Desde su ubicación privilegiada en un monte de la Serra Grossa y el margen izquierdo del río Sénia, el castillo de Ulldecona es el ejemplo claro de castillo de frontera. Durante la ocupación árabe, del siglo VIII al XI, era una fortificación andalusí. Con la conquista de las tierras al sur del Ebro por los cristianos pasó a la familia Montcada de Tortosa en 1148, que lo cedió a la orden militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, y se transformó en un castillo cristiano. A su alrededor se fue agrupando la población, que se protegía así de los ataques musulmanes.
Actualmente el conjunto fortificado consta de tres edificaciones -dos torres y la antigua iglesia-, y restos de otras derribadas, rodeado todo de una muralla perimetral. Una de las estructuras más emblemáticas es la torre circular, del siglo XII, que servía de atalaya. Y es que desde la terraza superior, que conserva las almenas y aspilleras, se tiene una vista privilegiada de la zona. Se complementa con la torre del homenaje del siglo XIII, cuadrada, que alojaba las estancias señoriales.
La iglesia es el edificio más moderno del recinto, ya que data del siglo XVI. Podría haber sustituido una primitiva capilla situada dentro de la torre principal del castillo.
Aunque las estructuras más visibles se corresponden a la fortificación militar cristiana, se conservan todavía los vestigios del primer castillo árabe como los restos de la muralla, culminada por dos torres de control. En el recinto también se han encontrado muros de habitáculos medievales e incluso los restos de un antiguo asentamiento ibérico.
El Castillo Monasterio de Escornalbou de Riudecanyes es una peculiar mansión señorial de principios del siglo XX. Está formado por los restos de dos edificios medievales: el monasterio de Sant Miquel, fundado en 1153, y un castillo, construido encima de los restos de una fortaleza romana. Su propietario, el diplomático, egiptólogo y filántropo Eduard Toda, siguió la moda de la época de convertir edificios históricos en residencias burguesas.
El conjunto conformó durante más de seis siglos la Baronía de Escornalbou. Tras la Desamortización de Mendizábal (1835) quedó prácticamente en ruinas, hasta que fue adquirido por Toda en 1911. Lo reformó siguiendo una interpretación muy personal. Incluso decidió obviar las recomendaciones e indicaciones de Puig i Cadafalch. Así, se derribaron construcciones, se levantaron torres de un exótico estilo medieval y se reconvirtieron espacios para adaptarlos a las necesidades y gustos del propietario.
El resultado es aún visible hoy: del antiguo monasterio sólo se conserva la iglesia románica, algunos restos de la sala capitular y la estructura del claustro, que se convirtió en un mirador-jardín con vistas al Campo de Tarragona. Del castillo, convertido en casa señorial y escenario de encuentros de las principales figuras de la Renaixença catalana, destaca la biblioteca y la rica colección de grabados, cerámica, muebles y piezas de la colección que Toda había reunido en sus viajes.
El pueblo íbero de los ilergetes tiene el municipio urgellence de Tornabous uno de los principales exponentes de su potencial político, comercial y económico antes de la llegada de los romanos.
Aunque los orígenes del asentamiento son de finales de la primera edad del hierro, los restos arqueológicos del Molí d’Espígol nos cuentan el avanzado urbanismo que esta comunidad alcanzó en la época de su máximo esplendor, entre los siglos IV y III a.
Es en este momento cuando el Molí d’Espígol pasó de ser un asentamiento a una ciudad, con una economía basada en la agricultura y la ganadería. La complejidad de las casas o innovaciones como las canalizaciones bajo el enlosado ponen de manifiesto la progresión del poblado. Y, por encima de todo, la disposición urbanística, que es la que ha llegado a nuestros días.
Las excavaciones, que se iniciaron en 1970 desde el Museo Diocesano de Solsona y que gestiona el Museo de Arqueología de Cataluña desde 2000, han dejado entrever dos espacios arqueológicos bien definidos: el ámbito urbano, con restos visibles y visitables, y un ámbito suburbano al norte, fuera de las murallas del oppidum, fruto del crecimiento de la ciudad. También se ha identificado la fuente que abastecía de agua la comunidad: una antigua balsa, actualmente desecada, situada fuera del núcleo amurallado.
Alrededor del 200 aC el pueblo ibérico de los ilergetes se deshizo y se abandonó el yacimiento. Hubo una posterior reocupación hasta su abandono total a mediados del siglo I a.
El nacimiento de la canónica de Santa María de Vilabertran es un símbolo del movimiento de reforma de finales del siglo XI que luchaba contra las imposiciones nobiliarias en los nombramientos eclesiásticos.
Con este posicionamiento, el clérigo Pere Rigau consiguió reunir una comunidad de sacerdotes que vivían en la casa anexa a la iglesia de Santa Maria de Vilabertran. En 1080 fundaron un monasterio que seguiría la regla de San Agustín en unas tierras donadas por familias de la zona. Hoy ésta se considera una de las primeras comunidades de clérigos agustinos de Cataluña que, además, ha dejado como legado uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura canónica medieval.
