Artes plásticas y visuales | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

Artes plásticas y visuales

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Una casa blanca bajo un cielo azul intenso, el gallinero en segundo plano, herramientas del campo, vegetación y vida en todas partes. Así es como Joan Miró retrata al óleo Mas Miró, el lugar donde tomó la decisión de dedicarse plenamente a la pintura de por vida.
 
Aunque el pintor nació en Barcelona y murió en Palma, pasó largas temporadas en la casa familiar, situada en las afueras de Mont-roig del Camp. Es aquí donde se dejó cautivar por la vida rural y consolidó su vínculo con la tierra catalana, que marcaría para siempre el carácter del artista y, de rebote, su obra pictórica.
Mas Miró comprende el conjunto de edificios satélite de la masía de estilo colonial, erigidos en diferentes momentos entre el siglo XVIII y el XX. La visita al conjunto, catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional, permite adentrarse en el taller del artista, descubrir sus esbozos y material, recorrer el jardín que conserva el gallinero, la capilla, los cultivos y el corral.
 
El paseo por este entorno –amenizado, si se quiere, por las actividades que ofrece la Fundació Mas Miró- es la experiencia ideal para conocer la cuna del estilo simbólico que hoy todos reconocemos como mironiano y que lo convirtió en uno de los pintores más relevantes del siglo XX.
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El movimiento del surrealismo no se puede entender sin el universo personal de Salvador Dalí (1904-1989). El pintor de Figueres (Alt Empordà) fue un artista total que también dejó su huella única en ámbitos tan diversos como la literatura, la escultura, la moda, la joyería, la decoración o el teatro. Incluso en el cine colaboraó con Buñuel, Walt Disney o Alfred Hitchcock.

Famoso por sus excentricidades y una personalidad desbordante y provocadora que no dejaba indiferente, desde muy joven fue conocido por su talento para el dibujo, de un perfeccionismo fotográfico y una imaginación rompedora. Marcado desde los 25 años por el amor a Gala, su musa, su obra destaca por su carácter onírico, y un misterioso y perturbador simbolismo donde conviven relojes blandos, elefantes de patas largas, huevos, hormigas, caracoles y langostas.

Su hiperactividad creadora la plasmó en más de 1.500 pinturas. Su obra, de una originalidad y calidad innegable, partió del novecentismo (Noia a la finestra, 1925) y, tras una etapa con influencias cubistas, adoptó lo que él llamó actividad paranoicocrítica, que dio lugar a sus obras más conocidas: Cistell amb pa (1925), ), La sang és més dolça que la mel (1927), El gran masturbador (1929), El joc lúgubre (1929), Persistència de la memòria (Rellotges tous) (1931), Retrat de Gala (1931), El naixement dels desigs líquids (1932), Construcció tova amb mongetes bullides (1936), Autoretrat amb bacó fregit (1941), diversas variaciones sobre el tema del L’àngelus de Millet, etc.

La estancia en Italia durante la Guerra Civil despertó en el artista una fascinación por los temas religiosos, históricos y alegóricos: Temptació de sant Antoni (1947), Leda atòmica (1949), La Mare de Déu de Portlligat (1950), El Crist de sant Joan de la Creu (1950), Batalla de Tetuan (1962), etc. En este periodo experimentó con juegos visuales (Cignes reflectits en elefants (1937), Mercat d’esclaus amb l’aparició del bust de Voltaire (1940)), que evolucionarían hacia las pinturas estereoscópicas como La cadira (1975).

Tras la muerte de Gala (1982), Dalí dejó su residencia en Portlligat para instalarse en Púbol, donde vivió retirado de la vida pública. Es uno de los artistas catalanes más conocidos y admirados en todo el mundo. Buena parte de su obra se encuentra en el Teatro-Museo Gala Salvador Dalí de Figueres y el Museo Reina Sofía, aunque museos como el MoMA y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York custodian obras suyas. Desde 2009 se puede ver en Berlín la exposición permanente Dalí - Die Ausstellung y en 2011 se inauguró el The Dalí Museum en Saint Petersburg (Florida).
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Máximo exponente del informalismo abstracto y uno de los artistas catalanes más destacados del siglo XX, el pintor y escultor barcelonés Antoni Tàpies (1923-2012) fue ante todo un hombre de cultura. Atraído por la filosofía, la literatura o la música, impulsó la fundación que lleva su nombre para potenciar el arte contemporáneo y fue un activo defensor de la cultura catalana.

Hijo de una familia burguesa vinculada al mundo editorial, su vocación artística surgió a los 11 años en ver un número de la revista D’ací i d’allà dedicado al arte moderno e internacional. De formación prácticamente autodidacta, los inicios de su carrera estuvieron marcados por una enfermedad en la que se refugió en el dibujo, la pintura, la literatura y la música. Finalmente a los 22 años dejó la carrera de Derecho para dedicarse de pleno a la pintura.

