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Etnología y manifestaciones populares

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La Farga Palau de Ripoll, documentada desde 1626 y en funcionamiento hasta 1978, es un valioso testimonio de una industria histórica en nuestro país: la forja catalana. Ubicada en la orilla del río Freser, se puede ver restaurada la estructura que la ha mantenido en funcionamiento a lo largo de cuatro siglos.

La fragua ocupa una planta baja donde se conservan las trompas de agua, los martinetes de fraguar (singulares por estar hechos con cojinetes metálicos, mango de olmo y mazo de acero), la carbonera, el horno, donde se reducía la especie, y la fragua. La parte industrial se completa en el exterior con la rueda hidráulica, la acequia y la balsa. Todos ellos son los elementos esenciales de la forja catalana o «procedimiento catalán»; un tipo de forja que conseguía manufacturar un producto de gran calidad.

Ripoll fue el gran centro metalúrgico de Cataluña gracias a la elaboración de las dos manufacturas más prestigiosas de la forja catalana: las armas de fuego portátiles y las llaves.

Con la introducción de nuevas técnicas industriales muchas fraguas dedicadas al hierro quedaron obsoletas y, para subsistir, se dedicaron a trabajar el cobre. Es el caso de la Farga Palau, la única de Cataluña que elaboraba piezas de cobre hasta la segunda mitad del siglo XX. La fragua cerró definitivamente en 1978 y en 1997 se integró, como sección, dentro del Sistema Territorial del Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya (mNACTEC).
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Los olores y el ruido de agua, carros y trabajadores eran un continuo a partir de finales del siglo XVIII a orillas del Rec de Igualada cuando se empezaron a construir las nuevas curtidurías. El Museo de la Piel de Igualada y Comarcal de la Anoia rememora este pasado industrial de la ciudad, vinculado al cuero y a la manufactura de la lana. Concebido en 1954, es uno de los primeros museos monográficos de la piel de Europa y forma parte del Sistema Territorial del mNACTEC.

Los dos edificios que forman el museo resumen la evolución industrial de la zona del Rec. La sede principal es la fábrica algodonera Cal Boyer, un ejemplo del fuerte crecimiento industrial de finales del siglo XIX. El otro, Cal Granotes, es un edificio preindustrial (siglo XVIII) donde se realizaba de forma artesanal el curtido al vegetal de la piel, sobre todo de buey y vaca. Actualmente es la única curtiduría museizada en Cataluña.

La exposición permanente se encuentra dividida en varios ámbitos. Destaca la sala "El Hombre y el Agua" donde se tratan temas como qué papel tiene el agua en la salud, el aprovechamiento económico del agua o su elevación y transporte. La museografía del espacio es innovadora ya que en la parte central el visitante encuentra un canal de agua donde podrá experimentar con varios widgets hidráulicos.

En la sala "De los hoyos los bombos" explica la evolución histórica del oficio de curtidor, desde cómo se abona la piel en 1890 (conexión con Cal Granotes) hasta las barricas de curtir y otra maquinaria que ya funciona con energía eléctrica.
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El Museu de les Mines de Cercs es un museo dedicado al carbón y a las estrechas relaciones entre este combustible fósil y el entorno geológico, paisajístico, económico y humano del Alt Berguedà.

El espacio más emblemático es la mina Sant Romà, donde un tren minero nos lleva galería adentro para descubrir cómo era el trabajo y la extracción de carbón en el sitio original. En el museo también puede visitarse la exposición permanente, dividida en dos ámbitos: el del carbón y su explotación, y el de la vida cotidiana a la colonia minera de Sant Corneli. La visita se complementa con la proyección de un audiovisual y la visita de una vivienda minera, tal y como era en los años cuarenta del siglo pasado.

El programa didáctico consta de visitas a todos los espacios y de talleres educativos que se pueden desarrollar en el entorno más inmediato del museo. Son actividades relacionadas con la historia social y técnica de la industrialización y, también con el patrimonio paleontológico y la transformación paisajística de la comarca.


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Desde la historia y la etnografía a la geografía y la economía, pasando por la ecología, el Museo de las Terres de l’Ebre (Amposta) da una visión transversal del territorio del delta del Ebro. El visitante puede conocer a los ilercavones, aprender diferentes tipologías de artes de pesca e incluso ver de cerca un laúd, la embarcación fluvial más característica.

Fue creado en 2011 como una ampliación y actualización del anterior Museo Comarcal del Montsià. Ocupa el antiguo edificio modernista de las Escuelas públicas Miquel Granell, adaptado a las necesidades de un proyecto museográfico moderno y sugerente. El museo conserva y gestiona una de las colecciones más importantes de naturaleza, arqueología y etnología de las Tierras del Ebro formada por más de 35.000 objetos, donde destaca la Falcata, una espada ibérica que forma parte del conjunto de urnas y ajuares de la necrópolis ibérica de Mianes (Santa Bàrbara).

