La basílica de Santa Maria de Mataró acoge en su interior uno de los ejemplos más destacados del barroco religioso catalán: la capilla de los Dolores, conservada en su estado original. Se construyó entre los siglos XVII y XVIII y se completó entre 1722 y 1737 con frescos, óleos, telas y elementos escultóricos realizados por Antoni Viladomat.
Las seis grandes telas que hay en las paredes laterales de la capilla de los Dolores son estaciones del vía crucis y se combinan con escenas de la corona dolorosa.
El artista barcelonés también es el autor de la decoración de otros elementos del Conjunto de los Dolores: la sacristía, la cripta y la sala de juntas. Esta última es una cámara de planta octogonal completamente cubierta de pinturas de Viladomat donde destacan los apóstoles y evangelistas. Todo el conjunto se caracteriza por su dramatismo y teatralidad.
El convento de Sant Bartomeu de Bellpuig es un gran ejemplo del paso del gótico tardío al Renacimiento. Y es a la vez una muestra de cómo el individuo buscaba la trascendencia de su poder y su honor más allá de la muerte.
Ramon Folc de Cardona-Anglesola, barón de Bellpuig y virrey en Nápoles y Sicilia, quería un escenario solemne donde ubicar su mausoleo. Con este objetivo promovió en 1507 la construcción de un convento de franciscanos encima de la antigua capilla de Sant Bartomeu. Es por ello que en la decoración destaca el contraste entre la austeridad franciscana y el esplendor noble que le dio la familia mecenas.
El edificio, de planta rectangular, se organiza en torno a dos claustros. En el menor encontramos un elemento de gran valor artístico: la segunda galería, formada por diez columnas entorchadas. Cabe destacar también la escalera de caracol del campanario, la escalera principal, la sala capitular y el Mirador del Duque.
Aún así, la pieza más monumental era el mausoleo del barón de Bellpuig, ubicado inicialmente en la iglesia y que ahora se puede ver en la iglesia parroquial. Fue construido en 1524 con mármol de Carrara por el escultor napolitano Giovanni da Nola. Tiene la estructura de un arco de triunfo y está acompañado de motivos alegóricos que hacen referencia a la personalidad del difunto. Por su calidad es una de las mejores obras renacentistas de Cataluña.
Un imponente edificio cerca del río Ebro es testigo desde el siglo XIV de la historia de Tortosa. La catedral de Santa Maria es, junto con el
castillo de la Suda y los
Reales Colegios, el conjunto arquitectónico más destacado de la ciudad.
En el mismo emplazamiento que ocuparon sucesivamente el foro romano, una mezquita y una catedral románica, se levanta la actual catedral de Santa Maria, que se empezó a construir en 1347 siguiendo los preceptos del
gótico más clásico. Sin embargo, incluye elementos constructivos posteriores como la fachada barroca terminada en 1757.
Del conjunto destacan la
nave central y el
claustro, con una importante muestra de lapidario, y la
capilla de la Virgen de la Cinta, de estilo barroco.
Asimismo, no se puede pasar por alto el rico patrimonio pictórico y escultórico que ha tenido la catedral de Tortosa empezando por el retablo de la
Virgen de la Estrella (siglo XIV) que preside el altar mayor. Otros retablos góticos han ocupado las paredes de la basílica como el de la
Virgen de los Ángeles, de Pere Serra (actualmente en el MNAC), o el de la
Transfiguración, atribuido al taller de Jaume Huguet.
Este último es una de las obras estrella del
Museo de la Catedral, que muestra cerca de
200 piezas del arte religioso acumulado durante nueve siglos. Se pueden ver pinturas, esculturas, tapices, objetos de orfebrería y una valiosa colección de códices.
La ciudad de Manresa está asociada indefectiblemente a la imponente estampa de la Colegiata Basílica de Santa Maria en lo alto del Puigcardener. Conocida popularmente como
la Seu, es considerada
uno de los principales edificios del gótico catalán.
Su emplazamiento elevado acogió sucesivamente un poblado íbero, una fortaleza romana y un templo románico. La construcción del actual edificio se inicia en 1322 bajo la dirección del mismo arquitecto de
Santa Maria del Mar,
Berenguer de Montagut, y se culmina a finales del siglo XV con el gótico como estilo imperante. Sin embargo, posteriores intervenciones hacen que encontremos también elementos renacentistas, barrocos o incluso neogóticos, como la fachada del baptisterio.
