Situado en la ladera de Collserola, el Laberinto de Horta es un parque histórico de Barcelona y uno de los jardines más antiguos que perduran en la ciudad. Diseñado en 1791 por Joan Antoni Desvalls, está formado por 750 metros de cipreses recortados y se inspira en el mito de Teseo: quien consigue llegar al centro encuentra el amor como recompensa.
Desvalls, marqués de Llupià, de El Poal y de Alfarràs, fue un noble amante de la ciencia, la naturaleza y el arte, pasiones que conjugó en la construcción del Laberinto. Siguiendo las ideas del neoclasicismo y en colaboración con el arquitecto italiano Domenico Bagutti, ideó un jardín con un laberinto de cipreses, esculturas y relieves que representan personajes de la mitología grecorromana y que simbolizan los distintos niveles del amor.
Actualmente, el parque ocupa una superficie de 9 hectáreas y se divide en dos partes: el jardín neoclásico y el jardín romántico. Destacan la variedad botánica y la abundancia ornamental, así como los elementos arquitectónicos propios de los jardines románticos (templetes, canal de agua y esculturas, además del palacio de la familia Desvalls). Aunque no es el refugio de un Minotauro pone a prueba el sentido de la orientación de quien entra en él.
Iesso, situada en la localidad de Guissona, es una de las pocas ciudades romanas de Cataluña que no tienen totalmente superpuesta la ciudad actual. Esto le confiere una potencialidad arqueológica considerable. Además, es uno de los ejemplos mejor documentados de la actividad urbanística desplegada en Cataluña en el año 100 a. C.: un momento histórico crucial en el que se empieza a estructurar la red urbana que heredarán nuestras ciudades actuales.
La antigua Iesso fue una importante capital interior del imperio. Habitaban en ella unas 20.000 personas y ocupaba dos veces más terreno que Barcino. En manos romanas, la ciudad vive una larga prosperidad de 700 años basada en el cultivo y una intensa actividad comercial. La ciudad original estaba amurallada y las calles se estructuran en dos ejes, el cardo maximus, de orientación norte-sur, y el decumanus maximus, de este a oeste, siguiendo el plan urbanístico habitual en las ciudades romanas.
La actividad constructiva y comercial de Iesso continuó activa hasta la época visigótica (s. VI), aunque el periodo que sigue a la disolución del Imperio romano se convierte en un momento histórico bastante desconocido en Guissona.
Actualmente, el Parque Arqueológico de Iesso es un ejemplo de primer orden para conocer el urbanismo y las transformaciones de la ciudad romana a lo largo del tiempo. Destacan el gran edificio de las termas públicas, con un avanzado circuito que transportaba el agua, los restos de una instalación para producir vino y las de una gran casa señorial organizada alrededor de un patio central.
Tortosa fue durante los siglos XIV y XV un enclave mercantil de primer orden. Este esplendor se refleja en edificios como la catedral, los palacios nobiliarios, el palacio episcopal, el recinto de las murallas o la lonja. En el siglo XVI Tortosa era una de las ciudades con más peso político, demográfico y económico de Cataluña. De esta época son los Reales Colegios, el conjunto renacentista más importante de Cataluña.
El conjunto monumental está formado por tres edificios. El más importante es el Colegio de Sant Jaume y de Sant Maties, de 1564, donde en un inicio se educaba a jóvenes musulmanes conversos. Es un gran edificio de dos pisos organizados en torno a un patio central -el único patio del Renacimiento en Cataluña-, donde destaca la rica ornamentación escultórica con alta influencia italiana.
El otro edificio es el Colegio de Sant Jordi y de Sant Domènec, de 1578. Era en origen un convento dominicano, pero los bombardeos franquistas (1937-1939) sólo dejaron en pie la sencilla portalada renacentista de dos cuerpos.
Completa el conjunto la Iglesia de Sant Domènec, de 1585. Es una iglesia de una sola nave, de estilo gótico, con capillas laterales. En la actualidad preside la nave central un armario-archivo procedente de la desaparecida casa de la ciudad. Desde 2008, acoge el Centro de Interpretación del Renacimiento.