En 1948 fundó, junto con Joan Brossa, el filósofo Arnau Puig y los pintores Joan Ponç, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, el grupo artístico Dau al Set. Durante esta época su obra estaba dominada por un figurativismo surrealista, a menudo con influencias de Joan Miró y Paul Klee.  La Capsa de cordills (1946) o los insólitos Collage i Pintura exhibidos en el I Salón de Octubre fueron pruebas que ya avanzaban un giro hacia la abstracción onírica. A partir de aquí la experimentación es constante, sobre todo en la denominada "pintura matérica". Utiliza para sus obras materiales de desecho (cuerdas, papel, polvo de mármol, paja, ropa), intensifica los collages y el gusto por la materia abundante que, a menudo, llega a auténticos bajorrelieves.

Su paleta es austera: ocre, marrón, gris, beige, negro (Gran pintura grisa, 1956). Asimismo sus creaciones tienen un fuerte carácter iconográfico con cruces, lunas, asteriscos, letras, números, figuras geométricas, etc. (Pintura en forma de T, 1960). Para el artista, influido por la filosofía existencialista, estos elementos tenían una significación alegórica, evocando temas como la vida y la muerte, la soledad, la incomunicación o la sexualidad.

Durante los años setenta realizó las primeras piezas de carácter escultórico utilizando la técnica del ensamblaje. En los años ochenta, la utilización de la tierra cocida y el bronce le permitieron desarrollar un trabajo más personal. Destacan su Homenatge a Picasso (Parque de la Ciutadella, 1983), y el mosaico cerámico de la plaza de Cataluña de Sant Boi de Llobregat (1983), así como la instalación Núvol i cadira (1989) y el controvertido Mitjó ( 2010).

Antoni Tàpies es uno de los artistas catalanes más internacionales. Ha obtenido los más prestigiosos premios y reconocimientos y han podido ver exposiciones de su obra en todo el mundo: Tokio, Nueva York, Roma, Madrid, Amsterdam, Venecia, Milán, Viena o Bruselas.
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Amparado por las montañas más mágicas de Cataluña, en un espacio creado por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, se puede ver uno de los fondos arqueológicos y artísticos más importante de Cataluña. El Museo de Montserrat muestra más de 1.300 piezas que abarcan una amplia cronología: desde un sarcófago egipcio del siglo XXII aC hasta una pintura de Sean Scully de 2010. Su exposición permanente cuenta con los grandes nombres de la historia del arte.

La sección de arqueología tiene su origen en el llamado Museo Bíblico, creado en 1911, por el monje Bonaventura Ubach, que en sus viajes a Oriente Próximo logró recopilar materiales arqueológicos de gran relevancia. Actualmente se pueden ver piezas de Mesopotamia, Egipto, Chipre, Italia y mundo helénico, Bajo Imperio y cultura paleocristiana.

La colección de pintura antigua (siglos XIII y XVIII) consta de unas 250 obras, que fueron adquiridas, en buena parte, a principios del siglo XX. El museo exhibe una selección que incluye artistas como Berruguete, el Greco, Jan Brueghel de Velours, Frans Francken y, en un lugar especial, Caravaggio. Sant Jeroni penitent es la única obra del artista del Barroco italiano que se puede ver en Cataluña.

La sección del museo más numerosa es la de los siglos XIX y XX. Vale la pena centrarse en la colección de pintura catalana, una de las mejores del país, con piezas de Fortuny, Martí Alsina, Vayreda, Rusiñol, Nonell, Mir, Picasso, Torres-Garcia y Dalí, entre otros. La Jove decadent. Després del ball, de Casas, espera el visitante tumbada en un confortable sofá verde. Se puede encontrar también una pequeña colección de pintura de los grandes maestros del Impresionismo francés (Degas, Sisley, Renoir, Monet, Pissarro), única en Cataluña.

Como única es la muestra Nigra sum, donde se recogen materiales artísticos y populares para explicar la evolución iconográfica de imagen de la Virgen de Montserrat. O la exposición de iconos de las iglesias bizantinoeslaveas Phos Hilaron ('luz gozosa').
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Pintura mural, sobre madera, escultura, tejidos, indumentaria, fondo documental, orfebrería, objetos para la liturgia... El fondo actual del Museo Diocesano de Urgell es un referente del arte sacro donde brilla especialmente el Beatus de Liébana , una de las dos únicas copias que hay en Cataluña de la obra que el abad Beat del monasterio de Liébana escribió a finales del siglo VIII comentando el libro del Apocalipsis.

Curiosamente el Museo nació a partir de una exposición temporal que se realizó en 1957 con las piezas del Tesoro de la Catedral. Tal fue el éxito de la muestra que la exposición se hizo permanente y la colección se fue ampliando con piezas procedentes de toda la diócesis de estilos románico, gótico, renacentista, barroco y del siglo XIX. Entre las adquisiciones hay tesoros como la Bula del papa Silvestre II.

En 1969 se habilitó la iglesia de la Piedad (anexa a la catedral de Santa Maria de la Seu d’Urgell) como sede del museo. Este espacio aporta obras propias al fondo de la colección como el retablo de la Piedad y el conjunto de la Dormición, realizadas por el escultor Jerónimo Xanxo.

