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Este antiguo campamento militar andalusí es el núcleo originario de Balaguer y un yacimiento arqueológico extraordinario que permite conocer el pasado islámico de la ciudad.

Su origen se remonta a mediados del siglo VIII, durante la ocupación de la Península Ibérica por las tropas árabes y bereberes que habían entrado en 711. Éstas levantaron un campamento militar que se utilizaría como "base de operaciones" para las expediciones de conquista que partían del río Segre hacia Europa.

Con el tiempo, el uso militar pasó a ser civil hasta convertirse en una ciudad (medina), que vivió el momento de máximo esplendor en el siglo XI gracias a los recursos agrícolas y ganaderos. Los investigadores han descubierto los restos de los edificios característicos de las ciudades islámicas de esta época: mezquita, aljama, castillo señorial (suda), zona residencial, plazas, barrio de alfareros, etc. Con la posterior conquista cristiana (1105) y la expulsión de la población musulmana, el Pla d'Almatà volvió a los usos militares y agrícolas, reconvertido en campos de vid y olivos.

Desde 1983 se han llevado a cabo excavaciones que han puesto al descubierto el entramado urbano de la antigua medina. Actualmente en la zona se puede visitar el Parque Arqueológico, donde se han excavado y musealizado cuatro grandes casas y una parte de la calle, y se pueden ver los restos de la antigua muralla del siglo VIII y varios silos.
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Hace entre 75.000 y 40.000 años, el barranco del Capelló fue refugio de los neandertales, una especie extinguida de homínidos que se organizaba en pequeñas comunidades de cazadores-recolectores. Miles de años más tarde, el Abric Romaní desvela a los arqueólogos cómo fue la vida de una especie que comparte líneas evolutivas comunes con el hombre actual.

Por el número y la importancia de los hallazgos, el Abric Romaní se ha convertido en uno de los principales yacimientos del paleolítico medio de la Península Ibérica. Gracias a estos descubrimientos es posible reconstruir el modus vivendi de estas comunidades y su interacción con el medio natural en el que vivieron.

Así, el Abric Romaní, que sigue en proceso de excavación, ha permitido por primera vez determinar (en grupos neandertales) las estrategias de empleo, la estructuración del hábitat, las estrategias de subsistencia, la tecnología del fuego y los instrumentos... Entre los vestigios recuperados destacan una veintena de objetos de madera (la colección más grande del mundo con estas cronologías tan antiguas), cerca de 200 chimeneas y numerosos utensilios realizados en piedra y hueso que evidencian unos sistemas de producción técnica realmente avanzados.

El Abric Romaní forma parte del NEAN-Parque Prehistórico de Capellades, que recoge una veintena de yacimientos en total, y actúa como centro de divulgación de la prehistoria y potenciación del turismo cultural.
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Tarragona y su entorno conservan vestigios de primer orden de la huella romana en la península ibérica. El conjunto arqueológico de Tarraco fue declarado Patrimonio Mundial el año 2000: el desarrollo urbanístico de la ciudad, así como la densidad y la calidad de los restos, lo convierten en un bien universal e incomparable.

El conjunto arqueológico incluye varios monumentos del siglo III a. C. hasta el VI d. C., que se encuentran en muy buen estado de conservación. Todos ellos son característicos de una capital de provincia como fue la antigua Tarraco. Destacan las murallas como construcción más antigua de la ciudad y ejemplo de ingeniería militar. Del foro, la gran plaza donde se concentraba buena parte de la vida pública, se conserva un tramo del porticado de la basílica y parte de una calle; el resto del conjunto estaría aún bajo la trama de edificaciones modernas existentes.

Elteatro se levantó en un área fuera de la muralla muy cercana al foro aprovechando la pendiente del terreno, como era habitual. Se conservan de forma parcial los tres elementos estructurales que definen un teatro romano: cavea (o grada), orchestra y scaena. En el circo, el espacio donde se disputaban las carreras de carros, se puede apreciar actualmente gran parte de las bóvedas y algunos tramos de gradería, restos de la fachada exterior y del podium, así como algunas de las monumentales puertas de acceso al edificio.

Pero sin duda, el anfiteatro es la construcción más icónica de la huella romana en la ciudad, y completa la trilogía de edificios de espectáculos. Presenta la característica arena -donde se desarrollaban los espectáculos, rodeada por la cavea para acomodar el público; los restos visibles actualmente en la arena corresponden a una basílica y a la iglesia románica de Santa Maria del Miracle (s. XII), construidas en el mismo lugar en que sufrieron martirio los santos tarraconenses Fructuoso, Augurio y Eulogio.

En las afueras de la ciudad, cerca del río Francolí, la necrópolis paleocristiana conforma una de las áreas de enterramiento más extensas de Tarraco: cementerio excepcional, está considerado de los más grandes e importantes de todo el occidente del Imperio romano, con más de 2.000 inhumaciones.

