Hablar de vino en el Penedés es hablar de la identidad de toda una comarca. Esta simbiosis entre historia, cultura y territorio la refleja el
Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (VINSEUM) de Vilafranca del Penedés, el
primer museo del vino de España.
VINSEUM nació en 2007 como un espacio para que los visitantes experimenten la cultura del vino. Es la evolución conceptual del
Museo de Vilafranca - Museo del Vino, que se fundó en 1935 para ubicar diferentes colecciones relacionadas con el Penedés. Actualmente este fondo supera ya las 17.000 piezas que abarcan materias como la arqueología, el arte (con una importante colección de cerámica), la etnología o la historia natural.
Pero lo que ha convertido el museo en referente es el
fondo relacionado con la viticultura: herramientas del campo, ánforas, botijos de cerámica, copas de estaño y de plata, ejemplares de cristalería de Bohemia, etc. Destacan los
dioramas del vino que narran la historia de la viticultura. Así, se pueden ver escenas de bodegas de Egipto y Roma o del
Monasterio de Poblet. Además de los objetos, VINSEUM también cuenta con un importante fondo documental sobre la viña y el vino.
El recorrido por la exposición permanente se inicia en la tercera planta del edificio principal, un antiguo palacio de los Reyes de la Corona de Aragón (siglo XII-XIII). Una cuidada y moderna museografía adentra al visitante en un recorrido inmersivo por las diversas colecciones. Incluso cuenta con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil". La visita termina en el espacio de la
Taberna del Museo, donde se puede degustar vino o cava.
En el piso superior del edificio de la Llotja de Mar de Barcelona, encontramos una de las instituciones clave en la vida cultural de Cataluña en el siglo XIX y principios del XX. Es la
Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona, creada en 1850 para velar por el patrimonio catalán y fomentar la enseñanza de las bellas artes a través de la Escuela de la Llotja. Ahora, desligada de su tarea educativa, está centrada en la difusión de su
fondo artístico, bibliográfico y archivístico.
Su colección de arte está formada por más de 700 pinturas, 250 esculturas y varios dibujos y grabados de artistas desde el siglo XVI hasta el siglo XX: desde Annibale Carracci o Juan Ribalta hasta Modest Cuixart o Josep Maria Subirachs. Son destacables las colecciones de dibujos de Pablo Milá i Fontanals y de Lluís Rigalt. Aún así, el Museo de la Academia es un referente, sobre todo, en
arte catalán de los siglos XVIII-XIX, con pinturas de Mariano Fortuny y Ramón Martí Alsina, entre otros.
Muchas de las obras proceden de la Escuela de la Llotja. Otras de conventos e iglesias, de donaciones o de compras. La parte principal de la colección se puede ver en el edificio de la Llotja de Mar, ocupando las diferentes salas de la Academia, que mantienen su apariencia original. Sin embargo, algunas de sus piezas más destacadas se encuentran en depósito en el
MNAC y otros museos.
La Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge también tiene una importante biblioteca y un archivo que reúne diversos fondos documentales relacionados con las bellas artes y también la fotografía.
El Ecomuseo de los Valles de Àneu es un museo vivo. No se enmarca en un solo edificio sino que está formado por varios elementos monumentales, naturales y etnográficos repartidos por los municipios de Àneu que, en conjunto, explican cómo han vivido los habitantes de estos valles pirenaicos desde finales del siglo XIX. Un proyecto innovador que nace en 1994 y que trabaja en la investigación, conservación, difusión y restitución de la realidad del territorio donde se inscribe.
El centro neurálgico es la Casa Gassia, una típica casa aneuense del siglo XVIII. Mantiene su estructura original y el actual espacio expositivo muestra cómo era la vida doméstica durante la primera mitad del siglo XX. A partir de aquí, el Ecomuseo se extiende por 10 centros patrimoniales más.
Encontramos iglesias - Sant Joan d’Isil, Sant Julià d’Unarre, Sant Pere de Sorpe, Sant Pere del Burgal, Santa Maria d’Àneu y el Conjunto Monumental de Son - que explican cómo era la religiosidad popular, las creencias y los rituales. Y también edificios defensivos tan distantes en el tiempo como el castillo medieval de València d'Àneu y los bunkers de posguerra de la Guingueta d'Àneu. Asimismo, los equipamientos industriales como la serrería hidráulica de Alós y la quesería la Roseta de Gavàs son un testimonio de las actividades económicas de la zona.
Así, a través de los objetos y elementos situados en sus lugares de origen, el Ecomuseo acerca las transformaciones que ha sufrido este territorio en las últimas décadas, y permite relacionar los elementos naturales y monumentales con las tradiciones sociales, culturales y etnográficas.