La exposición permanente "Las Tierras del Ebro: la prehistoria a la edad media" hace un recorrido por la historia de la ribera baja del Ebro, a partir de los restos arqueológicos encontrados en la zona. La segunda sala "El Ebro: camino de agua" se centra en la influencia del río más importante de la Península Ibérica en la historia e identidad colectiva y reflexiona sobre cómo será el futuro del territorio.

En la web del Museo se pueden consultar varias piezas arqueológicas en 3D.

El Museo encabeza la red "Ebro, naturaleza & cultura" que aglutina museos, centros de interpretación, yacimientos y monumentos en diferentes municipios ebrencs.
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Jacint Verdaguer, autor de la Atlántida y Canigó y uno de los grandes artífices de la recuperación del catalán como lengua literaria, vivió parte de su infancia en la actual Casa-Museo Verdaguer de Folgueroles. Inaugurado en 1967, se trata de uno de los museos literarios más antiguos de Cataluña.

La casa es del siglo XVII y se estructura en planta baja (originalmente destinada a las labores agrícolas), primer piso, buhardilla y salida detrás. Está ubicada en el número 7 de la calle Mayor de Folgueroles, junto a Cal Doctor (núm. 9). Cuando vivió el joven Verdaguer las dos casas formaban un solo edificio.

El proyecto se remonta a los inicios del siglo XX, cuando surge la idea de crear un museo a la memoria de Verdaguer en Folgueroles. La colección -creada por la Asociación Amigos de Verdaguer con el asesoramiento de Eduard Junyent y Josep M. Garrut (conservadores del MEV y del MHCB, respectivamente) - recoge un fondo de tres tipologías: la biográfica, con elementos que pertenecieron al poeta; la etnográfica, con múltiples objetos de vida cotidiana (en el primer piso se conservan los espacios domésticos de una casa de mediados del siglo XIX) y la artística, con piezas de artistas como Duran Camps, Pahissa y Perejaume. En la biblioteca, se custodian unos 800 registros entre libros, hemeroteca, material gráfico, sonoro y audiovisual.
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Joan Maragall es una de las figuras capitales de la poesía modernista, aunque también cultivó la prosa. Escribió más de 450 textos, entre artículos, ensayos, discursos, semblanzas biográficas y prólogos. Todo su legado documental se encuentra en el Archivo Joan Maragall, un centro de documentación ubicado en su última residencia, en el barrio de Sant Gervasi de Barcelona. Actualmente este edificio está habilitado también como casa-museo, para acercar la parte más íntima de uno de los grandes nombres de la Renaixença.

El Archivo Joan Maragall reúne un importante fondo documental sobre la figura y la obra del poeta y el conjunto del Modernismo. Se constituyó en 1911, después de la muerte de Maragall, por iniciativa de su viuda. En 1993, el centro se adscribió a la Biblioteca de Cataluña.

Los estudiosos de la obra de Maragall encontrarán una completa colección de obra manuscrita, entre la que se cuenta un extenso epistolario. El archivo también custodia la biblioteca personal del poeta con un millar de ejemplares y dispone de todas las ediciones de sus obras. Al fondo documental propio se le suma la biblioteca crítica sobre la obra del escritor, partituras originales sobre sus poemas, la colección iconográfica y unos 10.000 recortes de prensa.

Aunque el edificio sufrió modificaciones tras la reforma de 1957, se conservan varios objetos del poeta y de su familia. El visitante puede recorrer el recibidor, el salón noble, el comedor, el despacho y dos dormitorios, donde encontrará el mobiliario original, así como fotografías y obras de arte de artistas modernistas como Rusiñol o Casas.
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El antiguo depósito de locomotoras de vapor de Vilanova i la Geltrú acoge desde 1990 una de las colecciones ferroviarias más importantes de Europa. Más de 60 vehículos de todas las épocas, tecnologías y países, incluidas 28 locomotoras de vapor de finales del siglo XIX, conforman la parte principal de la exposición del Museo del Ferrocarril de Cataluña.

A través de su colección se puede seguir como ha sido la historia del ferrocarril en España, empezando por una réplica del primer tren que circuló en la Península, la Mataró. Se puede ver también la locomotora original más antigua conservada en el Estado, el último vehículo de vapor o el primer Talgo. Complementan el recorrido objetos ferroviarios que explican cómo eran las estaciones o como se controlaba el tráfico ferroviario. Entre otros elementos, encontramos una mesa de enclaves y un puente de señales originarios de la Estación de Francia de Barcelona.