Una de las obras más significativas del fondo es El retaule dels Goigs de la Verge, de Abella de la Conca. Es de Pere Serra y data del siglo XIV. Además de su valor artístico, tiene detrás una historia de ladrones de guante blanco. Fue robado en 1972 y, tras un largo periplo, se recuperó seis años más tarde en Nueva York.
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Frederic Marès, además de ser escultor, sintió desde muy joven la pasión por el coleccionismo. A lo largo de más de 80 años reunió un gran número de obras de arte (especialmente escultura) y más de 50.000 objetos. En 1944 dio sus colecciones a la ciudad de Barcelona que las exhibiría, dos años más tarde, en el Museo Frederic Marès ubicado dentro del antiguo Palacio Real de los Condes de Barcelona.

En el sótano y en las dos primeras plantas se concentra la colección de escultura hispánica: desde la antigüedad hasta el siglo XIX. Una de las joyas de la corona es el relieve L’aparició de Jesús als seus deixebles al mar, atribuido al Maestro de Cabestany, obra maestra del románico catalán procedente del monasterio de Sant Pere de Rodes. También está bien representada la escultura del Renacimiento y el Barroco castellano. En menor medida se muestran otras colecciones artísticas durante el recorrido (pintura, orfebrería, mobiliario o tejidos).

En el mismo edificio también se exponen los objetos que había ido colecciones Marès: muñecas, relojes, abanicos, pipas, naipes, daguerrotipos, botes de farmacia, soldaditos de plomo, etc. Es el espacio llamado Gabinete del coleccionista (Marès lo bautizó como Museo Sentimental). El visitante puede recorrer 17 salas, donde se acumulan miles de objetos curiosos y entrañables que reflejan la vida y las costumbres del pasado, especialmente del siglo XIX.

Finalmente, quien quiera adentrarse más en la figura de Frederic Marès puede visitar el estudio biblioteca del artista. Este espacio acoge un conjunto de obras escultóricas de Marès, que él mismo eligió para mostrarlas al público, además de una serie de objetos personales.
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Desde hallazgos arqueológicos del neolítico o la época romana, hasta pinturas contemporáneas pasando por tallas barrocas o pinturas modernas. El Museo Comarcal de Manresa es de temática pluridisciplinar y las colecciones que se exponen se centran en el arte y la historia de Manresa, el Bages y Cataluña.

Forma parte de un proyecto del año 1896 y a finales de los años 70 se constituyó tal como lo conocemos actualmente. Ubicado en el antiguo Col·legi de Sant Ignasi desde 1940, el museo se encuentra dentro de la zona de influencia de Ignacio de Loyola, cerca de la Cueva de Sant Ignasi y de la iglesia gótica de Santa Maria (la Sede). El edificio es un gran edificio construido alrededor de un patio neoclásico.

Durante el recorrido el visitante encontrará con objetos arqueológicos que van desde el neolítico hasta la romanización, una colección de cerámica medieval decorada en verde y morado del siglo XIV o tallas policromadas barrocas de los siglos XVII y XVIII. En 2014 se inauguró un espacio dedicado a Antonio Viladomat gracias al depósito de 12 de obras cedidas por el MNAC.

Merece la pena detenerse en el espacio de arte moderno y contemporáneo donde se encuentra un importante fondo de dioramas y pinturas de Josep Mestres Cabanes, escenógrafo del Gran Teatro del Liceo, y pinturas y grabados de Alfred Figueras. Se dedica una sala a las obras artísticas de la Fundación Artes Garriga-Mir.

El Museo cuenta también con un módulo multisensorial llamado "La Mirada Táctil", un espacio de interpretación táctil para hacer el máximo accesible la visita.
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Una de las colecciones de arte románico catalán más importantes de Catalunya se puede ver en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona, ubicado en el Palacio Episcopal. Además de visitar la época medieval, el visitante podrá hacer un viaje en el tiempo: desde la prehistoria hasta la edad contemporánea.

En la extensa sala de románico destacan, por encima de otras piezas, los elementos arquitectónicos que provienen de los claustros de la catedral de Santa María de Solsona: varios capiteles y una columna historiada por el taller del maestro Gilabert de Tolosa.

Muy destacables son también la muestra de vírgenes de los siglos XII y XIII, grandes ejemplos de pintura mural prerrománica y románica de los conjuntos de Sant Quirze de Pedret y Sant Vicenç de Rus, la pintura sobre tabla de los paneles laterales del altar de la iglesia de Sant Andreu de Sagàs, la tabla gótica con la escena de la Santa Cena de Santa Constanza de Linyà y el retablo de Sant Jaume de Frontanyà.

El Museo Diocesano de Solsona fue creado en 1896 por el obispo Ramon Riu i Cabanes. Los objetivos eran los mismos que los de los otros museos eclesiásticos como el Museo Episcopal de Vic, fundado 5 años antes: preservar el patrimonio de la diócesis y contribuir a la reconstrucción nacional impulsada por la Renaixença catalana. Todo este patrimonio peligró con el estallido de la Guerra Civil, en 1936. Por ello, parte de las obras fueron trasladadas a Ginebra y volvieron a Solsona una vez terminada la guerra. El actual museo es una herencia de la renovación que se hizo en los años ochenta.