Etnología y manifestaciones populares | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Etnología y manifestaciones populares

T
En muchos pueblos de la cordillera pirenaica todo es posible durante la noche en que celebran las Fiestas del Fuego. Su tradición de orígenes ancestrales reúne a todas las familias y vecindario alrededor de la verbena de San Juan junto a la luz mágica de las hogueras, las fallas, los haros y los brandons.
 
El fuego de las Fallas de los Pirineos arde coincidiendo con el solsticio de verano como símbolo de renovación y de vida. Los y las portadoras del fuego lo descienden desde las montañas mediante las Fallas que ellos mismos han preparado. Así, como una serpiente de luz que desciende por la montaña, el fuego de San Juan llega a la plaza de la villa y enciende la hoguera en torno a la cual el pueblo baila toda la noche.
 
La celebración tiene sus particularidades según la localidad, y es que existen hasta sesenta y tres pueblos entre Cataluña, Aragón, Andorra y el Sur de Francia que comparten esta tradición milenaria. Todos ellos figuran en la Lista de Patrimonio Inmaterial de la UNESCO desde 2015.
Español translation unavailable for L'art de la pedra seca.
Español translation unavailable for Toc manual de campanes.
T
¿Cómo se siente un jugador del Barça a punto de salir al césped? Los amantes del fútbol lo pueden experimentar en su propia piel en este museo. Actualmente es uno de los más visitados de Cataluña, con una media anual de más de 1.200.000 personas.

La idea de hacer un Museo del Barça nació con Joan Gamper, el fundador del club. Finalmente se inauguró en el año 1984. Desde entonces se pueden ver los trofeos conseguidos por todas las secciones deportivas del club catalán a lo largo de su historia y todo tipo de objetos relacionados con el equipo, los jugadores o los seguidores.

También cuenta con un fondo de arte de temática deportiva, con obras de Salvador Dalí, Joan Miró, Antoni Tàpies o Josep Maria Subirachs. Además, custodia la Colección Futbolart, propiedad de Pablo Ornaque, considerada una de las mejores colecciones privadas del mundo sobre fútbol.

A partir del año 2010, nació el proyecto Camp Nou Experience, un recorrido que convierte al visitante en protagonista a través de tecnologías inmersivas (videowalls, mesas táctiles, audios, recreaciones, etc). Además del museo se visita el Estadio, el Espacio Messi y la Zona Multimedia. Durante la visita, se puede recorrer el túnel de vestuarios y transportarse a una gran final o fotografiar en la sala de prensa una réplica de la Copa de Europa.
T
La etnología no es solo un conjunto de piezas. Los objetos son el punto de partida para hacer que el visitante interprete su entorno social. Esta es la principal premisa del actual Museo Etnológico de Barcelona, ​​totalmente renovado en 2015.

Sus inicios datan de finales de los años 10 del siglo XX, cuando un grupo de intelectuales pioneros de la etnografía catalana vieron la necesidad de preservar e interpretar las sociedades tradicionales. Finalmente se inauguraron dos instituciones, las colecciones de las cuales conformarían los fondos del Museo Etnológico de Barcelona: el Museo de Industrias y Artes Populares (1942) y el Museo Etnológico y Colonial (1949). Se recogieron y exhibieron objetos de los cinco continentes. Actualmente una parte de este fondo se puede ver en el Museo de Culturas del Mundo.

A partir de la última remodelación, el Museo Etnológico de Barcelona centra su foco en el ámbito catalán, pero sin olvidar las relaciones con otras comunidades y culturas. El eje principal es la exposición permanente "Sentir el patrimonio".

El espacio central de la sala está ocupado por seis objetos de grandes dimensiones -una barca, una prensa de vino, un telar, un soplete de herrero y un armario de herbolario- que simbolizan seis ámbitos temáticos que forman parte de todas las culturas. Los rodean otras piezas que muestran las particularidades y la universalidad de la cultura humana. Todo un lateral de la sala está formado por un gran friso de objetos de diferentes orígenes geográficos, históricos y temáticos.

