Ubicada en el corazón del barrio gótico barcelonés, el edificio de la catedral se construyó a lo largo de 150 años, entre los siglos XIII y XV. El lugar escogido fue el mismo donde había existido previamente una catedral románica y, antes, un templo paleocristiano. El templo está dedicado a la Santa Creu y a Santa Eulàlia, patrona de la ciudad.
La catedral de Barcelona es un bello ejemplo del gótico catalán, alejado de la verticalidad del francés. Una curiosidad de esta construcción es que tiene el cimborrio a pie de la nave, casi al lado de la fachada principal. De esta manera la tribuna real queda igual de iluminada que el altar mayor.
Este cimborrio y la fachada son de finales del siglo XIX y principios del XX. La fachada se levantó con motivo de la Exposición Universal de 1888 siguiendo el estilo neogótico.
Es uno de los elementos más significativos del templo junto con el claustro gótico (es imprescindible ver "l’ou com balla" (el huevo bailando) el día de Corpus, que consiste en hacer bailar un huevo vacío sobre el rayo del surtidor de la fuente) y la cripta de Santa Eulàlia con el sarcófago de alabastro ricamente esculpido
Igualmente destacable es la colección de retablos, que ocupan las capillas interiores, entre los que está el Retablo de la Transfiguración, de Bernat Martorell.
Asimismo, el coro constituye uno de los conjuntos escultóricos más notables del gótico internacional en Cataluña. Iniciado en el siglo XIV, en el XVI se complementa con mamparas con escenas en relieve del Antiguo Testamento y la Pasión y las pinturas heráldicas de los sillerías.
Girona cuenta con numerosos testimonios de su pasado medieval, una época de crecimiento en que se convirtió en la segunda ciudad de Cataluña con una población de 10.000 habitantes (siglo XV). El antiguo recinto amurallado romano se quedó pequeño y la ciudad se extendió hacia ambas orillas del río Onyar.
Entre el patrimonio monumental que refleja este crecimiento está la catedral (s. XI - XVIII), que con su gran nave, es el espacio gótico abovedado más ancho del mundo. Sin embargo, la primera catedral de Girona fue la basílica de Sant Feliu, actualmente es uno de los edificios góticos más representativos de la ciudad, y sobre todo su esbelto campanario (s. XIV-XVI). En el interior conserva obras de arte remarcables, como los ocho sarcófagos paganos y paleocristianos (s. IV) y el Cristo Yacente (s. XIV) del maestro Aloi.
Por su parte, el monasterio de Sant Daniel está ubicado en una extensa zona verde junto a la ciudad y actualmente acoge una comunidad de monjas benedictinas. La iglesia guarda el sepulcro del santo y el claustro es un bello ejemplo de construcción románica con añadidos góticos.
A dos kilómetros siguiendo el río Galligants, se levanta otro monasterio: Sant Pere de Galligants, actual sede en Girona del Museo de Arqueología de Cataluña. Ejemplo de románico catalán, destaca por la iconografía de los capiteles de la nave central y del claustro.
Junto a Sant Pere de Galligants están los Baños Árabes, unos baños públicos que también dan testimonio del crecimiento demográfico y urbanístico de la Girona medieval. Siguen el modelo de las termas romanas, de los baños musulmanes y de las mikvés judías.
Sin embargo, uno de los grandes símbolos de la Girona medieval es el Call (la Judería). Se empezó a formar en el siglo XII a partir del calle de la Força, cuando se instalaron allí familias judías que antes vivían en los alrededores de la catedral. En la judería de Girona residieron importantes pensadores como el médico poeta filósofo y exégeta Mosse ben Nahman, más conocido como Bonastruc ça Porta. En la judería gerundense llegaron a vivir hasta 800 personas y hoy es una de las zonas más concurridas de la ciudad.
Junto a la catedral de Vic, el Museo Episcopal es un referente en arte medieval catalán y expone obras maestras de pintura y escultura del románico y del gótico (entre los siglos XII y XV). El centro, con más de 29.000 piezas, está especializado en arte litúrgico.
El extenso fondo románico permite seguir con precisión la evolución iconográfica y estilística del románico catalán. Una de las piezas estrella del museo es el grupo escultórico del Descendimiento de Erill la Vall. Descubierto por la expedición hecha por el Instituto de Estudios Catalanes al Valle de Boí de 1907, esta obra del Maestro de Erill está considerada como uno de los conjuntos escultóricos más importantes del románico europeo del siglo XII.
