El Palacio de la Generalitat, situado en el barrio gótico de Barcelona, es uno de los pocos edificios de origen medieval en Europa que se mantiene como sede del gobierno y de la institución que lo construyó.
La casa original, en la calle Sant Honorat, se adquirió en 1400 y durante todo el siglo XV se amplió y convirtió en un nuevo palacio gótico, obra de Marc Safont. Entre los elementos mejor conservados de esta etapa está la Galería gótica y la Capilla de Sant Jordi.
Durante el siglo XVI el Palacio de la Generalitat incorpora nuevos elementos respetuosos con el estilo gótico previo como la Cambra Daurada (Cuarto Dorado) y el primer Pati dels Tarongers (Patio de los Naranjos). Los cambios más radicales son a raíz de la ampliación hacia la plaza Sant Jaume (1597-1619): la actual fachada principal se inspira en el Renacimiento italiano, destacando cuatro columnas dóricas de origen romano del siglo II.
Los últimos cambios importantes en el edificio son de la etapa de la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925): se añadieron elementos como la escalera de honor y la estatua ecuestre de Sant Jordi. A partir de los años 70 también destaca la adquisición de más de un centenar de piezas de arte moderno, vanguardista y contemporáneo de autores como Montserrat Gudiol, Josep Maria Subirachs, Antoni Clavé, Joan Hernández Pijuán o Antoni Tàpies.
Empúries es el único yacimiento arqueológico de la Península Ibérica donde conviven los restos de una ciudad griega Emporion con las de una ciudad romana, Emporiae. Es también la puerta de entrada de la cultura clásica: 10 siglos de historia que transformaron para siempre los antiguos pueblos íberos que habitaban allí.
El primer establecimiento de los griegos fue en el siglo VI a.C. en una pequeña isla frente a la costa del golfo de Roses (Palaia Polis, ciudad antigua), aunque luego se desplazaron a tierra firme para fundar lo que se conoce como la Neápolis, ciudad nueva. En el año 218 a.C., el puerto emporitano sirvió de punto de entrada a la Península para las tropas romanas en su lucha contra el ejército cartaginés. Entre los siglos VI a.C. y V d.C., Empúries ha sido puerto, enclave comercial, colonia occidental de Grecia, primer campamento romano de la Península, próspera ciudad romana...
Las ruinas griegas actuales pertenecen a la ciudad de época helenística. Durante la visita encontraremos los recintos de Asclepio y Serapis, la pequeña industria donde se elaboraban conservas y salsas de pescado, el Ágora o plaza pública y los restos de pavimento de una sala de banquetes con una inscripción en griego.
De época romana destaca la Domus 1 con los mosaicos que decoraban el suelo, la Insula 30 (zona ocupada por las termas públicas de la ciudad), el Foro, los restos de la Basílica y la Curia y las tabernae o tiendas.
A medio camino del itinerario se puede visitar el museo monográfico de las excavaciones de Empúries que custodia la excepcional escultura original de Asclepio hallada en el yacimiento.
Se trata pues de un espacio privilegiado para entender la evolución del urbanismo griego y romano y un punto de inflexión en la historia de la Península Ibérica. Actualmente es una de las sedes del Museo de Arqueología de Cataluña.
Tarragona y su entorno conservan vestigios de primer orden de la huella romana en la península ibérica. El conjunto arqueológico de Tarraco fue declarado Patrimonio Mundial el año 2000: el desarrollo urbanístico de la ciudad, así como la densidad y la calidad de los restos, lo convierten en un bien universal e incomparable.
El conjunto arqueológico incluye varios monumentos del siglo III a. C. hasta el VI d. C., que se encuentran en muy buen estado de conservación. Todos ellos son característicos de una capital de provincia como fue la antigua Tarraco. Destacan las murallas como construcción más antigua de la ciudad y ejemplo de ingeniería militar. Del foro, la gran plaza donde se concentraba buena parte de la vida pública, se conserva un tramo del porticado de la basílica y parte de una calle; el resto del conjunto estaría aún bajo la trama de edificaciones modernas existentes.
Elteatro se levantó en un área fuera de la muralla muy cercana al foro aprovechando la pendiente del terreno, como era habitual. Se conservan de forma parcial los tres elementos estructurales que definen un teatro romano: cavea (o grada), orchestra y scaena. En el circo, el espacio donde se disputaban las carreras de carros, se puede apreciar actualmente gran parte de las bóvedas y algunos tramos de gradería, restos de la fachada exterior y del podium, así como algunas de las monumentales puertas de acceso al edificio.