En las proximidades de Tarraco encontramos otras construcciones de gran relevancia como por ejemplo el acueducto de Les Ferreres (Puente del Diablo), el arco honorífico de Barà, el mausoleo de Centcelles, la cantera de El Mèdol o lavilla de Els Munts, entre otros.

Fundada como campamento militar por Cneo Cornelio Escipión, Tarraco prosperó tanto gracias a su situación costera como por su emplazamiento en relación a las vías terrestres hacia el interior peninsular. Así pues, la ciudad se convirtió en colonia romana, cabeza de un conventus -demarcación judicial- y capital de la provincia de la Hispania Citerior o Tarraconense.

La fábrica modernista Vapor Aymerich, Amat i Jover es una de las mejores muestras de la arquitectura industrial modernista de Cataluña. Proyectada por el arquitecto Lluís Muncunill e inaugurada el año 1908, es actualmente la sede central del Museo Nacional de la Ciencia y la Técnica de Cataluña (MNACTEC).

Con su cubierta característica de tragaluces de bóveda catalana sostenidas por pilares de hierro fundido y una chimenea de 42 m de altura, el edificio acogía todo el proceso de transformación de la lana, desde la entrada en copos hasta la salida en tejidos acabados. El Vapor, nombre con el que se conoce popularmente la fàbrica, proviene de la utilización de la máquina de vapor como fuerza motriz hasta 1914.

Precisamente su pasado fabril es lo que da forma al actual museo. El objetivo del MNACTEC es preservar y difundir el patrimonio científico, técnico e industrial catalán y mostrar su incidencia social. Las exposiciones permanentes hacen un repaso a temas como la industria textil, las fuentes de energia, la informàtica, la química y el transporte, entre otros. 

El MNACTEC también articula un Sistema Territorial que agrupa 26 museos y espacios especializados en patrimonio industrial, ciencia y tecnología. Cada uno de ellos ofrece una visión temática única y explica la industrialización en una parte del territorio catalán, teniendo en cuenta tanto aspectos técnicos como sociales y culturales.

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Famoso sobre todo por su impresionante claustro románico, el Monasterio de Sant Cugat, regido por la orden benedictina, contiene elementos prerrománicos, góticos y renacentistas.

Construido entre los siglos IX y XIV, en la iglesia encontramos la clásica planta basilical de tres naves y tres ábsides, que se asientan sobre los restos de un castrum romano. El templo se caracteriza por la sobriedad del románico en la falta de decoración y la poca luz, y la grandiosidad del gótico gracias al cimborrio del siglo XIII: una construcción de ocho caras con grandes ventanas.

La prosperidad del siglo XII propició la construcción del primer piso del claustro, formado por largas galerías con arcos de medio punto que descansan sobre parejas de columnas y varios pilares. Pero lo que seguro atrapa la mirada del visitante son los 144 capiteles románicos.

Esculpidos en piedra procedente de Montjuïc entre finales del siglo XII y XIII, encontramos en ellos un hecho totalmente insólito: la firma de su autor. Así, sabemos que el escultor Arnau Cadell se autorretrató en un capitel corintio y escribió en latín: "Esta es la figura del escultor Arnau Cadell, que tal claustro construyó en perpetuidad".

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El poder de los monjes de la Orden de los Cartujos, instalados en Escaladei desde el siglo XII, fue tan importante que llegó a bautizar toda una comarca: El Priorat. De su antiguo esplendor sólo se conservan las ruinas de la Cartuja de Santa Maria de Escaladei, la primera de todas las que más tarde se levantaron por toda la Península Ibérica.

El monasterio de Escaladei se funda en 1163 a petición del rey Alfons I el Casto, con la intención de colonizar y cristianizar la Cataluña Nueva a los musulmanes. El lugar elegido es el valle de Oliver, a los pies de la sierra del Montsant, donde dice la leyenda que un pastor soñó unos ángeles subiendo al cielo por una escalera: Escaladei, la escalera hacia Dios.

Sobre el suelo rocoso de la zona se extienden cultivos de vid y aceite, dos elementos que supondrán la dinamización comercial de toda la comarca. Su momento de máximo esplendor se inicia en el siglo XVI, cuando es uno de los focos de entrada del Renacimiento en Cataluña, y se extiende hasta el siglo XVIII, en estos tres siglos el conjunto monástico es ampliado hasta su configuración definitiva.

Actualmente, del antiguo conjunto cartujano de Escaladei se conservan las estructuras, ahora como una ruina romántica. La visita permite hacer un recorrido exterior por los 3 claustros (uno de ellos reconstruido), la iglesia, el refectorio y una celda reconstruida. Son los restos de los 600 años de historia de uno de los monasterios medievales y modernos más importantes de Cataluña.