Impulsados por el espíritu de la Renaixença y conscientes de que gran parte del patrimonio tradicional catalán estaba a punto de desaparecer, un grupo de intelectuales encabezado por el folklorista Rossend Serra inició a finales del siglo XIX un meticuloso trabajo de recopilación de historias, leyendas y canciones del Ripollès. Fruto de esta labor, en 1929 crearon el Archivo Museo Folclórico de San Pedro, que ha dado lugar al Museo Etnográfico de Ripoll.
Abierto en 2001 en la antigua casa señorial de Can Budallés, después de estar 10 años cerrado, el actual museo trabaja en la investigación, conservación, interpretación y difusión del patrimonio etnológico material e inmaterial, principalmente de Ripoll y de los Pirineos gerundenses. La nueva museografía muestra de manera didáctica y modernizada -incorporando audiovisuales, audios y pantallas interactivas- más de 5.000 objetos.
El recorrido es por 12 colecciones que explican entre otras cosas cómo era la agricultura, los oficios, los pastores, la vida en el hogar o la religiosidad popular. Destaca la colección dedicada a la fragua y el hierro, elementos fundamentales en la economía de la comarca desde la Edad Media. Y en especial la colección de armas de fuego portátiles ripollesas, un producto que alcanzó fama internacional.
Desde 2002, el "Tinglado", un antiguo almacén portuario de Palamós, es la sede de un museo único dedicado a la conservación, estudio y difusión del patrimonio natural, social y cultural de la pesca del litoral catalán.
El Museo de la Pesca ofrece un didáctico recorrido por la historia, el presente y el futuro de esta actividad económica en la Costa Brava. Muestra desde la diversidad biológica del Mediterráneo hasta quién es quién en el mundo pesquero. Todo ello dentro de un edificio reconocido en 2001 con el Premio Nacional de Diseño, donde encontramos recreado el ambiente marinero, con una barca de pesca incluida.
Pero la experiencia no se acaba en el ámbito expositivo: su situación en el puerto permite completar el recorrido con la visita a las Barcas de pescado, una extensión flotante del museo, y la participación en el Taller del pescado, que incluye talleres gastronómicos con productos del mar.
El Museo de la Pesca realiza también una intensa labor de investigación y documentación en el ámbito marítimo y pesquero a través del servicio Documare y la Cátedra de Estudios Marítimos de la Universidad de Girona.
La antigua casa Pedrós, en el centro de Castellterçol, es donde nació y murió una de las figuras capitales del siglo XX en Cataluña: Enric Prat de la Riba. Actualmente convertida en museo, nos acerca la figura del fundador de la Lliga Regionalista, el primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña y uno de los principales teóricos del nacionalismo catalán.
Acompañados por un audiovisual, podremos repasar su trayectoria profesional y el ideario del político y escritor. Al mismo tiempo, nos adentraremos en su esfera más personal ya que la arquitectura y el mobiliario son los originales de la vivienda. Así podemos conocer cómo era la vida en una casa rural acomodada de principios del siglo XX.
A excepción del despacho, que contiene el mobiliario que Prat de la Riba tenía en Barcelona, el resto de espacios de la casa se conservan intactos. Destacan la cocina, centro de la vida familiar, y el comedor, reservado exclusivamente para las ocasiones especiales. La religiosidad de la familia se refleja en la presencia de imágenes religiosas en la mayoría de cámaras, especialmente las habitaciones.
El político y escritor Víctor Balaguer, como hombre del Renacimiento, estaba convencido de que la cultura era la base de progreso de un pueblo. Por eso en 1884 encargó construir en Vilanova y la Geltrú el primer edificio público del país destinado a la vez a funciones de biblioteca y museo, donde pondría al alcance de la ciudadanía sus colecciones de arte, libros y etnografía.
Actualmente, el museo cuenta con un fondo propio de más de 8.000 piezas que incluyen una colección de arqueología y una de etnografía provenientes de donaciones de amigos ilustrados de Víctor Balaguer. Destaca la momia de un niño del antiguo Egipto, conocida popularmente como Nesi.
Sobre el fondo de arte, parte de la colección fundacional se puede ver en la sala de la Pinacoteca que recrea el ambiente original de los salones de Bellas Artes del siglo XIX. Cuadros de Mariano Fortuny, Ramón Martí Alsina, Joaquín Vayreda o Joaquín Sorolla muestran los gustos burgueses de la época. Complementan esta sala las obras de El Greco, Ribera o Rubens, cedidas desde los inicios por el Museo del Prado.
