El MHC es un museo pensado para estimular el interés sobre la evolución de la cultura catalana. En el Palau de Mar, uno de los pocos edificios que se conservan del antiguo puerto industrial de Barcelona, los visitantes siguen una narración sugerente que se distribuye en ocho etapas, que van desde la prehistoria hasta la actualidad bajo un punto de vista social, económico, político y cultural.
Durante el recorrido se encuentran con objetos y documentos, recreaciones históricas y ambientaciones, audiovisuales e interactivos, que acercan de forma lúdica la historia de esta nación.
Incluso tendrán la oportunidad de subir en el caballo de un señor de la guerra de la Edad Media o esconderse en una trinchera de la Guerra Civil.
El CaixaForum se ubica en la antigua fábrica textil Casaramona de Montjuïc, especializada en la confección de mantas y toallas. Este edificio proyectado por Josep Puig i Cadafalch es un singular ejemplo de la arquitectura modernista industrial catalana de principios del siglo XX. Se trata de un conjunto de naves de una sola planta, una construcción horizontal para facilitar el traslado de mercancías mediante un sistema de calles internas que a la vez también funcionaba como cortafuegos.
El edificio fue adquirido por Obra Social "la Caixa"en 1963. En 2002, tras una reforma de restauración y ampliación, se convirtió en un equipamiento cultural para Barcelona. Su oferta social, cultural y educativa incluye una programación permanente de actividades como conferencias, proyecciones de cine, espectáculos, conciertos y actividades familiares.
Además, una cuarta parte de los 12.000 m2 totales del equipamiento está ocupada por exposiciones de arte antiguo, moderno y contemporáneo.También cuenta con un destacado fondo documental y artístico de media art.
Montserrat es un símbolo para Cataluña y un punto de peregrinaje para creyentes. La gran protagonista es su Virgen, patrona de Cataluña. Esta virgen románica es popularmente conocida como La Moreneta, debido al color de la cara y las manos, oscurecidas por el humo de los cirios.
El monasterio se fundó en 1025 por orden del Abad Oliba, sobre una pequeña ermita que Wifredo el Velloso había dado al Monasterio de Ripoll.
La visita a Montserrat empieza en la basílica del siglo XVI, con restos románicos y estructura gótica. A partir de aquí, desde la plaza de Santa María, punto neurálgico, se puede recorrer todo el conjunto, fruto de la gran reforma del siglo XIX liderada por Josep Puig i Cadafalch.
Imperdible es el Museo de Montserrat. Su colección se inició con los materiales del Oriente bíblico aportados por el padre Bonaventura Ubach de sus viajes. Pero el fondo se ha ido engrosando con obras muy destacables de pintores como Caravaggio, Rusiñol, Casas, Nonell, Picasso, Monet, Sisley, Degas, Pissarro o Dalí.
No es casualidad este museo. Desde el siglo XVII Montserrat ha sido un centro cultural de primer orden y lo demuestra la excepcional biblioteca con más de 250.000 volúmenes del monasterio. Entre las actividades que promueven destaca la Escolanía, que es uno de los coros de niños más antiguos de Europa, documentado desde el siglo XIV.
Cerca de la abadía, se conserva aún el vecino Monasterio de Santa Cecilia, que actualmente se ha convertito en el Espacio de Arte Sean Scully. Destaca la iglesia románica, también reformada en los años 30 por Puig i Cadafalch. Pocos saben que este monasterio fue la primera opción del Abad Oliba para extender sus dominios en Montserrat, pero se encontró con la negativa de la comunidad.
Desde los años sesenta, cada año a principios de octubre llega puntual el Festival de Cine de Sitges, el primero a nivel mundial dedicado al género fantástico y que, con los años, se ha convertido en un referente internacional. Es el festival de cine con más prestigio y eco mediático entre los que tienen lugar en Cataluña.
Nació en 1968 con el nombre de Semana Internacional de Cine Fantástico y de terror de Sitges y desde entonces se ha celebrado ininterrumpidamente, ofreciendo a sus miles de visitantes proyecciones cinematográficas, exposiciones y conferencias. El festival ha recibido en cada edición visitas de intérpretes, directores y productores de renombre tanto nacional como internacional.