Pero sin duda, el anfiteatro es la construcción más icónica de la huella romana en la ciudad, y completa la trilogía de edificios de espectáculos. Presenta la característica arena -donde se desarrollaban los espectáculos, rodeada por la cavea para acomodar el público; los restos visibles actualmente en la arena corresponden a una basílica y a la iglesia románica de Santa Maria del Miracle (s. XII), construidas en el mismo lugar en que sufrieron martirio los santos tarraconenses Fructuoso, Augurio y Eulogio.
En las afueras de la ciudad, cerca del río Francolí, la necrópolis paleocristiana conforma una de las áreas de enterramiento más extensas de Tarraco: cementerio excepcional, está considerado de los más grandes e importantes de todo el occidente del Imperio romano, con más de 2.000 inhumaciones.
En las proximidades de Tarraco encontramos otras construcciones de gran relevancia como por ejemplo el acueducto de Les Ferreres (Puente del Diablo), el arco honorífico de Barà, el mausoleo de Centcelles, la cantera de El Mèdol o lavilla de Els Munts, entre otros.
Fundada como campamento militar por Cneo Cornelio Escipión, Tarraco prosperó tanto gracias a su situación costera como por su emplazamiento en relación a las vías terrestres hacia el interior peninsular. Así pues, la ciudad se convirtió en colonia romana, cabeza de un conventus -demarcación judicial- y capital de la provincia de la Hispania Citerior o Tarraconense.
Bajo las aguas de la bahía de Port de la Selva
descansa desde hace más de 2.000 años el Cap de Vol, un
barco romano que naufragó con su carga de vino y que se ha
bautizado con el nombre de la playa donde reposan sus restos. Desde el inicio
los investigadores se dieron cuenta que Cap de Vol no era una nave romana
convencional: las características de su arquitectura naval
eran bastante distintas a otros pecios (barcos sumergidos) de la misma época.
En concreto, el calado de la embarcación (la distancia entre la línea
de flotación y la quilla) es menor que el de otros barcos romanos y su quilla
es poco pronunciada. Estas características lo hacían idóneo para navegar en
aguas poco profundas o en zonas de humedales y por esta
razón, los investigadores creen que se trata de un barco construido por la población
autóctona de la zona.
Cap de Vol transportaba vino almacenado
en ánforas y se cree que hacía el itinerario entre la costa
catalana y la Narbonense. Entre los hallazgos más singulares
se han encontrado una moneda de Arse (Sagunto) y el
tapón de corcho de una de las ánforas.
El Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona (AHCB) es la institución que se encarga de la custodia, conservación, tratamiento y difusión de la documentación histórica que ha generado el gobierno de la ciudad desde el siglo XIII, cuando se creó el régimen municipal de Barcelona, y hasta la revolución liberal de mediados del siglo XIX.
Con el tiempo se han incorporado una gran diversidad de materiales archivísticos, bibliográficos o hemerográficos de interés histórico que la han convertido en uno de los centros archivísticos más importantes de Cataluña y lugar de consulta imprescindible para historiadores.
Desde 1920 la sede del archivo es la Casa de L’Ardiaca, un edificio fruto de la fusión de diferentes inmuebles construidos sobre un segmento de la antigua muralla romana. De estilo gótico-renacentista, también incorpora elementos de carácter modernista. En la década de los noventa fue objeto de una profunda remodelación que modernizó las instalaciones y las adecuó a la conservación y consulta.
Actualmente los fondos y las colecciones del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona se estructuran en tres secciones principales: fondos documentales, la bibliotecay la hemeroteca.
La Red de Archivos Comarcales (XAC) está
integrada por archivos de ámbito comarcal que trabajan para asegurar los
principios de procedencia y territorialidad en el tratamiento y acceso a los
documentos.
Cada uno de los 41 archivos de la red es
responsable de organizar, preservar, difundir y facilitar el acceso al
patrimonio documental de su comarca, y a su vez colabora con las
administraciones públicas.
También son los encargados de
custodiar la documentación de los ayuntamientos de menos de 10.000 habitantes,
los protocolos notariales de más de 100 años, la documentación de la
administración de justicia, los registros públicos del estado y cualquier otra
documentación de interés histórico o cultural de ámbito comarcal.
Desde 1981 los tres archivos provinciales (Girona, Lleida, Tarragona)
también forman parte de la Red de Archivos Comarcales de la Generalitat de
Catalunya.