La exposición cuenta con recursos audiovisuales y contenidos multimedia e incluso con un espacio donde el visitante puede manipular algunas piezas. También se recomienda visitar los dos patios interiores. En uno de ellos el visitante verá los dos gigantes de la ciudad de Barcelona, ​​la reina Violant y el rey Jaime I, realizados por Domènech Umbert 1984.
T
Frederic Marès, además de ser escultor, sintió desde muy joven la pasión por el coleccionismo. A lo largo de más de 80 años reunió un gran número de obras de arte (especialmente escultura) y más de 50.000 objetos. En 1944 dio sus colecciones a la ciudad de Barcelona que las exhibiría, dos años más tarde, en el Museo Frederic Marès ubicado dentro del antiguo Palacio Real de los Condes de Barcelona.

En el sótano y en las dos primeras plantas se concentra la colección de escultura hispánica: desde la antigüedad hasta el siglo XIX. Una de las joyas de la corona es el relieve L’aparició de Jesús als seus deixebles al mar, atribuido al Maestro de Cabestany, obra maestra del románico catalán procedente del monasterio de Sant Pere de Rodes. También está bien representada la escultura del Renacimiento y el Barroco castellano. En menor medida se muestran otras colecciones artísticas durante el recorrido (pintura, orfebrería, mobiliario o tejidos).

En el mismo edificio también se exponen los objetos que había ido colecciones Marès: muñecas, relojes, abanicos, pipas, naipes, daguerrotipos, botes de farmacia, soldaditos de plomo, etc. Es el espacio llamado Gabinete del coleccionista (Marès lo bautizó como Museo Sentimental). El visitante puede recorrer 17 salas, donde se acumulan miles de objetos curiosos y entrañables que reflejan la vida y las costumbres del pasado, especialmente del siglo XIX.

Finalmente, quien quiera adentrarse más en la figura de Frederic Marès puede visitar el estudio biblioteca del artista. Este espacio acoge un conjunto de obras escultóricas de Marès, que él mismo eligió para mostrarlas al público, además de una serie de objetos personales.
T
La comida ha servido desde hace mucho tiempo para reunirse y celebrar una fiesta religiosa o laica, sobre todo durante los cambios de solsticio en el campo. Uno de los elementos más significativos de la celebración son los postres, que tienen recetas específicas según el calendario estacional.

Solo empezar el año encontramos el roscón de Reyes, un pastel relleno de mazapán que esconde en su interior una figurita y un haba. También es muy reconocido el roscón de Sant Antoni.

El dijous gras nos lleva las coca de llardons, un último exceso antes de la cuaresma. Para estas semanas previas a Semana Santa tenemos los buñuelos, además de la crema catalana reservada para el día de San José. Finalmente llega el domingo de Pascua y no puede faltar la mona. La regalan los padrinos a sus ahijados y ahijadas. Las tradicionales se parecían mucho al roscon de reyes, pero en vez de fruta confitada llevaban encima un huevo duro para cada ahijado.

La llegada del verano se celebra con la coca de San Juan, protagonista de la verbena junto con los petardos y en otoño llegan los panellets. Se comen el último día de octubre, durante la víspera de Todos los Santos. Se dice que tienen forma redonda porque quieren imitar un rosario y se llevaban a la misa de difuntos, se bendecían y se comían mientras duraba el acto litúrgico. Pero si hay una festividad dulce por excelencia es la Navidad, que se celebra con neules y turrones.

Desde hace años se han incorporado nuevos dulces al calendario como las tortas y pasteles para Sant Jordi, el Día de la Madre o el Once de Septiembre.
T
El pequeño comercio tiene una gran importancia en el tejido económico y social de Cataluña, ya que, tradicionalmente, ha sido un elemento vertebrador de la vida cotidiana de pueblos y ciudades. Hay un buen número de tiendas que conservan el aspecto originario y pueden considerarse de valor patrimonial (por interés histórico y, a menudo, artístico).

De todos los establecimientos de proximidad, predominan los vinculados a la alimentación, comenzando por restaurantes, fondas, hoteles y casas de comida. Aunque no siempre han gozado de un reconocimiento explícito, en buena medida son responsables de la pervivencia de muchas recetas tradicionales. Forman parte de esta lista el 7 Portes, Can Culleretes, Pitarra o Can Lluís de Barcelona. También la Fonda Europa (Granollers); el Tall de Conilla (Capellades) o la Fitorra (Vilanova y la Geltrú), todos ellos con más de 100 años de historia.

