Famoso sobre todo por su impresionante claustro románico, el Monasterio de Sant Cugat, regido por la orden benedictina, contiene elementos prerrománicos, góticos y renacentistas.
Construido entre los siglos IX y XIV, en la iglesia encontramos la clásica planta basilical de tres naves y tres ábsides, que se asientan sobre los restos de un castrum romano. El templo se caracteriza por la sobriedad del románico en la falta de decoración y la poca luz, y la grandiosidad del gótico gracias al cimborrio del siglo XIII: una construcción de ocho caras con grandes ventanas.
La prosperidad del siglo XII propició la construcción del primer piso del claustro, formado por largas galerías con arcos de medio punto que descansan sobre parejas de columnas y varios pilares. Pero lo que seguro atrapa la mirada del visitante son los 144 capiteles románicos.
Esculpidos en piedra procedente de Montjuïc entre finales del siglo XII y XIII, encontramos en ellos un hecho totalmente insólito: la firma de su autor. Así, sabemos que el escultor Arnau Cadell se autorretrató en un capitel corintio y escribió en latín: "Esta es la figura del escultor Arnau Cadell, que tal claustro construyó en perpetuidad".
El poder de los monjes de la Orden de los Cartujos, instalados en Escaladei desde el siglo XII, fue tan importante que llegó a bautizar toda una comarca: El Priorat. De su antiguo esplendor sólo se conservan las ruinas de la Cartuja de Santa Maria de Escaladei, la primera de todas las que más tarde se levantaron por toda la Península Ibérica.
El monasterio de Escaladei se funda en 1163 a petición del rey Alfons I el Casto, con la intención de colonizar y cristianizar la Cataluña Nueva a los musulmanes. El lugar elegido es el valle de Oliver, a los pies de la sierra del Montsant, donde dice la leyenda que un pastor soñó unos ángeles subiendo al cielo por una escalera: Escaladei, la escalera hacia Dios.
Sobre el suelo rocoso de la zona se extienden cultivos de vid y aceite, dos elementos que supondrán la dinamización comercial de toda la comarca. Su momento de máximo esplendor se inicia en el siglo XVI, cuando es uno de los focos de entrada del Renacimiento en Cataluña, y se extiende hasta el siglo XVIII, en estos tres siglos el conjunto monástico es ampliado hasta su configuración definitiva.
Actualmente, del antiguo conjunto cartujano de Escaladei se conservan las estructuras, ahora como una ruina romántica. La visita permite hacer un recorrido exterior por los 3 claustros (uno de ellos reconstruido), la iglesia, el refectorio y una celda reconstruida. Son los restos de los 600 años de historia de uno de los monasterios medievales y modernos más importantes de Cataluña.
El Monasterio de Sant Pere de Rodes se levanta en una de las cimas de la sierra de Rodes, una cadena en primera línea de mar al norte del Alt Empordà. Es uno de los numerosos testigos de la arquitectura románica catalana, pero quizás es uno de los más sofisticados arquitectónicamente.
Desde el siglo XI al XIV fue el principal centro espiritual del condado de Empúries y su esplendor se muestra en las grandes dimensiones del conjunto monacal. Este está formado por la iglesia, el campanario, el claustro, las sacristías, las dependencias convencionales para vivir y el palacio del Abad.
El monasterio está construido en terrazas para adaptarse el terreno y los diversos edificios se organizan en torno al claustro y la iglesia, levantada entre los siglos X y XI. En estos dos edificios se puede apreciar una muestra excepcional de la escultura románica: las columnas (originales de la antigüedad) y los capiteles que las coronan nos hablan de la marcada influencia clásica que tiene esta singular iglesia.
En el exterior, la portalada, a cargo del Maestro de Cabestany, mostraba diferentes escenas de la vida de Cristo esculpidas en mármol blanco. Los escasos fragmentos que han llegado hasta nosotros nos dan muestra de su extraordinaria calidad, probablemente una de las mejores de su época.
Desde el monasterio se puede disfrutar de una de las mejores vistas del Cap de Creus. Poco antes de llegar, se encuentran los restos del pueblo medieval de Santa Creu de Rodes, entre los que destaca la iglesia de Santa Helena de Rodes.
Símbolo de la ciudad, la Catedral de Girona es un edificio imponente, situado en el punto más elevado de la población y con una característica singular: su única nave es la segunda más grande del mundo (sólo superada por San Pedro del Vaticano). Pero el templo esconde muchas joyas más allá de sus dimensiones. En lo alto de una espectacular escalinata con 90 escalones hay un compendio de 5 siglos de historia.
Pies románicos, cuerpo gótico y cara barroca. Esta es la apariencia actual de la Catedral de Girona. La torre de Carlomagno, el claustro y la sacristía son lo único que queda de la primera construcción románica, de mediados del siglo XI. El claustro es uno de los más importantes de Cataluña gracias a su riqueza escultórica.