Los elementos más destacados de la Seu son el impresionante rosetón de la fachada de poniente, la
campana y la
cripta con un gran tabernáculo de mármol y ocho medallones barrocos. Lateralmente sobresalen dos torres: la de la capilla del Santísimo y la del baptisterio, de planta octogonal.
En el interior llama la atención la colección pictórica, donde destaca el
retablo del Espíritu Santo del maestro Pere Serra, uno de los más valiosos de la pintura catalana del siglo XIV.
Sobre la fachada principal del edificio se encuentra el
Museo Histórico de la Seu, inaugurado en 1934, que expone una gran muestra de obras de arte sacro.
En el siglo X, una red de torres de vigía limitaba el condado de Osona, que entonces extendía sus dominios por las actuales comarcas de Anoia y la Segarra. De todas ellas, la Torre de la Manresana en Prats de Rei es la que mejor ha soportado el paso del tiempo. Tanto es así que también fue uno de los escenarios de la Guerra de Sucesión.
Alrededor suyo se levantaba un castillo medieval de frontera del que quedan sólo los basamentos de las murallas y una estancia. La torre, reformada en el siglo XII, es el único elemento en buen estado que se ha conservado del conjunto.
Y es que está especialmente reforzada. Construida con sillares, la Torre de la Manresana se estructura en tres niveles y con un espesor de muro descendente, que va de los 215 cm de la base a los 160 cm del último nivel. Una de las claves de su seguridad es que sólo se podía entrar por una puerta ubicada a media altura, a la que se accedía a través de una escalera levadiza.
La terraza, situada a 21 metros de altura, ofrece una amplia panorámica de la comarca de Anoia. Por eso en 1711 fue escenario clave de los enfrentamientos entre austracistas y borbones para controlar la zona de Calaf.
Wifredo el Velloso fundó en 887 el monasterio de Sant Joan de Ripoll que acabó llamándose San Joan de les Abadesses (San Juan de las Abadesas). Y es que durante casi 60 años, entre los siglos IX y X, fue el único monasterio femenino de Cataluña.
La primera abadesa fue la hija de Wifredo el Velloso, Emma de Barcelona. Esta comunidad de monjas benedictinas se mantuvo hasta 1017 cuando las religiosas, acusadas de llevar una vida poco ejemplar, fueron expulsadas. Entonces el monasterio fue ocupado por una comunidad masculina de canónigos agustinos hasta el siglo XVI y luego pasó a ser regido por arciprestes hasta el siglo XIX.
El recinto monástico que podemos ver actualmente ha sufrido modificaciones a lo largo del tiempo. La iglesia románica original se renovó en el siglo XII siguiendo los modelos arquitectónicos monumentales del suroeste de Francia y se repuso en parte después del terremoto de 1428. En su interior no se puede pasar por alto el Santísimo Misterio, el único descendimiento románico conservado in situ en Cataluña.
Adosados a la iglesia se encuentran el claustro gótico (siglo XV) y la capilla de los Dolores (siglo XVIII), con la cúpula barroca del escultor Jacint Morató. Se conserva también el antiguo palacio abadicial, del siglo XIV-XV, donde actualmente se ubica el Centro de Interpretación del Mito del Conde Arnau, ya que este personaje de leyenda se relaciona con la primera comunidad de monjas de la abadía.
El museo del monasterio, abierto desde 1975 en la antigua rectoría, muestra una colección de pinturas, esculturas, tejidos y orfebrería del siglo VIII hasta el XX, la mayoría destinados al culto litúrgico.
Considerado uno de los principales monumentos históricos de
Tortosa junto con la
catedral y los
Reales Colegios, el castillo de San Juan, conocido como el castillo de la Suda, es un testigo clave del
pasado andalusí de la ciudad. Además, conserva la única
necrópolis islámica a cielo abierto de Cataluña.
Fue construido en el siglo X bajo el
califato de Abderramán III, encima de una antigua acrópolis romana. A pesar de la altura, un enorme pozo excavado dentro del recinto bajaba a buscar el nivel del Ebro para abastecer la fortaleza de agua.
Tras la conquista de Tortosa en manos de
Ramón Berenguer IV en 1148, el castillo se convirtió en prisión. Fue propiedad de los
Montcada y de los
Templarios y fue la residencia preferida del
rey Jaime I de Aragón. Además de palacio real, ha sido también el tribunal de justicia. Actualmente alberga un parador de turismo.
