.

Las primeras celebraciones del Corpus en Cataluña son las de Barcelona (1320), Manresa (1322), Vic (1.330), Tortosa (1330), Solsona (1331) y Bagà (1333). La fiesta se centra en la procesión, con el desfile triunfal del Santísimo Sacramento por las calles y plazas de pueblos y ciudades.

La jerarquía y el protocolo, vitales en la organización del Corpus institucional, conviven con los entremeses. La cristianización de elementos paganos busca moralizar y educar a los que observan el cortejo, pero el carácter lúdico se acaba imponiendo al aleccionador. Esto facilita la aparición de los "bullicios" del Santísimo Sacramento, origen de La Patum de Berga.

Otros elementos característicos del Corpus son L’ou como Balla, un huevo vacío que se eleva como por arte de magia en el manantial de agua de una fuente, y las alfombras de flores, obras de arte efímeras pisadas por la procesión que perviven todavía en municipios como Sitges, Arbúcies o La Garriga.

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No importa que no sea un día festivo. Cada 23 de abril las calles, ramblas y plazas de todo el país se llenan de libros, rosas y banderas para celebrar la Diada de Sant Jordi, una jornada participativa en la que la palabra escrita y recitada toma protagonismo.

Pero la Fiesta del Libro no ha estado siempre ligada al patrón de Cataluña. Impulsada por el editor Vicent Clavel para promover el libro en Cataluña, la primera Diada fue el 7 de octubre de 1927. Dos años después los libreros salieron un 23 de abril, y el éxito propició el cambio de fecha, que además coincidía con la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare.

Declarada Fiesta Nacional de Cataluña, la Diada de Sant Jordi ha contribuido desde sus inicios a impulsar la producción y comercialización del libro en catalán. Además, los lectores pueden interactuar con sus escritores predilectos. El paseo entre paradas de libros y la tradición de regalar una rosa complementan la jornada.

La consolidación del día de San Jorge como la Fiesta del Libro, también internacionalmente, llega con la proclamación por la Unesco del 23 de abril como el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor.

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Como fenómeno popular y social, la fiesta sardanista destaca por su capacidad de captar público y danzantes. Es necesario solamente un entarimado en una plaza y una docena de sillas para los músicos de la copla.

En la popular danza catalana, caracterizada por un corro que forman los danzantes cogidos de la mano, la música y la melodía tienen tanta importancia como la coreografía, y han alcanzado un valor sinfónico propio.

La mayoría de teorías coinciden en que la sardana tiene su origen en danzas griegas o prerromanas, y en que el baile actual es la interpretación de la contradanza, una danza litúrgica del siglo XIX.

El gran responsable de su modernización y popularización fue el músico Pep Ventura, que durante el siglo XIX modificó la estructura de la sardana e introdujo la tenora en el conjunto instrumental. Su carga de identidad hay que atribuirla al líder de la Lliga Regionalista, Francesc Cambó, que a principios del siglo XX convirtió la sardana en "danza nacional de Cataluña".

Actualmente se organizan hasta 5.000 actividades sardanistas en todo el país entre romerías, bailes, audiciones, conciertos, concursos de composición y concursos de "colles".

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La tradición cristiana de la Pasión se convierte en una representación teatral de calle en esta población de El Baix Empordà. La Procesión de Verges tiene más de 300 años de historia y se celebra cada Jueves Santo.

El misterio que se representa se basa en un libro en verso de fray Antoni de Sant Jeroni de 1773 que adapta el drama de las últimas horas de Jesucristo. La teatralización de la procesión permitía romper la barrera del latín eclesiástico y facilitaba el adoctrinamiento con un lenguaje más cercano.

La procesión arranca desde la iglesia a las 12 de la noche. Durante el recorrido por las calles del pueblo, y bajo la única luz de las antorchas encendidas, se representan las escenas de la Pasión. Todo el mundo espera el momento en que se interpreta la Danza de la Muerte. En esta representación macabra y ancestral de origen medieval cinco esqueletos colocados en forma de cruz saltan y bailan al son de un tambor.

Verges es la única población catalana que conserva esta escenificación, y por esta razón la Procesión de Verges fue declarada Fiesta tradicional de interés nacional en 1983.