La Central de Capdella, ubicada en el municipio de La Torre de Capdella, fue la primera central hidroeléctrica de Cataluña. Su gestación fue a finales del siglo XIX cuando Emili Riu, periodista y político de Sort, encontró una vía de aprovechamiento de la gran reserva de agua de la Vall Fosca, que supera los 50 millones de m3.
En 1914 la compañía Energía Eléctrica de Cataluña ponía en funcionamiento la central hidroeléctrica. Fue una obra faraónica que aprovechaba las aguas del sistema del Estany Gento a través de un canal de 5 kilómetros con un desnivel de 836 metros. Además, se tuvieron que habilitar nuevas infraestructuras: un funicular, carreteras de acceso, ferrocarriles, viviendas para trabajadores, etc. Sin embargo, el proyecto estuvo listo en sólo dos años.
Al cabo de un tiempo, la Central fue traspasada a la Canadenca (ahora Fecsa-Endesa). Actualmente, en una parte de las instalaciones se encuentra el Museo Hidroeléctrico de Capdella, que pertenece a la red del Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña, y que pone en valor lo que supuso la Central para la industria y también para el territorio.
Los Jardines de Santa Clotilde, situados sobre un acantilado de gran belleza con vistas al mar, están considerados el ejemplo de jardín novecentista. Fueron realizados por el arquitecto Nicolau Rubió i Tudurí, gran seguidor de Jean-Claude Nicolas Forestier, que proyectó, entre otros, los jardines de Montjuïc y del Parque de la Ciutadella.
En un intento de recuperar las formas clásicas, los Jardines fueron diseñados a la manera de los antiguos jardines del Renacimiento italiano. Estructurados a partir de un escalonamiento en terrazas, donde la diversidad de especies de plantas mediterráneas se alterna con pequeños estanques y conjuntos escultóricos.
Cerca de la entrada principal de los jardines se encuentra la casa original que destaca por las arcadas de medio punto de la planta baja, una gran terraza y una torre de tres pisos. En la fachada sur de la torre hay un panel de baldosa pintada dedicado a Santa Clotilde de 1930.
Los jardines se organizan alrededor de la escalinata principal, conocida como la Escalera de las Sirenas, que sale desde la explanada de la casa. Al descender por ella se mezclan los olores de resinas, laureles y plantas aromáticas con el del mar de fondo.
La Casa Masó es la casa natal del arquitecto Rafael Masó, un símbolo del desarrollo del novecentismo en Girona. Perfectamente integrada en el entorno urbano, el edificio consta de planta baja, tres pisos y azotea.
La casa actual es la unión de cuatro casas de tipo menestral adquiridas por la familia Masó. La fachada de la calle Ballesteries combina el estilo secesionista con elementos de inspiración barroca. En la parte trasera, galerías de vidrio y cerámica enmarcan al río Onyar.
Rafael Masó hizo dos grandes reformas en la casa. La primera, a partir de 1911 cuando su padre le encargó adecuar la vivienda a las necesidades de una familia numerosa y que había ascendido socialmente. La segunda intervención fue en 1918, cuando su hermano heredó la casa. Además de unificar las fachadas, diseñó la escalera, los vitrales y buena parte de los muebles del interior.
Para las reformas, el arquitecto recurrió al estilo modernista imperante en la época, aunque cada vez fue introduciendo más elementos del incipiente movimiento novecentista.
Desde 2006 esta vivienda acomodada es la sede de la Fundación Rafael Masó y actualmente es la única de las casas del río Onyar que está abierta al público.
El Museo Memorial del Exilio (MUME) es el primer equipamiento museístico dedicado a preservar la memoria y el legado del exilio republicano consecuencia de la Guerra Civil española.
Ubicado en La Jonquera, el paso fronterizo por donde huyeron la mayor parte de los exiliados, el MUME se define como un espacio para la memoria, la historia y la reflexión crítica. Un proyecto que no sólo se limita a la labor expositiva sino que impulsa la investigación histórica y la difusión pedagógica.