El conjunto arquitectónico, construido entre los siglos XII y XIII, estaba formado inicialmente por un claustro central que comunicaba con las dependencias monacales y la iglesia. Esta es el elemento más destacado, especialmente la cruz procesional de su interior, considerada la pieza de orfebrería gótica más grande de Cataluña.
Posteriormente se amplió la canónica con la capilla funeraria de los Rocabertí (siglo XIV), el palacio abacial (siglo XV) y el patio amurallado (siglo XVIII) que recogía las dependencias externas del recinto de clausura.
Baetulo se fundó ex novo alrededor del año 100 aC como una de las primeras colonias de la Hispania Tarraconensis. Pero fue sobre todo en época de Augusto que se convirtió en una ciudad próspera en el litoral mediterráneo, famosa por su producción y exportación vitivinícola, como lo demuestran las ánforas de vino de Baetulo encontradas por todo el Imperio. Hoy los restos musealizadas de esta colonia romana, que dio lugar a la actual Badalona, son de los mejor conservadas de Cataluña.
Las primeras excavaciones regulares, en el primer tercio del siglo XX, hicieron aparecer los primeros hallazgos. Aún así, la musealización del patrimonio romano de la ciudad comenzó en 1955, cuando se descubrieron las termas de Baetulo en un magnífico estado de conservación. Encima se construyó el Museo de Badalona, que se inauguró en 1966.
Tras las reformas realizadas en 2010, este equipamiento muestra en un circuito circular de más de 3.000 m2 las termas (conservadas en su totalidad), el decumanus y el cardo maximus, con un conjunto de viviendas (insulae) y tiendas (tabernae), además de los restos de las alcantarillas. En el recorrido se ubica la exposición permanente, donde destacan piezas como la Tabula Hospitalis. La joya del museo, pero, mide sólo 28 cm: es la Venus de Badalona, una de las representaciones femeninas más importantes de Cataluña. Los efectos sonoros, la iluminación y elementos de reconstrucción histórica completan los espacios para sumergirnos en la antigua Baetulo.
Otros elementos que se pueden visitar de la Badalona romana son la Domus de los Delfines (con mosaicos de gran calidad y restos de pinturas murales originales), el Jardín de Quinto Licinio (con los restos de una piscina romana) y un tramo de 38 metros del conducto de aguas con bóveda de cañón, que proveía de agua potable las domus, las fuentes públicas y las termas. Son muestras del esplendor al que llegó la ciudad.
"Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino". Esta inscripción en una lápida del Museo de Historia de Barcelona muestra el nombre completo con el que los romanos fundaron la ciudad que daría lugar a la actual Barcelona los años 15-13 aC, durante la época del emperador Augusto. Durante siglos fue una destacada colonia de la Layetania, que fue ganando un papel más importante en el periodo final de la antigüedad.
Aunque gran parte de ciudad romana continúa escondida, numerosas intervenciones arqueológicas siguen aportando información sobre cómo era Barcino. Actualmente se pueden ver varios restos musealizados.
Una parte significativa de la colonia es visible en el subsuelo arqueológico del Museo de Historia de Barcelona, donde también se conservan testimonios de sus monumentos y de la vida cotidiana de sus habitantes. Se complementa con las Domus de Aviñón y de Honorat, viviendas residenciales que pertenecieron a importantes personajes de Barcino.
En el espacio central del foro todo apunta a que se levantaba un imponente templo dedicado a Augusto, del que se conservan in situ tres columnas en la sede del Centro Excursionista de Cataluña. No mucho más lejos, en el actual Pati Llimona, encontramos los restos monumentales de la Puerta de Mar y de las termas que estaban situadas en el exterior de la entrada marítima.
Son significativas también las necrópolis como la de la plaza de la Villa de Madrid, que muestra 85 elementos funerarios, y la de las Atarazanas Reales, que conserva un mausoleo. Ambas se encuentran alrededor de las vías que salían de Barcino.
Otros vestigios que se pueden ver de la Barcelona romana son los fragmentos de la muralla (tanto la original del siglo I aC como la que se superpuso en el siglo III dC), algunas torres de defensa, restos del foso que se utilizó como a alcantarilla y que rodeaba el perímetro de la muralla y algunos arcos y arcadas de uno de los dos acueductos que suministraban agua a la ciudad.
Fuera de las murallas, Barcino tenía un extenso ager donde se han identificado varias villas.
¿Te imaginas poder tocar una chimenea de la
Pedrera y, unos pasos más allá, admirar la cúpula estrellada del Palacio Güell? ¿Y poder entrar en el espacio de trabajo que tenía Gaudí en la
Sagrada Familia? El Gaudí Centre de Reus es mucho más que un homenaje del municipio tarraconense a uno de sus hijos más ilustres y universales. Es un
museo moderno e interactivo que desde 2007 explica de manera didáctica la vida y obra del arquitecto.
El espacio expositivo, de
1.200 metros cuadrados, está distribuido en tres plantas que plantean un viaje desde la persona de Gaudí y su Reus natal hasta las claves de su lenguaje, pasando por un espacio de descubrimiento de su obra.