Con el objetivo de catalogar, preservar y difundir el patrimonio bibliográfico de Cataluña en 1983 la Generalitat creó el Colectivo del Patrimonio Bibliográfico de Cataluña (CCPBC).
Gestionado por la Biblioteca de Cataluña, el CCPBC es un proyecto de catalogación cooperativa abierto a todo tipo de instituciones que dispongan de fondos bibliográficos de carácter patrimonial. Contiene la descripción bibliográfica de documentos impresos que van desde los inicios de la imprenta hasta principios del siglo XX, y también de manuscritos y otras tipologías de fuentes documentales de interés patrimonial conservadas en las bibliotecas de Cataluña.
Algunas de las principales bibliotecas con bibliografía de interés patrimonial son, aparte de la propia Biblioteca de Cataluña, instituciones como el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, la Abadía de Santa Maria de Poblet, el Ateneu Barcelonès, la Biblioteca de Montserrat, la Biblioteca Episcopal de Vic, Casa Àsia, el Centro Excursionista de Cataluña, la Fundación Josep Pla, el Instituto de Estudios Catalanes, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Museo de Arqueología de Cataluña, entre otros.
El CCPBC colabora en la elaboración del patrimonio bibliográfico de España desde 1992, y desde 2007 también forma parte del Catálogo Colectivo de las Universidades Catalanas (CCUC).
Para conocer la memoria histórica del país es necesaria la conservación del patrimonio documental. En Cataluña, 330 archivos son los encargados de preservar y difundir este valioso testimonio personal, legal e institucional.
Ya sean de titularidad pública (local, comarcal, provincial o nacional), o pertenezcan a entidades oficiales (universidades, colegios profesionales...) o a entidades privadas (asociaciones, fundaciones...), en todos estos archivos se puede encontrar documentación muy diversa: textual, audiovisual, cartográfica y electrónica.
El Sistema de Archivos de Cataluña (SAC) es el órgano que vela por unas normas y procedimientos comunes en la gestión y protección del patrimonio documental de Cataluña. Forman parte del SAC, los archivos de la Generalitat, el de la Corona de Aragón, los archivos de municipios de más de 10.000 habitantes, los de las diputaciones provinciales, los archivos de las universidades y los diocesanos y eclesiásticos, entre otros.
Las cuatro grandes crónicas fueron escritas a finales del siglo XIII y durante el XIV y forman el mejor conjunto historiográfico de la Europa medieval. Sus autores, Jaime I, Bernat Desclot, Ramon Muntaner y Pedro el Ceremonioso, pretendían dejar constancia de unos hechos que querían tener valor didáctico. Las obras de Jaime I y Pedro el Ceremonioso se consideran las únicas autobiografías de monarcas medievales.
En la primera de las crónicas, el Llibre dels feits, el rey Jaime I dicta los hechos de su vida, obviando lo que le puede perjudicar, para transmitir la imagen de un monarca heroico y caballero.
En el Llibre del rei En Pere, Bernat Desclot, no es testigo directo de lo que cuenta. Aunque destaca por su cuidadoso trabajo de documentación, su relato ofrece una visión claramente interpretativa de Pedro III de Aragón.
A pesar de ser testigo directo de muchos de los hechos que relata, el Llibre de Ramon Muntaner el autor manipula la historia. Tampoco esconde su entusiasmo por los monarcas catalanes, que los considera seres sobrenaturales protegidos por la gracia divina.
La cuarta de las crónicas, el Llibre del Rei Pere III (Pedro IV de Aragón), destaca por su calidad literaria. Sin embargo, siempre ha sido menos considerada porque se aleja del espíritu épico y caballeresco y presenta un rey obsesionado por imitar y superar sus antecesores.
En la Biblioteca de Cataluña se conservan códices de las cuatro grandes crónicas.
El MHC es un museo pensado para estimular el interés sobre la evolución de la cultura catalana. En el Palau de Mar, uno de los pocos edificios que se conservan del antiguo puerto industrial de Barcelona, los visitantes siguen una narración sugerente que se distribuye en ocho etapas, que van desde la prehistoria hasta la actualidad bajo un punto de vista social, económico, político y cultural.
Durante el recorrido se encuentran con objetos y documentos, recreaciones históricas y ambientaciones, audiovisuales e interactivos, que acercan de forma lúdica la historia de esta nación.
Incluso tendrán la oportunidad de subir en el caballo de un señor de la guerra de la Edad Media o esconderse en una trinchera de la Guerra Civil.