El Festival de Cine de Sitges es también la sede de los premios anuales de la European Fantastic Film Festivals Federation.
En el antiguo edificio de la Casa de la Caridad de Barcelona, en un equipamiento totalmente moderno, encontramos un centro cultural de referencia europea. Se trata del Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), que desde 1994 trabaja para la investigación creativa y en la producción de conocimiento. Tiene como eje central la ciudad y la cultura urbana y como objetivo vincular el mundo académico con la creación y la ciudadanía.
Y través de proyectos propios. Los más significativos son las exposiciones temáticas, que generan debate y conocimiento en torno a los temas que perfilan la actualidad. Asimismo, también ha instaurado otras formas de intercambio cultural como debates internacionales, el CCCB Lab, la plataforma de literatura Kosmopolis o el proyecto de cine experimental Xcèntric. Todos ellos son proyectos que tratan de manera integrada la cultura del siglo XXI y las grandes transformaciones de la era digital.
El CCCB dispone de un fondo (Archivo CCCB y Archivo Xcèntric) donde conserva la documentación relacionada con todos los proyectos que se han ido realizando desde su inauguración. Este archivo está disponible para todo el mundo desde 2008.
Visitar el Centro de Cultura Contemporánea es entrar en un espacio de reflexión sobre qué es la cultura urbana. El mismo edificio, remodelado por Helio Piñón y Albert Viaplana, estructurado alrededor del Patio de las Mujeres, invita a ello. Es recomendable subir hasta el mirador antes de terminar la visita.
Con poco más de 30 años, la reina Elisenda de Montcada se retiró del mundo al quedar viuda. Y lo hizo en el Monasterio de Pedralbes, que ella misma había fundado en 1326 en la montaña de Sant Pere Mártir (Barcelona). Allí residió 37 años aislada, con la única compañía de las monjas clarisas y la arquitectura gótica.
El Monasterio de Santa Maria de Pedralbes se levantó en sólo 13 meses y destaca por su gran homogeneidad arquitectónica de estilo gótico. Las piedras blancas (petras albas), utilizadas para construir el conjunto, acabaron dando nombre a la zona: Pedralbes.
Entre las joyas del monasterio está la pequeña capilla de Sant Miquel, que destaca por las pinturas al fresco y al aceite (s. XIV), un testimonio excepcional de la pintura gótica catalana; los vitrales góticos del interior del templo (considerados los más importantes de Cataluña por su antigüedad y buen estado de conservación) y el claustro. Este es uno de los más grandes e imponentes del mundo.
Destacar también la tumba de la reina Elisenda. Ubicada entre la iglesia y el claustro, es un sepulcro bifrontal que representa sus dos caras: desde la iglesia se la ve vestida y coronada como reina y, desde el claustro, aparece como viuda y monja, con el sencillo hábito franciscano.
Junto a la catedral de Vic, el Museo Episcopal es un referente en arte medieval catalán y expone obras maestras de pintura y escultura del románico y del gótico (entre los siglos XII y XV). El centro, con más de 29.000 piezas, está especializado en arte litúrgico.
El extenso fondo románico permite seguir con precisión la evolución iconográfica y estilística del románico catalán. Una de las piezas estrella del museo es el grupo escultórico del Descendimiento de Erill la Vall. Descubierto por la expedición hecha por el Instituto de Estudios Catalanes al Valle de Boí de 1907, esta obra del Maestro de Erill está considerada como uno de los conjuntos escultóricos más importantes del románico europeo del siglo XII.
Destaca también el Baldaquín de la iglesia parroquial de Ribes, una de las obras maestras que custodia el museo. Otras piezas a tener en cuenta son el frontal de altar de Sant Andreu de Sagàs, el frontal de Sant Pere de Ripoll o la Virgen de Santa Maria de Lluçà.
Además de su fondo de primer orden, el museo destaca también por un proyecto museológico moderno e innovador. Fue galardonado en 2001 con el Premio Nacional de Patrimonio Cultural por su contribución a la difusión del arte medieval catalán.
El conjunto del Teatro-Museo con la Cúpula y la Torre Galatea (con su fachada decorada con maniquíes, huevos y panes) es el icono más emblemático del paisaje urbano de Figueres. El edificio se considera en sí mismo el objeto surrealista del mundo. Pero, a su vez, alberga en su interior muchas obras maestras de Dalí.