Para comprar pan de toda la vida en Barcelona se puede ir a la Fleca Balmes o al Forn Mistral. De panaderías fieles al oficio y la tradición se conservan un buen número en Cataluña como el Forn Can Geroni (Vilanova del Vallès), el Soler (Vic), el Jaume Monell (Manresa) o Cal Pelegrí (Sant Pau d'Ordal).También son bastante numerosas las pastelerías centenarias como la Boadella (Banyoles), la Ferrer (Olot), la Valero (Riba-roja d’Ebre y Móra d’Ebre), Can Tuyarro (Santa Coloma de Farners) o Castelló (Girona), famosa por sus Miralls de Santa Clara.

Otros establecimientos vinculados a la tradición comercial catalana son los colmados, también llamados coloniales o ultramarinos porque estaban especializados en productos de importación. No se conservan muchos, pero La Confiança, en Mataró, es uno de los más valiosos. Proyectada por Puig i Cadafalch en 1894, mantiene la decoración modernista intacta.

En el grupo hay que sumar farmacias (como la Franquesa, de Barcelona), droguerías (como la Boter, de Badalona), tiendas de telas (como la Sastreria Queralt, de Reus) e incluso ceras, como la Subirà de Barcelona que data del 1761.
T
Desde 1979, cada primer fin de semana de julio la Asociación de Raiers del Noguera Palleresa aprovecha el momento del año en que más agua baja por el río para celebrar el Día de los Raiers o la Fiesta de la Maderada Esta jornada sirve para homenajear a este antiguo oficio dedicado al transporte fluvial que ha sido históricamente muy importante en la economía del Pallars.
 
El de raier era un oficio duro y arriesgado, que consistía en transportar la madera de los Pirineos a las tierras llanas del litoral aprovechando la corriente de los ríos, mediante los rais. La gran fiesta popular que les recuerda comienza, precisamente, con la construcción de esta embarcación tradicional: los troncos –colocados uno junto al otro–, los travesaños de roble, las redortas de abedul, los timones y los dos remos que permitirán dirigir la balsa. Finalmente, se planta la morada donde se cuelga el fato, es decir, la ropa seca, la comida y la bota de vino.
 
El domingo por la mañana tiene lugar el plato fuerte de la fiesta: la bajada de las balsas por el Noguera Pallaresa. A partir de las 11 h, los raiers, vestidos de época, cubren el tramo de cinco kilómetros entre la Presa de la Llania y el Puente de Claverol. En las orillas del río se reúne multitud de gente y a la llegada no falta la música ni la tradicional comida de hermandad para cerrar la jornada.
 
Un nuevo motivo de celebración llegó en 2022, el año en que el oficio de almadiero fue incluido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. La candidatura, presentada conjuntamente por los gobiernos de Austria, Chequia, Alemania, Letonia, Polonia y España, destacaba la cohesión social ligada a la tradición raiera, el uso sostenible de la madera y del agua, la pervivencia de las técnicas artesanales y la relación entre las comunidades y la naturaleza.
T
Ya las domus romanas se decoraban con flores y hierbas cuando llegaba la primavera. Las fiestas de las Enramadas continúan esta tradición, cubriendo las calles con alfombras de flores para celebrar el Corpus. Una de las fiestas de las Enramadas más destacadas es la de Arbúcies, que aparece documentada en el siglo XVI y fue declarada Fiesta Tradicional de Interés Nacional en 1999. Se celebra durante la octava de Corpus.

En un inicio, se ponían ramas ante las casas, que permitían cubrir toda la calle de guirnaldas hechas con hojas y flores. De ahí el nombre de "enramadas". Hoy en día, las ramas y guirnaldas han sido sustituidas por banderitas de papel y de plástico. Lo que sí ha perdurado son las alfombras de flores que servían para ornamentar las calles por donde pasaba la solemne procesión de Corpus. Durante la vigilia mujeres y niños cosechaban flores del bosque y se esparcían el día de Corpus. En la posguerra (1947) se empiezan a hacer dibujos y filigranas con los pétalos de las flores.

Hasta el siglo pasado, las Enramadas de Arbúcies tuvieron un marcado acento religioso. La procesión, encabezada por el paso del Santísimo Sacramento, era el elemento básico de la celebración tradicional. A partir de 1977 se sustituye por un pasacalles con gigantes, grallers, carrozas y otros elementos festivos. El acto principal de la celebración laica es la danza que cada barrio hace en el enclave más representativo.