Además del aspecto técnico e histórico, el museo invita a conocer la vertiente social y emocional del mundo del tren. Por eso está concebido como un espacio de experiencias. Y es que los visitantes pueden entrar en las locomotoras, recorrer los trenes de viajeros e incluso ver proyecciones audiovisuales dentro de un vagón de mercancías.

La importante labor de conservación y divulgación del museo se pone de manifiesto en su centro de documentación, con más de 10.000 fotografías, 5.000 registros bibliográficos y 400 vídeos.
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Hablar de vino en el Penedés es hablar de la identidad de toda una comarca. Esta simbiosis entre historia, cultura y territorio la refleja el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (VINSEUM) de Vilafranca del Penedés, el primer museo del vino de España.

VINSEUM nació en 2007 como un espacio para que los visitantes experimenten la cultura del vino. Es la evolución conceptual del Museo de Vilafranca - Museo del Vino, que se fundó en 1935 para ubicar diferentes colecciones relacionadas con el Penedés. Actualmente este fondo supera ya las 17.000 piezas que abarcan materias como la arqueología, el arte (con una importante colección de cerámica), la etnología o la historia natural.

Pero lo que ha convertido el museo en referente es el fondo relacionado con la viticultura: herramientas del campo, ánforas, botijos de cerámica, copas de estaño y de plata, ejemplares de cristalería de Bohemia, etc. Destacan los dioramas del vino que narran la historia de la viticultura. Así, se pueden ver escenas de bodegas de Egipto y Roma o del Monasterio de Poblet. Además de los objetos, VINSEUM también cuenta con un importante fondo documental sobre la viña y el vino.

El recorrido por la exposición permanente se inicia en la tercera planta del edificio principal, un antiguo palacio de los Reyes de la Corona de Aragón (siglo XII-XIII). Una cuidada y moderna museografía adentra al visitante en un recorrido inmersivo por las diversas colecciones. Incluso cuenta con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil". La visita termina en el espacio de la Taberna del Museo, donde se puede degustar vino o cava.
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El Ecomuseo de los Valles de Àneu es un museo vivo. No se enmarca en un solo edificio sino que está formado por varios elementos monumentales, naturales y etnográficos repartidos por los municipios de Àneu que, en conjunto, explican cómo han vivido los habitantes de estos valles pirenaicos desde finales del siglo XIX. Un proyecto innovador que nace en 1994 y que trabaja en la investigación, conservación, difusión y restitución de la realidad del territorio donde se inscribe.

El centro neurálgico es la Casa Gassia, una típica casa aneuense del siglo XVIII. Mantiene su estructura original y el actual espacio expositivo muestra cómo era la vida doméstica durante la primera mitad del siglo XX. A partir de aquí, el Ecomuseo se extiende por 10 centros patrimoniales más.

Encontramos iglesias - Sant Joan d’Isil, Sant Julià d’Unarre, Sant Pere de Sorpe, Sant Pere del Burgal, Santa Maria d’Àneu y el Conjunto Monumental de Son - que explican cómo era la religiosidad popular, las creencias y los rituales. Y también edificios defensivos tan distantes en el tiempo como el castillo medieval de València d'Àneu y los bunkers de posguerra de la Guingueta d'Àneu. Asimismo, los equipamientos industriales como la serrería hidráulica de Alós y la quesería la Roseta de Gavàs son un testimonio de las actividades económicas de la zona.

Así, a través de los objetos y elementos situados en sus lugares de origen, el Ecomuseo acerca las transformaciones que ha sufrido este territorio en las últimas décadas, y permite relacionar los elementos naturales y monumentales con las tradiciones sociales, culturales y etnográficas.
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Impulsados ​​por el espíritu de la Renaixença y conscientes de que gran parte del patrimonio tradicional catalán estaba a punto de desaparecer, un grupo de intelectuales encabezado por el folklorista Rossend Serra inició a finales del siglo XIX un meticuloso trabajo de recopilación de historias, leyendas y canciones del Ripollès. Fruto de esta labor, en 1929 crearon el Archivo Museo Folclórico de San Pedro, que ha dado lugar al Museo Etnográfico de Ripoll.

Abierto en 2001 en la antigua casa señorial de Can Budallés, después de estar 10 años cerrado, el actual museo trabaja en la investigación, conservación, interpretación y difusión del patrimonio etnológico material e inmaterial, principalmente de Ripoll y de los Pirineos gerundenses. La nueva museografía muestra de manera didáctica y modernizada -incorporando audiovisuales, audios y pantallas interactivas- más de 5.000 objetos.

El recorrido es por 12 colecciones que explican entre otras cosas cómo era la agricultura, los oficios, los pastores, la vida en el hogar o la religiosidad popular. Destaca la colección dedicada a la fragua y el hierro, elementos fundamentales en la economía de la comarca desde la Edad Media. Y en especial la colección de armas de fuego portátiles ripollesas, un producto que alcanzó fama internacional.