El Teatro-Museo, construido sobre los restos del antiguo teatro de Figueres, fue concebido y planificado por el propio Dalí como su gran proyecto personal. Su fondo de pintura permite realizar un recorrido artístico desde los inicios del pintor (La Venus que sonríe o Port Alguer). Pero el Museo recoge sobretodo la explosión del surrealismo con obras tan emblemáticas como Espectro del sex-appeal, Leda atómica, La cesta de pan o Galatea de las esferas.
También cabe destacar un conjunto de obras que Dalí creó pensadas para su Museo como la sala Mae West, la sala Palacio del Viento, el Cadillac lluvioso o la pintura Gala desnuda mirando el mar que a 18 metros aparece la figura del presidente Lincoln.
En 1988 se añade el espacio expositivo de la sala de las Loggias que muestra la obra tardía de Salvador Dalí, basada en la experimentación científica y en el estudio de clásicos de la pintura.
ElTeatro-Museo Dalí de Figueres forma, junto con el Castillo Gala Dalí de Púbol y la Casa-Museo Salvador Dalí de Portlligat, el triángulo daliniano ampurdanés que permite adentrarse en la vida y obra de uno de los pintores más internacionales que ha tenido Cataluña.
En medio de Montjuïc, en Barcelona, entre la sombra de los árboles, los volúmenes blancos de la Fundación Joan Miró no pasan desapercibidos. En su interior, se custodian más de 14.000 piezas del pintor surrealista, entre pinturas, esculturas, cerámicas y tapices. Uno de los valores más importantes de la Fundación es que conserva casi todos los dibujos preparatorios de Joan Miró, con más de 8.000 referencias, un material básico para entender la obra del artista.
El fondo se creó principalmente con una donación del propio Joan Miró y se amplió con donaciones de familiares, amigos y coleccionistas.
La colección de la Fundación permite realizar un viaje a través de la vida artística de Miró. Comenzando con las primeras pinturas con clara influencia del impresionismo, el fauvismo y el cubismo franceses (Ermita de Sant Joan d’Horta o Retrato de una niña). Pasando por la etapa plenamente surrealista (La botella de vino) y los conocidos collages (Homenaje a Prats). Y terminando con sus obras sobre la Guerra Civil (Hombre y mujer ante un montón de excrementos) y los cuadros de las constelaciones.
Pero el museo no sólo destaca por la obra que acoge sino también por sus planteamientos arquitectónicos y museológicos. Miró quería abrir una Fundación que mirara hacia el futuro, que no se convirtiera en un templo de objetos de coleccionista sino en un lugar de descubrimiento y debate. Y con este objetivo pidió al arquitecto Josep Lluís Sert que construyera un edificio con personalidad propia. El resultado es una arquitectura que es el mejor escaparate posible de la obra del artista.
Antigua barraca de pescadores en Portlligat, donde en 1930 Salvador Dalí se instaló y vivió y trabajó hasta 1982. A partir de la construcción inicial, el pintor fue adquiriendo otras barracas similares y, a lo largo de cuarenta años, definió la que sería la casa actual, de la que hablaba como "una verdadera estructura biológica".
La construcción, ideada por Dalí y Gala, es una estructura laberíntica organizada alrededor del Salón de la Osa. A partir de este eje central se dispersa en una sucesión de pequeñas salas conectadas por pasillos, pequeños cambios de nivel y callejones sin salida. Las salas tienen ventanas de diferentes formas y dimensiones pero con un denominador común: enmarcan a la bahía de Portlligat, un paraje que es un tema constante en la obra de Dalí.
La casa, que el escritor Josep Pla califica como "sorprendente, extraordinaria y nunca vista" fue el refugio donde Dalí llevó "una vida de ascetismo y aislamiento" después de los años vividos en París.
En el año 1982, tras la muerte de Gala, Dalí no volvió a Portlligat. Con la muerte del pintor (1989), la casa se convirtió, a partir de 1994, en un pequeño recinto museístico adaptado por los arquitectos Oriol Clos i Costa y José Ramos Illán. Forma, junto con el Castillo Gala Dalí de Púbol y el Teatro-Museo Dalí de Figueres, el triángulo daliniano ampurdanés.