La tecnología es clave en este proyecto museográfico. Y es que consigue crear una experiencia sensorial integral mediante una combinación de maquetas táctiles, proyecciones audiovisuales inmersivas y efectos especiales como
mappings. El visitante puede experimentar en primera persona como Gaudí jugó con el espacio, la luz, el aire y el agua en sus edificios. Y a la vez puede conocer los enigmas y los aspectos inéditos y misteriosos de su arquitectura.
El museo también exhibe algunos objetos originales como el único cuaderno manuscrito existente de Gaudí.
Este edificio medieval es el regalo de Dalí a Gala, su esposa y musa. La casa-museo Castillo Gala Dalí de Púbol, abierta al público desde 1996, resume muy bien la relación establecida entre los dos amantes y, a la vez, permite descubrir el
talento creativo del artista en todo tipo de detalles decorativos.
En 1969 Salvador Dalí adquiere el
castillo de la baronía de Púbol, una fortificación del siglo XIV-XV muy deteriorada, pero con un aspecto misterioso y romántico que le cautivó. El propio artista se encargó personalmente de la decoración interior, creando representaciones pictóricas en los muros y techos y falsas arquitecturas. Dotó las estancias de antigüedades, barroquismo textil y simbología romántica, generando un ambiente sobrio y delicado, pensado para el refugio de su esposa.
Todo el edificio rinde culto a Gala, casi como si se tratara de una señora feudal. Incluso la pareja acordó que Dalí no la visitaría si no era con una invitación de ella por escrito.
En los años ochenta, el castillo se transformó en el último taller de Salvador Dalí. Actualmente se pueden ver las pinturas y dibujos que Dalí regaló a Gala, esculturas de elefantes de patas largas en el jardín y una colección de vestidos de alta costura. Sin duda, uno de los elementos más significativos es el
mausoleo del sótano, diseñado por el pintor, donde fue enterrada Gala, la dama del castillo.
El Castillo Gala Dalí de Púbol forma, junto con la
Casa Salvador Dalí de Portlligat y el
Teatro-Museo Dalí de Figueres, el triángulo daliniano ampurdanés.
"Todo lo que sé lo he aprendido en Horta", afirmó un ya consolidado Pablo Picasso sobre su vinculación con el municipio de la Terra Alta. Unos lazos afectivos y artísticos que se ponen de manifiesto en el Centro Picasso desde 1992.
Con sede en el Antiguo Hospital de Horta de Sant Joan, un edificio renacentista del siglo XVI, esta entidad privada expone de forma permanente reproducciones facsímiles de todas las obras realizadas por el pintor malagueño en sus dos estancias en el pueblo, en 1989 (invitado por su amigo Manuel Pallarès para reponerse de una enfermedad) y el verano de 1909 (acompañado de su pareja Fernande Olivier). También se muestran obras evocadoras de Horta realizadas en Barcelona o París. De esta manera, el Centro permite ver juntas creaciones de dos etapas (los inicios y el cubismo) que actualmente están repartidas en museos y colecciones de todo el mundo.
La muestra se complementa con objetos, fotografías y testimonios que ilustran el paso de Picasso por el pueblo, como la mesita y las sillas del bar donde Picasso y Fernande jugaban al dominó, conversaban y bebían Anís del Mono, o el caballete de pintura que el artista utilizaba desde su paso por la Lonja de Barcelona.
Desde las primeras excavaciones en el siglo XIX, se ha puesto de manifiesto el importante patrimonio arqueológico del Pla de l'Estany. Y es que aquí se concentran algunos de los yacimientos de referencia de Cataluña. Los resultados de estas intervenciones realizadas en la comarca se encuentran recogidos en el Museo Arqueológico Comarcal de Banyoles. No es de extrañar, por tanto, que este equipamiento cuente con una de las colecciones de paleontología y arqueología más importantes de Cataluña.
El museo se inaugura oficialmente en 1943 y ocupa desde entonces el palacio gótico de la Pia Almoina. De 2000 a 2009 se ha reformado la museografía adaptándola a criterios modernos. Actualmente el Museo Arqueológico Comarcal de Banyoles dispone de tres salas para la exposición permanente (la sala de Paleontología, la de Prehistoria y la de Historia) que permiten hacer un recorrido desde el Terciario superior hasta el siglo XVIII dC.
En la sala de Paleontología destacan restos fósiles de grandes animales del Terciario y el Cuaternario, como el cráneo de un tigre con dientes de sable del yacimiento de Incarcal. La sala de Prehistoria dedica una atención especial a la mandíbula neandertaliana de Banyoles encontrada en 1887 en el Pla de la Formiga y muestra también varias piezas del poblado neolítico de La Draga y de las Cuevas de Serinyà.
Por su parte, la sala de Historia explica cómo era el Pla del Llac a través de los hallazgos hechos principalmente en el poblado ibérico de Mas Castell de Porqueres y la villa romana de Vilauba. Para la etapa medieval-moderna se centra, sobre todo, en el barrio viejo de Banyoles.