Entre los siglos XIV y XVIII se construye la iglesia, de grandes dimensiones, dedicada a Santa María. La primera piedra de la fachada de la catedral se coloca en 1606, pero no se acaba hasta entrado el siglo XX. La dilatación en el tiempo determina una estructura entre barroca y clasicista.
Adosado a la iglesia encontramos el Tesoro de la Catedral donde destacan dos piezas de gran valor artístico: el Tapiz de la Creación (uno de los escasos testimonios textiles románicos) y el Beato de Girona (una copia del siglo X del Comentario del Apocalipsis realizado por Beato de Liébana, con más de 100 miniaturas a página entera).
En este pequeño valle del Pirineo encontramos un conjunto de iglesias y ermitas excepcionales que se erige como la cuna y la máxima expresión del arte románico catalán. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000, el conjunto del Valle de Boí lo conforman Sant Climent y Santa María de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia de Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, la Nativitat y Sant Quirc de Durro, Santa María de Cardet y la Assumpció de Cóll. Todas las iglesias son visitables excepto Sant Quirc de Durro y la Assumpció de Cóll.
De estilo románico lombardo, las iglesias del Valle de Boí son templos funcionales y sencillos de una o tres naves, erigidos con pequeños sillares de granito. Las cubiertas son vigas de madera o bóvedas de cañón. Y es que estas iglesias son el reflejo artístico de una sociedad austera, ligada al entorno natural y fuertemente jerarquizada.
El interior de las iglesias estaba decorado con pinturas murales y tallas. Las figuras hieráticas (con las imágenes de la virgen y los santos y la figura dominante del Pantocrátor) y el juego de colores caracterizan unas pinturas simbólicas y de gran creatividad, que configuran uno de los hitos más altos el arte románico a nivel internacional.
Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto románico fascinó a los intelectuales de la Renaixença. Josep Puig i Cadafalch, entre otros, e instituciones como el Instituto de Estudios Catalanes contribuyen a la revalorización y conservación del arte del Pirineo.
Actualmente una buena parte de las pinturas, tallas y mobiliario se conserva en diferentes museos catalanes, especialmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Sin embargo, muchas de las iglesias cuentan con importantes fragmentos de pintura mural y esculturas románicas originales, además de reproducciones de las que se conservan en los museos. En el caso de Sant Climent de Taüll, un moderno mapping recrea los frescos originales del ábside y ofrece una experiencia inmersiva de lo que fue el momento de su creación. Asimismo, la visita al conjunto de iglesias se puede complementar con el Centro del Románico del Valle de Boí.
Bajo la protección de reyes y nobles, el monasterio de Poblet se convierte en centro neurálgico de la Cataluña medieval. Panteón real durante la edad media, el conjunto se ha convertido en un símbolo histórico y cultural donde vuelven a vivir los monjes cistercienses.
La construcción del monasterio comenzó en el siglo XII y se aprecian estilos arquitectónicos variados como el románico, el gótico, el renacentista y el barroco. Sin embargo, el conjunto goza de una armonía absoluta tanto entre sus elementos arquitectónicos (que contienen todo el esplendor riguroso de la orden del Cister) como en la relación con el entorno de las montañas de Prades.
Algunos de los elementos más destacados del monasterio son la iglesia, que sigue el estilo de los templos cistercienses y donde hay que admirar el retablo del altar mayor, un conjunto renacentista de alabastro blanco de Damià Forment; la bella capilla gótica de San Jorge, edificada en la época de Alfons el Magnánimo (s. XV), y la puerta real, una grandiosa construcción gótica flanqueada por dos torres octogonales.
Fue el rey Pere IV el Ceremonioso (1319-1387) quien vinculó el monasterio con la Corona de Aragón haciendo construir el panteón real, que hasta entonces había estado en Santes Creus. Fijaron su sepultura en el panteón de Poblet Alfons I, Jaume I el Conquistador, Pere III y muchos de sus sucesores. En las obras de los sepulcros, hechas de alabastro blanco, trabajaron algunos de los mejores escultores del momento.
Fundado a principios del siglo XII, Santa Maria de Vallbona de les Monges es el monasterio cisterciense femenino más importante de Cataluña. Desde el momento de su construcción, el 1153, ha estado siempre habitado por monjas y actualmente forma parte de la Ruta del Cister (junto con Santes Creus y Poblet).
El conjunto es representativo del arte cisterciense, fiel a Regla de San Benito. Como se puede observar en Vallbona de les Monges, se prescinde de ornamentación, consiguiendo unos espacios funcionales y sobrios.
Durante la visita a la iglesia, vale la pena levantar la vista un momento. En la puerta principal (s. XIII) encontramos uno de los primeros relieves de Santa María que aparecen en un tímpano en Cataluña. Una vez dentro, el templo se caracteriza por la simplicidad y el admirable juego de luces. A la derecha del altar se encuentra el sarcófago sencillo y liso de la reina Violant de Hungría, esposa de Jaume I el Conquistador.