De la época islámica, además del cementerio musulmán de gran importancia, se conservan el trazado y los basamentos de las
murallas y también el
pozo. Éste está formado por galerías subterráneas que acogían un molino y dos hornos.
El legado medieval se puede ver en algunos ventanales góticos, la nave del polvorín y el patio de armas. Aún así, pasa desapercibido ya que en los siglos XV y XVII el castillo sufrió muchas modificaciones por motivos defensivos.
A 461 metres d'altura, a l'altura de la serra de la Guàrdia, és fàcil imaginar el castell imponent de Claramunt vigilant i protegint la conca d'Òdena .
És un soroll que té nombroses destruccions i reconstruccions, aquesta fortalesa del segle X és un dels principals exponents de la vermella de Castells de Frontera , que marca la línia entre el condat de Barcelona i l'Al-Andalus.
Encomendat en els seus inicis en el llenguatge de Claramunt, el castell es convirtia al centre administratiu del domini senyorial dels Cardona-Medinaceli entre els segles XIV i XIX. No hi ha cap necessitat, sense embargament, fins al segle XX que es recupera el seu explorador a partir de la compra i restauració dels seus nous propietaris, lafamilia Miquel .
La seva estructura és la clàssica dels castells del segle XII , amb dos recintes amurallats que ocupen més de 5.000 m2: el recinte superior , amb l’àmbit residencial, la sala gòtica i quatre torres, entre les que destaca la torre d’homenatge; l’altre, el recinte inferior , acogia els serveis del castell i actualment queda un gran pati rodat de muralles.
També es conservaran els restes de la que va ser l’ església romànica de Santa Maria , la primera parròquia de la Pobla de Claramunt.
Este antiguo campamento militar andalusí es el núcleo originario de Balaguer y un yacimiento arqueológico extraordinario que permite conocer el pasado islámico de la ciudad.
Su origen se remonta a mediados del siglo VIII, durante la ocupación de la Península Ibérica por las tropas árabes y bereberes que habían entrado en 711. Éstas levantaron un campamento militar que se utilizaría como "base de operaciones" para las expediciones de conquista que partían del río Segre hacia Europa.
Con el tiempo, el uso militar pasó a ser civil hasta convertirse en una ciudad (medina), que vivió el momento de máximo esplendor en el siglo XI gracias a los recursos agrícolas y ganaderos. Los investigadores han descubierto los restos de los edificios característicos de las ciudades islámicas de esta época: mezquita, aljama, castillo señorial (suda), zona residencial, plazas, barrio de alfareros, etc. Con la posterior conquista cristiana (1105) y la expulsión de la población musulmana, el Pla d'Almatà volvió a los usos militares y agrícolas, reconvertido en campos de vid y olivos.
Desde 1983 se han llevado a cabo excavaciones que han puesto al descubierto el entramado urbano de la antigua medina. Actualmente en la zona se puede visitar el Parque Arqueológico, donde se han excavado y musealizado cuatro grandes casas y una parte de la calle, y se pueden ver los restos de la antigua muralla del siglo VIII y varios silos.
Hace entre 75.000 y 40.000 años, el barranco del Capelló fue refugio de los neandertales, una especie extinguida de homínidos que se organizaba en pequeñas comunidades de cazadores-recolectores. Miles de años más tarde, el Abric Romaní desvela a los arqueólogos cómo fue la vida de una especie que comparte líneas evolutivas comunes con el hombre actual.
Por el número y la importancia de los hallazgos, el Abric Romaní se ha convertido en uno de los principales yacimientos del paleolítico medio de la Península Ibérica. Gracias a estos descubrimientos es posible reconstruir el modus vivendi de estas comunidades y su interacción con el medio natural en el que vivieron.
Así, el Abric Romaní, que sigue en proceso de excavación, ha permitido por primera vez determinar (en grupos neandertales) las estrategias de empleo, la estructuración del hábitat, las estrategias de subsistencia, la tecnología del fuego y los instrumentos... Entre los vestigios recuperados destacan una veintena de objetos de madera (la colección más grande del mundo con estas cronologías tan antiguas), cerca de 200 chimeneas y numerosos utensilios realizados en piedra y hueso que evidencian unos sistemas de producción técnica realmente avanzados.
El Abric Romaní forma parte del NEAN-Parque Prehistórico de Capellades, que recoge una veintena de yacimientos en total, y actúa como centro de divulgación de la prehistoria y potenciación del turismo cultural.