Destaca también el Baldaquín de la iglesia parroquial de Ribes, una de las obras maestras que custodia el museo. Otras piezas a tener en cuenta son el frontal de altar de Sant Andreu de Sagàs, el frontal de Sant Pere de Ripoll o la Virgen de Santa Maria de Lluçà.
Además de su fondo de primer orden, el museo destaca también por un proyecto museológico moderno e innovador. Fue galardonado en 2001 con el Premio Nacional de Patrimonio Cultural por su contribución a la difusión del arte medieval catalán.
A la sombra de los Pirineos leridanos, la Catedral de Santa Maria de La Seu d’Urgell es la única catedral románica que ha llegado hasta hoy en día y el mejor ejemplo del poder del Obispado de Urgell. Sus dimensiones y el estilo italianizante de la construcción también la convierten en un testimonio singular de la Cataluña románica.
El actual edificio de la catedral de Santa Maria de La Seu d’Urgell es el cuarto levantado en el mismo emplazamiento. Se trata de la reconstrucción que el año 1090 encargó el obispo Ot y que termina a finales del siglo XII. De todas formas, durante tres siglos quedó escondida bajo capas de yeso impuestas durante el Barroco y fue Josep Puig i Cadafalch quien inició la recuperación de su apariencia original, a partir de 1918.
El resultado es una construcción de piedra desnuda de ornamentación. Una talla policromada de la Virgen de Urgell, patrona de la ciudad, rompe la austeridad interior y concentra las miradas. Se trata de una figura de madera del siglo XIII y se esconde dentro de un pequeño absidiolo. En la parte de arriba, un rosetón del siglo XV ilumina el altar mayor.
El claustro, majestuoso, tiene más de 50 capiteles ornamentados con elementos vegetales, hombres y bestiario popular.
Aparte de la arquitectura, el conjunto catedralicio de La Seu d’Urgell destaca por custodiar una de las mejores copias del famoso Beatus de Liébana y un ejemplar del Beatus de Urgell, expuestos en el Museo Diocesano.
La abadía benedictina de Sant Quirze se erige en el antiguo condado de Empúries. Aislada de la población, la edificación pervive dentro del Paraje Natural de Interés Nacional de la Albera. Después de un largo proceso de recuperación, Sant Quirze todavía transmite aquello que sus constructores le imprimieron en el siglo X, con una sólida arquitectura de piedra de estilo románico con influencias del Rosellón y decoración lombarda.
La iglesia del monasterio es la parte mejor conservada del conjunto arquitectónico. Su construcción es muy austera y la ornamentación, escasa. Sólo el ábside principal está decorado: un alto podio sostiene 5 pequeños arcos soportados por semicolumnas con capiteles lisos. Pero donde se ha de centrar la vista es en el ábside sur de la iglesia. Y es que durante la restauración de 2006, se descubrieron en él restos de pinturas murales. Aunque se encuentran en un estado alto de degradación, se distingue una mandorla, dos ángeles, el sol y la luna.
Del claustro se conserva poco, pero es de un gran valor ya que es una construcción muy primitiva (siglo X). Desde aquí se accede a una gran cámara que podía ser el refectorio o el dormitorio y el palacio del abad. El monasterio, fortificado en el siglo XIV, conserva una torre de defensa y restos de muralla.
Fuera del recinto del monasterio, está la iglesia parroquial de Santa Maria, del siglo XII, abierta a los pobladores de la zona.
Cuna de Cataluña. Así es como se conoce al Monasterio de Santa Maria de Ripoll y no es extraño. Fundado por el conde Guifré el Velloso el año 879, bajo la dirección del abad Oliba se convierte en un centro religioso y cultural de primer orden, con un templo románico amplio y majestuoso y un scriptorium con una gran producción literaria, a la altura de la de otras abadías europeas de este periodo.
La portalada del monasterio, del siglo XII, es la gran protagonista del conjunto. Da la bienvenida a fieles y curiosos y es una de las grandes piezas escultóricas del románico europeo. Está totalmente esculpida con escenas del Antiguo Testamento y alegorías. De ahí que se la conozca como "la Biblia de piedra". Su monumentalidad da testimonio de la grandeza que vivió Ripoll. No en vano, durante muchos años el monasterio fue también el panteón de los condes de Besalú y de Girona.