El recorrido continúa por el Modernismo, Postmodernismo y Novecentismo con obras de pequeño formato de Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Anglada Camarasa, Francesc Domingo o Xavier Nogués. También cuenta con la colección de arte informalista más completa de Cataluña que procede del primer Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.
En cuanto al fondo bibliográfico, es uno de los más ricos del siglo XIX en Cataluña, con más de 50.000 libros y un total de 100.000 documentos. Entre ellos, los epistolarios de Víctor Balaguer.
Naturaleza y Modernismo. Éste es el tándem que define la Colonia Güell. Entre pinares se levanta un conjunto arquitectónico que conserva la esencia fabril de finales del siglo XIX y principios del XX con un nombre estrella:
Antoni Gaudí.
La colonia se construyó en 1890 en el terreno propiedad de Eusebi Güell en Santa Coloma de Cervelló. El empresario quería trasladar las industrias textiles que tenía en el Vapor Vell de Sants lejos de los conflictos obreros que imperaban en ese momento en Barcelona.
El conjunto se estructuraba en torno a la fábrica, dotada de la tecnología más avanzada de la época. Además de las casas de los obreros, encontramos
equipamientos educativos, culturales y religiosos que la convirtieron en una "pequeña ciudad".
Además, Eusebi Güell, mecenas del Modernismo en Barcelona, le dio una singularidad especial contratando algunos de los
mejores arquitectos de la época. Su amigo
Antoni Gaudí encabezó el proyecto encargándose de la planimetría del conjunto y de la iglesia, de la que sólo se construyó la
Cripta (declarada Patrimonio de la Humanidad en 2005). El resto de los edificios (la escuela, la cooperativa, la casa parroquial y el centro cultural, entre otros) fueron obra de
Joan Rubió,
Francesc Berenguer i Mestres y su hijo
Francesc Berenguer i Bellvehí.
El conjunto hace gala de las novedades constructivas del momento como el uso del mosaico de cerámica, el hierro y el ladrillo. Hay que poner especial atención en las fachadas de la
casa del maestro, Ca l’Espinal y Ca l’Ordal, que muestran que, a pesar de ser una arquitectura funcional, no se olvida de los detalles.
En el antiguo barrio de San Juan de Sitges se levanta el conjunto arquitectónico y artístico de Maricel, uno de los exponentes más monumentales del Novecentismo en Cataluña. Lo construyó Miquel Utrillo entre 1910 y 1918 por encargo del magnate norteamericano Charles Deering, que estableció allí su residencia y alojó su particular colección de arte hispánico.
Después de diferentes usos, en 1970 el arte volvió al edificio. En su fachada marítima se abrió el Museo Maricel para exhibir la colección de arte del doctor Jesús Pérez-Rosales: más de 3.000 piezas del Románico, el Gótico, el Renacimiento y el Barroco, y también arqueología precolombina, arte oriental, instrumentos musicales, tejidos o artesanía popular.
Hoy esta colección se muestra junto a la Colección de Arte de la Villa de Sitges y otras adquisiciones creando un recorrido completo y heterogéneo por la historia del arte, desde el siglo X hasta la primera mitad del siglo XX.
Destacan las salas dedicadas al Romanticismo (Mariano Fortuny), al Novecentismo (Joaquim Sunyer, Pere Jou, Lola Anglada, Enric Casanovas, Ismael Smith, Pablo Gargallo) y sobre todo al Modernismo (Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Josep Llimona), tan estrechamente relacionado con Sitges. Incluso hay una sala con las pinturas que decoraron la Cervecería del Cau Ferrat.
No se puede abandonar el Museo sin pasar por la Sala Sert, con unas grandes pinturas murales de 1915 dedicadas a la Primera Guerra Mundial.
La basílica de Santa Maria de Mataró acoge en su interior uno de los ejemplos más destacados del barroco religioso catalán: la capilla de los Dolores, conservada en su estado original. Se construyó entre los siglos XVII y XVIII y se completó entre 1722 y 1737 con frescos, óleos, telas y elementos escultóricos realizados por Antoni Viladomat.
Las seis grandes telas que hay en las paredes laterales de la capilla de los Dolores son estaciones del vía crucis y se combinan con escenas de la corona dolorosa.
El artista barcelonés también es el autor de la decoración de otros elementos del Conjunto de los Dolores: la sacristía, la cripta y la sala de juntas. Esta última es una cámara de planta octogonal completamente cubierta de pinturas de Viladomat donde destacan los apóstoles y evangelistas. Todo el conjunto se caracteriza por su dramatismo y teatralidad.