Horta de Sant Joan, el pueblo de Tierra Alta que inspira un joven
Picasso marcándolo para siempre, es una villa que nace sobre un relieve accidentado en un paisaje privilegiado, entre la
sierra de los Pesells y el
Parque Natural de Els Ports.
Los orígenes de la población de Orta (como se conocía el municipio hasta el siglo XIX) se remontan a muchos siglos atrás. Los indicios arqueológicos hablan de un asentamiento del
pueblo íbero de los ilercavones en la parte más alta del pueblo, mientras que en el conjunto montañoso de las Rocas de Benet estaba la
población romana de Bene. En el siglo VIII los musulmanes conquistan la zona y los cristianos la reconquistan el siglo XII. En esta época Horta contaba con un
castillo y un recinto amurallado, donde nació la villa medieval que ha llegado hasta la actualidad.
Aún se conservan los callejones estrechos y concéntricos que rodeaban el desaparecido castillo. El itinerario por el centro histórico permite contemplar varios
edificios góticos (la iglesia parroquial de Sant Joan Baptista),
renacentistas (el ayuntamiento, la Casa Clúa, la Casa Pitarch o la Casa del Delme) y disfrutar de magníficas vistas sobre la montaña de Santa Bárbara.
En 1898, Pablo Picasso con solo 16 años fue invitado a Horta por su compañero de estudios Manuel Pallarès para terminar de curarse de la escarlatina. Aquí comenzó una relación del artista con el municipio que le acompañó toda la vida
11 años más tarde, cuando Picasso ya era un artista consolidado, volvió a la villa con su compañera Fernanda Olicer. Fruto de esta segunda estancia son las obras cubistas como
La Fàbrica o
La Bassa, donde el artista refleja las calles y los alrededores de Horta. En 1992 se creó el
Centre Picasso, ubicado en el antiguo hospital del pueblo.