El edificio pasó por varias ampliaciones y reconstrucciones motivadas por la falta de espacio, incendios, un terremoto y pillajes. En 1886, el obispo de Vic, Josep Morgades, encarga la reconstrucción del monasterio al arquitecto Elies Rogent. Ripoll recupera la iglesia y el claustro del monasterio del siglo XI con una interpretación neorrománica.
Actualmente Santa Maria de Ripoll se puede visitar y se ha habilitado un centro de interpretación y una exposición permanente sobre el scriptorium, en la que se explica su importancia.
La historia de Sant Feliu de Guíxols se puede resumir a partir del monasterio benedictino, en el que se combinan estilos arquitectónicos que van des del siglo V al XVIII. Sobre estructuras de época romana, se erigió el primer monasterio que se remonta al siglo X y del que se conserva la Porta Ferrada, que se integró como pórtico de entrada. Más tarde, se fueron incorporando elementos y construcciones, entre ellos la iglesia gótica o el nuevo convento del siglo XVIII.
Actualmente se puede visitar parte del edificio junto con las torres del Fum y del Corn, ubicadas a cada lado de la iglesia. En su momento actuaban de torres de vigilancia. En la primera de ellas, se emitían señales de humo hechas con paja húmeda. Desde la segunda, se hacía sonar un cuerno marino en caso de peligro.
El municipio de Sant Feliu de Guíxols nació y creció alrededor del conjunto monacal. Por ello, se escogió este edificio tan significativo para acoger el Museo de Historia de la Ciudad y el Espacio del Médico y de la Salud Rural.
Pero la historia del monasterio continúa escribiéndose. Y es que en las dependencias del antiguo Palacio del Abad se puede encontrar el Espai Carmen Thyssen dedicado a exposiciones temporales.
¿Es posible sentirse como un burgués de principios del siglo XX visitando un monasterio románico? Sant Benet de Bages demuestra cómo el patrimonio se adapta a nuevos usos con el tiempo. En este caso, pasa de monasterio medieval a residencia de verano de la familia de Ramon Casas y actualmente es un complejo turístico y cultural.
La primera iglesia (prerrománica) se consagraba el año 972 con una comunidad de doce monjes. Sin embargo, es a partir del siglo XII que la abadía vive su época de esplendor, con la construcción de una nueva iglesia y el claustro. Este último es la estrella románica del conjunto. Entre los pilares se abren arcos de medio punto que descansan sobre columnas dobles con capiteles esculpidos, todos ellos originales.
Fruto de la desamortización de Mendizábal, el monasterio se abandonó. Fue en 1907, que Elisa Carbó i Ferrer, madre del pintor Ramon Casas, compró los terrenos de Sant Benet y aprovechó las estancias de la comunidad monástica para habilitarlas como residencia. La rehabilitación fue a cargo de otro nombre ilustre: Josep Puig i Cadafalch. Destaca la terraza de mediodía de estilo modernista que ocupa parte de las antiguas celdas de los monjes.
Actualmente, gracias a las nuevas tecnologías, se puede realizar una inmersión en la historia monástica y el pasado modernista del edificio. Pero no sólo eso. El año 2007 se inauguró en torno al monasterio el complejo Món Sant Benet que, además de difundir el patrimonio, también trabaja para la gastronomía y el paisaje.
Los templos de Sant Pere, Sant Miquel y Santa Maria, que originariamente configuraban la "catedral" paleocristiana de Ègara, responden a múltiples etapas constructivas que han dejado su huella en forma de variedad de estilos -desde el tardo-romano hasta el gótico- y disciplinas artísticas. Se trata, pues, de un conjunto monumental único en Cataluña.
La primera construcción es un conjunto paleocristiano que ejerce como sede del obispado de Ègara y del que aún hay vestigios en los templos de Santa Maria y Sant Miquel. El hecho de que haya tres iglesias se había interpretado históricamente como una "copia" del modelo bizantino de la antigüedad -dos iglesias y un baptisterio- pero después de las últimas excavaciones (2000-2007) los estudiosos creen que la iglesia de Sant Miquel no funcionaba como baptisterio, sino que tenía un uso funerario. Por tanto, nos encontramos ante una catedral paleocristiana, organizada como una ciudad en miniatura con varios templos y dependencias.
La segunda etapa constructiva debemos situarla en los siglos IX y X, tras la conquista cristiana del territorio dominado por los musulmanes. Por lo tanto, el estilo es prerrománico; de esta época quedan muchas muestras en las iglesias que, finalmente, se dieron por terminadas en una tercera y definitiva etapa, ya románica (s. XI-XII).