Su exposición permanente presenta el fenómeno del exilio a lo largo de la historia, haciendo hincapié en la Guerra Civil y la posterior derrota y retirada republicana. La diáspora a través de los Pirineos camino de Francia y la suerte diversa de los miles de refugiados que cruzaron la frontera son uno de los puntos de interés de la muestra. La vivencia del exilio y su legado cultural a partir de testimonios y herencias documentales completan el discurso expositivo.
Hace 2700 años una tribu de ilergetes levanta su asentamiento en una llanura cerca de la actual Arbeca (Les Garrigues). Es un buen lugar para cultivar la tierra. Pero a pesar de la placidez del lugar, los ilergetes temen los ataques enemigos y por eso levantan una imponente fortificación casi inexpugnable. Esto convierte a Els Vilars en una construcción única en el mundo ibérico catalán y europeo y uno de los puntos imprescindibles de La Ruta de los Iberos.
De forma ovalada, la fortificación estaba totalmente amurallada y disponía de torres de vigilancia. Para acceder a ella sólo había dos puertas de pequeñas dimensiones. Si entrar en el asentamiento era difícil, acercarse tampoco era tarea fácil: ante los muros, una barrera de piedras clavadas en el suelo (chevaux-de-frise) impedían el paso de forasteros a pie o a caballo. Unos grandes fosos completaban las obras defensivas. En el interior, las viviendas se organizaban alrededor de una plaza presidida por un gran pozo.
Todas estas estructuras son visibles actualmente, gracias a los trabajos de restauración y conservación del yacimiento. Visto desde el aire, se puede apreciar perfectamente su planta ovalada y los límites de las casas rectangulares que acogían el centenar de habitantes que tuvo Els Vilars.
Los ilergetes vivieron allí durante 400 años y abandonaron el lugar de forma abrupta. El porqué aún es hoy un misterio. Su fortaleza tan singular se ha convertido en uno de los referentes íberos de la Península.
Olèrdola conoce la presencia del hombre desde la edad del bronce hasta bien entrado el siglo XX. Este hecho evidencia la importancia estratégica de un asentamiento situado en la colina de Sant Miquel, que domina la llanura de El Penedès. Actualmente Olèrdola es una de las sedes del Museo de Arqueología de Cataluña y forma parte de la Ruta de los Íberos.
Su posición hizo de Olèrdola un lugar ideal en tiempos de guerra y poco habitable durante los períodos de paz. Por eso, el lugar también ha conocido largas temporadas de abandono.
Sus pobladores han dejado huella en el lugar. En Olèrdola encontramos un oppidum íbero, un poblado fortificado y amurallado. También una impresionante fortificación romana para controlar el territorio y, en especial, la vía de acceso hacia Tarraco. Finalmente, el conjunto consta de una ciudad medieval, con iglesias prerrománicas y románicas (Sant Miquel y Santa Maria), el castillo y tumbas antropomorfas excavadas en la roca.
A principios del siglo XII, se inicia la decadencia de Olèrdola y el desplazamiento de la población a la llanura.
Actualmente se conservan restos del castillo, la iglesia de Sant Miquel, un edificio románico, y la Necrópolis de Sant Miquel, una excelente muestra de los enterramientos característicos en la alta edad media.
La historia se detiene una y otra vez en Roses. Fundada como colonia griega, su ubicación la convierte en un punto estratégico del Mediterráneo. Por eso, el lugar ha sido objeto de diferentes ocupaciones y blanco de numerosos ataques. Actualmente, la Ciudadela es un moderno centro cultural y un extraordinario yacimiento.
En los 139.000 m2 del recinto se reúnen los restos arqueológicos de la colonia griega y posteriormente romana de Rhode, el monasterio románico de Santa Maria y la estructura de la ciudad vieja de Rosas, que incluso conserva algunas fortificaciones medievales.
Las murallas actuales son una fortificación de grandes baluartes que datan de la época renacentista y moderna. Y es que en el siglo XVI, el rey Carlos V manda construir la Ciutadela y el castillo de la Trinitat para protegerse de los piratas y de los turcos.
En 1814 son los mismos franceses los que vuelan la ciudadela, que se recupera y se abre al público ya avanzado el siglo XX.
Desde 2004 dentro del recinto se puede visitar el Museo de la Ciudadela, un edificio contemporáneo donde se resume la historia del conjunto.