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Cruzar las puertas del Palau Moja significa descubrir cómo vivía la alta burguesía de Barcelona en los siglos XVIII y XIX. Los propietarios fueron dos prohombres de la ciudad, que lo convirtieron en punto de encuentro de la alta sociedad de la época.

Josep de Copons, marqués de Moja, y su esposa, Maria Lluïsa Descatllar, encargaron la construcción al arquitecto Josep Mas. En 1784 se inauguró el edificio, que combinaba elementos del barroco con influencias del neoclasicismo francés. De esta primera etapa, son destacables el Gran Salón, con pinturas de Francesc Pla "El Vigatà", y las fachadas. Curiosamente la puerta principal se encuentra en la calle Portaferrissa. Y es que en esos momentos la Rambla aún era un arroyo que apenas se empezaba a urbanizar.

En 1870, el marqués de Comillas, suegro de Eusebi Güell, compró el palacio y lo adecuó al gusto de la época. Una de las reformas más visibles fue la escalera de honor. También datan de esa misma época los salones azul, rosa y verde. Jacint Verdaguer vivió durante 15 años como cura de la familia y limosnero.

Después del incendio de 1971, el palacio quedó abandonado durante once años. Actualmente es la sede de la Dirección General del Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya.

En la orilla del río Gaià encontramos el monasterio de Santes Creus, el que fue el centro de una de las señorías monásticas más extensas e influyentes de la Corona de Aragón. Con una arquitectura sólida, grave y austera, la abadía refleja el modelo canónico de los monasterios del Cister (junto con Vallbona de les Monges y Poblet). Visitar Santes Creus es revivir un tiempo en que la pureza y el alejamiento del mundo se concretaban en un punto bien anclado en la tierra.

Fundado en 1160, el momento álgido de Santes Creus fue entre los siglos XIII y XIV, por su estrecha relación con la nobleza y el linaje real. Los reyes Pedro III de Aragón y Jaime II el Justo y su esposa Blanca de Anjou fueron mecenas del monasterio y escogieron ser enterrados aquí, en dos mausoleos góticos junto al altar mayor. El estudio y restauración del panteones reales, en 2010, permitieron descubrir los restos de Pedro III de Aragón y Blanca de Anjou, los únicos reyes de la Corona de Aragón los restos de los cuales se han mantenido intactos.

La planta del monasterio organiza los espacios en función de las necesidades de la comunidad. La iglesia, abierta al culto en 1225, es un ejemplo de la transición del románico al gótico. Aunque ofrece sensación de ligereza y grandiosidad, es un templo sólido y austero. Contrasta con el esplendor del claustro, del siglo XIV, el primero de estilo gótico de la Corona de Aragón.

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Pablo Picasso y Barcelona tenían una conexión especial. Vivió en ella durante su infancia y juventud. Por ello, optó por esta ciudad para abrir en 1963 el primer museo Picasso del mundo y el único creado en vida del artista. Su principal patrimonio es la colección más completa de obras de juventud formada por más de 4.000 elementos. Por eso el Museo Picasso de Barcelona se ha convertido en el centro de referencia para conocer la primera etapa artística de Picasso.

La mayoría de las obras que se pueden ver en el museo datan de 1890 a 1917. El recorrido comprende pinturas de la etapa infantil y escolar (Hombre con boina), de la época de formación en Barcelona, Horta de Sant Joan y Madrid (Ciencia y caridad), de su paso por París (El diván), de la época azul (El loco) y de la época rosa (Arlequín).

Entre las pinturas posteriores a 1917, destaca la serie de Las Meninas, del año 1957, un conjunto de 58 pinturas que analizan la obra maestra de Velázquez. También encontramos la colección de grabados y litografías y la de cerámica.

Toda esta muestra de arte vanguardista reposa en el interior de cinco grandes palacios de la calle de Montcada, que datan de los s. XIII-XIV y son una excelente muestra del gótico civil catalán.

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Construido sobre una atalaya privilegiada, el castillo medieval de Miravet es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de la Orden de los Templarios en Europa. Edificio religioso y militar de origen árabe, sigue el estilo defensivo de los castillos de Tierra Santa, con unas majestuosas murallas que se alzan sobre el río Ebro.

El año 1.153 es conquistado por los cristianos y Ramón Berenguer IV lo cede a Pere de Rovira, maestro de los templarios en Hispania y Provenza, que lo reconstruye y convierte en uno de los principales centros de poder cristiano en la Península Ibérica.

La uniformidad de la construcción muestra que los templarios levantaron el edificio en relativamente poco tiempo. Los vestigios de la antigua fortaleza andalusí están presentes en los tramos bajos de la muralla y en parte de las construcciones del recinto superior.

Además del castillo, Miravet es una ciudadela amurallada con construcciones a diferentes niveles. Sus formas son contundentes y austeras y, a modo de colmena medieval, dentro de las murallas la comunidad disponía de todo lo necesario para vivir.