La simplicidad y la austeridad continúa en el claustro, donde se ven claramente las fases de construcción. La nave sur, románica primitiva, no tiene ningún tipo de decoración. La nave de levante, románica del siglo XIII, presenta pequeños rosetones. La nave norte es gótica y, finalmente, la nave de poniente es una construcción renacentista del siglo XVI, pero que sigue el estilo general de las galerías románicas.
La catedral de Santa Maria fue construida entre el siglo XII y XIV en el punto más alto de la ciudad, en un emplazamiento lleno de historia. Anteriormente había allí una mezquita del siglo X, una basílica cristiana de época visigótica y, antes, un templo romano. Y es que en Tarragona la catedral esconde en sus cimientos un antiguo templo dedicado a Augusto.
La existencia de este edificio se conocía por referencias escritas y numismáticas, aunque que no se citaba la ubicación. Lo lógico era que se encontrara en el foro de la antigua Tarraco, donde siglos más tarde se levantaron los templos cristianos. En 2010, un equipo de arqueólogos excavó la nave central de la catedral y puso al descubierto los restos del templo romano.
La catedral, por su parte, es una obra de transición entre el románico y el gótico; el primero todavía estaba vigente avanzado el siglo XII en muchos lugares de la Cataluña Nueva. En Tarragona convive con estilos posteriores como el gótico, el arte renacentista y el barroco.
Destacan las tres puertas del templo, que corresponden a sus tres naves: la principal es gótica y las otras dos, románicas. Al levantar la vista, sin embargo, se puede comprobar que la catedral está inacabada, debido a los estragos causados por la peste negra.
Elclaustro gótico, que conduce al Museo diocesano, brilla por una decoración escultórica extensa. Los visitantes más curiosos pueden encontrar una inscripción árabe con fecha del año 960 de la antigua mezquita y la representación de la leyenda popular del entierro del gato por las ratas.
En el interior, el presbiterio y el ábside central tienen un elemento íntegramente románico que puede pasar desapercibido: el pavimento. Está hecho de piedra y mármol, de colores blanco, negro, naranja y amarillo y con dibujos geométricos entrelazados.
Lo que no pasa desapercibido es el órgano, de grandes dimensiones. Fue construido en el siglo XVI, aunque en 1929 se sustituyeron el mecanismo y los tubos por los del órgano romántico del Palacio Maricel de Sitges.
En las capillas, construidas a partir del siglo XIV, es donde se manifiesta más el cambio hacia el estilo gótico y posteriores. La pieza más destacada es el retablo mayor, de alabastro policromado, con las esculturas de Santa Tecla, Santa María y San Pablo.
El Museo de Arte de Girona, fundado en 1976, no podía haber escogido mejor escenario que el Palacio Episcopal, de los siglos XII y XVI, para acoger su fondo. Y es que este museo tiene la tercera colección de arte románico y gótico más importante de Cataluña. La joya de la corona es el ara portátil del Monasterio de Sant Pere de Rodes, de piedra y madera cubierta de plata.
También destaca en la colección medieval la viga románica policromada procedente del Monasterio de Sant Miquel de Cruïlles, una de las pocas que se conservan en Europa. O la Virgen de Besalú, considerada uno de los mejores ejemplos góticos de su género. Nombres como Bernat Martorell y Lluís Borrassà también tienen presencia en la colección.
Pero el fondo artístico del Museo de Arte de Girona va más allá de la Edad Media. Está formado por 8.500 objetos que engloban desde las colonias griegas hasta el siglo XX. Precisamente este último período tiene también una presencia destacada en el museo con obras de Joaquim Vayreda, Santiago Rusiñol o Ramon Martí Alsina.
El Monasterio de Sant Pere de Galligants, del siglo XII, es uno de los monumentos románicos más significativos de Girona. Se encuentra ubicado en la trama urbana de la ciudad, un hecho poco habitual si tenemos en cuenta que la mayoría de monasterios están en lugares aislados. Pero esta abadía benedictina también es singular por su cabecera y el campanario.
Y es que la cabecera de Sant Pere presenta una complicada forma asimétrica: está formada por un ábside principal con dos absidiolos a un lado y uno en el otro, mientras que en el extremo del brazo del crucero hay un ábside lateral más, esto hace pensar en el reaprovechamiento de elementos de un templo anterior. En este espacio encontramos también el campanario de ocho caras, perfectamente simétrico y con decoración lombarda.
Lo más destacado es la escultura que encontramos en los capiteles de la nave principal y, sobre todo, los de la cabecera. Estos son los que han dado fama a Sant Pere de Galligants; y los que más controversias han generado... Y es que algunos historiadores apuestan decididamente por la mano del maestro de Cabestany y de su taller; otros, sin embargo, creen que son influencia de la Escuela de Tolosa.
Desde 1857, Sant Pere de Galligants actúa como museo de arqueología y bellas artes, uno de los más antiguos de Cataluña. Actualmente es la sede de Girona del Museo de Arqueología de Cataluña y reúne los materiales arqueológicos hallados en las excavaciones de diversos yacimientos de las comarcas de Girona, desde la prehistoria hasta la edad media.